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“Si jugamos seriamente al básquet, creo que lo cago a trompadas y le gano”

Viernes, 17 de Agosto de 2018 / Publicado en La entrevista de la semana
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Diego Romero pasó por "La entrevista de la semana" y se abrió a charla distendida. Pasado, presente, la relación con su hermano Sergio y más.

Con casi 36 años, Diego Romero puede decir que vivió un montón de situaciones y aventuras. Hoy demuestra su vigencia en la Liga Nacional defendiendo a Gimnasia de Comodoro Rivadavia, su casa en la competencia. Pero es mucho más que eso. Es alguien que buscó y disfrutó la aventura del básquet universitario de Estados Unidos cuando no era tan común. Alguien que empezó aquella aventura cuando el país estaba en llamas por el atentado del 2001. Alguien que, además, tomó más exposición a partir de su hermano Sergio, uno de los referentes de la última década de la Selección Argentina de fútbol. Diego tiene mucho para decir y contar. Y lo hace en una charla de una hora con "La entrevista de la semana".

-¿Qué hay de cierto en que fueron unas vacaciones cortas y con una clara mentalidad para trabajar y ponerse en forma?
-Hay bastante de cierto (risas). Hace varios años que lo vengo haciendo. Terminé la temporada con bastante dolor en una rodilla, y durante casi todo junio trabajé con un kinesiólogo para enderezar el chasis. Y después hay que fortalecer el chasis. Entonces me junté con el profe Claudio Pessolano y empezamos a armar un plan. Yo me iba a su gimnasio en Pico Truncado, a 130 kilómetros de Comodoro, para hacer los lunes doble turno de fuerza, y los martes un turno de funcional o crossfit. Después volvía a casa y hacía un trabajo de tiro y volvía los jueves para lo mismo, doble turno de fuerza con un turno de funcional y demás.

-Dijiste que venís hace unos años trabajado después de la temporada para llegar en forma al año siguiente. ¿Qué te hizo hacer el click para ponerle más énfasis?
-Me acuerdo que en una pretemporada, hace seis o siete años, llegué casi sin hacer nada y me costó hacerla, me costó acomodarme y meterme en la Liga porque no estaba bien físicamente, tenía que hacer todo de vuelta, desde la parte de fuerza a la aeróbica. Y me costó como 10 ó 12 partidos de la temporada, me hizo sentir mal conmigo, con mis compañeros... Desde esa temporada empecé a tomarme un descanso de entre 7 y 10 días para luego empezar a hacer siempre algo antes del arranque de la pretemporada.

-Estar en actividad y en plenitud a los casi 36 años, ¿era algo que te imaginabas cuando comenzaste tu carrera?
-Cuando sos chico te sentís Highlander, te sentís inmortal o que podés hacer todo, que va a durar para siempre y que podés correr, jugar al básquet, salir y hacer todo junto. Pero no es así. Cuando pasás la barrera de los 28 ó 29 años, tenés que empezar a cuidar el físico y tomarte las cosas muy profesionalmente porque no te va a dar, especialmente en la Liga Nacional que tenemos hoy, donde se juega muy seguido. Si no hacés una buena base física después de la Liga, te termina pasando factura. Es como todo. Cuando sos joven pensás que va a durar para toda la vida, pero cuando pasan los años y aparecen las lesiones y los golpes que te da el camino, esa disciplina en la alimentación y cuidados hace que mejores y te lleve a estirar todo lo más posible. También te pasa que si no lo hacés, los chicos te pasan por arriba. Acá en Comodoro trato de seguirlo a Franco Giorgetti, y esta semana que empezamos me sentí bien porque dentro de todo no me saca mucho (risas).

