El flamante ayudante de Néstor García describe lo que mantiene del gran jugador que fue y qué debió modificar en su nuevo rol. Y, claro, palpita su estreno como asistente en la ventana FIBA que comienza el 26.
-Néstor, ¿me estás cargando?
-No, Caballo, no te estoy cargando...
-Entonces, es un sí.
-Tranquilo, tomate tu tiempo, pensalo y después me decís.
-No tengo nada que pensar, es la Selección Argentina y estás vos. Me encanta la idea de trabajar juntos. ¡Te digo que sí!.
Tras el sonido del teléfono y el saludo inicial, la impactante propuesta penetra los oídos de Gutiérrez. Cuando llega el llamado para sumarte a la Selección, da igual que seas jugador o entrenador, nadie se anda con demasiadas vueltas. Y Leo no es la excepción, sobre todo conociendo tan cercanamente a quien se lo propone.
Cada uno desde un costado diferente de la cancha, ambos coincidieron en el Sudamericano 2011 de Chaco que consagró Argentina como campeón y a Leo como MVP. En 2017, el jugador con más títulos de Liga en la historia colgó las zapatillas y se calzó el traje para dirigir a Peñarol, institución marplatense a la que tantas alegrías supo darle. Claro, antes, Leo había sido parte valiosa de la mítica Generación Dorada: 133 partidos, con un subcampeonato del mundo y dos medallas olímpicas. Ahora transita un camino distinto, que inició en el Milrayita hasta 2019 y continúa hasta hoy en Olímpico de La Banda.
A los seleccionados volvió hace meses, cuando le tocó la chance de dirigir la U16 que brilló y obtuvo su pasaje mundialista en el FIBA Américas de México. Y a partir de ahora, será también la mano derecha del Che en la Mayor, en el cuarteto a la vez integrado por Gonzalo García y Herman Mándole. En entrevista con Prensa CAB, el flamante asistente habló sobre todo: la sorpresa de la citación, su filosofía de juego, los cambios que debió adoptar en su rol de coach, los valores de la GD, cuáles serán sus aportes en este nuevo desafío y los objetivos de una etapa que comienza la semana que viene en la preparación para medirse ante Paraguay (el 26 y 27, en Obras, con entradas ya a la venta).
-¿En algún punto imaginabas esta convocatoria o te tomó totalmente de sorpresa?
-Sinceramente, no la esperaba. Sé que en este corto tiempo se fueron dando cosas interesantes, pero cuando Néstor me llamó, me sorprendió y alegró muchísimo. Como jugador, trabajé para estar en la Selección porque ese era mi sueño. Y cuando comencé en el cargo de entrenador, soñaba y tenía muchas ganas de llegar a integrar un staff nacional. Entonces, rápidamente se me está cumpliendo el nuevo sueño, por lo que estoy sumamente contento y agradecido.
-Tras cuatro años como DT, ¿en qué momento de tu carrera sentís que llega esta oportunidad?
-Me encuentra mucho más afianzado en la posición, con las ideas bien claras de lo que quiero hacer. Desde que tomé el puesto, sabía cómo quería que jueguen mis equipos, pero ahora es todo menos confuso. Siento que, en estas cuatro temporadas, crecí, maduré. y eso me permite aportar mi granito de arena a esta etapa del seleccionado.
-¿Y cómo te gusta que jueguen tus equipos?
-Me gusta que sean aguerridos defensivamente, que intenten correr todas las veces posibles el contragolpe, y que en el ataque fijo busquen el pase extra para encontrar al jugador mejor ubicado para lanzar. Lo estamos trabajando mucho en Olímpico, intentando que nuestros chicos entiendan ese mensaje y que puedan llevarlo a la práctica.
-En lo que me comentás, hay ideas en común con la filosofía de Néstor.
