El goleador del Súper 20 de la Liga detalla sus inicios, cómo creció en cada paso de su carrera, su actualidad en Riachuelo, el deseo de volver al seleccionado en las ventanas eliminatorias y el sueño europeo.
Si buscan el nombre de Eric Flor en Wikipedia, encontrarán buena parte de su trayectoria, pero también algunos datos que al escolta le gustaría corregir o hasta omitir. El sitio hará referencia al apodo Turbo, pero el mote no le agrada demasiado, prefiere no tener sobrenombre alguno. Dicha página indicará también que es oriundo de Moreno pero, en realidad, allí fue donde surgió su amor por el básquet. Antes de mudarse a aquel partido bonaerense, la familia Flor residía en la localidad de Merlo. Precisamente, ahí fue donde nació el 10 de mayo de 1993. Con 3 años, lo esperaba ansiosa su hermana mayor, Yanet. En los tiempos que seguirían, sus padres Fernanda y Marcelo repartirían los fines de semana entre las competencias de patín artístico de su nena y los partidos -primero de fútbol, luego de básquet- del varón. Eso no lo dice Wikipedia, tampoco que es hoy es el goleador del Súper 20 cuando está por comenzar la segunda fase, en el caso de Riachuelo, su equipo, en Santiago del Estero. Antes, claro, le contó su historia a Prensa CAB.
EL COMIENZO: INCUBANDO UNA ESTRELLA
“Mis padres siempre trabajaron en lo mismo: mi vieja es docente y se capacitó hasta llegar a ser inspectora de educación primaria. Y mi viejo es empleado de Telefónica desde hace 30 años, cuando todavía era Entel. En casa, se vivía un lindo ambiente de deporte, porque mi hermana hacía patín y la familia siempre fue de acompañar. Nos pasábamos apoyándola, cada sábado y domingo Y yo, desde los 5 años, jugaba al fútbol, era arquero. Pero a mi padre no le gustaba ese ambiente para mi crianza. Y para ser sincero, tampoco le gustaba mucho que atajara...", revive Eric entre risas.
Marcelo, algunos centímetros más alto que su hijo, había jugado al básquet en su juventud. Incluso, en su adolescencia tuvo ofertas para iniciar una carrera deportiva, pero se inclinó por el trabajo. Pertenecía a una familia humilde y el sustento económico era más que necesario.
“A sus 30 y pico, volvió a jugar con su empresa y luego con veteranos, para hacerme picar el bichito del básquet a mí, según dice. Yo le andaba todo el día atrás, lo acompañaba a entrenamientos y partidos. A mis 8 años nos mudamos a Moreno y pedí para empezar a jugar”, recuerda Flor sobre el momento exacto en el que ingresó al club Los Indios.
El perimetral transitó todas las formativas en la institución que le abrió las puertas en su llegada a la ciudad. Poco a poco comenzó a destacarse entre sus compañeros, tanto que a sus 15 y 16 años integró los planteles de la Primera que disputaban el Torneo Federal. Posteriormente, a sus 17, debió tomar una decisión crucial para su futuro.
“De chico era buen estudiante, siempre tuve facilidad para la escuela. Pero, al crecer, me puse algo más vago, al punto de llevarme 7 materias en un año, sencillamente porque creía que las podía rendir en diciembre. Y así fue, eh, las saqué todas. El tema es que casi me matan cuando llegué con el boletín a casa…”, puntualiza el actual jugador de Riachuelo respecto de su desempeño académico. Enseguida, comenta:
“Cuando decidí dedicarme al básquet, era una idea tirada de los pelos porque apenas había estado en alguna Selección de Capital. En casa querían que estudiara, pero como vieron que mi convicción era real y no sólo una excusa, me bancaron desde el primer momento”.
ABRIENDO LAS ALAS: LA SALIDA DE CASA
Su primera experiencia fuera de casa fue en Sportivo San Salvador, equipo entrerriano que militaba en el Torneo Federal y lo reclutó para disputar los últimos tres meses de competencia. Seguidamente, fue contratado por Ciudad de Bragado para jugar la categoría de ascenso de nuestro país. Y después de una temporada, se sumó a las filas de La Unión, que también participaba del ex TNA.
