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De chico me decepcioné muchas veces conmigo mismo por querer tener todo ya

Viernes, 15 de Diciembre de 2017 / Publicado en La entrevista de la semana
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En La entrevista de la semana, una charla extensa y a fondo con Adrián Boccia. El alero de 35 años habló de todo: su regreso a Boca, la vida en el club, sus ganas se mantenerse vigente, las claves para conseguirlo, la actualidad de la Liga Nacional, su pasado como promesa en el exterior, los golpes de aquellos momentos, la madurez al regresar a Argentina, las claves para potenciar su carrera y mucho más.

-¿Cómo estás viendo este inicio de Liga Nacional?
-Creo que el equipo viene mejorando desde lo que fue el comienzo del Súper 20 hasta hoy, pero venimos sufriendo irregularidades que nos terminan costando caro. Nos cuesta cerrar bien los partidos parejos y debemos corregir eso. Somos un equipo al que le va a costar ganar juegos, más ahora que nos falta una ficha, pero competimos en los tres duelos. Creo que una de las claves es hacerse fuerte en la parte defensiva. Gimnasia de Comodoro nos hizo 85 puntos en nuestra casa, y jugar en ese tanteador para nosotros es muy alto. Hay cosas para mejorar, recién es el inicio.

-Vos lo dijiste, se nota mucha irregularidad en el equipo. ¿Por dónde pasa puntualmente?
-Muchas veces tenemos errores de concentración. Tenemos todo el scouting bien y por distracciones puntuales nuestras nos hacen daño que no debería pasar. Te vuelvo a poner el ejemplo de Comodoro: sabemos que Rivero es tirador, y nos terminó destrabando el partido él con dos triples porque nos quedamos enganchados en cortinas o no hicimos los cambios que debíamos hacer. Eso, en momentos decisivos, se paga caro.

-Pensando en el Súper 20 como una buena medida y sumado al comienzo de la Liga, ¿qué clase de equipo es Boca, para qué está?
-Nunca hablamos de un objetivo en sí, pero queremos hacer una buena Liga. Sabemos que hay tres o cuatro equipos que están muy por encima del resto en cuanto a aspiraciones y presupuesto, pero después hay un pelotón donde dependerá mucho de la química, del día a día, del creer en el sistema de juego. Podrás tener mejor o peor equipo, pero pasa por ahí. Somos parejos con los demás. Y los resultados ayudarán a acomodar el trabajo y llevar el grupo, así que no podemos dejar pasar esos detalles que te marcaba antes.

-¿Son lógicas esas irregularidades para esta época del año? Porque si bien es el comienzo de la Liga en sí, ya pasó un torneo previo, que bien podría considerarse como la primera fase del viejo formato.
-Totalmente. En otro momento estaríamos hablando de otra cosa. Pero bueno, el equipo fue levantando y mostrando una mejoría y en eso se basa, en que va mejorando y no decayendo. Pero si hubiese sido una primera fase con arrastre de puntos, quizás estaríamos hablando de otra cosa. Esto es lo que tiene la Liga, al ser tan larga te termina poniendo en el lugar que te merecés. No podemos pasar por esos errores, sobre todo porque somos un equipo al que no le sobra nada.

-¿Qué te llamó para volver al club?
-Se dieron un montón de circunstancias. Venía de un año duro en Olímpico, sobre todo desde lo deportivo. Hicimos un gran año en general pero tuvimos muchos contratiempos. Después de la eliminación de la Liga Sudamericana se generó un clima muy adverso en todo sentido, cosas que no vienen al caso ahora. Pero hasta hemos sufrido amenazas, a las dos fechas de empezar la Liga. Eso generó un mal ambiente, no se pudo tener un año con tranquilidad. Y cuando estábamos en nuestro mejor momento deportivo, donde habíamos encontrado una química y el equipo estaba para cosas importantes, termina pasando lo que se sabe en la serie contra San Martín, justo después de ganar un partido en Corrientes.

