El actual jugador de Philadelphia y de la Selección Argentina volvió a tener una cantidad importante de minutos en cancha frente a Pórtland y eso lo motiva para lo que viene. “La lesión de Andre Iguodala me dio la oportunidad de tener los minutos que tanto deseaba.
Tras una semana entera de gira por el Oeste, siempre es bueno haber vuelto a casa. Aunque no fue fácil dormir en el viaje. Llegué a mi casa a las 7.30 AM en el regreso desde Portland. Tardé mucho en conciliar el sueño. Pero a pesar del cansancio estaba contento. Es que, al fin, volví a tener una participación importante en un partido. Después de jugar apenas unos minutos en las noches anteriores, estuve 22 minutos en cancha frente a Portland. Y lo hice bien. Lástima que perdimos.

La lesión de Andre Iguodala (que espero que se recupere rápido porque lo necesitamos) me dio la oportunidad de tener los minutos que tanto deseaba. Ojalá pueda seguir jugando cuando él vuelva. Más allá de este caso particular, Doug Collins está rotando algo más el equipo porque los que suelen jugar la mayoría de los minutos están fatigados.

En este último juego ante Portland protagonicé una jugada que muchos ya habrán visto por televisión: Jodie Meeks me tiró un alley oop y la volqué. ¡No la iba a dejar pasar! Esa acción demuestra que estoy bien físicamente y no arrastro ninguna lesión. Y aunque no sé si soy el mismo Nocioni atlético de toda la vida tuve un déjà vu de cuando hacía estas jugadas en Vitoria. Cuidado, todavía sigo joven.

El que es verdaderamente joven y está teniendo una gran temporada es Derrick Rose. El base de Chicago Bulls es un jugador extraordinario, muy difícil de controlar. Le da mucho a su equipo y consiguió un salto de calidad. En este momento están primeros en el Este y mucho se lo deben a él. Algunos hablarán de la importancia de Carlos Boozer. Pero no se olviden que el ala pivote que llegó desde Utah estuvo varios partidos lesionado y los Bulls siguieron funcionando muy bien.

Si tuviera que elegir un candidato a MVP me quedaría con Rose, a quien además conozco porque fuimos compañeros en Chicago. Puedo notar el progreso que tuvo. Un escalón más abajo está Kevin Durant, que otra vez es el máximo anotador de la Liga. Seguramente, como siempre, recibirán votos Lebron James, Dwyane Wade y Kobe Bryant. Los merecen. Pero no quiero olvidarme de Manu Ginóbili. Y no porque sea mi amigo. Manu y Tony Parker son los jugadores más importantes de San Antonio, que es el mejor equipo de la NBA. No ganarán el premio, pero podrían compartirlo. Creo que Manu recibirá algunos votos y me parece muy bien.

En el premio para el que no debería haber discusión es el de rookie del año. Blake Griffin, a quien enfrenté esta semana que pasó, es sin dudas el mejor. Tiene unos números impresionantes. Es el hombre highlight (siempre es protagonista de las jugadas más espectaculares). Y tiene una fuerza natural desubicada. Es muy atlético. Todavía le falta progresar muchísimo: no debe ir siempre al choque y necesita aprender a dosificar su fuerza para no terminar por el suelo tan seguido y así no desgastarse tanto. Claro que con esa fuerza, ¿quién no la aprovecharía? Salvando las distancias me hace acordar a mi manera de jugar cuando comencé. Jugaba todo el tiempo muy físico.

Algo que también me puso contento es que haya vuelto a jugar Luis Scola. Fue extraño verlo algunos partidos afuera de las canchas. Su lesión me hizo pensar en la última vez que lo había visto perderse partidos. Fue cuando éramos compañeros en TAU. Luis tenía una fascitis plantar y seguía jugando. Una mañana Dusko Ivanovic decidió que no entrenaríamos fuerte, pero que sí haríamos un juego. Era similar a la mancha, como en la escuela. Cuando le tocó ser mancha a Luis comenzó a perseguirme porque sabía que a la mañana a mí me cuesta. Pero empecé a correr muy rápido y él no podía alcanzarme. Parecíamos dos chicos. En ese momento se le rompió la fascitis y tuvo que estar un buen tiempo sin jugar. Claro que cuando Luis está bien físicamente y agarra ritmo no para. Es una máquina.

Bueno, antes de despedirme les cuento una anécdota más. Hace algunos días, a la salida de un entrenamiento en Philadelphia, un chico me vio subir al auto para irme a casa. Yo había ido con el auto de mi mujer, un Mini Cooper. Y el chico se sorprendió muchísimo de ver a un jugador NBA manejar un auto tan pequeño. Esto le causó mucha gracia a Spencer Hawes, que vio la toda la escena y luego lo comentó en Twitter. Ahora, por el futuro lockout, vendí ese auto. No quiero acumular cosas de las que tendré que deshacerme. Igualmente, yo estoy acostumbrado a esos autos pequeños. En España tenía un Smart, que es todavía más chico. Y en ése íbamos a entrenar con el Toro Palladino. Cuando la gente veía bajarse a dos gigantes de ese coche no lo podía creer. Nosotros nos divertíamos.

Ahora sí los dejo. Será hasta la próxima y les agradezco, como siempre, por el poyo y el aliento. Un abrazo para todos y hasta la próxima.

Fuente: ESPN.com.ar