“Tengo recuerdos muy lindos de la ciudad, me llevé muchos amigos de Colón. Para mí fue un salto de calidad porque, si bien en Bragado terminé jugando, había ido a ocupar un lugar en la planilla. Pero cuando pasé a La Unión a pedido del entrenador Santiago Rimoldi, fui para ser escolta suplente, entrar a tomar la bola y revolucionar el juego. Esos años de buenas actuaciones marcaron mi camino. Desde ahí, Carlos Duro, que me conocía de Los Indios, me llevó a San Lorenzo donde era asistente”, rememora con agradecimiento.
En 2015, San Lorenzo irrumpía en la Liga Nacional, fuerte en el mercado para dar el primer paso de una dinastía que, al día de hoy, ostenta cinco títulos consecutivos. Julio Lamas integró al juvenil en un plantel plagado de estrellas. Aquella temporada significó un brutal aprendizaje para Eric, quien recuerda su llegada al Ciclón con anécdota incluida:
“El primer día que fui a entrenar casi me desmayo, estaba demasiado ansioso. En medio de la práctica, tuve que salir e ir al baño porque me estaba muriendo de los nervios… Estaba por cumplir el sueño de jugar Liga Nacional, y en un equipazo. Estaban Penka, Musso, Mata, Herrmann, Martina, Faggiano y extranjeros buenísimos como Roquez Johnson y Courtney Fells. Absorbí todo lo que pude y di un paso adelante que luego pude plasmar y disfrutar en Quilmes”.
EL VERDADERO DESPEGUE: TITULARIDAD Y PROTAGONISMO
Eric fue en busca de los minutos que no tenía en el equipo de Boedo, sumándose al Cervecero. Enfrentó el desafío con el temple de quienes saben lo que quieren, y así analiza una de las mejores etapas de su carrera:
“Como suele suceder en el profesionalismo, los resultados no dependen de un solo factor y ese año se conjugaron muchos. El primero es haber estado preparado, venía de un año de entrenamiento intenso y llegaba con ganas de demostrar. Segundo, la amistad que formé con Luca (Vildoza) apenas llegué a Mar del Plata, que repercutió dentro de la cancha. Y, por último, el equipo estaba armado de una manera que me servía, porque dependíamos de que el perímetro estuviera picante”.
“Con Luca y Enzo (Ruiz) formamos un tándem peligroso, acompañados de muy buenos postes como Iván (Basualdo) e Ivory Clark. Construimos un sistema que nos permitió sentirnos cómodos y ganar partidos. Jugábamos a un ritmo altísimo, de muchas posesiones y corriendo constantemente. Jugar con Luca fue muy fácil, teníamos velocidades similares y nos entendíamos con apenas mirarnos. Quizás él no aprendió mucho basquetbolísticamente de mí, como yo sí de él, pero creo que todo ese grupo le dejó cosas importantes a nivel de maduración. Seguimos pendientes uno del otro, es un tipazo al cual extraño muchísimo”, reflexiona Eric sobre aquel aguerrido Quilmes y una de las más lindas relaciones que el deporte le regaló.
LLEGADA A LA CIMA: SELECCIÓN NACIONAL
Entre el 2016 y 2018, el nacido en Merlo creció exponencialmente en su juego, concretando actuaciones como la de aquella recordada noche del 14 de junio de 2017, cuando le marcó 46 puntos a Ferro en el Etchart para liquidar la serie de semifinales de conferencia. Esa jornada lo consagró entre los únicos cuatro jugadores en la historia de nuestra Liga en despacharse con 40 o más puntos en juegos consecutivos de playoffs (venía de anotar 41). Tales muestras de talento, sumadas a la consistencia propia de la madurez, desembocaron en su consideración para la Selección.