-Recuerdo que Maxi Stanic había dicho que, después de eso, nadie quería que le vaya bien a Olímpico.
-Es que eso es una realidad. Ya sabíamos que, después de lo que habíamos pasado como grupo, más no podía pasar. Hicimos todo para mejorar después de un año duro y con muchas críticas, y terminamos jugando sin nuestra gente. Así que bueno, la idea fue volver a Boca. Hablé con un dirigente del club, me preguntó si tenía ganas de jugar ahí y dije que sí. Y ya no escuché ninguna oferta más. Hoy estoy de lleno en lo que es el proyecto del club. Además se suma que mi viejo tuvo un ACV el año pasado, así que quería estar un poco más cerca y ayudar a la familia.

-Imagino que al contar que recibieron amenazas y pensando que también pasaste cosas como la que decís de tu padre, todas esas cuestiones negativas que rodeaban al equipo no te daban ni ganas de ponerte a lucharlas…
-Claro. A mi me encanta pelearla desde la parte deportiva, cuando son cosas que se pueden solucionar y hay compromiso. Pero pasaron cosas internas que no ayudaron para nada. Y terminó pasando lo que decía Maxi, toda la Liga quería sacarse del medio a Olímpico. Y es entendible, porque lo que pasó, que entraran siete u ocho tipos a amenazar a un plantel, no se justifica para nada.

-Mirando desde afuera, quizás Olímpico hoy tampoco cae simpático por su gran cantidad de extranjeros. ¿Lo ves así?
-Yo no tengo nada contra Olímpico desde lo personal. Pero sí digo que hay muchos equipos que están apelando cada vez más a una gran cantidad de extranjeros, hay una tendencia en la Liga a tener cuatro extranjeros como mínimo. Uno está en contra, pero en definitiva son los clubes los que terminan aceptando esas condiciones.

-¿Por qué estás en contra del número de extranjeros?
-El debate siempre fue que el nacional estaba por encima de lo que se le debería pagar, que tenía salarios desmedidos. Hemos tenido problemas y hemos hecho paros, pero no escucho algo coherente para una solución. Estaría bueno que existiera una solución. También creo que no está buena una Liga con tantos extranjeros, no atrae a nadie. Sobre todo porque no son extranjeros de nivel, ahí está el tema. Si traés un extranjero de nivel que potencia a la competencia es una cosa, pero si los traés para abaratar la Liga es otra. Creo que el Súper 20 fue una medida. Hubo algunos que se armaron para jugar claramente por el premio de la Sudamericana, y otros para especular, ahorrar y probar extranjeros para ver si la pegaban. Muchos nacionales se quedaron sin equipo por esta especulación de muchos clubes. Uno está en contra porque es nuestra Liga, debería ser nacional y se jugó siempre de una manera. Que haya tantos extranjeros en cancha creo que no le gusta a nadie, sobre todo por el nivel de muchos, que están porque es una manera de abaratar al equipo.

-Volviendo a lo que es tu club, ¿qué significa jugar en Boca?
-Boca es muy mediático, acá tiene todo mucha más prensa que en otro equipo, por más que las aspiraciones a veces no sean salir campeón. Se sabe que si gana dos partidos, tenés otra exposición, o lo televisan más porque tiene más rating, porque la gente sigue y quiere ver a Boca. Todos sabemos lo que es el club, así que es una responsabilidad, sobre todo sabiendo que viene de años duros. Creo que este año está mucho mejor la situación, más organizada que la última vez que estuve. Están dadas las circunstancias como para tener un buen año y depende de nosotros, sabiendo que no nos sobra nada pero que se puede crear una buena química de grupo. A cualquiera le gusta jugar acá, con el aliento de la gente que se siente en todo momento. Está buenísimo eso, la gente va por los colores.

-¿Pensás que el básquet podría ser mucho mejor explotado teniendo en cuenta la dimensión del club? Porque marcaste que ahora está más organizado que los últimos años, que claramente no fueron buenos.
-Boca es un club que tiene todo. Ahora se le está dando un poco más de bola al básquet. Pero acá tenés todo. Si necesitás hacer recuperación, tenés piletas de temperatura de primerísimo nivel, hay nutricionistas que te controlan con una dieta, el club tiene un comedor especial para deportistas. El club avanzó en muchas cosas extradeportivas que ayudan mucho al jugador, cosas que parecen mínimas pero suman como loco. Creo que la figura del manager deportivo es lo que falta en muchos clubes, es un puesto que hace que todo se organice más y mejor. Cuando se implemente, todo estará mucho mejor.