-¿Cómo se afronta la temporada para un jugador ya veterano como vos? ¿Pesa?
-Es una Liga dura, muy dura. No te da descanso y tenés que estar muy fuerte mentalmente cuando tenés piedras en el camino, que son normales. El año pasado tuvimos una Liga durísima con el tema de las lesiones, y el equipo no se cayó nunca, y es lo más positivo porque no hay tiempo para trabajar. Antes, si cambiabas un extranjero por lo que fuera, sabías que llegaba el lunes y tenías martes, miércoles y jueves para trabajar y ponerlo en sistema. Después jugabas viernes o domingo y más o menos ya estaba adaptado, y para el otro fin de semana ya sabías si iba a poder jugar o no la Liga. Hoy tenés que tener mucha más paciencia con el recambio. Y una vez que empieza la Liga, si no estás con las bases firmes y con el equipo medianamente encaminado, después se hace muy difícil.

-Te toca estar y ser referente de un club modelo como Gimnasia, con una línea y proyecto que se mantiene durante los años. ¿Qué es Gimnasia para el de afuera?
-El lunes empezaron a entrenarse los chicos nuevos, que recién llegaron, y me dijeron que estaban sorprendidos por la organización, por lo completo que tenían todo cuando llegaron, que no les faltaba nada... Todo arranca con una dirigencia que se encarga de que al jugador no le falte nada, que esté cómodo. Y después, que deja que los entrenadores trabajen con libertad y sin mucha presión. Tuvo la suerte de contar con Gonzalo García, quien hizo cuatro años de gran laburo, y cuando se fue, en lugar de hacer borrón y cuenta nueva, tirando todo por la ventana, se apostó por alguien del club que se formó desde abajo como Martín Villagrán, quien siguió la línea y el estilo de Gonzalo, pensando que todo va más allá del resultado del partido, buscando la fortaleza grupal y como equipo, en donde todos estamos cómodos... La gente del club siempre está a disposición del jugador y se mantiene una línea de trabajo. Y acá los jugadores tienen como primera opción quedarse en Comodoro, algo que antes no pasaba.

-Sí, y de hecho, Gimnasia debe ser uno de los equipos que más jugadores repitió de un año a otro en las últimas temporadas.
-Sí, Gimnasia, Bahía Basket... Y no hay muchos más que hayan repetido a tres, cuatro o cinco jugadores de un mismo plantel.

-¿Qué imaginás de la próxima temporada?
-Siempre tenemos la misma filosofía, con objetivos cortos. Queremos empezar de la mejor manera el Súper 20. Este año vamos a comenzar el torneo con las 8 fichas mayores, lo que permitirá que no tengamos tanto desgaste. Queremos hacer un buen papel en la fase de grupos, después apuntar a los cruces de playoffs. Y después queremos repetir lo de la Liga pasada y mejorarlo. Pero estamos a finales de agosto y si te tengo que hablar del final de la Liga, me volvería loco. Vamos a tomar objetivos cortos, yendo de a poco. Lo primero es la fase de grupos del Súper 20.

-Te quiero llevar a un momento particular de tu historia y atrás en el tiempo. Ahora es más normal el hecho de irte a Estados Unidos para buscar el básquet universitario de la NCAA, pero antes no era común. ¿Cómo nace el irte allá?
-Cuando empecé a jugar al básquet, que tenía 14 años, ya miraba básquet universitario y me gustaba, sabía que estaba Pepe Sánchez allá y decía que si algún día tuviera esa chance, me iría. En mi casa me decían que estaba loco, porque no sabía ni una palabra en inglés... Yo seguía diciendo "si un día"... Y un día llegó. Era el Argentino de juveniles de La Pampa del 2000, donde logramos el tercer puesto con Chubut, y en el festejo de ese tercer puesto se me acercó un flaquito con cara de nada, que hoy es un gran amigo mío: Lisandro Miranda, quien en ese momento hacía trabajos de scouting para jugadores universitarios y de junior college. Yo lo miré medio raro al principio, pensando "este flaco me va a llevar a Estados Unidos a mi, que estoy en La Pampa"... No me cerraba mucho, pero le pasé el número de teléfono de casa, le dije que hablara con mis viejos... Y un día llegué de viaje, había hablado con mis viejos y parecía que era verdad. Me mandó un par de papeles del colegio, el Lon Morris College en Jacksonville, Texas. Empecé a tramitar la visa y así y todo seguía sin parecer verdad, incluso para mi. Yo iba haciendo todo, allá por junio del 2001, sin saber si iba a pasar. En agosto me llegó la visa y todo ya era un show en mi casa. La pregunta del millón era "¿qué vas a hacer vos allá si no sabés hablar inglés?". Yo sabía que algo iba a inventar más allá de no tener idea. Tenía cero inglés, y hoy es lo que más le digo a los chicos, que aprendan porque cuando crecés te das cuenta lo importante que es.