-Yo soy una persona que intenta copiar de los grandes entrenadores. He visto mucho de Néstor (García), de Sergio (Hernández), de Rubén (Magnano) y de Julio (Lamas). Tuve la posibilidad de estar con todos ellos y de aprender una enormidad. Entonces, busco sacar las mejores cosas de todos los técnicos que tuve y ponerlas en práctica. Tener una defensa presionante, pasarse mucho la pelota, buscar el contraataque y el mejor tiro posible son cuestiones que los cuatro han implementado muy bien en sus equipos durante todas sus carreras. Y creo que sí, tengo muchas cosas en común con Néstor, porque me encanta su estilo.
-Teniendo en cuenta, obviamente, el cambio de roles, ¿qué aspectos del Leo jugador se conservan en el entrenador? ¿Y cuáles debiste modificar para esta nueva etapa?
-Lo que conservo es la exigencia a entrenarse bien, el ser detallista en cada movimiento que se hace en la cancha, y en mantener alta la concentración tanto en prácticas como en los partidos. Lo que modifiqué bastante fue mi carácter y la forma de comunicarme. Por supuesto, hay momentos en que aparece el carácter del Gutiérrez jugador… (se ríe). Los que me conocieron jugando, saben que tengo una personalidad fuerte, pero intenté adecuarla para no tener choques de palabras con mis dirigidos, poder entrarles por otro lado, y ver las cosas con más tranquilidad y claridad desde el banco.
-En este paso de jugador a director técnico, ¿notaste que faltaba agregarle algunas cuestiones a todo ese conocimiento del juego que ya traías?
-Claro. Al ser jugador, no te ponés a ver videos o a analizar en profundidad lo que hace bien o mal el equipo. Sólo te enfocás en entrenarte, llegar bien a los partidos e intentar llevar a cabo lo que te pide tu entrenador. De este lado de la línea, todo es distinto. Tenés que analizar todo lo que hace cada uno de tus jugadores, ver en detalle cada aspecto del juego y hacer lo posible por corregir. Eso lo tenés que trabajar muchísimo, y al principio no lo veía tan claro desde el lado del video, sino más bien desde el juego en sí. Me costaba entender nuestros errores viéndolos en una pantalla, y eso es algo que debí pulir y que aún sigo mejorando.
-¿Hiciste el click al retirarte o fue un proceso que ya venías trabajando interiormente?
-Ya lo venía analizando, porque mi idea era seguir involucrado en el básquet de alguna manera, y esto de ser entrenador fue decantando con el tiempo. A mis 37 años sabía que a los 39 me retiraría, entonces esas dos o tres temporadas en las que fui evaluando la posibilidad, me sirvieron para que el golpe no fuera tan brusco, y no me sintiera tan fuera de foco. Al principio costó porque fueron pocos meses de adaptación, pero enseguida me empezó a atrapar todo lo lindo que conlleva ser director técnico. Trabajé cada día un poco más, hasta hacerte fanático de la profesión y no extrañar el estar dentro de la cancha.
-Tanto con la camada de pibes en la Selección como con los muchachos de Olímpico, ¿tratás de reflejar y transmitir todo lo aprendido como parte de la Generación Dorada?
-La Generación Dorada es como una familia para todos sus integrantes. Cuando jugaba, siempre hice hincapié en tratar de formar una familia, en la que todos tiremos para el mismo lado, que las cosas que estaban mal se hablen y discutan dentro de ese núcleo, y que se puedan resolver de la mejor manera las diferencias lógicas que pueden surgir en cualquier equipo en una temporada larga. Desde mi primer día como entrenador intenté también ponerlo en práctica. Lo que me enseñó ese grupo, sobre poder dialogar, resolver problemas internos, que todos pongan su granito de arena para construir un buen equipo, es algo espectacular y busco plasmarlo en todos los planteles que dirijo.
-¿Qué sentís que te enseñó tu experiencia como coach de la U16?
