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Martín Leiva pasó por La entrevista de la semana y se prendió a una charla a fondo y tocando varios temas. El pivote de 36 años habla de su presente en Obras, sus ganas de dejar una huella en los jóvenes, la dificultad para superar una larga inactividad por lesión, sus formas para construir una carrera ganadora, el exitismo y su paso por la Selección: Es algo que no se puede igualar con nada.
-¿En qué momento estás desde lo personal, más asentado después del parate largo por la lesión en el hombro?
-La verdad es que me costó mucho la vuelta por ese año de parate. Pensé que iba a ser una lesión que la iba a poder llevar con todo lo que trabajé desde lo físico, me maté en la rehabilitación. Pero es una lesión que influye mucho en la cabeza. Pensé que la iba a poder superar mucho más fácil, pero me costó. Ahora es tiempo pasado y ya estoy de la mejor forma física y basquetbolísticamente. Hay que trabajar día a día para seguir consolidándonos como equipo.
-¿Y en qué camino anda esa consolidación? Parece que están todavía en esas irregularidades propias de un equipo nuevo y con varios jóvenes.
-Es un equipo nuevo, con un técnico (NdeR: Nicolás Casalánguida) al que muchos no conocían. Y cuesta tiempo encontrar sociedades en la cancha. Tenemos momentos donde jugamos buen básquet, momentos en los que no. Nos falta esa regularidad y es propio de tener un equipo joven y nuevo… Me encantaría que sea todo más rápido, pero lleva tiempo. De a poco nos vamos entendiendo y encontrando el equipo que queremos ser.
-En tu carrera últimamente te habías movido en lugares ambiciosos y poderosos desde los nombres, y si bien Obras te tiene a vos y a Walter Herrmann, también apunta mucho al desarrollo de los jóvenes. ¿Qué te llevó a elegir un proyecto así?
-Las ganas de meterme en un proyecto nuevo y construir un equipo joven, ayudarlos en ese camino. Hay buenos proyectos como Barral, Zanzottera, Zurbriggen, ahora Mariani… Tienen proyección y está bueno ayudarlos o forjarlos para que tengan mentalidad ganadora, buscar la excelencia, tratar de encontrar algo todos los días, dar pasos pequeños hacia el objetivo. Todo ayudó para que eligiera el proyecto. Estoy contento. Hay que construir un equipo ambicioso y no se hace de la noche a la mañana. Se necesita tiempo y trabajo, y creo que a la larga lo podemos lograr. Eso me deja tranquilo.
-Desde el juego y el físico me dijiste que estás bien. ¿Cómo te encontrás desde lo mental?
-Con muchísimas ganas. Sigo de la misma forma desde el primer día en que empecé a jugar, sin ser conformista. ¿Es bueno? No sé, a veces me paso de rosca lamentablemente. Pero sigo teniendo esas ganas y ambición de ir por más. Y trato de generarle eso a los chicos desde el primer día de entrenamientos, el hecho de siempre ir por más. Hoy estamos quintos y creo que podemos ir por la cuarta posición o más. Podemos ser ese equipo competitivo, con gente joven y madura que encuentre buena química. Ya pasó todo lo de la lesión, que fue muy duro porque nunca estuve tanto tiempo parado. Estoy en otra etapa y la cabeza la tengo como en los primeros días que empecé a jugar.
-Te digo una percepción personal y vos me decís si tengo razón o no. Siento que estás un tanto saturado de cierta manera por todo lo que pasó en estos años fuera de la cancha, en el sentido de cambios y formas que rodearon a la competencia. Como que todo te generó cierto desgaste.
-No sé. Creo que me generó más desgaste el estar tanto tiempo afuera. No creo que pase por ahí. Sé que a veces mi personalidad, que trata de buscar lo mejor e ir por más, hace que uno a veces se canse. Pero es cosa de una noche y al otro día seguís. Pero estoy bien, tranquilo, pensando solo en básquet. Quiero que Obras sea ese equipo aguerrido y luchador para sacar el estigma de que en Obras hay mucha tranquilidad. Estoy con esas cosas en la cabeza, no sé si me explico.