-Pero bueno, en ese momento no agarrabas una palabra...
-Claro... Pero bueno, llega la fecha y tenía pasaje para el 9 de septiembre de 2001. Voy a Ezeiza a buscarlo y me dicen que no me lo podían dar, que tenía que retirarlo en el centro de Buenos Aires. En esa época no había celulares ni nada, y tuve que llamar a Lisandro. Entre idas y vueltas, me terminaron cambiando el pasaje al 10 de septiembre, pero tenía que ir a buscarlo al Obelisco. La cuestión es la siguiente. Adiviná qué día llegué a Estados Unidos por primera vez en mi vida...

-¡11 de septiembre de 2001!
-11 de septiembre de 2001, sin hablar una palabra de inglés. Así empezó mi carrera en el básquet universitario de Estados Unidos. Y podría hablar horas de esto, porque también tuve problemas con algunas reglas allá y demás.

-Pero contame qué pasó ese día. ¿A qué hora llegaste?
-Yo toqué tierra tipo 7 ó 7.30 de la mañana, y ponele que lo de las Torres Gemelas fue cerca de las 8. Yo llegué y estaba re perdido. Había llegado a Atlanta y tenía que ir a Texas, me hablaban de tomar un tren para salir del aeropuerto y no entendía nada, les decía con señas que no... Era un quilombo, y no sabés lo que me costó encontrar una manera de tomar la conexión. En ese lapso que estuve perdido en el aeropuerto pasó todo lo que pasó en Nueva York. Todo el mundo lloraba, la gente corría. Yo miraba los televisores y veía que un avión le había pegado a un edificio pero no le daba ni bola, porque tenía que resolver lo que me pasaba abajo. O sea, para mí yo estaba con un problema mucho más importante de lo que pasaba en la tele. O sea, no encontraba forma de llegar a la puerta del otro embarque. La terminé encontrando, saqué un papel con lo que tenía que decir en inglés, pidiéndole por favor que me dieran mi pasaje a Texas. Y no me acuerdo qué le dije, me lo había escrito mi cuñada, pero después de decirle "hello" y algo más, la mujer se me largó a llorar desconsoladamente. Yo pensé "mi cuñada me cagó, me hizo mandarla a la mierda en inglés, ahora voy preso". Esa mujer se fue corriendo para el fondo, vino un tipo, me empezó a hablar rápido en inglés, yo no entendía nada. Pero dijo "cancel, cancel" y yo pensaba "pero qué cancel, dame un pasaje a Texas que estoy en Atlanta, mandame ya porque no sé qué hacer".

