El cordobés de 19 años admite que hoy piensa más en Tokio y el Barcelona que en el draft de la NBA. Habla de su crecimiento meteórico y de sus inicios en el atletismo.
Desparpajo. Es la palabra que podría resumir a Leandro Bolmaro. Dentro de la cancha, lo sabemos, pero también afuera. Ni bien finaliza el duro segundo entrenamiento del día con el Barcelona de Sarunas Jasikevicius, aún transpirado, el cordobés se acomoda el jopo que le da onda a su look y se larga a hablar, con un tono que mezcla el cordobés y el catalán, lo que despierta su sonrisa cuando se le hace notar la característica. “Sí, en Argentina me cargan que se me ha pegado la tonada. Pero la realidad es que acá el cordobés no lo entendían, me repetían ‘qué decís’ todo el tiempo, entonces decidí hablar más despacio y con un tono español. Lo único que se les pegó a todos es el culeado, lo dicen todo el día…”, explica, entre risas y algo de vergüenza. La nueva joya del Barcelona y de la Selección fue noticia hace días cuando extendió su contrato, señal de una reafirmación de confianza de los catalanes que repercutió en el cordobés, quien ahora tiene claro su futuro cerca. “Me puso muy contento por lo que significa. Ahora, con este acuerdo, ya no pienso tanto en el draft de la NBA. Estoy concentrado en hacer las cosas bien acá, en ganarme minutos y en lograr una muy buena temporada para llegar muy bien a la Selección y tener chances de estar en Tokio”, explica en diálogo con Prensa CABB.
-¿Cómo pasaste la pandemia y comentá si, por tu edad y capacidad atlética, estás sacando alguna ventaja en esta parte dura de la pretemporada?
-Entrenar en casa se hizo largo y difícil pero nos hemos ido poniendo en forma. La pretemporada está siendo dura, con doble turno. Terminamos fusilados, pero venimos bien.
-¿Vas a jugar más de escolta que de base con Jasikevicius, el nuevo DT?
-Por momentos de escolta y en otros, de base. Voy a jugar en lo que ayude al equipo, dependiendo de las necesidades. Por suerte he podido adaptarme al cambio de posición y ahora estoy igualmente cómodo en ambas. El paso a armador lo fui haciendo de a poco. Me costó pero pude adaptarme bien.
-¿Te cuesta en algo ser base cuando nunca lo fuiste y encima tenés que hacerlo a este nivel de elite? Digo, al ser alto, tal vez al subir la pelota ante la presión rival o en defensa enfrentar a los bases más picantes de Europa.
-He tratado de escuchar consejos de los entrenadores y de mirar videos de otros bases para ver cómo lo hacen ante la presión de bases rápidos. Y en lo defensivo al principio me costó porque me sacaban muchas faltas, pero de a poco me fui adaptando y ahora estoy mejor.
-Mirá si, en un clásico con el Real, te toca defender a otro cordobés como Campazzo, con lo bravo que es. ¿Cómo harías?
-Sí, difícil. Lo frenaría como se pueda, con pasión (se ríe).
-Hasta hace poco sólo se hablaba de tus chances en el draft NBA de octubre y ahora cambió totalmente, dejaste claro que sólo pensás en el Barcelona. ¿Con qué expectativas encarás la temporada, teniendo en cuenta que sólo estarás en el primer equipo y con un rol mayor?
-Sí, es así. Ahora estoy enfocado en mejorar acá, ganar mis minutos, estar en la rotación. Después pensaré en lo que viene, si se da o no lo del draft. Estoy totalmente agradecido al Barcelona por la confianza de haber renovado el contrato y tengo que devolverla en la cancha, rindiendo y ganando títulos. En eso estoy concentrado en el equipo, pensando en ir paso a paso, ganándome mi espacio.
-¿Qué tal compartir un equipo con tantas figuras? ¿Cómo es dentro y fuera de campo?
-Adentro aprendo muchísimo, día a día, el tener que entrenar con bases de elite, como Heurtel, Calathes ahora, o el año pasado con Pangos y Delaney. La experiencia ha sido una locura y me ha hecho mejorar muchísimo. Afuera de la cancha me adapté bien, al club, a la ciudad, que me gusta mucho. El equipo me la hizo fácil. Es un grupo piola, familiar, con muy buena química. Nos juntamos a cenar y a tomar algo para conocernos mejor y mantener la unión. Siento que luego sirve en la cancha lo que hacemos afuera.
