El cañadense, de reciente debut con la albiceleste, contó cómo fue su infancia y formación con Nico, su hermano. También habló del gran presente de Quimsa y la ilusión de conquistar la Liga.
Base cerebral, con gran capacidad de adaptación y múltiples recursos para crear juego. De carácter altruista, persistente y muy comunicativo. Con 11 temporadas de Liga bajo el brazo, Juan Brussino se consolidó como un armador experimentado, multifacético y líder dentro y fuera de la cancha, valores que lo llevaron por primera vez a representar a su país en las pasadas ventanas FIBA, en las que Argentina superó dos veces a Paraguay en el camino hacia el Mundial 2023.
El nacido en Cañada de Gómez debió atravesar un largo camino antes de consagrarse en la Liga y dar el salto a la Selección, un camino que comenzó de pequeño junto a su hermano Nicolás en el club ADEO de la ciudad santafesina. En su charla con Prensa CAB, Juani recorrió su historia, desde esos primeros pasos con el actual alero de Gran Canaria hasta su gran actualidad en el líder de la Liga Nacional, Quimsa, que lo tiene como uno de sus baluartes. Además, su formación, la fuerte mentalidad con la que construyó su carrera y un sueño a futuro, compartir la Selección con Nico.
-¿Cómo fue que llegaste al básquet y cuáles son tus primeros recuerdos ligados al deporte?
-Fue algo casual. Somos cinco hermanos, de las cuales las tres mayores son mujeres. Al nosotros ser tantos, mi mamá se dedicó a ser ama de casa. Teníamos un club cerca, que es ADEO. Como llevaba a las chicas también nos tenía que llevar a Nico y a mí. Mis hermanas hacían patín artístico y en una de las canchas de al lado veíamos que había básquet. Nos fuimos acercando de a poco, hasta que llegó un momento en el que empezamos a pedir ir al club para hacer básquet. Yo habré tenido seis y Nico, cuatro años. Él por ahí tardó un poquito más, al principio acompañaba, pero se quedaba al lado de mi mamá. Después se largó solo. Gracias al acercamiento que tuvimos con el club pudimos conocer el básquet.
-¿Qué recuerdos tenés de tu infancia con Nico?
-Con Nico tuvimos una infancia muy linda. Nos acompañamos mucho. Mi papá no nos dejaba tener un aro en casa, por lo que cuando nos levantábamos nos íbamos corriendo al club porque queríamos tirar al aro y picar la pelota todo el día. También competíamos, pero lo importante era divertirnos, jugar y aprender, que es lo que más nos gustaba. Aprender a hacer una bandeja a dos pasos, una bandeja pasada, lanzar con una mano, tirar sin tablero. Nos íbamos probando y mejorábamos día a día. A medida que fuimos creciendo nos medíamos mucho en los uno contra uno. Era donde aplicábamos todo lo que aprendíamos día a día.
-En tu formación, ¿cuándo te diste cuenta que querías ser jugador profesional?
-Creo que tenía 12 años. Fue después de ver un partido de Marcelo Milanesio, o su despedida, no me acuerdo. A partir de ahí, a todo el que me preguntaba qué quería ser de grande le decía que quería ser basquetbolista y jugar en la Liga Nacional. Lo tengo muy marcado, porque era mi sueño de chico.
-Tus primeros pasos profesionales los diste en el viejo TNA, en San Martín de Marcos Juárez. ¿Qué recuerdos tenés de esos momentos?
-Tengo muy lindos recuerdos de San Martín. Dejé mi casa y me encontré con un club muy familiar, donde los dirigentes estaban todos los días y la gente de la ciudad te hacía sentir uno más. Pude terminar la escuela y seguir desarrollándome basquetbolísticamente. Esos dos años en el TNA los aproveché al máximo. Empecé a sentir lo que es ser parte de un equipo profesional. Sigo en contacto con gente de Marcos Juárez, les estoy muy agradecido por abrirme las puertas de mi carrera.
-¿Y del primer desafío en la Liga, con Unión de Sunchales, qué destacas?
