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Pensé en dejar la profesión

Viernes, 13 de Octubre de 2017 / Publicado en La entrevista de la semana
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Fernando Rivero pasó por La entrevista de la semana y se prendió a una charla profunda. El entrenador de Comunicaciones analiza su presente en el club correntino tras lograr el ascenso a la Liga Nacional, confiesa sus dudas personales y profesionales, recuerda su larga y exitosa etapa en Peñarol, describe la vida del entrenador en el país y repasa su momento con la Selección.

-¿Cómo analizás este inicio de temporada en el Súper 20?
-El arranque no fue el deseado en cuanto a resultados, pero tuvimos una pretemporada con varios inconvenientes, la empezamos con el equipo incompleto, nos costó traer a los extranjeros por diferentes motivos, teníamos jugadores cerrados que después se cayeron… El día previo al primer juego del torneo fue cuando estuvimos completos. La pretemporada no fue lo que uno esperaba en cuanto a oposición y crecimiento del equipo, y todo eso lleva un tiempo de adaptación. Es el primer año en la categoría para Comunicaciones, son cosas nuevas y un equipo nuevo también. Quedamos dos jugadores y yo respecto del año pasado, y todo eso lleva un proceso de adaptación. Por suerte el sistema de competencia cambió y eso a nosotros nos favoreció. El Súper 20 nos permite tener un poco de paciencia a la hora de encontrar resultados, que los vamos a encontrar cuando se encuentre el equipo. Eso es trabajo diario y lleva su tiempo.

-Salvando los equipos que quizá tienen más responsabilidades, ¿para ustedes y para muchos este Súper 20 es ese tipo de torneo, una especie de pretemporada oficial que sirve como banco de pruebas?
-Lo que pasa es que cuando salís a jugar sos competitivo y te olvidás, siempre querés hacer el mejor partido y ganar en cualquier contexto. No es que lo tomamos como un banco de pruebas, sino que tratamos de ser competitivos. Hoy lo estamos siendo por un período muy corto de tiempo, y los rivales demandan que estés los 40 minutos al máximo de tu potencial. Hoy, un equipo de Liga A te saca 15 ó 20 puntos si te dormís cinco minutos, te hacen pagar todo. Pero bueno, acá es una experiencia nueva para todos. Lo hablaba con la dirigencia, hace tres años inauguraron el estadio contra Regatas y San Martín,y después de poco tiempo hoy los estamos enfrentando. Pero sí, queremos ser competitivos y estar a la altura de la circunstancia, y lo vamos a hacer. Hoy por hoy necesitamos más tiempo de trabajo.

-Imagino que para Comunicaciones es fantástico estar en la Liga Nacional, ¿pero cuánto le cuesta el cambio a un equipo recién ascendido, es muy brusco?
-Por suerte, nosotros pudimos traer varios jugadores de A. Pero creo que hay mucha diferencia, demanda concentración y focalización durante mucho más tiempo y creo que esa es la principal diferencia, más allá de que hay jugadores con mayor calidad que en el TNA. Hay que trabajar día a día, encontrar el funcionamiento, afianzar las cosas que estás haciendo bien y corregir las que te faltan.

-¿Es muy difícil para el club hacer el click de pasar de ser protagonista en una categoría a mentalizarse que el foco es otro cuando das el salto?
-No, creo que si lo hablás de antemano -como lo hemos hecho- podés encaminar bien los objetivos, no creo que sea algo tan drástico o un problema importante. Obviamente, vos jugás contra San Lorenzo -por ejemplo- y vas a querer hacer todo lo posible para ganarle, pero a la hora de metas e ideas sobre para qué está el equipo en su primera temporada en la Liga A, lo tenemos claro, estamos conscientes de la situación y no pensamos que estamos para otra cosa. Hay que contextualizar donde estamos.

-¿Qué tan difícil es la Liga Nacional para los equipos que no tienen los mejores presupuestos? ¿Hay mucha diferencia con los poderosos, más allá del dinero en sí?
-En parte lo viví en mi época en Peñarol, y cuando mejores jugadores tenés, más chances tenés para estar arriba. Pero eso no te asegura nada. Hay muchos ejemplos de clubes que armaron equipos y se quedaron afuera en el primer cruce de playoffs o han peleado el descenso, u otros equipos con menor presupuesto que hicieron un campañón, como Quilmes el año pasado o Argentino de Junín previamente. Pero al tener más calidad y cantidad de jugadores buenos, tenés más chances de poder jugar bien, que es lo que buscás como entrenador, es una ecuación bastante clara. Es relativo, pero es conveniente tener un buen presupuesto para contratar jugadores. A nosotros nos complicó que somos recién ascendidos, que somos nuevos y no tenemos historia en la A, no nos conocen ni tampoco íbamos a ser un equipo de primeros puestos o con competencias internacionales. Todo esto conspiró contra la idea inicial, y desde ahí fuimos contratando el mejor equipo que podíamos.

