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A esta altura no tengo que rendirle cuentas a nadie

Viernes, 25 de Noviembre de 2016 / Publicado en La entrevista de la semana
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Bruno Lábaque es el nuevo protagonista de La entrevista de la semana. El base de 39 años, un histórico de la Liga Nacional, se prende a una charla sin pelos en la lengua: los cuestionamientos por el presente de Atenas, su amor por el club, el recuerdo del pasado, la alegría por haber pasado por la Selección y la mala sensación en su última temporada como profesional: Esta realidad hace que no pueda disfrutar mi último año.

Dolor y tristeza por el momento que atraviesa ese club que le genera sentimientos únicos. Ilusión por salir adelante y disfrutar sus últimos cartuchos. Amor frente a cada mención a Atenas, su vida. Nostalgia por los hermosos recuerdos del pasado. Orgullo por las memorias con una camiseta celeste y blanca. Hay muchísimas sensaciones que se desprenden de la voz de Bruno Lábaque, y siempre con la certeza de que habla sin pelos en la lengua, como lo hizo a lo largo de toda su carrera. Y vaya si fue una carrera exitosa.. El base de 39 años pasó por La entrevista de la semana y habló de todo en los últimos meses antes de su retiro.

-¿Cómo la vas llevando con este presente de Atenas, que está en el fondo después de armarse para pelear arriba?
-Es difícil porque teníamos otras expectativas. Pero recién empieza, estamos positivos y venimos de tener una buena semana de entrenamientos por primera vez desde que asumió el Zurdo Miravet. Trabajamos muy bien y estamos convencidos de que podemos revertir la situación. Estoy seguro de que el material está, pero primero debemos recuperar terreno y después ver para qué estamos. Hoy estamos enfocados en salir de las últimas posiciones y empezar a escalar. Creo que cuando ganemos dos o tres partidos seguidos nuestra cabeza va a cambiar, porque todavía tenemos los fantasmas del año pasado de haber peleado para evitar la parte de abajo. Comenzar así este año hizo que nos pusiéramos un poco tensos y nerviosos.

-¿Cómo te cae a vos, por lo especial que es Atenas en tu caso, que existan este tipo de fantasmas?
-Es muy difícil. Es triste porque soy hincha del club y nací acá. Y también porque se forma un mundo alrededor. En las redes sociales hoy todo el mundo opina y tira bombas, y el 90% es todo mentira. Yo quedo expuesto por ser el hijo del presidente, por esto o aquello. Es como que tengo que venir, ponerme un escudo y parar balas que no corresponden ni me pertenecen. Hay tantas cosas que me tengo que aguantar…

-¿Sentís que tu apellido es una mala palabra últimamente cuando hay un problema en Atenas?
-Sí, es cierto. Pero si bien hago un poco de silencio, también me canso y es hora de que se hagan responsables los que deben, que se empiece a hablar de los problemas reales. A veces el silencio, otorga, incluso el mío o el del equipo. Quizás hay problemas que no salen a la luz y se inventan cosas. Y la verdad es que jode el hecho de salir a desmentir a los 39 años. Yo no tengo que rendirle cuentas a nadie a esta altura. Siempre se puede hablar libremente, y a algunos les conviene decir las barbaridades que se dicen.

-Y en todo este presente está el detalle de ser tu última temporada. ¿Cómo llegaste a la decisión, te costó?
-No. Tengo una edad en la que uno es consciente de que tiene que dar un paso al costado. Pero esto que estamos viviendo ahora, lo del año pasado… La cabeza se desgasta. Cuando era más pibe, las presiones eran un alimento a la hora de jugar, no me hacía problema por nada. Pero ahora soy más grande, tengo cuatro hijos y algunos ya leen o escuchan lo que se dice… Las presiones son distintas y no me da seguir renegando o pasando por eso.

-En los últimos años siempre repetiste que estabas enfocado en disfrutar y da la sensación de que esta realidad no te permite disfrutar como querrías…
-Es exactamente eso. Uno quiere disfrutar la última temporada. De hecho iba a dejar el año pasado y todos los que saben realmente cómo soy me dijeron que siguiera una temporada más porque me tenía que despedir de otra forma. Y estar en esta realidad hace que no pueda disfrutar. Pero estamos a tiempo y sé que con el correr de los meses lo voy a estar disfrutando. Dentro de lo que puedo, ahora trato de disfrutar lo que me queda.

-¿Alguna vez viviste algo similar por el hecho de no poder disfrutar como ahora?
-Nunca estuve como ahora. Al contrario, antes disfruta mucho más. Ganaba o perdía, pero disfrutaba en la cancha. Estoy como apagado. Pero es parte de lo que te dije, hay tantas mentiras dando vueltas. Tengo casi 40 años y una historia hecha, no hace falta que me lo diga nadie, yo sé lo que me gané. Creo que hice un camino en la Liga y me gané un nombre por mérito propio. Entonces jode que se inventen tantas cosas. Y no tengo ganas de meterme. Estoy tranquilo y no le debo nada a nadie. Me gané un respeto y a veces veo que no se me respeta. Sí veo que hay muchos negocios y conveniencia en la Liga. Y la conozco a la competencia como para darme cuenta.