-¿Y en qué momento de tu carrera te encuentra esta etapa?
-Yo no pienso en la edad. Me encanta lo que hago y lo hago con pasión. Me encanta jugar al básquet, entrenarme… Muchos cuando terminan la temporada están dos meses sin hacer nada, pero yo soy una persona deportista, no puedo estar una semana sentado que ya tengo ganas de salir a correr, jugar. Me siento deportista. Y esto me agarra en un momento donde me siento bien de la cabeza, me siento joven, con ganas. Llevo muchos años y sé cuando algo está bien o no. Hoy me siento con muchas ganas, me siento joven de cabeza y con ganas de hacer algo importante para el club.

-¿Ese cuidado que tenés llega a lo obsesivo?
-No. Hay muchos que están con esas dietas de moda, pero yo siempre llevé una conducta de cuidarme y comer bien. Pero no estoy al extremo de no comer harinas y demás. En mi casa se come bien, sano. Y me gusta entrenarme, voy al gimnasio. Creo que tuve pocas lesiones en mi carrera, y espero seguir así. Me gusta estar bien.

-Son varios los experimentados que siguen rindiendo en la competencia más allá del paso de los años. ¿Por qué pensás que se da?
-Creo que, en cuanto al cuidado personal, hoy por hoy hay muchas facilidades que llevan a que el deportista alargue su carrera. Hoy tenemos en un nivel increíble a Manu Ginóbili, quien es nuestro mayor referente. Y obviamente es una motivación, permite decir que se puede. Pasa por ahí, por el cuidado personal, entrenarse, que ésto no sólo sea un trabajo sino una pasión, con las ganas de levantarse, trabajar y ser competitivo. Pasa por las ganas que uno le ponga.

-Esta forma de pensar, de entender la importancia del cuidado, ¿la tuviste siempre o la incorporaste con el paso de los años? Porque quizás no existe tanto en la nueva camada de jóvenes, o recién se está empezando a inculcar ahora…
-Creo que hoy por hoy, el jugador joven llega más rápido de lo que llegábamos nosotros. Te pongo mi ejemplo cuando empecé en Boca. Ahí tenía un plantel de primera línea, con Campana, De la Fuente, extranjeros de primer nivel. El que jugaba, lo hacía porque era bueno, no era tan fácil. Hoy parece que el jugador que pinta para bueno se va enseguida a Europa. Creo que es distinta la mentalidad del jugador en general. Recuerdo que jugar en la Selección o los Argentinos era una vidriera, y hoy no veo esa pasión por vestir la camiseta de la Selección, o de entrenarse para mejorar constantemente. Yo sí tuve esa necesidad y hambre de ir por más. Me fui de chico a Europa buscando nuevos desafíos, después de jugar una temporada y media con 10 ó 15 minutos por partido. Pero volviendo a la otro, cuando pasás una edad el cuidado es mucho mayor que al principio, donde no sos tan consciente o creés que siempre viene lo mejor el próximo año. Cuando pasás una edad, querés que este año sea el mejor, no esperás al otro.

-¿Por qué pensás que el jugador joven hoy no tiene esa pasión o ganas de ponerse la camiseta de la Selección, o las ganas de trabajar como antes?
-Yo lo relaciono con que sabe que si no es ahora en un equipo, será en otro. Es como que siempre está esperando la siguiente chance. Y me parece que hay que aprovechar el momento, sobre todo cuando hoy en día te dan todas las opciones y posibilidades para trabajar, entrenarse y no dejar pasar chances. Pasa por una cuestión de ambición, de querer ser mejor jugador. Hoy tenés todas las herramientas para hacerlo, y el jugador joven ahora se crió con eso, tiene todo listo. Hay que buscarle la vuelta. El que tenga la capacidad y ambición de trabajar y ser mejor jugador, prevalecerá. Depende mucho de uno, de sus ganas de mejorar, de tener una conducta, sabiendo que hay muchas herramientas.

