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Juan Gutiérrez es el nuevo protagonista de La entrevista de la semana, una charla a fondo en la que cuenta su lucha de más de dos años contra una lesión de cadera que atenta contra su carrera. Su reciente salida de Obras, el proceso ante los problemas físicos y un deseo: Quiero seguir jugando porque lo disfruto muchísimo.
Vivir una situación extrema, frustrante y cansadora no mueve del eje a Juan Gutiérrez. Su forma de ser, personalidad e inteligencia lo llevan a afrontar cada momento con naturalidad, entereza y tranquilidad, incluso cuando se trata de algo tan delicado para un deportista. El pivote lleva más de dos años luchando contra una lesión en la cadera que le demandó una operación e incontables horas de tratamientos y trabajo silencioso. Después de pasar por el quirófano, imaginó una temporada 2015/16 diferente en Obras, su casa. Pero estuvo más afuera que adentro de la cancha, por cuestiones técnicas o por sus limitaciones físicas (sólo 36 encuentros disputados y menos de 9 minutos de promedio), las mismas que tras un mes parado llevaron al club a tomar la decisión de realizar un recambio para afrontar los playoffs (NdeR: en su lugar llegó Fernando Podestá).
A los 32 años y pese al desgaste, Pipa sigue insistiendo para recuperarse y volver a disfrutar, sin importar que el básquet le haya dado muchos recuerdos imborrables, tanto a nivel clubes como con la Selección Argentina, camiseta con la que -entre otras cosas- logró la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Aunque claro, esa lucha también puede no terminar como desea y llevarlo al retiro. Duele, pero no le teme. Tanto que asusta con la naturalidad con la que toma una situación que para cualquier deportista puede ser traumática. Un Gutiérrez íntimo, reflexivo, sabio y sin pelos en la lengua es el protagonista de esta nueva edición de La entrevista de la semana.
-¿El cambio y la salida de Obras era algo que venían hablando o fue sorpresivo?
-Es algo que hablé con el club hace un par de semanas. El martes se cumplió un mes desde la última vez que jugué, que fue contra Quilmes. Generalmente, los dolores de la cadera los podía controlar, paraba un poco y seguía. Pero esta vez no fue así, se fueron haciendo más fuertes y no veía un panorama demasiado claro. Entonces hablé con el club y les dije que tomaran la decisión que debían que yo no iba a tener problema. Sé que esto es profesionalismo y a veces hay que saber dar un paso al costado. El club la tuvo que tomar porque se vienen los playoffs y un hueco en el equipo es dar demasiada ventaja.
-Entonces lo de la cadera viene más complicado, ¿no? Quizás cuando empezaste el año imaginaste una película diferente a esta.
-Por supuesto. De hecho me da bastante rabia, porque me perdí el Súper 4 y estos playoffs, los momentos clave de la temporada. Pero el tema es que yo estoy con unos dolores que son un poco más fuertes. Por suerte lo peor ya pasó y la cadera está mejorando de a poco, pero los plazos son más largos de lo que el club puede esperar. Entonces está bien que hayan traído otro jugador, y me parece un fichaje recontra acertado. Yo apoyaré como siempre, soy del club.
-¿Cómo analizás tu año? Tenías un desafío importante como es volver a jugar después de una operación y lo hiciste, pero quizás no fue como querías.
-La verdad es que el año no es todo lo que hubiera pensado. También tuve un poco de mala suerte. Antes del Súper 4 me pasó algo en un entrenamiento que me produjo una caída, forcé la cadera y eso me generó un edema óseo que quizás fue lo que desencadenó que la cadera fuera empeorando. El año lo afronté con mucho optimismo. En la pretemporada jugué muchos amistosos y minutos para llenar el hueco de los americanos, que suelen llegar un poco más tarde, y de Marcos (Delía) que estaba en el Preolímpico. Me entrené muy bien y se sentía muy bien, siempre con el asterisco de lo que es bueno para mi situación actual. Tenía mucho optimismo y ganas, pero después las cosas se dan como se dan y hay que adaptarse y aceptarlas.
-¿Pensás que podrías haber llegado a jugar más, o físicamente no podías dar más que esos minutos?
-No, son cuestiones técnicas, de momentos del equipo y necesidades. Durante el año tuve algunas limitaciones físicas que me hicieron perder algunos partidos, pero no tenía nada que ver con los minutos. Mi rol en el equipo estaba claro y yo estaba para dar los minutos que el cuerpo técnico necesitaba de mi.
-¿Podés analizar lo que fue la temporada de Obras?
-La fase regular de Obras fue demasiado irregular teniendo en cuenta que la gran parte del equipo se mantiene desde el año pasado. Quizás tendríamos que haber mantenido una línea. Obviamente hay que tener en cuenta que cambiamos el entrenador y toda la estructura varía, pero fue todo demasiado irregular. Por momentos jugamos a un nivel en el que pensábamos que le podíamos ganar a cualquiera y competir por cualquier objetivo de la Liga, pero al mismo tiempo tuvimos un muy mal andar de visitante, no sólo en los resultados en sí sino por las sensaciones muy malas. De las giras siempre volvíamos con la necesidad de reconstruir algo más que la tabla de posiciones. El equipo ahora está tratando de ponerse bien para los playoffs, y si bien nos hubiese gustado terminar más arriba, las expectativas son las de siempre.
