El Campeonato Mundial de Japón ya comenzó su cuenta regresiva. El desafío más grande en 2006 para el básquetbol argentino está cada vez más cerca. Por eso comenzamos con una serie de notas que nos irán acercando a esta competencia. El periodista argentino, Luis Arguero, desde la ciudad de Hiroshima, una de las sedes del torneo, nos irá mostrando cómo se preparan los japoneses para recibir el Mundial.
Hay dos cosas difíciles de ver en Japón, sede del próximo Campeonato Mundial de básquetbol: pobres y gente alta. Los japoneses arrancan con una gran desventaja en un deporte en el que la altura de sus jugadores es esencial y no es de extrañar que apenas figuren en el contexto mundial del básquetbol. Pero no por eso sienten menos pasión por este deporte o lo dejan de practicar en masa. Según la Asociación Amateur de Basketball de Japón, hay 600.000 jugadores registrados en ese país, una cifra que impresiona y que da una muestra de lo popular que es este deporte en el lejano oriente.

Si hay algo que los japoneses saben hacer es mirar, aprender y copiar. El método de enseñanza japonés (tanto a nivel escolar como empresarial) tiene su base en estos conceptos y no es de extrañar que esto también se traslade a los deportes en general y al básquetbol en particular. Para los japoneses, el básquetbol es un deporte que relacionan rápidamente con los Estados Unidos (así como el béisbol, el deporte más popular por estas latitudes) y la NBA es el modelo a imitar.

La copia del estilo y la estética estadounidense impresiona desde algunos puntos y en otros les da cierto aspecto kitsch al básquetbol nipón. La liga profesional japonesa se divide en dos grupos, la Super liga, de 8 equipos, y la liga japonesa, de 6. Repasando la lista de equipos se ve que son las gigantes compañías nacionales las que los mantienen: “Mitsubishi Melco Dolphins”, “Toyota Alvark”, “Panasonic Super Kangaroos”, “Hitachi Sunrockers”, etcétera, todos con sus respectivos jugadores de color, sus alegres porristas y su inevitable reminiscencia a NBA (con excepción del nivel de juego…).

Japón es un país racial y culturalmente homogéneo, en el cual un extranjero es muy fácil de reconocer. A su vez, tienen un estereotipo para cada nacionalidad y si uno da el perfil, puede sacar provecho. Si uno es neocelandés y juega al rugby, lo van a mirar con ojos de admiración, aunque apenas sepa jugar. Si es brasilero, lo van a querer siempre en su equipo de fútbol. Si es argentino y sabe algo de tango, es Gardel. Si uno es americano, de color, alto y sabe hacer algunos dribblings, puede venir a Japón y hacer fortunas jugando al básquetbol. El líder en puntos, 25,5 por partido, de la liga es William Pippen, sobrino del gran Scottie y que el año pasado estuvo jugando en México.

Japón es un país rico (el segundo mayor producto bruto del mundo) y eso lo llena de atractivo para quienes quieren comercializar un producto. El nivel de pobreza de Japón es muy bajo, lo que hace que prácticamente todos los 127 millones de habitantes sean posibles consumidores. La NBA puso su ojo en el país oriental y lo considera su mayor mercado fuera de los Estados Unidos. Desde la temporada en curso, los japoneses pueden recibir las jugadas destacadas de la liga norteamericana en su teléfono celular. La temporada de la NBA es vendida por Sky Perfect a 170 dólares y fue en Japón donde se jugó el primer partido de la temporada regular de la NBA fuera de los Estados Unidos. (Noviembre de 1994).

En las visitas que la gente de la FIBA ha hecho a Japón, ha destacado la calidad de las instalaciones, la infraestructura general del país y la organización. Japón podrá no tener muy buen nivel en su selección nacional, pero la pasión y profesionalidad con que los japoneses encaran el Mundial hacen prever una competencia tan única como emocionante.

Luis Arguero, desde Hiroshima, Japón
(especial para www.cabb.com.ar)