“Fue una locura, porque mi camino viene de abajo, y el primer año con minutos importantes tuve la suerte de que Oveja (Hernández) se fijara en mí. Siempre recuerdo esa primera concentración para la AmeriCup 2017, en la que me cortaron al final, pero fui muy feliz y aprendí muchísimo”, describe Flor con una alegría que se le nota en las palabras, en el tono, en los silencios... Y continúa:
“Compartir equipo con tipos como Campazzo, Scola, Laprovittola y ser dirigido por Sergio fue un sueño hecho realidad que aproveché al máximo. El cuerpo técnico me dijo que había hecho bien las cosas y que siguiera así porque tendría mi posibilidad. Y fueron fieles al mensaje, porque terminé jugando seis partidos de ventanas eliminatorias”.
“Mi rol es el de anotador y mi mejor versión es cuando estoy bien con el aro, pero cuando empezamos a entrenar yo trataba de jugar para el equipo, para que Luis tomara la bola, Nico tenga sus lanzamientos o Facu penetre, pero Oveja me retaba diciéndome que me había llevado por mi manera de jugar y que quería que explotara mi estilo dentro del formato de la Selección. Eso me hizo sentir muy cómodo y respetado”, explica el escolta de 1m90.
Las próximas ventanas que afrontará la Selección en el marco de las eliminatorias FIBA tendrán lugar los días 25 y 28 de noviembre, y es sabido que muchos de los argentinos que se desempeñan en el extranjero no podrán asistir a la cita. Ante la consulta sobre su oportunidad de integrar la nómina del Che García, Eric señala que
“si uno podría elegir, elegiría estar siempre. Tener puesta la camiseta argentina y representar al país es lo más lindo que puede haber. Me encantaría volver, es un gran deseo, pero sé que primero debo hacer las cosas bien en mi club, y estoy enfocado en eso. Si mi rendimiento sigue siendo bueno y ayudo a que el equipo consiga victorias, creo que tengo más chances de volver a estar”.
PASADO RECIENTE Y PRESENTE DE ILUSIÓN
Consolidado en la Liga Nacional, pasó en la temporada 2018/19 a integrar el plantel de Boca Juniors, institución con serias pretensiones de título.
“Mi paso por Boca fue un orgullo tremendo, es un honor haber jugado en un club con esa infraestructura y con una calidez de gente que supera cualquier expectativa. Venía de muy buenos años en lo individual y buscaba un salto en lo colectivo, con un equipo para pelear arriba, y ambas temporadas fueron sumamente positivas”, repasa sobre los dos años en los que se ganó el cariño del pueblo Xeneize. En el primero de ellos, los dirigidos por Narvarte fueron eliminados por San Lorenzo en cuartos de final, mientras que en la 19/20 -suspendida temporalmente por el COVID- quedaron a un puesto de playoffs.
En agosto de 2020, fue contratado por Ciclista Olímpico de La Banda, donde sería comandado por Leo Gutiérrez, flamante asistente de nuestra Selección. Al propósito, Eric indica que
“me puso muy contento su llegada al seleccionado, le escribí para felicitarlo apenas vi la noticia. Lo tiene más que merecido, ama el básquet profundamente, lo demostró como jugador y ahora como entrenador. Su crecimiento fue notorio en los últimos años, y para mí fue un placer jugar para él. Me enseñó muchísimo, dentro y fuera de la cancha, sobre cuestiones de manejo de grupo y de cómo transformarte en un líder positivo”. En el atípico torneo disputado en formato de burbujas, el conjunto santiagueño, que tuvo a Flor como una de sus principales armas de ataque, quedó fuera ante Instituto en instancia de Reclasificación.
Actualmente, Eric se presenta como uno de los mayores baluartes de Riachuelo, entidad que vuelve a poner a la provincia riojana en la elite de nuestro básquet tras 18 años. No obstante, con el objetivo de mantenerse en actividad durante el receso, tuvo un fugaz paso previo por la Liga Uruguaya, el cual considera de esta manera:
“En Defensor Sporting estuve un mes y medio, la gente me trató súper bien y dejé una buena imagen desde el juego. Fue una experiencia bárbara en mi debut como extranjero, me sentí muy cómodo y tuve un rol similar al que me toca en Riachuelo, con el balón en las manos y tomando muchas decisiones”.