-Desde el punto de vista del entrenador, ¿cuán difícil es encontrar funcionamiento o armar un buen equipo cuando hay muchos extranjeros en el plantel? En su caso son cuatro, y hay otros equipos con más cantidad.
-Creo que es muy difícil. A mi criterio, hay muchos equipos y pocos nacionales, entonces se recurre a los extranjeros. En un principio nosotros buscamos extranjeros que conozcan la Liga, la idiosincrasia, el formato, la manera de viajar y entrenar, porque hace mucho más fácil la adaptación. Nosotros tenemos dos que están bajo ese concepto y dos que hacen su primera experiencia en Argentina, entonces es mucho más difícil todavía. Creo que hay varios equipos que hicieron una apuesta interesante, con un latino o español que están más cerca de nuestras costumbres. Pero, si me das a elegir, hubiese preferido jugar con dos extranjeros y el resto nacionales. Es lo que siempre dije en un principio. Pero las circunstancia nos llevaron a esta situación.

-¿En qué momento te encontrás como entrenador?
-En un momento de crecimiento, en un desafío muy importante. Ahora tuve que armar un equipo desde cero, en una ciudad donde no hay tradición basquetbolística, donde los objetivos son diferentes a los que tuve en mis dos años como entrenador en Peñarol. Son todas cosas nuevas que estoy viviendo, que me están costando y me voy adaptando. En aquella época nosotros jugábamos con uno o dos extranjeros, y hoy en día tengo cuatro. Son muchas cosas que cambiaron, pero es parte de nuestra profesión. Hay que adaptarse y meterle cintura lo más rápido posible para que las cosas salgan como uno quiere. Soy un entrenador joven, tengo tres años y medio como entrenador en jefe y pude lograr varias cosas por suerte, un título de Liga, un ascenso a la A, un Súper 8. Son cosas muy fuertes en poco tiempo, pero hay que consolidarlo día a día porque nuestra profesión es bastante ingrata en cuanto a esto. Son más las decepciones, amarguras e ir con la cabeza gacha en diferentes situaciones que las alegrías. Hay que seguir creciendo en todo sentido.

-¿Qué pensás que te dio el título en el TNA, más allá del resultado en sí?
-En ese momento estaba buscando otro rumbo, hasta pensé en dejar la profesión. Pero la insistencia de la dirigencia de Comunicaciones, que lo hicieron durante cuatro o cinco meses hasta que les dije que sí, hizo que revalidara de cierta manera lo que me gusta, mi pasión y lo que de cierta forma es lo que mejor sé hacer. Pasar del hecho de estar frustrado durante un tiempo largo a armar un gran grupo en el TNA y terminar con un ascenso en un torneo de 26 equipos, es para valorar. En su momento Carlos Duro me dijo llegaste al grupo selecto de entrenadores que lograron un campeonato de Liga y TNA. Uno no se da cuenta hasta que te lo dice alguien, y no es fácil. Todo eso hace que me ponga muy contento, que el esfuerzo que uno hace de dejar la familia y estar lejos se consolide con un logro.

-¿Por qué te habías frustrado y querías dejar la profesión?
-Creo que mezclé lo sentimental con la profesión, y me frustré. Hubo cosas que no debería haber hecho y no sé si las volvería hacer, aunque creo que sí. Hubo una confusión en cuanto a lo sentimental con lo profesional. Yo estuve cuatro o cinco días en Boca como asistente de Adrián Capelli, quien confió en mí. Yo me sentía mal, hablé con él y me súper entendió, y le agradecí por su confianza. No era porque había otra oferta, desaparecí desde agosto hasta entero. Pensé en ir por otro rumbo en mi vida, pero las cosas del destino o la suerte llevó a que me llamara Comunicaciones. A veces hay que tener las cosas un poco más aisladas en un ambiente de profesionalismo, ser un poco más frío y distante. Yo lo tomé para otro lado, y por eso se me hizo difícil.

