El MVP de la última Liga Nacional cruzó el Atlántico para calzarse la camiseta del Monbus Obradoiro. A la distancia, uno de los nuevos Embajadores nos cuenta su intimidad en sus primeros días en Europa.
Fernando Zurbriggen no tardó demasiado en conquistar a sus nuevos compañeros del Monbus Obradoiro:
“En el vestuario puse algo de cumbia santafesina, moví un poco la cintura, tiré los pasos prohibidos y hasta me pusieron ‘perrito’ como apodo”. Entre risas, el enérgico y carismático base de 23 años que cumplirá su sueño europeo transmite las primeras sensaciones de su experiencia por el Viejo Continente. A poco más de un mes de su arribo a tierras españolas, desde Prensa CAB nos sumergimos en su intimidad para conocer cada detalle de su nueva vida.
El ex Obras Sanitarias viene de brillar en la pasada edición de la Liga Nacional, liderando a un joven plantel y siendo elegido como el Jugador Más Valioso del certamen con 15.7 puntos, 5.6 rebotes y 6.6 asistencias de promedio. En busca de un salto en su carrera, el rubio aterrizó en Santiago de Compostela para sumarse a las filas del club dirigido técnicamente desde 2010 por Moncho Fernández, el entrenador más longevo de la ACB junto a Pablo Laso. Los Gallegos, que debutarán el próximo 19 de septiembre frente a Unicaja, finalizaron la temporada anterior en la posición N° 14, con un récord de 12 victorias y 24 derrotas.
En una entrevista imperdible, quien fuera uno de los armadores de Argentina en las últimas ventanas FIBA se anima a hablar de absolutamente todo, desde su autocrítica sobre la última LNB con el Tachero, pasando por el amor a la Selección, hasta las primeras sensaciones de este gran paso en su carrera. Pero como no todo es básquet en la vida de Fernando, salimos del parquet para profundizar sobre sus estudios, su faceta familiar, sus particulares cables a tierra y la integración al grupo con el calor santafesino como bandera. Atentos a algunas divertidas perlitas, como su más reciente pasatiempo y la demostración de que no sólo es un estratega del juego, sino que utiliza su ingenio incluso para conocer a los vecinos… Como verán, y como él mismo lo indica, en la cancha es aguerrido y temperamental, mientras que fuera de ella Zurbriggen es un verdadero y entrañable personaje.
-Comencemos por lo deportivo. ¿Cómo fue tu llegada a Obradoiro en ese aspecto?
-Súper exigente. La filosofía del coach Fernández demanda un nivel físico y mental altísimo. Los entrenamientos de la pretemporada son muy extensos y, sumado a estar conociendo su cultura deportiva, es un cambio grande. Pero la adaptación en la cancha se dio muy natural, nunca me sentí un extraño. Además, Moncho ha empezado a exprimir en mí cuestiones propias del juego que ya venía trabajando, pero que de su mano están saliendo a la luz.
-¿Qué estás descubriendo o puliendo junto con el nuevo Coach?
-Estoy dando un salto de calidad en cuanto a mantener en el tiempo la concentración y la alta intensidad física. Antes, uno conectaba dos o tres buenas acciones y se desentendía, pero hoy busco continuidad, seguir con una dinámica agresiva. No solamente desde lo ofensivo, sino también desde lo defensivo. Cuando comencé a ganarme minutos en Obras, lo hice defendiendo a los jugadores más importantes de la ofensiva rival, pero en la última liga tuve un rol meramente ofensivo. Y jugando un promedio de 30 minutos, debía desatender un poco el otro costado en pos de preservar lucidez mental.
-¿Qué nos podés contar sobre el plantel? Seguramente, tendrás mucho por aprender de un base como Oliver, de 43 años.
-La selección que realiza Obradoiro es minuciosa. Son muy detallistas a la hora de elegir un jugador, analizan lo que da dentro y fuera del campo, y al entrar al vestuario pude comprobarlo. Cada pieza se complementa y la dinámica del equipo se fue conformando de manera natural. Cuento con dos hombres de jerarquía en mi puesto: Braydon Hobbs, que viene de ser campeón con Bayern Munich, y Albert Oliver, el jugador más experimentado de la ACB. Eso me viene como anillo al dedo en un momento donde necesito explotar mi entendimiento del juego, del ritmo, del spacing y del liderazgo. Si puedo combinar vértigo e intensidad física con cerebro y análisis crítico para seleccionar jugadas, mi juego crecerá.
-¿Pudiste hablar con el Cuerpo Técnico acerca de tu rol en el equipo?
-De momento no hay nada definido, pero siento que me van asignando el rol de referente defensivo del equipo para que, a partir de esa energía, logremos correr en transición. Seré ese revulsivo saliendo del banco, con algunos criterios claros: presión extendida a campo entero, transición ofensiva y construcción del juego desde el pick and roll. Esas son las principales situaciones en las cuales siento que puedo aportar y se me permite hacerlo. Estoy alternando en las posiciones de armador y escolta, incluso compartiendo la base. Al ser nuevo, sé que deberé aguardar por esos tiros abiertos a pie firme, espero poder disfrutarlos en algún momento, pero estoy enfocado en ayudar al equipo.