-Te cambio un poco de tema. ¿Qué evolución ves del Bruno que empezó a jugar al Bruno que termina?
-Antes disfrutaba mucho más y el básquet era distinto. Los jugadores más grandes estaban siempre a disposición y se podía colaborar en todo. Hoy es muy difícil llegar a los chicos. Hay mucho más negocio que antes. Hoy hasta los juveniles con 15 ó 16 años te mandan al representante y antes ibas con tu viejo al club. Cambió mucho la Liga. El Bruno de antes disfrutaba mucho más. Yo soy un afortunado de haber tenido los compañeros que tuve, Milanesio, Campana, Osella, Villar, después vinieron los Oberto y todos esos. El básquet cambió mucho, es todo mucho más comercial.

-¿Imaginabas que cuando empezaste ibas a poder hacer una carrera así, tan ganadora?
-No lo imaginaba pero lo soñaba, lo quería. Primero quería salir campeón con Milanesio, quien era mi ídolo máximo, y lo conseguí. Después el desafío más grande de mi carrera fue salir campeón sin Milanesio. Todos decían que no íbamos a conseguir nada y lo hicimos. Ahí encontré un gran amigo como Diego Lo Grippo y nos apoyamos mucho en Pichi Campana, quien fue nuestro referente pero tuvo muchos problemas en esa temporada. Con Diego pudimos hacernos cargo y fue tocar el cielo con las manos. Después de ese año me fui a Europa porque quedarnos en la Liga era repetir lo mismo y yo quería progresar. Pero nunca soñé semejantes cosas. Se dieron y me ponen muy feliz.

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-¿Cuáles fueron los pilares determinantes de tu carrera?
-Mi viejo (Felipe), Milanesio, Campana y Diego Lo Grippo.

-Parece que con Lo Grippo pudiste hacer una enorme relación con el paso de los años.
-En el ambiente hacés pocos amigos. Sí muy buenos compañeros, pero pocos amigos. Gracias a Dios con Diego pasé la sociedad de la cancha afuera de la misma. Yo lo quiero muchísimo, es como un hermano. Es un jugador que elegiría antes que a nadie para jugar con él.

-Está claro que sos uno de los jugadores más ganadores de la historia, pero al mismo tiempo tenés un poco el cartel de villano. ¿Lo ves así?
-Puede ser. Al principio se hablaba si Bruno Lábaque jugaba bien o mal al básquet. Después los opinólogos se agarraron de mi situación de vida, que hizo que me casara con una persona pública, y se hablaba de eso. Entonces se armó un folclore que me divertía mucho. Pero el papel de villano quizás fue por mi forma de jugar, porque siempre tuve claro que no era Milanesio y que tenía que hacer lo que él no hacía, que era defender toda la cancha, enfrentarme contra el rival, era molesto a la hora de defender, peleaba y era aguerrido, y me gané ese cartel de villano. Pero siempre me gustó ganar, es la escuela que aprendí. Sólo se hablaba de ganar.

-Está claro que es villano entre comillas y tomado con pinzas. Por ejemplo, Leo Gutiérrez es el más ganador de la historia de la Liga y creo que para varios debe ser un villano.
-Dámelo siempre en mi equipo a Leo. Dámelo que es mi villano favorito (risas).

-Claro, es algo que te potencia además.
-Obviamente, y a otra edad mucho más. Ahora yo estoy grande. E incluso no me putean como antes y hasta me miran como un nono en la cancha. O te escriben por las redes sociales y te dicen yo antes te puteaba. Está bueno que la gente termine de conocer al jugador fuera de la cancha. Cuando me escriben por Twitter trato de responder porque uno estuvo en ese lugar y es una posibilidad para que te conozcan como sos y no sólo por tu juego.

-¿Cómo te gustaría que te recuerden cuando termine tu carrera?
-Como un chico que quería ganar siempre, que defendió los colores de la camiseta a muerte para querer ganar, por el bien del equipo y por el bien propio, porque uno siempre quiere ganar. Nada más que eso, no me considero un mal chico.

-¿Te quedó algo por hacer o te arrepentís de algo?
-Sí, el hecho de haberme desenfocado después del año en que salimos campeones sin Milanesio, cuando me fui a Europa, que pasé de la A2 de Italia a la ACB de España y hasta conseguí títulos con la Selección. Me desenfoqué un poco de mi carrera, tuve tres años en los que el básquet no fue prioridad como lo había sido siempre en mi vida. Y la verdad es que me arrepiento de eso.

-Está claro que después volviste a tu camino. ¿Qué te hizo volver?
-Las piñas que me di después de mi divorcio, que me abrieron la cabeza. Me di cuenta que no era yo, que no era feliz así, que mi felicidad era estar bien jugando al básquet. Quería recuperar la alegría por jugar al básquet. Estar de nuevo en Córdoba me hizo muy bien, me hizo ponerme de nuevo las pilas y disfrutar de la Liga. Creo que volví a tener años buenos.