-El querido Turco Arduh confió en mí para ser su tercer base. Por distintas circunstancias se dio que empecé a jugar más. Cumplí mi sueño de debutar y jugar la Liga, pero me di cuenta que todo lo que venía no iba a ser fácil. Tenía que trabajar y progresar mucho para convertirme en un mejor jugador. Lamentablemente, Unión después de ese año vendió la plaza. Me fui a Boca para ser nuevamente tercer base y el primer año fue muy duro. Nos tocó pelear el descenso, pero lo lindo era que la gente siempre acompañaba. Llegué a ser titular, lo que me hizo sentir que estaba haciendo las cosas bien y que podía crear mi camino en la Liga. El segundo año fue diferente: jugaba más minutos, teníamos un equipo más competitivo y nos fue mucho mejor. Jugamos playoffs y llegamos hasta cuartos de final. Fue una muy buena temporada. En lo personal, comencé a tomar más decisiones que involucraban al equipo y eso me hizo muy bien.
-Desde entonces te asentaste como un base con nombre propio en la Liga. Pasaste por varios equipos y en todos dejaste tu sello. ¿Qué reflexión hacés sobre la carrera que has armado en la Liga todos estos años?
-Si me pongo a pensar, todos los años encaro la temporada de una forma distinta. Siempre me pongo como objetivo mejorar algo que el año anterior no tuve, no hice bien o no puse demasiado énfasis. En mi carrera me he reinventado varias veces. Intento ser un base cada vez más completo. Siempre creo que el mejor Juani es el del próximo año. Al principio uno pensaba mucho en sus números, cuando lo importante es ganar y generar un ambiente como equipo para lograr grandes cosas. Espero al final de mi carrera encontrarme con la mejor versión de mí mismo. Siempre quiero aprender, escuchar e investigar, sea en lo que se refiere a mi posición, a lo extra deportivo, o a lo colectivo. No he tenido una carrera fácil, varias veces me choqué la cabeza con la pared, pero hoy puedo decir que estoy en un muy buen momento y estoy muy contento de donde me encuentro, en lo que respecta a familia, equipo, ciudad y club.
-Hace poco tuviste la oportunidad de salir del país y jugar en México. ¿Cómo fue jugar en el extranjero?
-Hace tiempo quería saber lo que es jugar en el exterior, y con el tema de la pandemia se me abrió la posibilidad de ir a México. Fue una experiencia de cinco meses muy linda. No fue fácil porque rendía examen a cada hora, como extranjero. Todos los partidos tenés que brindarte al máximo y dar un espectáculo. En ese sentido, fui a dar lo máximo y a disfrutar. Al equipo le fue muy bien. Hoy estoy disfrutando donde estoy, pero en un futuro podría volver a hacerlo. Jugar en el exterior es una motivación extra, un plus que te brinda como jugador, por experiencia y desafíos. Hoy en día, estando en Quimsa, me siento a pleno y muy feliz, y sé que estando acá tengo grandísimos objetivos y desafíos todos los días, lo que me hace estar cómodo.
-¿Qué significó para vos volver a Quimsa, el club con el que más te has identificado en la Liga?
-Volver a Quimsa fuer como volver a casa. Llevo cinco años acá, tengo mi familia, mi señora y mi hijo que son santiagueños. Me radiqué acá y aprecio mucho la ciudad. Me gusta el estilo de vida que se lleva acá. Me hicieron sentir muy cómodo. Yo buscaba volver al club, por lo que se propone y porque todos los años, de la mano de Gerardo Montenegro, se busca armar un plantel competitivo. Más allá del Súper 20, en el que estuvimos en el Hexagonal final, apuntábamos a arrancar bien la Liga y creo que lo hicimos de la mejor forma, sobreponiéndonos a diferentes obstáculos. El equipo tiene una filosofía que respetar y cada uno de los que entra a la cancha lo hace pensando en el bien colectivo. Cada uno de nosotros se brinda por completo a su compañero. Seba González y todo el cuerpo técnico llevan muy bien el equipo y todos nos acoplamos a ellos.