-¿Y cuáles son los objetivos del club para la próxima Liga Endesa?
-Eso está claro: la permanencia en la primera categoría. Es lo que se busca cada año, es el objetivo que cubre las inversiones de la institución y es el deseo de los fanáticos. A partir de ahí, todo dependerá de cómo vaya el torneo. Tengo la ilusión de pelear entre los primeros 12 equipos, aunque la liga entera se reforzó de manera extraordinaria y eso elevó nuevamente la vara, así que va a estar duro.
-¿Qué te ha parecido Santiago de Compostela hasta ahora?
-La ciudad tiene un gran contenido cultural, la mayoría de habitantes son de la tercera edad y tiene un ritmo de vida muy tranquilo. Eso sí, son muy allegados al básquet, voy caminando por la calle y la gente me reconoce, como si se tratase de un futbolista en Argentina. De a poco voy conociendo a mis vecinos, uso la estrategia de preguntarles por las normas de convivencia, y lo aprovecho como excusa para terminar hablando sobre el Casco Histórico de la ciudad o la construcción de la Basílica, soy muy curioso… (Se ríe).
-¿Ya tenés alguna anécdota en tu nuevo hogar?
-Un día salí a sacar la basura, dejé todo abierto con las luces y la música prendida, como si estuviera en Santa Fe. Justo pasó un vecino que no me vio y se preocupó, hasta que aparecí de atrás saludando a los gritos. Habrá pensado: ¡‘Este chico no está bien’! Los primeros días recorrí la ciudad caminando con mi mate y muchos se acercaron a saludarme, son muy educados, amables y me hicieron sentir muy bienvenido. Me han dicho que esperan ver en mí ese carácter que nos caracteriza a los argentinos, y eso me sienta bien, porque demuestran apoyo, cariño y compromiso con el club, lo cual es una motivación extra a la hora de salir a jugar.
-¿Cómo continuarán tus estudios? Además de ser Profesor de Educación Física, estás haciendo la carrera de Licenciatura en Educación Física y Gestión.
-Cuando comenzó la pandemia, me inscribí en la carrera de manera virtual. En esos seis meses de encierro terminé el cursado, saqué todas las materias, y ahora estoy en el proceso de la tesis final. Tengo 24 meses para presentarla, así que tengo toda la temporada para construirla y defenderla cuando vuelva a Argentina, para así obtener el título de Licenciado.
-Aprovecho el tema para llevarte a la Selección. ¿Qué te decían tus compañeros de concentración al verte rodeado de apuntes en las ventanas FIBA?
-Por suerte, el tabú de deportista/estudiante ya casi no existe. Hoy, el alto rendimiento deportivo va acompañado del académico, y me parece sensacional. Yo justo rendía dos materias durante las Ventanas de noviembre, pero en ningún momento eso fue una carga. Al contrario, durante toda mi carrera profesional tuve el estudio a la par. Nunca fue estresante para mí, me ayuda a llevar las horas previas a los partidos, que si no están bien manejadas pueden ser contraproducentes.
-Contame tu opinión sobre la participación del seleccionado en los últimos Juegos Olímpicos. ¿Tenés expectativas de formar parte del nuevo proceso?
-Tal vez la de estos Juegos no fue la mejor versión, sé que los chicos son mucho más de lo que demostraron, y servirá para aprender. Pero cada vez que veo a la Selección me siento identificado. Tuve la oportunidad de entrenar y concentrar con ese grupo fabuloso, sé lo que sienten por la camiseta, y eso también hizo que, ya estando en España, me levante a las 6.00 para verlos. En cuanto a mis expectativas a futuro, la Selección es un objetivo secundario. Hoy pienso en construir mi carrera internacional, y madurar dentro y fuera de la cancha. Si logro crecer y hacer pie en la ACB, sé que pueden considerarme, pero tengo mi energía en terminar de adaptarme a esta nueva cultura y competencia.
-¿Mantuviste contacto en el último tiempo con compañeros o Cuerpo Técnico de la Selección?
-Sí, por caso con Lauti Berra. Todos los días le preguntaba sobre los entrenamientos en Las Vegas, porque quiero robar cualquier detalle que me pueda dar alguna ventaja en la cancha. También con los asistentes y con Oveja, con quien me reuní hace un tiempo antes de su viaje a Las Vegas y pudimos hablar sobre su experiencia en el básquet español. El Cuerpo Técnico siempre me da una mano, incluso cuando me tocó enfrentarlos a nivel clubes.
-Participaste de un Mundial U17, Mundial U19, 3x3, y con el combinado local que disputó las ventanas FIBA. ¿Qué significa para vos defender los colores de la Selección Argentina?