-¿Y cómo siguió ese día? Porque el país estaba en una crisis total, pero vos tenías tu propia crisis.
-Al principio me frustré, porque el chico me dio un pasaje para el día siguiente. Y me frustré porque no tenía mi bolso ni nada. Pero bueno, empecé a caminar de a poco, tenía un diccionario de inglés-español, encontré un tren al centro y me fui al carajo, con mi mochila y nada más. Fui para el centro y con la suerte de caer en la cancha de los Bravos de Atlanta, de béisbol. Dije "esta es la mía, voy a conocer la cancha, después veo cómo llego a la de los Hawks y chau, turismo total". Y bueno, foto va, foto viene, encontré los símbolos de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, museos, me clavé una hamburguesa NBA en el primer lugar que encontré... Yo estaba chocho, me había ido de mi casa por primera vez... Y bueno, después empecé a volver tipo 4 de la tarde. Metí subte y me compliqué de nuevo, porque no sabía para qué lado agarrar. Hasta que escuché a dos señoras a las puteadas en español con la máquina de ticket. Les pregunto para qué lado quedaba el aeropuerto y me dicen con tonada centroamericana "pero niño, tu no te vas a ir a ningún lado, está todo cancelado". Y ahí me contaron todo lo que había pasado y me entró el pánico, porque me di cuenta que no había avisado nada en mi casa, no sabían que estaba vivo. Llegué al aeropuerto, empiezo a preguntar y no había caso, nadie hablaba español. Me acerqué a un teléfono, encontré un 0-800 en español y decía "cobro revertido internacional". Llamé a Lisandro medio enojado porque estaba tirado y me dice "Negro, gracias a Dios, no sabíamos nada. No sabía como hacerles entender en tu casa que no había manera que tu avión llegara a Nueva York". Yo recién me enteraba, estaba contento de pasear por el centro de Atlanta, emocionado como todo pibe de 18 ó 19 años en Estados Unidos, era todo gigante como se veía en la tele. Ahí llamé a mi casa y antes de decirme "hola" me putearon en todos los idiomas. Pero bueno, la cuestión es que estuve como tres o cuatro días en hotel en Atlanta para terminar embarcando hacia Texas. Fue un caos total todo.

-Más allá de esto tremendo que te tocó vivir y que después te asentaste y tuviste un muy buen paso por allá, ¿qué buscabas cuando te fuiste?
-Yo soy un convencido de chico que lo más importante es estudiar, es lo primero. Es algo que lo tengo entendido desde chico, el hecho de estudiar y formarse primero. Y yo cuando me probaba a esa edad con los jugadores más grandes, me veía muy lejos. Era una época complicada para la competencia para los chicos de entre 18 y 21 años, y era quedarse a entrenar con los de Liga y ver si podía llegar. Entonces, el foco principal era estudiar, porque sabía que había llegado a mi techo en Argentina, que no iba a poder progresar. Entonces charlé con todo el mundo y creía que lo mejor, en general, era irme allá. De última, si me iba mal o no me gustaba, sabía que las puertas de Gimnasia siempre iban a estar abiertas. Es más, yo tenía pasaje de ida y vuelta por si era malo. Siempre se lo recriminé a mi entrenador del junior college, le decía "vos me mandaste pasajes por una semana". Pero era eso desde lo deportivo, iba a ser difícil dar otro salto de calidad acá. Pero sí podía lograrlo en una estructura donde te exigen desde lo deportivo y educativo, así iba a progresar. Yo me fui con casi 19 años sin casi saber tirar al aro, y volví formado, con 115 kilos tras irme con 95, y con la cabeza abierta de saber que hay mucho más allá del básquet.

-¿La NCAA es un camino que recomendarías para un chico argentino que está comenzando y tiene esa posibilidad?
-Totalmente. Siempre trato de hablar con los chicos, e inclusive les digo que vayan si está la posibilidad de ir a la División II, porque no es mala y el título es igual de importante. En 4 ó 5 años te armás con un idioma, te volvés con un título y, en cuanto al básquet, ellos te van a ayudar a pasar esa traba que puedas tener acá. Después se verá para qué te da, pero siempre recomiendo ir allá.

-Te cambio de tema. ¿Diego Romero es "el hermano de", o Sergio Romero es "el hermano de"?
-Nooo, ese rope es hermano mío. Claro que es así (risas).