-Tuviste un crecimiento meteórico: hace tres años estabas todavía en Las Varillas, pasaste por Bahía Basket y saltaste directo a un gigante como el Barsa. Pero antes eras un gran atleta que fue campeón argentino en Hexatlón, ¿no?
-Sí, es verdad, fui campeón argentino y hasta llegué a un Sudamericano, donde terminé quinto. Me gustaba mucho pero en un momento tuve que elegir entre ambos deportes.
-¿Es verdad que te gustaba más el atletismo que el básquet?
-No sé si me gustaba más, pero recuerdo que intentaba ir a los torneos de los dos deportes. Me gustaban ambos, pero en un momento tuve que elegir y creo que el básquet me apasionaba un poco más. Pero extraño el atletismo, fue difícil dejarlo.
-¿Lo que vemos hoy, tu capacidad atlética, tiene que ver con aquel pasado de atleta?
-Sí, olvidate, la coordinación y algunas cosas de mi pasado como atleta.
-Debés ser uno de esos chicos que juegan bien a todo, ¿no? Falta que me digas que jugabas bien al handball…
-Sí, al handball me iba muy bien (se ríe). En realidad, me anotaba a todo, porque me gusta competir y la forma de hacerlo, era jugar a todo.
-¿Y qué sentiste cuando empezaste a leer en diversas notas que eras el Messi del básquet o el nuevo Manu Ginóbili?
-Que estaba lejísimo de ellos (se ríe), que son los mejores de básquet y de fútbol en la historia de nuestro país. Le doy importancia, me motiva, pero hasta ahí, porque te desenfocas si pensás en eso y yo prefiero vivir el día a día.
-¿Pero entendiste el juego, las similitudes que se marcaban?
-No veo similitudes (se ríe). Ginóbili es un grande, ser como él es complicadísimo, tal vez nunca haya alguno como él, aunque yo lo voy a dar todo para llegar lo más alto posible.
-El año pasado, cuando llegaste a la concentración en Bahía con la preselección argentina, lo hiciste diciendo ‘no vengo a entrenar sino a ganarme un lugar’, lo que sorprendió a más de uno porque eras un pibe.
-Sí, yo fui a la preselección convencido de que podía integrar el plantel para China, así de caradura, sin tenerle miedo a nada. No me tocó quedar, pero no me desanimé y me llevé todo lo que aprendí en esa concentración, a cuidarme, a entrenar, a todo. Esas semanas fueron una locura, algo emocionante.
-¿Y te sorprendió lo que el equipo logró en el Mundial?
-No, no me sorprendió, porque los chicos iban convencidos adonde podían llegar. Se notaba mucho la ambición que tenía el equipo. Ellos lo tenían en la cabeza.
-¿Qué te dijeron en el Barcelona cuando vieron el Mundial que hizo Argentina?
-Me felicitaron por cómo jugaron mis compañeros y a mí por haber sido parte de la preselección de 14 jugadores. Pero también hubo cargadas por habernos ganado la final. Pero siempre habrá momento de revancha y esperemos en Tokio poder ganarles a España y a todos los que se nos crucen…
-Luego de quedar en las puertas del Mundial, ¿cómo ves tus chances para estar en Tokio? Tenés el talento, cada día jugás mejor, pero tampoco es fácil entrar a un grupo ya armado que fue subcampeón mundial. ¿Cómo lo ves?
-Sería un sueño poder ir a un Juego Olímpico, es algo que usó de motivación todos los días. Me esfuerzo al máximo para poder estar allí y compartir equipo con esos jugadores, que son mis ídolos. Mi idea estar y no sólo ir de vacaciones. Quiero ir a ganarme un lugar pero también a jugar, voy a ir con esa mentalidad.
-¿Sentís que esta pandemia te vino bien por la suspensión olímpica? Digo, porque vas a llegar a Tokio con un año, teniendo más experiencia y siendo un mejor jugador.
-Sí, eso seguro, voy a mejorar y ojalá llegue a ese momento de la mejor manera. Hoy estoy enfocado en Barcelona, en el día a día. Estoy muy cómodo y con ganas de seguir progresando, pero la Selección siempre está en mi cabeza. Me motiva muchísimo.