-Sí, se entiende. Es como que estás con ganas de dejar atrás todo lo que pasó, sobre todo en el último receso donde estuviste en el ojo de la tormenta por ese episodio entre los jugadores y la competencia y hasta se te cuestionó mucho.
-De alguna forma sí. Pero creo que fue un poco de todo, se sumó la lesión… Estoy volviendo a surgir de cierta forma, volviendo a ser yo mismo, a hacer lo que me trajo hasta acá. Yo lo sentí, pero bueno. Las cosas se dieron de otra forma. A las únicas personas que les debo cosas es a mi familia, yo juego por mi familia. Con el tiempo van a entender quién fue Leiva y qué hizo. Pero bueno, ahora me debo a Obras y pienso en Obras.
-¿Qué imagen pensás que tiene el ambiente del básquet sobre vos?
-No lo sé. Pero igualmente, siempre va a haber críticas porque en este país hay críticas para todo el mundo. Hubo críticas a Del Potro por pecho frío, a Messi… No me estoy comparado, simplemente digo que a dos grandes los mataron. Siempre va a haber críticas, la gente siempre va a tener que matar a alguien. En el deporte siempre preferí hacer cosas y equivocarme antes que no hacer nada.
-A los 36 años, ¿dónde está la palabra retiro en tu cabeza?
-Estoy muy bien físicamente, me cuido, trabajo mucho, hago dieta. Me entreno día a día para que el retiro esté más lejos, porque también estoy bien de la cabeza, muy fuerte. Quiero seguir aportando cosas, siempre quiero más. Es mi forma de ser y no me conformo. A la vez estoy disfrutando más que antes. Se verá con el tiempo. Yo tengo en la cabeza hasta dónde quiero llegar. Si se da o no, se verá más adelante.
-¿Y hasta dónde querés llegar?
-Me propuse llegar bien físicamente hasta los 40 años. Bien físicamente significa que no me cueste, que no sea una carga que no me haga disfrutar. Como te digo hasta los 40, quizás termino jugando hasta los 47 (risas). Nunca se sabe.
-En el año en que estuviste parado, ¿cuál es la parte más difícil del proceso?
-El día a día, el no poder compartir con un equipo. Las lesiones son horribles porque tenés que entrenarte solo, correr solo, sin pelota. Y no hay nada más lindo en el básquet o en todo deporte que la competencia. No tenerla te liquida la cabeza. Tenés que levantarte todos los días sabiendo hacia dónde vas, qué es lo que te mueve. Yo lo digo todo el tiempo, el motor es mi familia y por eso traté de ponerme lo mejor posible para volver a la competencia. Estuve muy insoportable en el tiempo parado, pobre mi mujer que me tuvo que bancar. Por suerte ya pasó todo.
-Si terminara hoy, ¿le faltaría algo a tu carrera?
-No, estoy contento con todo lo que hice. Si me preguntás qué quiero hoy, quiero seguir ganando cosas, me encantaría volver a ganar algo, ahora en Obras. Lo que sea.
-Ganar es una adicción, ¿no?
-Sí, no entiendo de otra forma el básquet. Pero bueno, hoy estoy en un parate de ganar. No es fácil ganar.
-¿Esa adicción a ganar a veces se torna en algo malo o negativo, en el sentido de que quizás te auto presionás y te generás un efecto inverso al que querés?
-Sí, vos te vas poniendo presiones. Y el que tenés al lado quizás no te entiende. Puede decir a este qué le pasa, si está entrenando bien, qué dice. Uno que sabe las cosas trata de ir más allá, y sabe que quizás de esa forma no vamos a ganar. Quizás te miran como un loco. Y el no conformismo también está mal a veces. A veces se puede y en otras no. Es deporte, se gana y se pierde. Pero yo entiendo dónde quiero ir para ser un equipo competitivo y que pueda luchar las primeras posiciones. Después, ganar o perder puede pasar o no. Pero la mentalidad ganadora se construye, no es que te despertás en los playoffs y decís uy, estamos por ganar. Eso se construye desde el primer día de pretemporada. Eso también trato de dejarle a los chicos, me gustaría que entiendan cuál es la diferencia. Que no hay que jugar al básquet por jugar y pasar sin pena ni gloria, sino que hay que ser lo mejor que uno pueda ser, buscar la excelencia.