-¿Qué es la palabra retiro para vos?
-Yo considero que le saqué jugo a mi carrera, no muchos llegan a terminar de jugar con 39 años. Hace rato que me vengo preparando y este momento de la Liga me tiene un poco bajón. Es más, te hace querer tirar todo ya mismo. El retiro no me asusta. Sí me entra de nuevo esa deuda que hablaba. O rendir un poco más en otro club que no fuera Atenas. En River tuvimos un año difícil y en Obras me lesioné. Pero no me asusta para nada la palabra retiro.

-¿Cómo te imaginás después del retiro?
-Lo primero que voy a hacer es sacarme el reloj y no depender más de que me digan a tal hora esto o aquello. Llevo 22 ó 23 años con la misma forma de vida. Me imagino disfrutando mucho más de mi familia, me imagino organizando un año de mi vida sin depender de los 10 meses de Liga. Y siempre ayudando al club, como hasta ahora, que uno siempre lo hace en silencio. Ligado al básquet voy a estar, más allá de los proyectos personales que vengo teniendo desde hace unos años.

-En toda la charla salió siempre el tema. ¿Cómo definís a Atenas?
-Como un club chico, de barrio, que se hizo muy grande a nivel mundial por los logros que no consiguió ningún otro club.

-¿Y qué es Atenas para vos?
-Mi vida. Es un familiar más. Mi abuelo es uno de los fundadores del club, mis viejos se conocieron en el club, a mis hijos los hice conocer el club desde el primer día. Estamos todos los días ahí. Mi viejo tiene 71 años y sigue yendo a jugar dos o tres veces por semana al club. Es mi casa y me emociona hablar de Atenas. Por eso duele escuchar las cosas que se dicen. Son pocos, pero no conocen el club y hablan de Atenas como si hubieran conseguido ellos las cosas. Dicen cuando se vaya Lábaque, Atenas va a conseguir cosas. Y se olvidan que en los nueve títulos de Liga estuvo mi viejo. Por eso duele. Uno de grande se pone medio boludo y sufre esas cosas. Tengo a mi hijo de casi 11 años, que agarra una tablet, mira y pregunta. Y ahí te empiezan a caer las fichas.

-Dentro de tu carrera también pasó la Selección, e incluso te tocó estar y dar los primeros pasos como juveniles con aquellos monstruos que después fueron dorados. ¿Qué significó la Selección?
-Fue tocar el cielo con las manos. Uno soñaba con eso porque lo veía muy lejano. Haber jugado un Mundial Juvenil, un Sudamericano y salir campeón, un Panamericano… Es lo máximo. Pero como dijiste, el título máximo es haber compartido equipo con chicos que fueron monstruos, distintos a nivel mundial. Yo le puedo contar a mi hijo que jugué con Ginóbili. Es un orgullo muy grande.

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-Es obvio que te hubiese gustado seguir compartiendo ese camino con el correr de los años.
-Tal cual. Por eso te dije antes. En un momento clave de mi carrera desenfoqué los cañones y lo pagué caro. Me equivoqué, fue así.

-Sabiendo esto, si el Bruno Lábaque de ahora con 39 años pudiera darle un consejo al Bruno de 17 ó 18 que recién empezaba, ¿cuál sería?
-Que no se olvide que el básquet es un juego, y cuando uno disfruta y se divierte es cuando mejor rinde. Que no se llene de presión, que entrene porque si querés ser un jugador de básquet le tenés que dar de comer día a día, siempre un poco más. Que haga la vida que tiene que hacer como un deportista, que cuando no lo hacés, lo pagás. Eso le diría a un Bruno de 17 ó 18 años.

-¿Cómo ves a la Selección hoy?
-Veo que hay un recambio muy bueno, con una camada de jugadores impresionante. Pero va a ser difícil repetir lo que se consiguió por los monstruos que se fueron. La responsabilidad y presión es grande porque han conseguido muchísimas cosas. Pero el material está, de hecho hay jugadores que están yendo a la NBA y muchos que pueden estar, como Facu Campazzo. Hay muchos jugadores que le van a dar a la Selección muchas cosas, pero tienen que sacarse la presión de lo que se consiguió antes. Tienen que hacer su camino.

-Y evitar las comparaciones, ¿no?
-Sin dudas. Es inevitable que los comparen, lo vienen haciendo y lo seguirán haciendo. Pero tienen que hacer el juego que los llevó ahí o a las ligas del mundo en las que están. No tengo dudas de que van a dejar bien parada a la Selección.

-Parece claro también que tu puesto es, justamente, uno de los que mejor cubierto está, ¿no?
-La base de la Selección Argentina es uno de los mejores puestos cubiertos en el mundo. Creo que, después de Estados Unidos, le pelea de igual a igual a cualquiera.

Leandro Fernández
@FernandezLea
[email protected]
@cabboficial

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