-Si bien pasaste por diferentes lugares y roles, generalmente fuiste un jugador con más protagonismo en los equipos. ¿Cuál es la sensación que se te viene a la cabeza cuando el cuerpo te limita tanto para hacer lo que querés o para ser lo que eras?
-Eso es precisamente lo más difícil de manejar en una situación así. El cuerpo necesita un montón de trabajo y es cansador, aburrido. Pero uno lo hace porque lo pone en la balanza y al final te permite vivir de esto y sentir todas esas sensaciones que la profesión te da. De todas maneras, no toda mi vida viví roles protagónicos. De hecho, creo que viví todo el abanico de roles por los que puede pasar un jugador, pasé por todos los grados de protagonismo y disfruté de cada cosa. Todo eso me preparó para lo que estoy viviendo ahora.
-¿Cómo se vive un proceso de dos años en donde no podés ser vos mismo por una cuestión física? Lo imagino sumamente cansador.
-Si lo pongo en perspectiva y miro para atrás, sí, llevo mucho tiempo con este problema. Pero la verdad es que se vive día a día. La cadera a veces me avisaba, a veces no, a veces me sentía mejor, otras más o menos. Es más, hoy ni siquiera pienso en la próxima temporada, sino en tratar de trabajar lo mejor posible durante el receso y ver cómo estoy en agosto para jugar o no jugar. De la misma manera lo hice de acá para atrás, ir día a día tratando de sentirme un poquito mejor. A lo largo de estos dos años me tocó tener una o dos semanas en las que perdí gran parte de la condición física y tuve que volver a empezar de cero. Es cansador, pero como te dije antes, lo pongo en la balanza y el sacrificio sigue valiendo la pena.
-¿O sea que mentalmente no te agarró un momento de quiebre y de tener ganas de tirar todo?
-No, no. En realidad esos momentos ocurren, y entiendo que son en gran parte por el dolor. Cuando te duele algo no podés pensar con claridad. Por ejemplo, cualquier persona normal que tiene dolor de garganta y no puede comer o tomar un te, seguramente piensa que todo es una cagada y vive mal. Lo mismo pasa con esto. El dolor no te deja pensar, no te deja ser optimista, te tira para abajo. Pero cuando venían esos momentos, siempre traté de dominarlos entendiendo que venían más por el lado del cuerpo que de la cabeza en sí.
-Al margen de pensar de esa forma, ¿te agarraste de algún lado en especial para llevar esos momentos?
-Más allá de que mi familia, mi novia y mis amigos siempre están y preguntan cómo estoy, siempre traté de precisamente todo lo contrario. Traté de que mi lesión y mi carrera les produzca el menor impacto posible a ellos. Los días que estaba dolorido trataba de no venir mal a casa y estar mal con mi novia, todo lo contrario. Traté de sobrevivir a base de ponerme objetivos cortos, pequeños. Trabajar un día mejor que el otro para ver si podía sumar.
-¿Qué fue lo más duro de estos dos años en cuanto a lo deportivo? ¿Perderte el Mundial de España con la Selección?
-Sí, seguramente. Pero teniendo en cuenta todo lo que pasó después, en realidad queda en un segundo plano. El Mundial fue lo más inmediato que me pasó después de la lesión y yo decía uh, me estoy perdiendo un Mundial. Pero teniendo en cuenta lo que fue la lesión, que no es una que queda en el pasado como otras y quizás pueda ser la que me termina apartando de las canchas definitivamente, ahí un Mundial pasa a ser un torneo más. Todo es igual de importante o duro.
-Por lo que decís, convivís con la idea del retiro en la cabeza…
-Sí, a diario convivo con esa idea.
-¿Y no tenés miedo de asumir que esto te puede retirar?
-No, para nada. Entiendo que el deporte es muy lindo, todo lo que hice hasta acá lo hice con total honestidad y amor al deporte. Esto es lo que más me gusta hacer y lo que más disfruto. Pero también entiendo que es una parte pequeña de tu vida. Si me tengo que retirar mañana, tengo 32 años y me quedan dos tercios de vida. No quiero ser toda mi vida un ex jugador de básquet, quiero hacer otras cosas, explorar. Pero convivo con esa idea y trato de aclararme cuanto antes qué es lo que puedo llegar a hacer.
-Si bien debe ser difícil aceptar esa idea, ¿hoy te vas más cerca del jugador o del retiro?
-No, todavía me veo como jugador (risas). En realidad me veo como jugador porque todavía no me veo como otra cosa. No lo sé. Este año estoy probando con otras cosas, tengo la posibilidad que me dio Fox Sports de comentar partidos de básquet (NdeR: de la Liga ACB de España) y lo disfruto mucho, es una más que posible salida para el día de mañana porque también me gustaría estudiar. Pero no tengo nada claro. Lo único que tengo claro es que hoy tengo que ir al gimnasio y mañana al médico para que me acomode la cadera.