-¿Lo de mezclar lo sentimental con lo profesional se refiere a lo que en su momento fue tu salida de Peñarol?
-Es el sentimiento que uno va teniendo con un lugar después de mucho tiempo. Pensá que yo estuve diez años en un lugar que me abrió las puertas, me hizo conocer la Liga y me permitió vivir cosas muy fuertes. El club tiene 13 títulos en su historia y yo participé en 12. Son cosas muy fuertes, pero te das cuenta que no siempre es así. Pasé mucho tiempo en un lugar, conocí tanta gente. Y tomar otro rumbo o ver las cosas de otra manera hizo que tuviera esa duda del momento. Pero por suerte pasó, tuve una revancha en cuanto al tema de volver a dirigir y se cerró con un ascenso a la A que fue histórico para el club y para uno mismo.

-Dijiste que hiciste cosas que quizás te arrepentías. ¿Cuáles?
-(Piensa). Qué se yo, tomar decisiones diferentes sobre algunas cosas, encarar otro camino. El hecho de estar por estar, por decir pertenezco a esto… A veces hay que mirar hacia otro lado y hacer lo que uno siente y no lo que le conviene.

-Pensando en lo que viviste, y en eso de retomar el camino de la pasión por tu profesión. ¿Fue muy difícil hacerlo por el camino del TNA? Porque quizás la cabeza puede jugar y pensar que, después de ser campeón de Liga menos de dos años atrás, ir a la segunda división es un paso atrás.
-Fue difícil pero no por ese lado. Lo mío quizás es como la película Déjà Vu, porque empecé al revés. Mi primer año como entrenador en jefe fue en un equipo multicampeón y consiguiendo más títulos. Ahí empecé hacia al otro lado. Y nuestra profesión generalmente es al revés, se suele empezar en un equipo de TNA, o cuando llegás a la A es en un equipo sin tanto presupuesto. Lo mío fue anormal y salió bien por suerte. Esta vez, me fue difícil ir al TNA pero no por una cuestión de retroceso sino por desconocimiento del torneo. Si bien lo seguía por estadísticas o ver los partidos, una cosa es eso y otra cosa es estar adentro, vivirlo. Pero me apoyé mucho en los jugadores que tenían varios años en la categoría, quienes a partir de sus conocimientos me fueron actualizando. Por suerte terminó todo de la mejor manera. Hoy salís a la ciudad y todas hablan del equipo, y en parte fue por nuestro trabajo y el de aquel grupo. Fue algo único para mí. Fue algo que me permitió aprender y ver otras realidades.

-Analizando todas las situaciones que te tocó vivir, ¿qué es ser entrenador de básquet en Argentina?
-Es dar examen todos los partidos, todos los días. Es algo muy desgastante. Los argentinos vivimos todo muy sanguíneo y no debería ser así. Es fracaso o la gloria, pero hay muchas palabras intermedias que hacen a la cuestión. La Selección de fútbol lo acaba de vivir con los últimos partidos, la Argentina es así. El básquet va medianamente por ese lado. Nosotros habíamos sido campeones de la Liga Nacional y el Súper 8 con Peñarol, y a los 20 días me puteaba la gente hincha del club. No había empezado el torneo y veníamos de ser campeón. Lamentablemente, somos así. Así que ser entrenador es eso, es un examen todos los días, pero también prepararse de la mejor manera, estar actualizado. Los entrenadores argentinos somos muy buenos tácticamente y nos hace diferentes. El nivel de nuestros entrenadores es muy bueno, se actualizan constantemente y eso te empuja a prepararte para estar a la altura.

-¿Vale la pena pasar por esos mayores momentos malos o ingratos que decís, ese sufrimiento, para vivir una alegría o satisfacción que puede ser pasajera?
-Lo que pasa es que el entrenador es medio especial, medio masoquista por decirlo de cierta forma. El entrenador es raro, no es una personal normal. Uno tiene pasión. Pensá que el que está acá arrancó hace muchos años con una escuelita de pre mini. Nunca imaginé en mis primeros entrenamientos de escuelita en Gimnasia de La Plata que iba a ser entrenador de Liga Nacional, nunca tuve ese objetivo. Sí quería ser asistente, lo tenía como meta. Pero se fue dando de esa manera, y mirás para atrás y tenés un recorrido muy largo. Debo tener 30 años de entrenador en diferentes categorías. Los entrenadores tenemos pasión, dedicación. Yo soy docente, me gusta ver los progresos. Y todo eso hace que valga la pena. Y te lo digo desde un lugar de haber ganado más de lo que perdí, como asistente o entrenador. Pero son más los momentos ingratos que los buenos. Y de eso también nos nutrimos, nos ponemos más fuertes, nos hacer más competitivos.