Hoy es el máximo artillero de la competencia doméstica con un promedio de 25.4 puntos. Junto a nombres de peso, sumados a una buena base de juveniles, Flor llegó como un refuerzo de lujo para manejar los hilos del Eterno.
“Estoy muy contento, tanto el cuerpo técnico como mis compañeros me bancan en todas. Para un jugador que se dedica a anotar, es fundamental sentirse apoyado cuando la pelota entra y cuando no. Si bien falta completar el equipo, Fabri (Salas) sabe que puedo cargar con responsabilidad ofensiva y que lo disfruto”, detalla el perimetral de 28 años.
En cuanto a la apuesta de la institución, aclara que
“por lo tarde que se dio la compra de la plaza y la salida al mercado, se armó una base muy buena, con jugadores que saben competir y les gusta ganar. Hay un laburo excelente desde lo dirigencial, y el proyecto es muy lindo, donde nuestra participación puede dar ese empuje para que el básquet vuelva a ser el deporte de La Rioja, y que cada día más chicos lo practiquen. Para uno, que viene de un lugar humilde, siempre es lindo sentir que, además de vivir del básquet, estamos brindándole algo a la sociedad”.
Por último, interrogado acerca de su relación con Daniel Farabello -hombre de Selección y asistente de Riachuelo-, cuenta que
“no lo conocía más que por videos, pero me sorprendió. Es muy inteligente y pacífico, y sabe muchísimo de básquet. Lo que más me llamó la atención es que, en momentos decisivos del juego, siempre supo darme un consejo que me calmara y ayudara a transitar ese momento. Está muy atento, ve todo y, si bien no habla de más, cada vez que dice algo está en lo cierto”.
AUTOCONOCIMIENTO Y METAS A FUTURO
“Jugar en Europa es el sueño que me falta cumplir, es mi saldo pendiente y lo quiero hacer”, declara sobre un gran anhelo para su carrera deportiva.
“Después de casi 10 años de trámites, me salió el pasaporte italiano, lo cual es clave para esa meta. Pero lo importante es hacer las cosas bien en el presente, es lo que me dará chances o no de seguir creciendo”, agrega el escolta.
“Tengo un pasatiempo muy marcado que es la Play, juego todos los días al FIFA. No soy fan de las series o películas, soy más de engancharme con programas de interés general, como el que conduce Barassi. Y paso mucho tiempo en familia o en grupo, siempre estoy hinchando para juntarnos, hacer un asado y compartir, creo que las relaciones en un plantel son tan importantes como el juego. Por supuesto, disfruto mucho también de entrenar, el momento de contacto con la pelota es cuando más feliz soy, y ojalá siga siendo así varios años más”, destaca Eric en referencia a su día a día.
Y finalizando la agradable conversación con Prensa CAB, se define a sí mismo como
“una persona humilde, sencilla, que disfruta mucho de lo que hace, no se olvida de sus raíces y siempre trata de ponerse en el lugar del otro. También tengo una personalidad algo loca, soy bastante guerrero. Así como a veces me pasa en la cancha, que doy la sensación de no estar pensando sino simplemente actuando, también soy en la vida, dando siempre todo de mí”.
Desde sus primeros lanzamientos en Los Indios, hasta sus últimas penetraciones en el club de La Rioja. La perseverancia de Marcelo. La continua formación de Fernanda. Los movimientos acrobáticos de Yanet. Una herencia familiar que, combinada con los aprendizajes del recorrido propio, hoy hacen sonreír a cada simpatizante de Riachuelo. La remó de abajo, pasó por todas las categorías y tuvo su techo en la Selección Argentina. Un techo que sueña con volver a tocar… En Eric Flor, actual goleador de la Liga Nacional, está depositada la confianza de una renovada apuesta riojana.