-Y también tenés claro que querés seguir jugando…
-Sí. Pero hay un gran consejo que me dieron en el cuerpo médico de Obras, que me dijeron fijate si estás para jugar, pero no hagas una pavada que te termine haciendo daño a futuro para tu vida, hacerle un daño al cuerpo que sea irreversible.
-Se te nota con naturalidad y madurez para hablar de un tema muy delicado. ¿Lo trabajaste con algún psicólogo o viene como parte de tu personalidad?
-No, viene conmigo. Tenemos un psicólogo en el club para ayudarnos, pero de la misma manera que lo hago con mi familia, trato de no sobrecargarlo. Me parece que lo tengo dominado, no del todo pero bastante controlado, y preferiría hablarle de otras cosas relacionadas al equipo. De chiquito, mi vieja me enseñó el significado e importancia de la palabra resiliencia. Si bien está aplicada a las perdidas personales, a rearmarse después de sufrir una grave pérdida, yo no tuve una pérdida personal de seres queridos, así que lo aplico al básquet. ¿Viene una lesión? Recuperate, pasala y seguí jugando. ¿Se termina el básquet? Recuperate, rearmate y hacé otra cosa. Pero no estar demasiado bajoneado ni dándole demasiada importancia a algo que pasó, me gusta mirar siempre para adelante.
-En todo esto que estás viviendo, ¿cómo ves a la Selección hoy, como una etapa terminada?
-Completamente terminada (risas).
-¿Y cuándo aceptaste eso? Porque quizás cuando te perdiste el Mundial 2014, en ese momento tenías la ilusión de volver.
-Yo me acuerdo que en ese momento le mandé un mensaje a Manu (Ginóbili), cuando me dijeron que me tenía que operar, y le dije perdoname que no voy a estar, en Río voy a estar poniéndote los mismos picks que antes. En ese momento decía esto lo paso, me recupero y el día de mañana quizás puedo seguir estando. Pero pasado unos meses y viendo mi situación física, creo que no estoy ni cerca del nivel necesario para una convocatoria. Así que la Selección es una página cerrada del libro.
-¿Y qué fue la Selección en tu libro?
-Es como elegir entre mamá y papá. La Selección está entre las cosas que más alegrías me dio a nivel personal y profesional. Más allá de los premios, los logros y las cosas que terminan saliendo en el diario, hay cosas que me las voy a llevar para siempre y disfruté muchísimo. Y son para mi, no es que les voy a contar a mis nietos que jugué con Ginóbili. Saber que fui parte de algo maravilloso e histórico en este país, haber podido estar ahí y disfrutarlo. Tiene el valor necesario que se lo voy a dar siempre.
-¿Qué te enseñó la Selección, más allá de esas cosas que decís que siempre salen en el diario?
-A mi me enseñó tantas cosas en todos los ámbitos, como trabajador, persona y jugador, que si las enumeramos podemos estar todo el día. Yo crecí muchísimo yendo a la Selección, me ayudó a superar pequeñas cosas que no hacía hasta que llegué a la Selección. Ojalá la cadera me permita seguir aplicándolas (risas), pero aprendí muchísimo de la forma de trabajo de algunos jugadores que no queremos que se retiren nunca. Y aprendí lo que significa ser parte de algo mucho más grande que un equipo de básquet. Me sirvió mucho para ser una mejor persona.
-¿Y cómo la ves ahora a la Selección?
-Soy más que optimista. Quizás no sea muy objetivo, conozco a los que están y a los que se están sumando. El día del sorteo de los Juegos, a Oveja le dije vamos a salir primeros del grupo. Es una pavada, sé que no estoy pensando seriamente, pero estoy increíblemente ilusionado con los jugadores, el equipo y con los chicos que están subiendo ahora, que más que futuro están teniendo una gran realidad. Los chicos invitan a ilusionarse, a seguir al equipo. No sólo porque son chicos que hacen cosas llamativas. Tomás el ejemplo de Campazzo, que todos los fines de semana sale en el Top 7 de la Liga ACB de mejores jugadas, pero lo mejor que tiene es el instinto asesino que tiene para competir, ese hambre de querer ganar siempre. Y eso lo ves en la cara de varios que están viniendo. Es una linda sensación.
-¿Hay algo de lo que te arrepientas en tu carrera si mirás hacia atrás?
-La verdad es que no. Tuve momentos en los que podría haber actuado de otra manera, pero no me arrepiento porque siempre lo hice pensando que iba a ser lo mejor para mi. Por ejemplo, tomar la decisión de irme a España en 2013 cobrando mucha menos plata de la que me ofrecían en Brasil. Nunca pensé en la plata, y si el día de mañana me falta, no me voy a arrepentir. Siempre lo hice por amor al básquet, y no me arrepiento de nada.
-Justamente ese amor al básquet es lo que te mueve a ganarle a esa maldita cadera.
-Sí, totalmente. Quiero seguir jugando porque lo disfruto muchísimo, más allá de los dolores, de las horas en una clínica, de entrenarme solo… Eso es lo que me motiva a seguir, quiero seguir jugando y disfrutando.
Foto: Prensa Obras Basket
Leandro Fernández
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