-Me imaginaba. Pero hablando en serio, ¿qué significa ser el hermano de un jugador reconocido y con exposición como la que le toca?
-Nosotros somos cuatro hermanos varones y él es el más chico. Y nosotros vivimos todo el proceso como algo normal. Para nosotros es una normalidad lo que le pasó, y no sé por qué, pero nosotros sabíamos que iba a llegar desde que empezó. Y encima era el hermano más chico, el más mimado, el que nadie le podía decir ni hacer nada. Pero vos sabías que iba a llegar, y vemos como normal lo que le está pasando. Pero no es normal. Me pasa cuando hablo con los compañeros de equipo. Me dicen "tu hermano es el arquero de la Selección de fútbol". Y nosotros lo sabíamos desde chico, porque es tan cabeza dura de lo que quiere hacer y lo tomo como normal. Quizás el Mundial 2014 me chocó más porque fue figura, y la gente te lo hace saber.

-Claro, tu hermano se convirtió en héroe.
-(Risas). Es verdad. Pero bueno, pasé de ser un pibe al que nadie lo jodía ni le hablaban, a uno al que todo el mundo le quiere hablar. Entonces a veces le digo "che, por culpa tuya todos me rompen las bolas". Yo normalmente no hablo de fútbol, porque es algo con una exposición tan grande que no se necesita que yo hable. Vos no vas a ver que mi papá, mi mamá o mis hermanos hablen de fútbol porque para nosotros es Sergio y nada más. No nos interesa salir en los programas o lugares comunes.

-Sos licenciado en comunicación, y la comunicación fue justamente un área que siempre tuvo impacto en toda esta época de la camada de la Selección de Sergio, y un impacto cuestionable incluso ¿Cómo lo viste, como licenciado en el tema y como hermano? ¿Cómo se maneja ese tema?
-Quizás con Sergio no se la agarraron tanto, pero al final entran todos. No sé, nosotros lo tomamos como algo normal, y es parte del mundo del fútbol, que es una locura. Todos viven atrás de la primicia, atrás de decir la primera boludez posible. Y si es fea o más agresiva, mejor. Sergio y la mayoría de los jugadores hacen muchas cosas buenas que no son destacadas. Nunca se escuchó que mi hermano, cada vez que viene de Europa, trae alrededor de 200 pares de botines para Racing. Cada vez que ellos hacen algo bueno, no se nota. Pero si cerraron fuerte la puerta del auto y agarraron el dedo de un periodista, un poco más le pegan un tiro. Y es un poco el reflejo de la locura de nuestra sociedad en el día de hoy. Hoy nuestra sociedad es una locura, donde algunas cosas son matar o morir. Es blanco o negro, es lo que yo digo y nadie escucha al otro. Y si no opinás igual que uno, está mal.

-Y ni hablar para ese grupo de 23 jugadores que, cada cuatro años, pasan a ser casi los tipos más importantes del país.
-Claro. Pero bueno, a veces escuchás a gente decir que Messi juega mal al fútbol. Y ahí decís "con este no puedo ni hablar si opina así". Pero bueno, alguno llega a tener esa opinión. Y pasa en la sociedad. Hoy todo está muy loco. Mirá la locura que le pasó a San Lorenzo el otro día por un partido de fútbol, donde al arquero le tiraron un millón de monedas y nadie hizo nada. Y acá también está visto como bien eso. Si acá un jugador recibe un piedrazo en la cabeza, él es el que está mal, está mal que se vaya. Y es una locura en la que a veces los periodistas entran. A veces ves programas deportivos donde se la pasan gritando y peleando por todo menos por el análisis del deporte en sí. Y en este último Mundial, la mayoría cuestionó más al periodismo que al equipo. Y es así, porque la verdad es que por momentos se fueron a la mierda. Pero bueno, es un total reflejo de la sociedad que tenemos hoy.

-¿En algún momento lo viste sufrir a Sergio?
-No. Mirá que estuve en la última Copa América en Estados Unidos, estuve en la habitación con él después de perder aquella final y tenía la bronca esa de decir "mirá, Negro, estuvimos tan cerca, la perdimos". Pero nada más, era como un deportista común.