-¿Hay mucha diferencia entre ser entrenador principal y asistente?
-Sí, hay muchísima diferencia. Pero es cuestión de adaptarse y tratar de llevarla a cabo de la mejor manera. Yo recuerdo que, cuando salí campeón con Peñarol, muchos asistentes de Liga A me mandaban mensajes agradeciéndome, porque era una manera de abrir las puertas para que los dirigentes de los demás clubes vieran que los asistentes podrían llegar a ser entrenadores de los equipos. Hasta ese entonces, no estaba mucho esa mirada del dirigente con el asistente. Más allá del enorme plantel y jugadores que teníamos, hay que armar el equipo y no es fácil, y por suerte salió redondo. Yo estuve ocho años como asistente de Liga A, y recibir esos mensajes de mis colegas fue gratificante. Sin quererlo ni buscarlo, eso me puso muy contento y me quedó un buen recuerdo.

-¿La transición entre las funciones es muy difícil?
-Creo que sí. Pero yo tuve ventajas. Pensá que yo era asistente de Sergio Hernández, y él estaba con los torneos internacionales de la Selección, y yo empezaba la pretemporada y dirigía los partidos de la Copa Argentina. Eso me vino bien. Fueron muchos años de él en la Selección en los que yo llevaba la pretemporada con el profe, que dirigía los partidos iniciales. Todas esas cosas, como vivir clásicos a estadio lleno, me fueron curtiendo y fueron importantes a la hora de hacer la transición. Sin esa situación, quizás es un poco más chocante. Es cuestión de ver la personalidad de cada uno, ver cómo se adapta.

-¿Qué es Sergio Hernández para tu carrera?
-Alguien muy importante. Estuve seis años al lado de él compartiendo un montón de cosas dentro y fuera de la cancha, desde lo deportivo hasta lo humano. En lo deportivo, fue el logro mayor para Mar del Plata, Peñarol y para mí. En un momento no parábamos de ganar torneos, éramos conocidos a nivel nacional e internacional. Fue un aprendizaje constante, también en cuanto a manejo de situaciones y problemáticas más allá de lo técnico-táctico. Fue como hacer un posgrado. Y eso se puede anexar al hecho de estar con jugadores de mucha categoría que te pueden enseñar cosas en cada práctica, como Leo (Gutiérrez), Facu (Campazzo), Marcos (Mata), en su momento el Chapu Nocioni, que pasarle la pelota ya era demasiado. Recuerdo que en mi primer año como entrenador en Peñarol, hubo una presentación y bajaba cada jugador por una escalera y decían sus pergaminos. Por ejemplo, Gaby Fernández siendo campeón olímpico y de tantas otras cosas, o Leo y tantos otros. Yo estaba sentado y por dentro decía no gané nada, y me tocaban todos jugadores con tremendos pergaminos. De todo eso también pude aprender.

-Hoy a Sergio le toca estar de nuevo en la Selección. ¿En qué momento está el básquet argentino?
-El presente y el futuro es buenísimo. Hace años que estamos entre los mejores del mundo. Se hablaba mucho del recambio, pero fue algo constante. Argentina sigue siendo protagonista y siempre con los mismos valores que nos llevaron a los primeros lugares. Es muy difícil eso, es muy difícil estar en todos los Juegos Olímpicos, en Mundiales, llegar a las finales y ganarlas. Veo todo muy bien, hay muchos jóvenes e incluso ahora volvieron a irse a Europa, algo que parecía haberse cortado y en su momento fue algo muy importante para el grupo que después terminó ganando medallas olímpicas. Pero en líneas generales estamos bien. Fijate que San Lorenzo fue y jugó de igual a igual contra Real Madrid y Barcelona, más allá de que terminó ganando. Eso habla bien de un montón de cosas, que hay material, jugadores, entrenadores y dirigentes. Yo veo muy bien a nuestro básquet.

-Te tocó estar de adentro de un proceso de Selección siendo asistente. ¿Qué significa estar adentro?
-Me acuerdo que habíamos pasado una serie de playoffs con Quilmes, estaba haciendo un asado en casa, y me llamó Nico Casalánguida para preguntarme si me interesaba ser asistente. Y se me puso la piel de gallina. Fue la frutilla del postre de ese gran año que tuvimos en Peñarol. Y te voy a decir algo que repiten todos, pero no es de cassette. Cuando estás parado y suena el himno, es increíble. Se me vinieron recuerdos de la primaria, del barrio, de un montón de cosas que fueron muy buenas. Fuimos a jugar el Sudamericano a Venezuela con dos objetivos que fueron cumplidos más allá de terminar perdiendo la final con el local. Fue una experiencia increíble.

Leandro Fernández
@FernandezLea
[email protected]
@cabboficial

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