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La noche en que las antorchas iluminaron el cielo argentino

Martes, 02 de Noviembre de 2010 / Publicado en
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Un día como hoy pero hace 60 años, la Selección Argentina obtenía el primer Mundial de Básquetbol de la historia. La preparación, la gran final con USA y el festejo de la gente. Éste es el homenaje a un equipo de Oro. La palabra de su entrenador, Jorge Canavesi.
UNA FECHA MUY ESPECIAL

El 3 de noviembre de 1950 no es un día más para los seguidores del básquetbol y para el deporte nacional. Aquella jornada, que tuvo como contexto a un Luna Park repleto, la Selección Argentina dirigida por el Profesor Jorge Canavesi se consagraba campeón del Primer Campeonato Mundial de Basketball Libertador General San Martín, tras vencer en la final a Estados Unidos por 64 a 50. A partir de aquella tarde, nacía el mito de un grupo de hombres que marcaría un antes y un después en la historia de nuestro básquetbol.


LA PREPARACIÓN ANTES DEL DEBUT Y LAS EXPECTATIVAS

La preparación del equipo argentino fue brillante y exigente, tan cual lo ameritaba la tamaña envergadura del certamen. Cuando hasta ese momento los jugadores entrenaban dos veces por semana, en la etapa previa al Mundial se comenzó a entrenar todos los días y en doble turno, un hecho revolucionario en materia de preparación. “Hoy en día antes de cualquier torneo se habla de hacer una preparación planificada y cumplirla con profesionalismo. Nosotros en aquel entonces pudimos hacerla sin que los jugadores ni los entrenadores cobráramos un solo peso. Trabajábamos seis horas por día y contábamos con equipo médico y con cuatro kinesiólogos, algo avanzado para la época. Hicimos un trabajo formal, serio y con continuidad, eso te termina dando buenos resultados”, recuerda el entrenador nacional, Jorge Canavesi.

El combinado nacional se preparó durante seis meses, de los cuales los últimos dos se concentraron en River. El objetivo alcanzado en la cita mundialista superó cualquier expectativa creada antes de disputarla, teniendo en cuenta que “la idea era alcanzar un tercer o cuarto lugar, esa era nuestra meta principal”, detalla el conductor argentino.


ARGENTINA FUE IMPARABLE Y LLEGÓ INVICTA A LA FINAL

En el arranque del campeonato venció a Francia 56-40 en la ronda preliminar, luego le ganó a Brasil 40-35, en un partido donde Argentina levantó una desventaja de 12 tantos. Después llegaron las victorias contundentes ante Chile (62 a 41), nuevamente Francia (66 a 41) y Egipto (68 a 33).  Llegaba la gran final y todo estaba preparado para que sea la gran fiesta que finalmente fue. Sobre las virtudes del Seleccionado Argentino, el Profesor Canavesi remarca: “Eran varios los puntos positivos de aquel equipo. Lo mejor era el estado físico, la marca apremiante y el contraataque. Con la velocidad teníamos que compensar la ventaja que dábamos con la altura”.


A UN TRIUNFO DE LA CONSAGRACIÓN

Un Luna Park con 20.000 hinchas era el escenario de un encuentro que definía qué selección se consagraba campeón de la primera edición de los campeonatos mundiales. Argentina arrancaba mejor que Estados Unidos y al cabo de la primera etapa ganaba por una diferencia de 10 tantos (34 a 24).  Luego, los norteamericanos no bajarían los brazos y emparejarían la historia en base a su gran potencial físico. En ese momento, apareció la figura del rosarino Hugo Del Vecchio, apodado Balazo, para inclinar la balanza a favor de nuestra selección. ““Del Vecchio tenía una gran facilidad para anotar puntos de contraataque o con fintas, pero hacía todo al revés de lo que los libros indicaban”, comenta Jorge Canavesi. Lo concreto es que gracias a su entrada, Argentina definía el pleito y se quedaba con una victoria que quedaría para siempre en las páginas doradas del deporte nacional. El resultado final fue 64 a 50 y los festejos no se hicieron esperar.


LA NOCHE DE LAS ANTORCHAS

Llegado el pitazo final, las luces del mítico Luna Park se encendieron y la alegría del público estalló en un grito al unísono.  En ese momento la gente se puso de pie y comenzó a cantar el himno nacional a capella. A la salida del estadio, toda persona que se cruzaba con el micro que llevaba a los flamantes campeones, dejaba lo que estaba haciendo para saludar a los jugadores. Muchos alzaban su copas, mientras que otros prendían fuego los diarios (pareciendo una antorcha) para demostrar su alegría y agradecimientos al plantel. Allí nació el título de esa jornada histórica que quedará grabada para siempre: “La noche de las antorchas”. Notoriamente emocionado, el DT cuenta que “los festejos fueron muy lindos. El Luna Park explotaba de público y afuera vivimos algo único e irrepetible cuando la gente quemaba los diarios. Fue muy novedoso, se empezó a correr la voz y todo el mundo salía de los bares a saludarnos y así se armó la linda y conmovedora caravana”.

EL DISTINTO

Con la camiseta número 8 en la espalda hizo estragos en ese mundial. De apodo Pillín, Oscar Furlong fue nombrado el jugador más valioso del certamen. El ala pivote fue clave en el andamiaje del equipo nacional y brilló en la final anotando 20 tantos. Con el correr del tiempo, Furlong tuvo su merecido reconocimiento siendo el primer argentino en entrar al Salón de la Fama de la FIBA. “Oscar era brillante por dónde se lo mire. Era oportuno, rebotero y muy habilidoso. Además tenía mucha determinación, se escapaba y conseguía lo que quería”, detalla el entrenador.


QUINTETO IDEAL

Además de Oscar Furlong, otro argentino que formó parte del equipo ideal en el Mundial fue el capitán de nuestro seleccionado, Ricardo González. El resto estuvo conformado por el norteamericano Stanich, el chileno Bernedo y el brasilero Rodrigues.


LOS HÉROES

Pedro Bustos, Hugo Del Vecchio, Leopoldo Contarbio, Raúl Pérez Varela, Vito Liva, Oscar Furlong, Roberto Viau, Rubén Menini, Ricardo González, Juan Carlos Uder, Omar Monza, Alberto López. El Profesor Canavesi estaba acompañado por el maestro Casimiro González Trilla, como ayudante y el preparador físico era Jorge Borau.

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Patricio Gioia
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