-Me cuesta ponerlo en palabras. Para mí, la Selección Argentina es como ese juguete nuevo del nene, que lo quiere tanto que no lo quiere soltar y cuando se lo sacan llora. En cada concentración, cada ventana, cada torneo o cada vez que simplemente invitan jugadores a entrenar, siempre tengo el deseo y la ilusión de que mi nombre aparezca en la lista. Me genera algo único y es un motivo más para mi trabajo diario, por eso digo que es un objetivo secundario. Uno sueña con eso desde chico, es muy fuerte lo que se siente al vestir esa camiseta.
-Hablando de sensaciones, ¿cuáles te quedaron de la última temporada con Obras? Comenzaron dominando y se fueron desinflando, pero vos tuviste una gran temporada, siendo el Jugador Más Valioso del torneo.
-Lo bueno que tiene el básquet es que, tarde o temprano, pone a cada equipo en su lugar. Nuestra energía, al ser un plantel joven y poder renovarnos rápidamente, al principio nos benefició y hasta nos clasificó al Súper 4. Pero, precisamente, al no tener mucha experiencia, no supimos administrar los momentos complicados. No olvidemos que nuestro promedio de edad era el segundo menor después de Bahía Basket. Además, 10 de nuestros jugadores se contagiaron de COVID-19 antes de comenzar los playoffs, y eso fue la estocada final. Como capitán, tampoco encontré la vuelta para salir de esa inercia negativa. Hicimos una gran temporada, con momentos de muy buen básquet, pero terminamos dando una imagen alejada de lo que éramos.
-Te consideras súper familiero. ¿Cómo creés que puede afectarte esta distancia? Al menos vas a seguir teniendo a tu hermano cerca, ya que jugará para Zamora en la LEB Plata.
-No te voy a mentir, extraño bastante. Soy muy cercano a mi familia, soy mimoso, sensible, detallista, sé todo de su rutina, sé que los pone bien o mal, y hasta cómo cambiarles el humor. Si bien hace más de 8 años que vivo afuera, esta distancia sumada a la diferencia horaria es más dura. Cuando llega el domingo, y me mandan fotos comiendo asado con los abuelos y los primos, mientras yo estoy preparándome para dormir, es fuerte. Pero, por otro lado, eso me recuerda el motivo por el cual estoy acá, renueva mentalmente mi elección y me fortalece.
-También sé que te fascina la música, que tocás la armónica y, según habías contado, vas a ir por el teclado. ¿Te animarás a elegir algún que otro tema en el vestuario?
-(Se ríe)... En el vestuario ya puse algo de cumbia santafesina, de Leo Mattioli, de Los Palmeras, moví un poco la cintura, tiré los pasitos prohibidos y hubo buena aceptación, con sonrisas. En el equipo me dicen ‘perrito’ porque les hice escuchar el tema ‘Perrito Malvado’ de L-Gante y Damas Gratis, y los norteamericanos ya saben decir ‘cumbia’. Con el teclado estoy algo trabado, pensaba llegar y empezar las clases, pero aún me estoy mimetizando con el lugar. La armónica la traje, pero estoy tocando poco porque todavía no le saqué la ficha a los vecinos, no quiero ser invasivo.
-¿Y seguís con tus cables a tierra como la cocina, el yoga, la meditación y la lectura?
-Sí, el yoga y la meditación son hábitos de cuidado de mi cuerpo. La cocina, más allá de apuntar al bienestar físico, la utilizo para desconectar. Leo, sobre todo, libros de psicología, autoayuda, experiencias de vida e introspección humana. También, si bien hablo inglés, volví a estudiar idioma. Y a todo eso, sumé la escritura, es mi nuevo pasatiempo. Estoy llevando una especie de diario íntimo, donde me cuento a mí mismo cosas que siento o me sorprenden día a día. Lo primero que escribí fue: ‘¡Qué lindo ir al súper y que haya pescados de todos los colores!’
-Si te doy la difícil tarea de describirte, ¿qué clase de jugador y persona dirías que incorporó Obradoiro con vos?
-Soy alguien muy bien predispuesto para el aprendizaje y el trabajo en el día a día, con un humor particular, y al mismo tiempo con mucho carácter y luchador. Si tuviera que describirme con una palabra, esa sería ‘perseverancia’, porque no me considero un jugador talentoso, pero sí un laburador nato, siempre buscando el más mínimo detalle y aportando energía. Creo ser positivo para los grupos, distendido y bromista fuera del campo, pero en la cancha me transformo, ahí sale todo lo competitivo que hay en mí.
-Por último, imaginá que volvemos a hablar dentro de un año. ¿Qué creés que me diría Fernando Zurbriggen después de su primera temporada en el extranjero?
-Al final de temporada, creo que sentiré que la decisión de venir acá fue la acertada, que me exigió y me generó tanto aprendizaje que incluso me redescubrí y transformé en una mejor versión, que va mucho más allá de lo deportivo. El convencimiento que hoy tengo de estar en el sitio correcto, seguramente me llevará a cumplir mis objetivos a corto y a largo plazo. Probablemente, así sea el reencuentro con el Fernando de dentro de un año.