El mejor armador de vóley del mundo, reciente bronce en Tokio, impresionó con su pasión y conocimientos de básquet. También contó su historia. "Soñaba con ser jugador profesional y llegar a la NBA", admitió.
“Debutó en 2006 de la mano de Jon Uriarte, empezó en Gimnasia y Esgrima de Santa Fe, coqueteó con el básquet, le ganó el vóley, las pasó todas, juega en la Lube, la NBA de Italia, es las manos mágicas, el santafesino, ¡Luciano De Cecco! Medalla de bronce y capitán en Tokio”. Con esas palabras, y su inconfundible voz, José Montesano, el relator que transmitió la hazaña del vóley argentino en Tokio pero también está hace años presente en cada torneo de básquet, presentó al otro gran invitado que tuvo el nuevo streaming de Twitch que Prensa CAB organizó para cerrar el viernes.
Así arrancó una hermosa charla, conducida por Elías Mauro y complementada a la perfección por Mosquito, un emblema de ambos deportes, que tuvo como objetivo conocer el lado B (¿o el A?) del mejor armador de vóley del mundo. Un fanático del básquet que nos sorprendió con su historia de amor por la naranja. A los 33 años, Luciano disfruta el mejor presente de su carrera. Brilla en la Lega de Italia, donde ganó copa y campeonato, y logró el bronce olímpico con Argentina, siendo nombrado mejor armador del torneo y miembro del equipo ideal. Pero, aún en la cima del mundo, no se olvida de su gran pasión, el básquet, el que fuera su deporte predilecto hasta su adolescencia.
“Mi sueño era llegar a la NBA. No se me pasaba por la cabeza ser jugador de vóley, eso seguro. No me pude acostumbrar a Ben Hur, desgraciadamente hubo una inundación muy grosa en Santa Fe y me volví a casa. Con la cabeza que tengo hoy no lo habría hecho, me hubiese quedado y habría intentado sobreponerme a la adversidad de extrañar a mi familia y todo lo que significaba ser reclutado por un club que en ese momento era el boom en la Liga Nacional. Agarré el otro tren, era de otro deporte y traté de no cometer los mismos errores que cometí con el básquet, sobre todo desde el punto de vista de superar las dificultades. Me quedó la espina de no saber qué habría pasado si me hubiera quedado en Ben Hur y hasta dónde habría llegado”, expresó.
Hasta aquel frustrado paso por Rafaela, De Cecco estaba convencido de que el básquet sería su vida. Como fue el caso de su padre, Ricardo, actual entrenador que tuvo una amplia carrera en la Liga Nacional, con recordados pasos por Unión de Santa Fe, Echagüe de Paraná y Ferro.
“Nací y crecí viendo básquet. Jugando, rompiendo portarretratos en casa con pelotas de básquet, jugando con las figuritas. No me pregunten por qué me pasé al vóley porque no me acuerdo. Tendría que haberme quedado con el básquet. Es un deporte que me gusta, que sigo mucho y me encanta jugar. Si tengo una cancha de vóley y una de básquet me la paso más tirando que otra cosa, pero eso ya queda aparte”, continuó.
Montesano, quien a lo largo de su carrera ha alternado entre vóley y básquet, conoce a los dos De Cecco en sus respectivos ambientes. El Twitch de CAB se transformó en un ida y vuelta de anécdotas, risas y actualidad entre ambos personajes, al cual Elías se sumó con algunas preguntas e historias que recabó hablando con Ricardo, y que aportaron a que la charla se vuelva aún más entretenida y fluida.
“Al padre lo relaté en su última época como jugador en Echagüe. A Luciano nunca lo vi jugar, sé de su pasión por el básquet, imagino que debe ser hereditario. Sé que tiene un buen vínculo con los pibes del básquet, con Facundo (Campazzo) y Nico (Laprovittola). Imagino que eso lo hace estar muy cerca de este deporte, más allá de la herencia y de ser de una provincia de mucho básquet”, dijo Mosquito.
Al comentario de José, respondió Cachete.