-Lo que pasa es que también hay más distracciones hoy en día.
-Exactamente. Yo cuando era chico me juntaba con un amigo a las 7.30 de la mañana para ir a tirar al aro. En aquel momento era una locura, porque me iba de las escuela para ir a tirar al aro al club. Muchas veces me iban a buscar mis viejos porque se enteraban que no iba a la escuela y se iban al club porque sabían que estaba ahí. No sé si hoy existe esa pasión. Pero es lo que hay. El jugador joven y el grande deben amoldarse a los tiempos de hoy.

-En su momento te fuiste muy joven del país para dar el salto a España. ¿Cómo fue aquella situación, cómo es para un chico joven que se va al exterior?
-Fueron decisiones de aquel momento. Yo jugaba algunos minutos con 18 años en un buen equipo de Boca, y coincidió con aquel Mundial U21 con la Selección en Japón, donde me fue muy bien y ganamos la medalla de bronce. Fue llegar de ese Mundial y encontrar esa posibilidad de ir a un equipo como Valencia, en un proyecto a largo plazo para seguir desarrollándome. Le dimos para adelante. Pero para ir a un equipo así, con aspiraciones, me hubiese gustado ir un poco más grande y maduro. Cuando uno es chico, cree que se lleva por delante todo. Pero en tu mismo lugar hay un griego, otro lituano… Yo no estuve del todo maduro, tuve unos pocos partidos en la ACB y me mandaron a un equipo de LEB. En ese momento las categorías de ascenso eran duras. Y pequé de querer tener todo ya, y no se me dio. Está relacionado a la madurez, me costó adaptarme a un montón de circunstancias para esa edad. A los 23 ó 24 años me decepcioné muchas veces conmigo mismo por querer tener todo ya, que no sucedía. Tuve que volver a empezar desde cero, tuve que cambiar la cabeza y superar varios obstáculos. Yo creía que iba a ser todo color de rosas.

-¿Cuál fue el golpe más duro en ese momento?
-Yo venía de jugar en Boca, con tipos de muchísimo nivel, y pensaba que ya estaba para jugar allá en España, que me iba a comer al mundo. Y recién estaba empezando, era mi primera Liga. Madurar requiere de muchos minutos y situaciones que yo no había pasado. Allá era uno más, y debía adaptarme a un montón de cosas que, estando en Argentina, quizás las vivía con mayor respaldo. Me di la cabeza contra la pared en ese momento, no estaba maduro y recién ahí me di cuenta de varias cuestiones. Tuve que ir madurando a los golpes.

-Te mantuviste 10 años en España, pero sólo jugaste un par de partidos en ACB y siempre estuviste en el ascenso. ¿Qué te llevaba a seguir, cómo fue ese proceso?
-Me fui muy chico y a los 23 ó 24 años veía que la motivación no era la misma, que me había estancado, y entendía que debía empezar desde cero. ¿Dónde? ¿Volvía a Argentina o la seguía peleando ahí? Algunos entrenadores me veían mucho potencial, pero quizás era flojo de cabeza. Eran temporadas largas, se jugaba un partido por semana y quizás jugabas dos o tres mal y pensaba que la temporada era una cagada, se te hacía todo muy cuesta arriba. Debía madurar en mi regularidad. Yo sentía que podía dar un salto, pero mi mente no ayudaba. Me faltaba la madurez. Pero bueno, estaba en una muy buena liga como la LEB 1, y muchos jugadores argentinos pasaron por ahí. Siempre fue una muy buena liga, aunque hoy no está siéndolo. Yo sentía que estaba en un buen nivel y con la aspiración de llegar a la ACB, que siempre fue mi sueño como jugador. Y se convirtió en mi cuenta pendiente. Hasta que me volví con 27 años, sintiéndome mucho mejor, y ahí es cuando le doy mucho mérito a Silvio Santander.