-De afuera parece que los de la camada de tu hermano lo sufren por ellos pero también tienen que cargar con el sufrimiento de la sociedad. ¿Es así?
-Algunos sí, no todos. En el caso de Sergio es más normal, son comentarios comunes que uno puede hacer. Lo que pasa es que él disfruta ir a la Selección, no lo sufre. Y a eso quiero llegar. Yo a veces le digo "vos estás re loco". Y no debería ser así. Para el deportista, sobre todo para el argentino, jugar en la Selección es lo más grande que hay. Por eso es que todo esto lo tomo con normalidad, porque él siempre supo que iba a llegar. ¿Cómo? Nadie lo sabía, porque era petiso, gordo... Pero él iba a llegar. Llegó y de ahí no se mueve, está convencido.

-¿En algún momento le diste algún consejo especial?
-No, simplemente típicas cosas de cuando éramos chicos. En ese momento no teníamos un mango ninguno de los dos, y cuando venía de vacaciones desde Estados Unidos, me quedaba a dormir en la pensión de Racing con él. Pero siempre trataba de decirle lo mismo, que fue lo que mis hermanos mayores me dijeron cuando me fui a Estados Unidos. Sergio siempre fue un pibe muy centrado. Lo que sí, siempre le digo que agarre la pelota (risas).

-Me agarro de eso que decís que no tenían un mango y pienso en un cuestionamiento muy común a este equipo, eso de "estos pibes están llenos de guita, vienen acá y les da lo mismo". ¿Qué sentís cuando escuchás esas cosas, sabiendo lo que viviste?
-Pasa que ese comentario ya nace mal expresado. Si vos estás lleno de guita y todo te chupa un huevo, ¿para qué venís? Se responden solos en el comentario. A esas cosas no les doy bola. Sí lo hago con las críticas constructivas, en mi trabajo y en el de mi hermano. Eso me gusta verlo, me gusta ver jugada tras jugada, me gusta que me digan lo que me salió mal a mi. Pero eso de "están llenos de plata y vienen acá y les chupa un huevo"... Si pasara eso, no vendrían, no se bancarían concentrar y no tener vacaciones. Estos pibes no tienen vacaciones desde 2006, vacaciones de decir terminar y recién volver de nuevo al club. Pero bueno, eso no vende, ese sacrificio no vende. Sergio está acostumbrado y lo toma con tranquilidad. Por eso sigue disfrutando y viene. Ahora sé que está casi listo para ver si lo citan para septiembre, porque está desesperado ya (risas).

-¿Alguna vez lo puteaste desde el lado de "hincha"?
-(Piensa) No, no. Cuando estoy mirando algún partido que no es importante estoy esperando que se equivoque para después bardearlo, porque incluso él está esperando lo mismo cuando mira mis partidos, lo conozco y sé que es así.

-¿Es de seguirte?
-La temporada pasado me siguió casi todos los partidos.

-¿Diego es mejor arquero que lo que Sergio es mejor basquetbolista?
-Es dura esa (risas). Tendríamos que competir la verdad. Cuando va a Estados Unidos me manda videos porque se entrenan en canchas conocidas y buenísimas. Y me manda algún video que la vuelca. Y claro, yo le digo "no soy boludo, seguro probaste diez veces y me mandaste sólo el que llegaste". Pero bueno, si jugamos seriamente al básquet, creo que lo cago a trompadas y le gano. Esos 30 kilos de diferencia pesan, él es un alambre. Pero jugamos y nos cagamos a trompadas. La otra vez intentamos y lo suspendimos al toque porque nos íbamos a lastimar (risas).

-¿Si le patearas cinco penales, le metés alguno?
-Con trampa quizás sí.

Foto: Marcelo Figueras para LNB.

Leandro Fernández
@FernandezLea
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