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Análisis olímpico: Fran Cáffaro, un nombre que ilusiona tras un calvario de lesiones

Miércoles, 16 de Junio de 2021 / Publicado en Selección Mayor Masculina, Selección Mayor, Tokio 2021
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El pivote de 21 años y 2m14 es uno de los mayores prospectos del básquet argentino y tendrá su primera experiencia con la Selección mayor en la preparación rumbo a Tokio. Opina Juan Gatti, asistente de Oveja..

La Argentina subcampeona del mundo sueña con su presente mientras trabaja en simultáneo para construir el futuro. Después de cumplir exitosamente con el trasvasamiento generacional entre la camada Dorada y El Alma, el básquet nacional empieza a foguear, forjar y pulir a los herederos que serán los estandartes durante la próxima década.

“Armé una preselección de la que pueda salir un equipo lo más competitivo posible pero que, a la vez, tenga una cantidad de jugadores que puedan estar los próximos 10 años en nuestra Selección. Seguimos en la misma línea de los últimos años”, reflexionó el entrenador Sergio Hernández sobre su convocatoria para los Juegos Olímpicos de Tokio.

Dentro de los prospectos que Oveja citó se encuentra Francisco Cáffaro, uno de los nuevos talentos que vestirán la camiseta celeste y blanca durante la preparación rumbo a la cita en la capital japonesa en Las Vegas. El pivote de 21 años y 2m14 será parte de la delegación que viajará el 26 de junio a Estados Unidos para afrontar una preparación en la que enfrentará a Estados Unidos, Australia y Nigeria en cuatro amistosos antes de partir el 16 de julio rumbo a tierras orientales. Será el debut de Cáffaro en la Selección mayor, una oportunidad de oro para aprender y mostrarse en busca de uno de los 12 boletos con destino nipón.

Juan Gatti, quien volverá a cumplir con su rol de asistente de Oveja Hernández en su travesía asiática antes de emigrar a España para sumarse a la CBA Academy, confía en sus argumentos: “Las expectativas puestas en él son lógicas si hablamos de un jugador tan grande con sus condiciones técnicas. Sabemos que su capacidad de trabajo y hábitos son los esperados para ser parte de una concentración tan importante y estamos ansiosos por trabajar a su lado, primero por la preparación a Tokio y segundo por su desarrollo individual”.

Cáffaro recorrió prácticamente todas las etapas del básquet nacional formativo e integró diversas Selecciones juveniles desde que en 2015 irrumpió en la U15. Integrante del quinteto ideal del Premundial U18 en el que Argentina ganó la medalla de bronce, se destacó en el Mundial U19 de 2019 con una planilla de 7.4 puntos, 9 rebotes y 1.1 tapa en 24 minutos en un plantel que reunía a otros auspiciosos nombres propios como Leandro Bolmaro, Marco Giordano, Fausto Ruesga, Francisco Farabello, Juani Marcos, Juan De la Fuente. “Sin dudas es uno de los jugadores con mayor proyección dentro del grupo de jóvenes Sub 22 de la Argentina”, especificó Gatti.

Habiéndose formado en la NBA Academy de Australia tras sus primeros pasos en Trebolense, la prestigiosa Universidad de Virginia de la NCAA lo reclutó en 2018, incluso antes de su producción mundialista. Todo era sonrisas para Cáffaro, quien se lucía como representante de su país y flamante adquisición de los Cavaliers de Virginia. Pero cuando todo parecía un cuento perfecto, tres lesiones interrumpieron su evolución y transformaron el sueño en una pesadilla: “Pocos saben en la Argentina lo que me ha tocado vivir en estos años. No llegué al punto de querer retirarme pero sí fue lo suficientemente duro como para hablarlo con mi familia. Tuve una llamada con mi familia, con mi mamá y mi hermano. Les dije que no iba a dejar, pero que lo había pensado”.

Fueron tres operaciones y sus consecuentes períodos de inactividad e incertidumbre que parecieron eternos. La primera intervención fue en la rodilla izquierda por una fisura en el fémur que lo mantuvo alejado de las canchas durante nueve meses y le impidió participar de la temporada en la que Virginia ganó el campeonato nacional. Cáffaro vivió desde adentro la locura del March Madness y el Final Four, pero no sumó minutos después de que su universidad lo transformara en ‘redshirt’, una decisión que implica suspender su participación durante toda la campaña para alargar el período de permanencia en el equipo.

En su segundo año, el primero de actividad, sufrió la rotura de una vena en la pierna después de dos rodillazos en uno de sus cuádriceps. La lesión, poco común en un deportista, le provocó que el músculo se le inundara de sangre causándole una inflamación que lo llevó al borde del abismo: “No podía caminar y el dolor casi me hace perder la noción del tiempo. Me operaron de urgencia y estuve cuatro meses sin jugar. Volví casi mitad de temporada pasada y la completé”.

Justo cuando empezaba a sumar minutos, la pandemia forzó la cancelación de la campaña 2020. En su regreso sufrió molestias en la rodilla operada: había tenido una mala reacción a los tornillos que le habían instalado en su primera operación provocándole un desgaste en los meniscos y el cartílago. Ante tal situación, otra vez al quirófano para extraerle los tornillos en una cirugía que volvió a dejarlo fuera de las canchas durante casi tres meses.