-¿Por qué?
-Es el mejor entrenador que puede existir por un montón de cosas. Silvio me devolvió el hambre, las ganas de ser competitivo, me dio un montón de recursos para volverme a sentir importante. Siempre voy a estar agradecido a lo que es como entrenador, a lo que genera e inculca al jugador todo el tiempo. Es un entrenador que no te da respiro, que te mejora día a día.

-Y esa vuelta a Argentina fue dando todos los pasos progresivos: regreso en Monte Hermoso, etapa de lujo en Lanús con Santander y luego salto a Peñarol hasta ganar títulos. ¿Cómo viviste todo?
-En Monte la idea era mostrarme y e insertarme después de mucho tiempo sin que me vieran. Después conocí a Silvio y llegué a Lanús, donde fue un proyecto de menos a más y con un último año buenísimo, donde jugamos finales de Liga Nacional y Liga de las Américas. Silvio fue clave para ir hacia adelante. Yo volví con la llama apagada para un montón de cosas y él la revivió. Es un tipo ganador. Y después llegué a un equipo como Peñarol, con un Facu Campazzo en su máximo esplendor, y donde nos fue muy bien. Fui madurando de a poco y los resultados y la cabeza fueron acompañando.

-En esa madurez de la cabeza, ¿recurriste a ayuda de un psicólogo o llegaste por un proceso interno?
-Fue un poco y un poco. Los golpes te van avivando. Pasé de pensar que podía jugar en cualquier lado a darme cuenta que no era así. Esa falta de motivación que te contaba encuentra un click en algún momento, y empezás de nuevo. Cuando largás desde muy chico, llega un momento de quiebre donde decís ahora voy para arriba o largo todo. Las ganas y la pasión me hicieron seguir mejorando y me llevaron a buscar mi mejor versión. Y vuelvo al ejemplo de Silvio, fue un impulsor para volver a encontrar mi motivación, fue lo que necesitaba en ese momento. También tengo a mi hermana que es psicóloga y muchas cosas las hablaba con ella, pero uno necesita ese empujón anímico desde lo deportivo, que confíen en vos también.

-Tu carrera también tuvo extremos con la Selección. Aquel gran Mundial U21 en su momento, y tu llegada a la Mayor después de muchos años y trabajo. ¿Qué fue esa llegada al equipo principal?
-Imaginátelo después de todo lo que te fui diciendo. Me agarró a los 30 años, después de pasar un montón de cosas. Y lo disfrutás un montón, le das un valor incalculable. Cuando te viene todo fácil quizás no le das tanta importancia. Pero me agarró en un momento donde estaba muy bien, maduro. Y cuando uno está ahí no la quiere dejar. Por eso me llamó mucho la atención que al año siguiente, teniendo un nivel superior incluso y habiendo salido campeón de todo con Peñarol, ni siquiera haya tenido la chance en una preselección. Me sentía muy bien, venía de unas Finales buenísimas. Creo que si no hice 20 puntos por partido en las Finales, le pasa cerca. Me sentía muy bien, estaba en mi mejor momento. Y uno cuando está ahí no la quiere largar a la Selección. Me pareció raro

-¿Lo hablaste con Lamas, el entrenador de ese momento?
-No, nunca lo hablé ni tengo por qué pedir explicaciones. Pero sí me llamó la atención porque venía de un grandísimo año. Uno se da cuenta cuando está bien. No tuve ni la chance de una preselección y pelearla ahí después de salir campeón y tener el nivel que tuve. Yo sentía que podía estar y pelearla. Pero lo tomé como que fue un cambio de generación, que se priorizó a jugadores más jóvenes. Y no tengo nada que reprocharme. Pero sí me quedé con esa espina, porque creía que podía estar. De todas maneras, me queda el mejor recuerdo. Llegar fue una situación de superarse a uno mismo, de encontrar la madurez y superar los obstáculos que fui sufriendo. Llegar a un nivel para ser considerado a la Selección no es poca cosa. Y debutar a los 30 años le da un valor enorme, fue un logro muy importante.

Leandro Fernández
@FernandezLea
[email protected]
@cabboficial

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