Le ganó la final a Corrientes y sumó su 4° título en 7 ediciones, siendo el primer campeón invicto de la historia. Análisis y motivos para ser el más dominante siendo un club de barrio.
Casi como si fuese una tradición, Berazategui volvió a dominar la Liga Femenina. Le ganó la gran final a Corrientes Básquet por 65-57, adjudicándose el 4° título de su historia en la máxima categoría, de las 7 ediciones jugadas hasta el momento. Y por si fuera poco, lo hizo con la connotación de ser el primer campeón invicto de la historia, un detalle no menor. Agustina Jourdheuil fue elegida la MVP de la final, tal y como sucedió hace nueve meses en marzo, en la anterior consagración. La alera firmó 18 puntos (4 triples) y 7 rebotes, siendo decisiva en los momentos más calientes de una final para el recuerdo.
Berazategui ganó los 13 partidos de la temporada (8 por fase regular y 5 en playoffs, incluyendo la final), sin conocer la derrota. El dato adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta que no pierde un partido por LFB desde el 28 de febrero, arrastrando al momento 20 victorias consecutivas. Por supuesto que existen varios motivos para este Berazategui campeón, un equipo con múltiples argumentos que justifican no sólo este título sino también lo hecho a través de todo el 2021 e incluso desde antes, porque la jerarquía de un club como este no se adquiere de la noche a la mañana, y eso iremos desmenuzando a continuación, notando la importancia de este dominio viniendo desde un club de barrio con mucha identidad.
Puro talento. Si hay algo que caracteriza a este equipo es su potencial y multiplicidad de sus variantes. Lejos de otros equipos, el Depo tiene una particularidad: no sólo está bien balanceado sino que además tiene una rotación de 9-10 jugadoras que hace que nunca se pierda la intensidad. Más aún si tenemos en cuenta que no hubo ninguna jugadora con un promedio de minutos elevados (las que más juegan son Foresto con 24.2 y después Gentinetta, Jourdheuil y Cabañez, las tres con casi 23 de media). Al ir rotando, es difícil encontrar una jugadora que baje su rendimiento a raíz de cansancio o agotamiento. Eso fue clave.
Por supuesto que puede tener altibajos, pero este equipo resultó ser muy equilibrado y muchas veces algunos baches pueden taparse por las variantes con las que cuenta el plantel. En definitiva, la rotación, el saber y entender que las figuras del equipo van cambiando según cómo se desarrolle el partido, hace que Berazategui sea así de compacto y nunca baje la vara.
Hay algo que también es clave. Cuando un equipo pasa mucho tiempo junto sabe lo que puede dar, las jugadoras se conocen y mucho entre sí por compartir el equipo desde hace años y eso genera una confianza. Un equipo que se unido, que trabaja en pos del éxito colectivo por encima de lo individual, que convive mucho tiempo y que generó una química difícil de quebrar. Por eso también fue candidato desde el principio del torneo, y lejos de jugarle en contra esa presión logró llevarla con mucho aplomo y responsabilidad, gracias a la comunión que tiene este grupo desde hace tiempo.
Hubo jugadoras que dieron un paso adelante. El torneo de Cande Gentinetta fue descomunal, gravitante en el 4 pero siendo una jugadora polifuncional que lo hace bien en casi cualquier lugar de la cancha, y por eso fue el timón más regular del equipo. El caso de Florencia Fernández también es para destacar, siendo una pivote que se afirmó definitivamente, anotando y reboteando. También la conducción de Foresto, que llegó como uno de los nuevos refuerzos y brilló, tomando el control de la base y siendo de los rendimientos más parejos, o mismo la experiencia de Cabañez, Julieta Armesto como una rueda de auxilio vital, la intensidad de Galbán, la ayuda desde el 1-2 con piezas como Wolf, Cejas y Magalí Armesto... y así podemos seguir nombrando. Ante tanta riqueza de recursos, todo resulta mucho más simple.
Párrafo aparte para Agus Jourdheuil, la capitana y MVP por partida doble. Una jugadora que no se achica en instancias comprometidas, siendo el gran espíritu del Depo, con calidad en su juego, y esa buena mano que tiene y que todos conocemos. Puede tener una serie regular cumplidora, ser una de las jugadoras importantes en los playoffs, pero en las finales es otro el cantar. Definitivamente a Agustina le sienta muy bien jugar instancias decisivas, destraba cualquier tipo de partido cerrado y comprometido, y eso es lo que en definitiva hacen las distintas. Top Jourdhe, indiscutible gran figura del título.
También supo resolver cada planteo del equipo rival y eso es mérito no sólo de las jugadoras sino también del trabajo de todo su cuerpo técnico. Desde el juego en conjunto y las cartas sorpresa que le mostró Florida en fase regular, como así también un Quimsa que lo trabó un poco en el primer juego de cuartos, o incluso un Rocamora que en arranque de las semifinales lo complicó incomodándolo defensivamente. Todo lo solucionó, encontró respuestas en su talento individual y salió de esos rulos cambiando la ecuación sobre la marcha.
¿Por qué? Porque por encima de todo estuvimos también ante un equipo rebosante de confianza, que confió siempre y que salió mentalizado en ganar cada noche que se presentó. Nunca pensó que el resultado podía ser adverso, y la cabeza manda. Mentalidad de campeón, recursos por doquier y el tener una idea que compró desde hace mucho tiempo, mucho antes que este nuevo y gran título. Esas fueron las claves del equipo más dominante de la Liga.
Fotografías: Marcelo Endelli / La Liga