El Head Coach analizó la preparación de la Selección Mayor Femenina en la antesala del Preclasificatorio a la Copa del Mundo de 2026 y del Sudamericano en Chile. La química en la concentración de Buenos Aires.
La Selección Femenina sigue sumando jornadas de intensa preparación física, táctica y mental para asegurar un rendimiento óptimo para su estreno en Ruanda durante el Preclasificatorio a la Copa del Mundo de 2026. Cada faceta del juego fue refinada y evaluada por el cuerpo técnico para maximizar las capacidades y virtudes del plantel nacional.
La ajetreada agenda y la complejidad de ambos certámenes obligan a una planificación minuciosa de los tiempos y a una redefinición de los esquemas de prácticas colectivas como individuales:
“Hay que ahorrar los días y armar enseguida un equipo, congeniar y reforzar simultáneamente muchas situaciones. Para eso también se requiere de cantidad de gente ocupándose de distintas cosas. En este sentido, hay mucha predisposición por parte de todas para incorporar los conceptos lo más rápido posible”, agregó el director técnico en diálogo con Prensa CAB.
Por su notable impacto en el desarrollo y visibilidad de la disciplina, Gregorio Martínez fue ratificado por cuarta vez como Head Coach de la mayor:
“Estoy muy contento por esta continuidad de cuatros años. Siempre para nosotros, los entrenadores, es un orgullo dirigir a la Selección. Los procesos largos permiten tener una parte del trabajo hecho”. Su enfoque innovador para impulsar el proyecto selectivo comenzó en julio de 2020, un periodo de tiempo que contempla la medalla de plata en el Sudamericano de 2021.
Además de Martínez, el staff en Buenos Aires se completó con Gonzalo Pérez (Asistente), Rocío Pérez (Asistente), Nicolás Grosso (Asistente), Mauricio Santángelo (Asistente) y por Mariano Marcos (Asistente), Matías Podesta (Preparador Físico) y Yonathan Rodríguez (Preparador Físico), María Alejandra Valdez (Médica), Ariel Machado (Kinesiólogo), Luciano Salgueiro (Utilero) y Hernán Tettamanti (Director de Selecciones Nacionales). Se trata de la reconfirmación de un paradigma preestablecido en la estructura de las selecciones femeninas de dotar de profesionales expertos al entrenador en jefe.
El esquema trazado para la concentración fomenta una colaboración fluida entre las jugadoras con trayectoria y aquellas jóvenes promesas que se incorporan a la plantilla, una diseño que posibilita la convivencia productiva para el crecimiento generalizado del grupo.
“En esta convocatoria hay unas seis o siete chicas que nunca trabajaron conmigo y queríamos ver cómo se adaptaban a nuestra propuesta y filosofía. Hay otras con mucho más recorrido pero cada vez son menos, le van dando paso a las juveniles”. Dentro de esas apariciones nuevas y disruptivas estuvieron Agustina Marín, Amaiquen Siciliano, Dalma Piri, Delfina Saravia, Florencia Martínez y Gisel Botta.
Sobre el espíritu, el compañerismo y la dinámica grupal, declaró:
“Hay un gran compromiso de las chicas, con muchas ganas de ser parte de la Selección Argentina. Para nosotros esa determinación es muy importante, cada momento nos ayuda para estar más juntos”, sumó a su charla.
La Selección tendrá su debut en Kígali el lunes 19 de agosto ante Gran Bretaña. El miércoles 21 será rival del país anfitrión, mientras que un día más tarde concluirá la fase regular frente al Líbano. Esta participación constituye una oportunidad de volver a enfrentarse con equipos de otros continentes por fuera del americano:
“La competencia de ahora es muy importante para nosotros, no sólo porque es una chance de meterse directo en el clasificatorio sino que nos permite jugar contra europeos, africanos y asiáticos, algo poco frecuente para nosotros”, siguió en su análisis. En el otro cuadro del certamen estarán los combinados de Brasil, Hungría, Senegal y Filipinas. El ganador obtendrá su plaza para los torneos clasificatorios de marzo de 2026.
De regreso a la región, entre el 31 de agosto y el 7 de septiembre afrontará el Campeonato Sudamericano de Mayores en Santiago de Chile. La Mayor será parte del Grupo A con Brasil, Bolivia, Uruguay y el país anfitrión. Los tres mejores garantizarán su presencia en la AmeriCup de 2025, junto a Chile por ser sede del evento continental.