Lucio Redivo en "La entrevista de la semana". El regreso a la Selección, el Mundial, su presente en España, su amor por Pacífico y más.
-Vienen de sumar su segunda victoria consecutiva en la Liga ACB con el Breogán, y todo empezó con aquella victoria ante Real Madrid, que sin dudas fue uno de los grandes impactos de la temporada. ¿Qué significó ese resultado?
-La verdad es que muchísimo. Hicimos un gran juego contra un equipo que todos sabemos lo que es y representa. Haber ganado fue una alegría enorme, nos puso muy contentos porque necesitábamos esa victoria. Iba a ser muy difícil, porque para ganarles tenés que hacer un partido perfecto, es un equipo que te exige al máximo y hasta a veces se lleva el partido jugando mal. Pero hicimos las cosas muy bien, y nos ayudó como grupo porque nos levantó. No sólo a nosotros, sino también a la afición y a la ciudad.
-¿Cómo se vive allá esa clara brecha que hay entre los más poderosos de la ACB y el resto? Hay un tramo muy grande.
-Uno sabe que contra esos equipos puede perder incluso haciendo un partido casi perfecto. Pero, al mismo tiempo, es una liga en donde cualquiera le puede ganar a cualquiera. Contra los equipos de Euroliga es muy difícil, porque están en otro nivel. Pero igual competimos. Nosotros sabemos que cada fin de semana tenemos una final contra el que sea, y si bien hay una diferencia con el resto, a la hora de jugar se deja de lado y se afronta todo de igual a igual. Así lo hicimos contra el Madrid.
-En líneas generales, ¿cómo venís viendo esta primera parte de la temporada?
-Sinceramente nos veo bien. Salvo los primeros, Barcelona, Madrid y Baskonia, después están todos muy parejos. Si ganás dos partidos seguidos, quizás saltás a mitad de tabla. Hay oportunidades. En nuestro caso, pudimos ganarle el clásico a Obradoiro y también al Madrid. Y también hicimos buenos juegos que se nos escaparon después de estar con buenas ventajas, y eso nos da bronca. Estamos haciendo un buen torneo, sabiendo que podríamos tener un par de partidos ganados más.
-¿Es muy difícil la dinámica de convivir con el hecho de estar en la parte baja de la tabla? El argentino quizás viene con el chip de ser traumático el jugar por el descenso, y el año pasado te tocó vivirlo con Bilbao.
-Nosotros sabemos que cualquiera le puede ganar a cualquiera. Me acuerdo que en la temporada pasada, le ganamos un partido a Gran Canaria y después nos tocaba Joventut. Si ganábamos, casi que los condenábamos y nosotros nos salvábamos. Y Joventut nos ganó, después le ganó a Barcelona y a algunos más, y se dio vuelta todo. Como te decía, ganando un par de partidos seguidos pegás un salto. Nos toca estar abajo por ahora, pero entendemos la situación y no nos rendimos.
-¿Qué te genera el hecho de mantenerte en la Liga ACB y estar viviendo tu segundo año allá?
-Estoy muy contento. Tengo alegría y ambición por mantenerme. Quiero seguir jugando esta liga porque es la que quiero. Tengo que seguir mejorando como jugador, aprender y ayudar en lo que más pueda a mi equipo.
-¿Dudaste en algún momento en cuanto a la chance de encontrar un lugar en el mercado?
-No, nunca dudé. Obviamente le agradezco a Breogán por darme la oportunidad, y también a Bilbao por más que no se nos dieron las cosas como queríamos la temporada pasada. Pero yo estoy muy contento con los dos. Estoy contento por la chance, y de no haberla tenido, seguro iba a aprender de nuevo del siguiente paso. Pero la idea fue siempre seguir en esta liga, y por suerte se dio.
-Se te mencionó para volver a la Liga Nacional cuando aún no tenías la oferta de España. ¿Lo ibas a considerar como un paso atrás el volver a Argentina?
-(Piensa). Nunca me pasó el considerar un año como un paso atrás. En cada temporada tengo nuevas expectativas y deseos, y vaya a donde vaya trato de seguir mejorando, sea la liga que sea. No sé qué hubiera pasado si no venía a Breogán. Si me tocaba en Argentina, era la liga que me ayudó a dar el salto, así que no lo hubiera considerado un paso atrás, ni esa ni otra liga. Al equipo que me toque ir lo voy a tomar con la idea de mejorar, aprender y apoyar. De todas maneras, la idea es estar siempre en ACB, porque me ayudó y me sigue ayudando a mejorar y aprender.
-Pensando en el momento en que llegaste y este presente, ¿cómo sentís que evolucionó tu juego?
-Si bien la Liga Nacional me ayudó a leer y mejorar mi físico, acá perfeccioné todo mucho más. Ahora freno un poco más el juego, aprendo a leer y ver lo que está pasando en el juego. Acá se aprende jugando contra jugadores de mucha experiencia y jerarquía, y trato de mirar y aprender de ellos, como así también de mis compañeros y cuerpo técnico. Yo siempre trato de entrenarme duro y aprender algo nuevo en todo momento. Todos los días se puede aprender. De la misma manera, lo que ya me sale lo tengo que perfeccionar.