“Se mantuvo activo en la Universidad de Virginia Cavaliers hasta que un par de lesiones le quitaron la continuidad de juego, habiendo disputado 42 partidos en los últimos dos años con siete minutos de promedio, 1.2 puntos y 1.1 rebotes en el primer nivel NCAA. Esperamos que las lesiones y las dificultades hayan quedado atrás”, advirtió Gatti.

Ya recuperado, no le fue sencillo meterse en la rotación de Virginia diseñada por el entrenador Tony Bennett, tal como detalló en enero a Prensa CAB: “Está usando una rotación corta, pese a que hay muchos chicos que podemos jugar. La verdad es que estoy entrando cuando perdemos o ganamos por mucho. Al principio me costó, lo pensé, por qué me pasa esto, pero luego entendí que recién estoy volviendo de otra lesión y que tenemos un pivote que es súper talentoso como Jay Huff, un 2m16 atlético que la tira de todos lados y salta como un canguro. Está jugando una ofensiva con cinco jugadores abiertos y eso deja menos lugar para los pivotes”.

Fue un año de poca actividad para Cáffaro, quien promedió 1.3 puntos en 6.8 minutos en 17 partidos. En su campaña de Sophomore la Universidad de Virginia se quedó con el número uno de la conferencia ACC pero cayó en la primera ronda del March Madness frente a Ohio por 62-58 después de sufrir. Fue un batacazo la caída de los campeones defensores después de una semana en la que debieron cerrar sus actividades basquetbolísticas tras un caso positivo de coronavirus. En aquel encuentro decisivo, Cáffaro fue apenas uno de los tres suplentes que ingresó desde el banco y aportó un rebote en nueve minutos.

Su falta de rodaje promete ser una cuestión pasajera: "Me dijeron que me prepare bien para el año que viene". Después de dos años de aprendizaje, el coach Bennett le prometió un rol protagónico para la campaña 2021-22 como sucesor del titular Jay Huff que se declaró elegible para el próximo Draft de la NBA.

Mientras tanto, y al mismo tiempo que estudia la carrera de Global Social Commerce, Cáffaro trabaja para sumarle una nueva dimensión a su juego: “Yo no mejoré mi tiro antes porque no lo necesité. Usando mi cuerpo y otros recursos podía desequilibrar. Y eso cambió en estos años en el básquet. Ahora juegan o tienen más chances los que tienen lanzamiento externo. Por eso estoy tratando de mejorar en eso. Cuando pude entrenar, lo hice. Y mi tiro está mucho mejor que antes. Mi objetivo, igual, es mantener mi esencia, la de pivote natural, que juega cerca del aro, pero que a la vez tenga un mejor tiro. A eso quiero llegar cuando se vaya Huff, que está en su último año universitario”.

Su inactividad era uno de los motivos por los que Cáffaro veía lejana su convocatoria en enero, sumado a su decisión de no participar del ciclo preparatorio para los Panamericanos de Lima y el Mundial de China: “Yo siento que no voy a estar citado, porque no estuve en el proceso anterior ni tuve la oportunidad de mostrarme en estas temporadas. Es muy difícil, por las lesiones que sufrí y la falta de minutos. Realmente no veo chance de que me llamen. Hoy en día al menos. Si cambia mi situación deportiva o si deciden citarme, voy a ir y tratar de dar lo mejor de mí. Pero realmente no estoy pensando en eso ahora mismo”.

“Quienes los conozcan bien no se sorprenderán de sus llamados”, aclaró Oveja sobre el grupo que integra Cáffaro junto a Lauaro Berra y Juan Francisco Fernández. “Ninguno de ellos llega como sparring o sólo para entrenar, aunque está claro que las citaciones responden a la necesidad que tenemos de jugadores con ese biotipo. Tenemos una carencia de estos jugadores interiores y los queremos ver mientras continuamos con su desarrollo. No hay que olvidar que, siendo internos, día a día recibirán el master que les dará Scola. Seguramente alguno de los tres terminará demostrando que puede estar en Tokio”.

Para Cáffaro será la oportunidad de aprender, mostrarse y concretar su debut en la mayor tras sus auspiciosos rendimientos en las selecciones juveniles: “A Cáffaro lo quise tener en el proceso anterior y no pude. Tiene un físico que no es normal para nuestro país. Todavía no jugó a nivel profesional, y será su primera experiencia en mayores pero tiene las condiciones para pelear por un lugar”, especificó Oveja.

Gatti profundiza en la radiografía de quien representa una de las máximas ilusiones de cara al futuro del básquet nacional por su talla, su capacidad atlética y su espíritu competitivo: “Es un pivote que juega bien cerca del canasto, con el 50% de sus acciones en ese rubro. El 22% de sus acciones son de rebote ofensivo y apenas el 5% son de pick and roll. Tal vez su margen de desarrollo tenga que ver con ampliar este último apartado. Sin embargo, en este tipo de concentraciones lo importante es lo que necesita el equipo y, en este caso, Cáffaro puede aportar además de estas facetas ofensivas, su trabajo defensivo, los rebotes y la ocupación de espacios”.
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