El crecimiento de Gaby es tan silencioso como exponencial. De aquel impacto en China 2019 a hoy ser una figura de elite. El análisis de Silvio Santander, asistente de Hernández.
De sorpresa mundialista a figura olímpica. De actor de reparto en ACB a jugador NBA. Las cosas cambiaron y mucho para el oriundo de Colonia Dora desde su impactante rendimiento en China. A un costado de la cancha, mientras se desarrollaba la semifinal del Mundial ante Serbia, el legendario Kobe Bryant posó sus ojos sobre la joya santiagueña. Maravillado, consultó a Manu Ginóbili por él. Al día de hoy, la Mamba no necesitaría preguntar, porque el chango ya forma parte de la liga que supo dominar y de la cual conocía cada detalle.
Tortu llegaba al histórico certamen de 2019 como una pieza importante en el sistema de Sergio Hernández, pero nadie imaginaba la magnitud que tendría su presencia en el andamiaje de la Selección. Sin dudas, aquel torneo fue su despegue, promediando 13.9 puntos, 3.1 rebotes, 1 asistencia y 1.1 robo. El altísimo nivel de Gaby se trasladaría al Real.
En su primera etapa respondió a la de un aprendiz, un jugador de rol, uno más de la larga rotación del Madrid. Pero a partir de su explosión en el país oriental, el alero se afianzó, pasando a ser de los preferidos de Pablo Laso y, sobre todo tras la partida de Campazzo, tomando la posta del equipo junto a Edy Tavares, el pivote de Cabo Verde.Desde el inicio de la última temporada, en septiembre de 2020 y hasta principios de abril de 2021, jugó un total de 52 partidos entre ACB y Euroliga: promedió 9.4 puntos, 3.8 recobres y 1.3 asistencia en 23 minutos. Con gran eficacia: 54 % de campo, 37.3 % en triples y 84.7 % en libres. Se brindó hasta el último instante.
“En comparación con el Mundial de China, este momento encuentra a Gaby con otra temporada de ACB y Euroliga encima, más este año que ha sido una especie de dualidad para él, compitiendo tanto en Europa como en la NBA”, señala Silvio Santander, asistente de la Selección, quien vio desde Argentina cómo, en la noche del 29 de abril, Gaby se calzaba por primera vez la casaca del OKC. El alero de 1m98 y 26 años, aprovechó la oportunidad para empezar a adaptarse al juego, la cultura y el idioma, conocer a sus compañeros, y ganarse el respeto y la consideración del staff técnico, demostrando que la suya podría ser una fructífera inversión. Habiendo participado en 10 cotejos, culminó con medias de 8.4 puntos, 48% de campo, 4 rebotes y 2.4 pases gol en 21 minutos.
En la mejor liga del mundo supo desplegar el mismo abanico de recursos que al otro lado del océano, convirtiendo al coach Mark Daigneault y al GM Sam Presti en testigos de su eficiente desfachatez. Con potente primer paso en la penetración, efectivo tiro a media distancia, muy buena capacidad rebotera, y fundamentos de poste bajo y poste medio, Tortu completó una presentación interesante en el mundo NBA que hace pensar que seguramente OKC le garantizará su conjunto. Su juego sin balón es inteligente, su tiro de tres puntos a pie firme es cada vez más confiable, y el poder de gol que tiene en sus manos es extraordinario, pudiendo atacar tanto de frente como de espaldas al canasto, e incluso ocupando eventualmente la posición de ala pivote. El factor sorpresa es un intangible fundamental en su juego porque, aunque en ocasiones disimule ser inofensivo, es capaz de destruir una defensa en un abrir y cerrar de ojos. Y precisamente, en el aspecto defensivo, su porte físico y velocidad de piernas lo vuelven capaz de contener tanto un perimetral como un jugador interior. Dicho en pocas palabras, sin importar cómo, cuándo ni dónde, Tortu resuelve, así, sin más.
Santander complementa el análisis técnico argumentando que
“llegará a Tokio con más rodaje y más asentado en cosas que hace realmente muy bien, como lo son el juego sin balón, su defensa, su entendimiento del juego y correr el campo. Me parece que el hecho de haber pasado por la NBA, seguramente elevará su autoestima y confianza para seguir desarrollando su juego”. A todo esto, sumemos el descanso físico con que llegará a los Juegos Olímpicos, ya que su último partido oficial fue el 16 de mayo. Y en un factor que suele no tenerse demasiado en cuenta como lo es el anímico y psicológico, es importante comentar que, luego de mucho tiempo, está pudiendo disfrutar algunos días en su amada Colonia Dora, reencontrándose con familiares y amigos, cuestión vital en la cabeza y el corazón de Gaby.
“Evidentemente, jugar con en un equipo con una base consolidada como Real Madrid y pasar a jugar en uno que está en plena transición como Oklahoma, lo hace vivir situaciones nuevas que, al fin y al cabo, son como millas recorridas. Seguramente, transferirá ese bagaje a la Selección con la sabiduría de la experiencia recogida”, acotó el entrenador del campeón de la Liga. Más allá de su gran salto, difícilmente busque imponer su liderazgo en el seleccionado desde lo verbal, porque simplemente no es ese tipo de líder. Probablemente, continuará tirando del carro desde lo actitudinal, con el ejemplo, la simpleza, el temple y la tranquilidad que lo caracterizan y transforman en el jugador que es. Porque el santiagueño juega como vive.
A diferencia de hace dos años, las virtudes de Gaby son conocidas por el mundo entero. Los Juegos Olímpicos tienen menos y mejores equipos, y nuestros rivales seguramente habrán tomado nota de cada una de sus cualidades, por lo que el escenario es distinto. No obstante, Tokio recibirá a un Deck en un momento formidable de su carrera, sumamente potenciado en relación a su intervención mundialista. Además, en el banco está Oveja y un cuerpo técnico de excelencia que buscará exprimir al máximo al ex Quimsa y San Lorenzo. Después de todo, habrá que confiar en un jugador que siempre dio y dará incluso más de lo que tiene por nuestra Selección. Y a tomarlo con calma, que esto es sólo básquet, Chango…