-Este año te toca competir en el puesto con uno de los jugadores con más potencial de la Liga, como Franco Baralle. ¿Cómo lo describirías?
-Es un pibe bárbaro. Me ha demostrado que tiene calidad y talento. Yo lo uso como energía, ya que nos medimos mucho en las prácticas y competimos sanamente. A mí me sirve mucho, las veces que mejor jugué fue cuando tuve una fuerte competencia en mi puesto, y por eso lo disfruto. Franco, en ese sentido, es un pibazo. Tiene un nivel y un potencial como para dar un salto importante en los próximos años, como puede ser ir a jugar a Europa. Lo veo trabajando muy bien, es muy dedicado. No hay que apurarlo, hay que acompañarlo, y va a lograr grandes cosas.
-El año pasado Quimsa estuvo a un partido del campeonato. ¿Creés que esta temporada pueden tomarse revancha?
-Para eso trabajamos. Respetamos lo que nos dice el entrenador y la filosofía que fuimos construyendo. Sabemos que hay un compromiso en conjunto en pos de poder tener la mejor temporada posible. Las bases las construimos en los entrenamientos día a día, para que en los partidos el juego fluya de la mejor manera. Obviamente hay días en que es más fácil y otros en los que se complica, pero todos estamos muy metidos. Hacemos lo que nos gusta y recibimos un trato excelente, eso hace que el ambiente sea muy bueno. Todavía falta mucho. La Liga es larga, lo importante es llegar a playoffs en plenitud y en una buena ubicación.
-Hace poco más de un mes tuviste tu debut con la Selección mayor en las ventanas. ¿Cómo viviste esa experiencia única en tu carrera?
-Fue increíble. Cuando llegó la convocatoria sentí una felicidad plena. Me prometí disfrutar cada momento, más allá de si me tocaba jugar o no. Estar ahí, ponerte esa camiseta, compartir con el Che García, el cuerpo técnico, Carlitos Delfino, son cosas increíbles. Practicar con los mejores de Argentina fue crecimiento puro. Me vine con el corazón explotado.
-Sobre Delfino, ¿viviste algo especial con él en ese tiempo? ¿Qué destacás de lo que fue compartir equipo con el último eslabón de la Generación Dorada?
-Hubo algo distintivo. Carlos llegó de Italia a las ocho de la mañana, mientras nosotros nos preparábamos para el entrenamiento matutino. Él, recién llegado y sin dormir, apareció en la práctica porque quería estirar un poco, ver las jugadas y conocer a los que no nos conocía. Fue algo que me marcó en el sentido del profesionalismo y la calidad de jugador que es. Uno escucha de estas cosas, pero es diferente cuando lo vive. Te marcan el camino con esas cosas.
-¿Te ilusiona la posibilidad de volver a quedar en la Selección, sobre todo pensando en la ventana de febrero?
-Obviamente, uno se ilusiona con volver a formar parte. Tengo el sueño de jugar en la Selección con mi hermano. Uno tiene que seguir trabajando, hacerlo bien en su club y continuar por este camino, pero sin ponerse la presión de que hay que estar sí o sí. Hay que dedicarse para estar preparado por si la oportunidad vuelve a presentarse. Fue la mejor semana de mi vida y me encantaría repetirla. Pude representar a mi país con mi familia en la cancha. Ni en los mejores sueños me lo podía imaginar.
-A tus 30 años, has logrado cosas grandes dentro del básquet ¿Qué te gustaría lograr en los próximos años? Títulos, oportunidades en el exterior, en la Selección. ¿Qué te motiva a futuro?
-Lo que quiero es seguir disfrutando de aprender, entrenar y divertirme con el básquet. Buscaré mejorar año tras años. Por supuesto que hay objetivos y metas que se cumplirán o no, pero lo que quiero es ser el mejor base que pueda. Cuando me retire, quiero que sea habiendo sido el mejor jugador que pude ser. No voy a dejar de intentar y trabajar. Es lo mejor que le puedo dejar a mi hijo. Es lo que quiero para lo que resta de mi carrera.