-Sos un tipo que ganó muchísimas cosas, ¿hay algo más especial que el resto?
-No sé, tendría que remontarme a los momentos. Por ejemplo, en Peñarol tuvimos la suerte de ganar muchas cosas y en un momento, lo normal de ganar hacía que nos disfrutaras tanto. Había una obligación, ganabas y ya está, dabas vuelta la página para ir por otra cosa. No sé, siempre las primeras cosas son las que más se disfrutan. Mi primer campeonato lo disfruté muchísimo, en Boca. También el primero en Peñarol. Pero no pongo uno por encima de otro. En la Selección también estuvo bueno el ganar cosas, estar ahí. A veces uno peca por no disfrutar el momento, y cuando ganás es todo tan efímero y rápido… Todo pasa y se termina muy rápido. Cuando te querés acordar, ya está empezando otra temporada, otras propuestas, mentalidad, equipo o lo que sea. Hay que tratar de disfrutar el momento, el llegar a una final, el pasar una ronda de playoffs, entrar al Súper 4. Y la gente quizás no lo entiende. Se critica tanto y no se dan cuenta lo difícil que es llegar a una final, ganar, mantenerse en los primeros planos.
-¿Y cuál es el problema de no entender eso, es algo como sociedad?
-Es el exitismo. Hay demasiado exitismo. Si sos primero sos el mejor, si sos segundo no existís. Acá no hay un punto medio, no se dan cuenta el tiempo que te lleva trabajar y entrenar, el tiempo que perdés fuera de tu familia. Quieras o no, esto es un trabajo y estamos muy expuestos a que cualquiera nos diga algo o critique. El tema es que eso no te afecte tanto. Y lo tienen que entender los jóvenes. Por más que digan que tenés que ser esto o aquello, vos vas a ser lo que tengas que ser, lo que trabajes para eso. Sergio Hernández lo dijo en una charla: Yo no puedo pedirle a Brussino que sea Manu Ginóbili porque sino lo voy a frustrar. Brussino va a ser el mejor jugador que pueda ser. Las comparaciones son odiosas. Por ejemplo, ahora hay una nueva generación en la Selección y hay que disfrutarlos. Esos chicos van a crecer solos como en su momento creció la Generación Dorada. Las críticas van a estar, el tema es que no te hagan mal.
-¿Qué ves del recambio rumbo al futuro de la Selección?
-Hay mucho material, de hecho hay jugadores jóvenes en las mejores ligas del mundo. Tienen que hacer su laburo en la Selección siendo ellos mismos. De esa forma les va a ir bien, después si consiguen cosas o no se verá. Pero hay buen material.
-Vos estuviste en una posición que siempre se la mira diferente y con más ojo crítico en la Selección. ¿Por qué?
-No sé. No somos un país que saca gente alta todo el tiempo, entonces quizás hay un solo jugador que supera los 2.06 o 2.07 metros y eso tipo automáticamente tiene que hacer 20 puntos, bajar 20 rebotes y dar 10 tapones. No es así. A veces los trabajos que no se ven en la cancha son los más criticados. Además, los pivotes de ahora no son tanto como los de antes, que te jugaban uno contra uno abajo del aro. El básquet pasa por otro lado y hay que acostumbrarse a lo que tenemos.
-Te tocó ser un hombre de Selección. ¿Qué significó esa etapa?
-Tengo los mejores recuerdos con la Selección. No hay nada más lindo que jugar con la camiseta de Argentina, creo que no se puede igualar con nada. Es lo máximo. Haber jugado un Juego Olímpico y que me haya llegado en un momento de mi carrera en el que lo pude disfrutar, haber estado con la Generación Dorada… Son cosas que me voy a llevar conmigo siempre.
-Dentro de todo lo especial que significa, ¿qué aprendiste de estar en la Selección?
-(Piensa). Nunca me lo puse a pensar. Creo que me dejó la competitividad, el trabajo constante. Me lo inculcaron desde chico. El hecho de que siempre se puede mejorar en algo, sin importar la edad que tengas. En el juego siempre hay que reinventarse de alguna forma.
Leandro Fernández
@FernandezLea
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