“Con ellos compartimos cafés, charlas y de todo un poco en Tokio. Me queda la deuda de ir a verlos a un partido que no sea de la Selección. En algún momento tendré que ir a Barcelona o Denver para verlos en vivo y en directo”, apuntó. A continuación, Luciano recordó cómo fue su infancia siendo hijo de un jugador de básquet.
“Me acuerdo de muchas cosas de cuando mi viejo era jugador, sobre todo de cuando estuvo en Ferro. Vivíamos en Buenos Aires, yo iba al jardín del club. Cuando me buscaba había como un túnel que te llevaba al Etchart y me metía en la utilería. El utilero me daba un jugo exprimido para que no me meta en la cancha a hacer quilombo porque estaban entrenando y había que hacer silencio. Me retenían ahí hasta que era mi momento y me metía a jugar”, rememoró.
Elías, en su rol de conductor, trajo otra anécdota a la mesa: la vez que Rubén Magnano le preguntó a Ricardo por su hijo.
“Tu viejo me contó que se encontró con Magnano en el Cenard, entrenando con una selección U15 o U16, y que le preguntó por vos. Él le contó que te habías ido a jugar al vóley y Rubén le preguntó qué pensaba al respecto. Ricardo le dijo que le parecía bien que hagas lo que te gusta y él lo felicitó por pensar así”, relató.
“Mi viejo me dijo varias veces que haga lo que me gusta y sea feliz, recuerdo que me lo dijo la primera vez que me subí a un colectivo para ir a jugar al vóley”, contestó Luciano. “Creo que después le pesó un poco, porque muchos de sus amigos más cercanos todavía lo joden con que me fui a jugar al vóley. Ya con estos resultados mi viejo puede decir ‘bueno, tenía razón el pibe’”, añadió.
A medida que fue creciendo, el básquet se convirtió en su forma de ver el mundo, con un ídolo en particular.
“De chico me gustaba mucho Shaquille O’Neal. Mi viejo me trajo su camiseta de los Orlando Magic, sus zapatillas, que me duraron poco porque estaba creciendo, pantalones, de todo. Me trajeron de todo pero muchas de esas cosas no las llegué a usar porque crecí. Tengo pósters, la película, muchas cosas de Shaq”, señaló. Y también habló de quién le encanta hoy en día.
“Me vuelve loco LeBron James. Todavía no entiendo cómo hace para estar tan a tope de logros a su edad, y cómo lo hace. Me gustan muchos jugadores, pero los que le gustan a la mayoría, tipo Curry, Lillard, Harden, que tiran 700 triples por partido, no me gustan. Disfruto ver a Doncic, por ejemplo. Hay mucha diversidad en la NBA. También por eso miro la Euroliga. Me gustó Shane Larkin en el Efes, el pivote de Fenerbahce que jugo en la NBA (Jan Vasely), el Kaunas de Lituania, que tenía buenos tiradores. En Euroliga hay más juego, en cambio en la NBA el que la agarra la tira. Ahí parece que estoy jugando a la Play y no mirando un partido”, reflexionó De Cecco, quien aun dedicándose al vóley, y siendo uno de los mejores del mundo en ese deporte, no deja la naranja por nada.
Con claridad y franqueza, el santafesino expresó cómo conviven su pasión y su profesión en su vida cotidiana.
“Cuando hay un partido de básquet y otro de vóley, y ambos me interesan, trato de ver los dos en simultáneo. Cuando el de básquet me interesa más miro ese. He aprendido a disfrutar de lo que es el deporte de mi vida y lo que es mi pasión tratando de no confundirme respecto a de dónde vengo y qué es lo que hago. El vóley me gusta, he aprendido a consumirlo. Yo por el básquet me levanto a las 4 am para ver un partido, no sé si por el vóley lo haría, todavía no lo experimenté porque me toca jugar, no mirar. Para el Mundial de China, que estaba en Santa Fe, me levantaba con mi viejo, desayunábamos y mirábamos los partidos. Ahora en los Juegos muchos argentinos se levantaron temprano para vernos jugar con Italia o EEUU, yo eso por el vóley todavía no lo he hecho”, manifestó.