-¿Dónde sentís que te falta evolucionar?
-De todo un poco, tanto en ataque como en defensa. Lo que aprendí también es a mantener mi nivel de concentración. Antes quizás me iba o relajaba en algún momento, y acá eso no se permite. Pero bueno, tengo que mejorar muchísimas cosas aún, y son parte del día a día. Por suerte me están ayudando mucho para conseguirlo. Quizás lo que más me cuesta es que venía de un juego más rápido, de un par de pases y tirar. Y acá es más estructurado y estacionado, usando los 24 segundos. Es el cambio más grande que noté. Si bien ya pasó un año y medio, todavía me cuesta y me estoy adaptando.
-Después de casi una temporada y media allá, ¿sentís que pertenecés a la ACB?
-(Risas). No lo sé, yo sólo me preocupo por seguir mejorando. Por suerte tengo minutos y trato de aprovecharlos. El tiempo dirá si pertenezco o no. Nunca me lo puse a pensar. Este año estoy jugando mucho más y me siento más incorporado. Pero te repito, siempre estoy pensando en mejorar para ayudar a ganar a mi equipo.
-¿Cómo te trata el hecho de estar alejado de casa y de los tuyos después de un año y medio?
-Ahora ya lo llevo muy bien. Por suerte la gente del club, mis compañeros y en la ciudad me tratan de la mejor manera y siempre están ahí, lo que hace todo mucho más fácil. Ya hasta me siento cómodo, y estoy muy contento. Tengo mis tiempos, mis horarios, y me gusta. Y es un aprendizaje también, es parte de la vida. Trato de disfrutarlo, y aprovechar un poco los tiempos libres, conociendo un poco la ciudad.
-Por ejemplo, ¿estamos hablando de un Lucio Redivo que se presta para la cocina o que depende muchísimo del delivery?
-(Risas). No, estoy muy bien en ese tema. Quizás al principio me costó, pero mirando videos o preguntándole a mi mamá logré llevarla muy bien. Ahora estoy acostumbrado, sigo la dieta que hacemos todos en la Selección... Voy todo a mi ritmo, con mis tiempos, cocinándome. Me hace bien.
-Alguien me dijo que te pusiste loco con el reciente título de Pacífico en Bahía Blanca. ¿Qué hay de cierto en eso?
-Todo (risas). Es más, vi todos los partidos. En realidad, hubo un partido que lo dejé y me fui a dormir temprano porque al otro día jugaba, pero un amigo lo grabó y lo pude ver al día siguiente. Pero con el resto de los partidos me quedé. Dormía mucho la siesta, cocinaba, dormía un rato, me despertaba tipo 1 o 2 de la mañana, veía el partido y después seguía durmiendo. No rompo mis descansos, trato de hacer todo a la perfección y una parte de ese cuidado es el descanso. Pero como era la final, había que verlos.
-Quizás alguien que lo mira desde afuera puede decir "este pibe está loco", porque ve que hay un pibe alguien que hace esto y mantiene una pasión y amor por un club que está a miles de kilómetros de distancia. Pero no es una locura, ¿no?
-Cuando te pasa que desde los 4 años hasta los 17 pasás todos los días ahí, y estás más tiempo en el club que en tu casa, se genera esto. Hay que vivirlo para entenderlo. La realidad es que creás un vínculo único por el club, ahí tenés todo. Tengo más días adentro del club que en mi casa, es la verdad. Yo salía de clases y me iba al club, nos quedábamos hasta tarde y al otro día hacíamos lo mismo, y no paraba. Hay miles de cosas que lo explican. Si mis padres no me encontraban en mi casa, ni necesitaban llamarme para saber que yo iba a estar en el club. Estaba en la cantina o tirando en la cancha, incluso molestando porque se me iba la pelota a la cancha cuando tiraba a un costado. Por ejemplo, yo no me perdía ni un partido de ninguna categoría. Si jugaba escuelita, iba a verlos. Si jugábamos en otro estadio, encontraba a alguien para que me lleve a ver a Pacífico. Es algo que quizás se perdió un poco con la tecnología, pero yo, en vez de estar en mi casa jugando a la Play o a la computadora, estaba en la mesa de control del club mirando un entrenamiento, y hasta me metía a entrenar sin importar si era más chico o más grande. Entonces no, para mí no es una locura lo que hago. Cuando estás adentro del club desde los 4 años, lo ves distinto.
-Estuvo lejos de perderse ese amor...
-Sin dudas. Cuando llegué a la Liga Nacional, seguía viviendo en mi casa e iba todos los días al club, que lo tengo a tres cuadras. Aunque sea un rato iba, literalmente todos los días. Iba a ver siempre a la Primera del club o a lo que sea. Y ahora cuando me toca volver de la ACB, lo primero que hago es ir al club, incluso antes de ir a mi casa, y llego a ir con los bolsos en la mano. Es como mi casa, y tengo que pasar por ahí. En el último receso iba todas las mañanas a tirar, y si a la tarde podía ir a entrenar también lo hacía, por más que fueran mis vacaciones. Siempre lo voy a vivir así, y no cambiaría por nada esa situación. Entonces, te repito, no me parece raro ver los partidos de Pacífico a esa hora, mucho menos en una instancia importante.