Entre medio de los tres protagonistas, un cuarto cuadro se añadió a la transmisión. La U16 femenina, que dirige Sandra Pavón, estaba a segundos de conseguir la clasificación al Mundial, algo que el masculino también había logrado más temprano. En medio de la alegría y los festejos de las chicas, De Cecco dio su felicitación a ambos equipos y les dedicó algunas palabras.
“Disfruten. A veces estás y otras no estás en la Selección, por lo que cada momento vale. Deseo que tengan compromiso, amor por la camiseta, y que los sueños siempre vayan más adelante de cualquier oposición que se puedan encontrar en su camino. Hay que saber adaptarse y buscar la forma de que todo sea más lindo y menos agobiante”, aportó el capitán de la Selección de vóley.
Entrando al terreno de su profesión, y la reciente medalla ganada en Tokio, Luciano intentó establecer algunas coincidencias con lo hecho por la Generación Dorada en básquet.
"La GD es incomparable. Más allá del nombre que remite a ese oro que ganaron, tenían 11 o 12 jugadores que competían al máximo nivel internacional, algo que no debe haber pasado nunca en una Selección Argentina por fuera del fútbol. Nosotros tenemos muchos jugadores que están empezando a irse afuera. Es algo más prematuro. Aprovechamos una oportunidad única para meternos en un torneo en el que nadie nos daba como favoritos. No creían ni que pasábamos la zona. Es muy diferente a lo que hizo la Selección de básquet en 2004, que venía de perder una final del Mundo con Serbia y les ganan en el primer partido de los Juegos Olímpicos. Ellos fueron siempre en alza desde ahí, nosotros veíamos qué podíamos raspar en cada partido para ver si clasificábamos a cuartos. Al final terminamos logrando algo muy bueno. Coincidencias hay con ese equipo de la GD, creo que eso de ir de menor a mayor, sobre todo”, distinguió.
Montesano, fiel conocer de ambos deportes, se atrevió a establecer una comparación diferente. “
Les vi más coincidencias con los subcampeones del Mundial del 2019 que con la GD, por esto que decías de que fueron sorpresa, pero en un momento estaban tan fuertes de cabeza que le hacían partido a quien tengan en frente. Hay un momento en que se ustedes se unen y van todos en la misma dirección. Vos, Facundo (Conte), Seba (Solé) y el Polaco (Poglajen), y atrás vinieron Agus Loser, Mati Sánchez, Brunito Lima. Me parece más parecido a lo que hicieron los pibes del básquet hace dos años”, remarcó.
El periodista de TyC Sports fue uno de los pocos argentinos que pudo seguir a ambas selecciones en directo en Tokio, al transmitirlas para su canal. De Cecco destacó la compañía que sentían con sus relatos retumbando por todo el estadio vacío, lo que los hacía sentir más cerca de los argentinos.
“José era un poco el vínculo que teníamos con la gente. Cuando terminaban los partidos le decíamos que siga gritando. Tengo amigos que me mandan audios de los relatos de José, hasta sitckers por WhatsApp. Me moría de risa. Gente que nunca vio vóley se metía en el deporte por escucharlo a José. Ya está, con eso, ya ganamos. Por ahí no sacábamos la medalla, pero con eso ya estábamos felices”, contó De Cecco.
Emocionado, Mosquito respondió:
“que estos chicos me hayan llevado al podio y me hayan puesto una medalla de bronce, como hizo Seba Solé, fue increíble. Salí de ahí y dije ‘ya está, me puedo morir tranquilo’. Son cosas que me caen la ficha ahora, porque nunca viví algo así. Con Hugo (Conte, el comentarista) ya no sabíamos qué más hacer. El amor y ese ida y vuelta que se dio con el equipo y con la gente fue algo muy lindo. Luciano estaba cuando yo volví después de recuperarme del cáncer, fue el primer en abrazarme ahí en Jujuy. Él sabe cuánto lo quiero”, replicó el periodista con una gran sonrisa.