-Gran parte de los que sos, como persona y jugador, es por Pacífico, ¿no?
-Obviamente. Estoy muy agradecido al club, porque siempre había alguien para abrirme las puertas. Recuerdo pasar veranos enteros en el club, donde no había nadie y yo prefería pasar el tiempo ahí tirando al aro antes que ir a la pileta o a la playa, que tenemos Monte Hermoso muy cerca. Me acuerdo que durante dos o tres veranos seguidos iba todos los días desde las 9 de la mañana hasta la 1 y media de la tarde. Y desde las 4 de la tarde hasta las 9.30 de la noche. Era increíble. Yo salía al mediodía, iba a comer o estaba un rato con mis amigos, pero a las 4 menos 2 minutos sabía que tenía que estar en la puerta del club porque abría. Hasta me acostaba a dormir ahí cuando estaba cansado, incluso pasé veranos solos pese a un calor tremendo. Me acuerdo que el secretario histórico del club, más allá de que lo quiero mucho, me odiaba porque estaba todos los días ahí. Y después de un par de años me dejaba las luces para que yo cerrara. Pero lo tenía tan podrido que en un momento me mandó a hacer una copia de las llaves porque no me quería ver más. ¡Los primeros días iba hasta los domingos! Lo peor que hicieron fue darme una llave (risas). Pasé muchísimas horas y recuerdos en el club. Es mi casa, así me siento ahí adentro.
-Te meto un poco en el mundo Selección. ¿Cómo fue el regreso después de una ventana ausente?
-Y, ¿a quién no le gusta estar en la Selección? Siempre digo que vestir la camiseta de mi país es lo más grande que me puede pasar como jugador, no hay nada más lindo que eso. Estoy muy contento de haber regresado. La ventana pasada la había vivido con muchos nervios, pero me puse súper feliz y lo disfruté mucho por los partidos que hicieron los chicos, fue impresionante. Festejé cada doble, triple, buenas defensas. Así que volver a estar fue increíble, ganando los dos juegos, incluido a Estados Unidos, conseguir la clasificación para el Mundial. Tenía mucha emoción. Fue increíble lo que se vivió en esta ventana, lo disfruté muchísimo. Y encima de clasificarnos al Mundial, tuve la oportunidad de jugar al lado de un ídolo como Paolo Quinteros.
-Vos lo tenés de ídolo, Nico Brussino también... Por un momento dejamos de lado al capitán y nos enfocamos en el otro experimentado del equipo...
-(Risas). Son dos grandes jugadores. Ya sabemos lo que representa Luis, lo que hizo por la Selección y por el básquet argentino. Es un placer y un orgullo jugar con Luis, es inexplicable la alegría que tengo por verlo, recibir sus consejos, tenerlo siempre ahí. Es una alegría inmensa, y ver cómo trabaja, que te contagie haciendo todo lo que hace... Eso te da más ganas de seguir jugando a esto, y lo querés aprovechar porque no se vive todos los días. Cada vez que me toca lo disfruto, como todos mis compañeros. Pero bueno, esta fue redonda por jugar al lado de Paolo, que siempre fue un espejo. Y bueno, nos clasificamos al Mundial. Y ahora hay que seguir.
-¿Te pusiste a pensar en la gran dinámica grupal que se formó? Vos contabas cómo viviste desde afuera cuando te lesionaste, los chicos de la Euroliga lo viven así también cuando no están, después pasa que llegan algunos que no estaban en el proceso y son recibidos de la mejor manera y se integran sin problemas... Parece casi tan o más importante que los resultados eso, ¿no?
-Sí, creo que sí. Es un grupo genial. La ideología y el ambiente del grupo hace que el que entra o sale lo haga a mil por hora, disfrutándolo. El grupo tiene una idea y eso se contagia, y el que entra se suma a eso. Esto es parte de lo mucho que se disfruta. Todos queremos representar a nuestro país de la mejor manera posible, y tiramos todos para el mismo lado. Y los más chicos aprendemos del cuerpo técnico, de Luis y de los que están ya hace unos años y mantienen la idea, como Facu (Campazzo), Lapro, Marcos (Delía), Pato Garino... Seguimos a ellos y el resto se acopla de la mejor manera.
-Si bien falta, ¿te pusiste a pensar que estás cerca de ser parte de un Mundial?
-No. Cuando llegue el momento veré si me toca estar o no, pero ya me pone muy contento el hecho de ser parte de esto. Obviamente que a quién no le gustaría, jugar un Mundial con tu país es el sueño de cualquiera. Pero falta mucho todavía, queda una ventana y cada uno tiene que terminar su liga. Ahora disfruto el día a día, en donde me toque estar. Vengo disfrutando muchísimo de la Selección, cada momento se disfruta. Pero voy viviendo el día a día, incluso en la ACB.
Leandro Fernández
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