-Me enseñó que en Argentina hay sangre, corazón y talento. Nosotros pudimos entrenar juntos sólo durante 10 días, pero en ese tiempo los chicos trabajaron, se esforzaron y se entregaron a mis brazos en un 150%. Los pude enfocar hacia donde necesitábamos ir, y a la vez ellos nos orientaron a la perfección sobre lo que debíamos darles para poder hacer juntos un buen torneo. Fue muy lindo saber que pibes de 14, 15 y 16 años estén tan comprometidos, con tantas ganas y hambre de conseguir logros importantes. Ese es el ADN y mentalidad argentina, y ver que las próximas generaciones lo tienen incorporado me da una alegría tremenda.
-¿Podrías comentarme sobre el papel que vas a desarrollar en el cuerpo técnico del Che?
-No lo hemos hablado todavía. Estábamos enfocados en confeccionar la lista que Néstor debe presentar en estos días, y cuando lleguemos a Buenos Aires conversaremos sobre todo lo que él necesita de cada integrante del staff. Lamentablemente, con la distancia y el no poder estar todos juntos con más tiempo, no pudimos dialogar en profundidad. Hasta ahora, nos comunicamos siempre por teléfono, pero más que nada apuntando a los jugadores que debíamos ver y que Néstor quería que sigamos, tanto los de la Liga Nacional como del exterior.
-¿Qué clase de equipo buscarán formar para estas primeras ventanas frente a Paraguay?
-Por ahora, hemos hablado sobre los jugadores que conocemos y podemos sumar a la lista. Hay poco tiempo de trabajo, así que cuando lleguemos nos comentará exactamente lo que quiere hacer. Ya tenemos un poco el mensaje de intentar formar un equipo dinámico en la ofensivo, agresivo en defensa, que corra el contragolpe y busque dañar con un juego de pases. Seguramente, buscaremos lo mejor para trabajar con esa idea.
-¿Ya se han planteado algunos objetivos?
-El objetivo es dejar a Argentina entre los ocho mejores a nivel FIBA, y en la mejor posición posible. La meta principal será clasificar al Mundial, y luego buscar ser cabeza de serie en nuestro grupo para conseguir un sorteo favorable.
-Para Tokio 2020 se sumó Pablo Prigioni, pero en general no había alguien en el CT con una trayectoria como la tuya en la cancha. ¿Sentís que es un diferenciador que podés aportar?
-Las generaciones cambiaron bastante y en la actual tenemos referentes muy importantes, que manejan muy bien el grupo y serán los líderes que puedan llevarlo adelante. Pero creo que las experiencias de vestuario que tuve durante mi carrera son importantes y se las puedo entregar al equipo y al cuerpo técnico. Por suerte, compartí cancha con la mayoría de los chicos que están en el seleccionado. Fui compañero o enfrenté a Campazzo, Deck, Vildoza, Laprovittola y muchos más, los conozco y eso también ayudará. Desde esa llegada, puedo preguntarles qué necesitan, qué ven del juego, dónde les gustaría tomar un pick and roll, cómo les gustaría salir de una cortina, y demás. Probablemente, estaré en esos detalles, entendiendo dónde, cómo y cuándo el jugador se siente más cómodo. Es algo que me encanta hacer. Luego, deberé volcar esa información al entrenador principal para que pueda tomar las decisiones correspondientes.
-Lucas Victoriano, por caso, confesó que le gusta más ser entrenador que jugador. ¿A vos qué te pasa en ese sentido?
-La verdad es que son roles totalmente distintos. A mí me apasionó ser basquetbolista, lo disfruté muchísimo y le saqué todo el jugo posible. Si volviera a nacer y me dan a elegir, escojo volver a jugar al básquet toda la vida. Y también me apasiona ser entrenador, es algo muy lindo. Esta profesión me atrapó, la disfruto, voy creciendo y aprendiendo día a día. Está al mismo nivel de ser jugador. Así como aprendí a ser jugador, hoy me toca lo mismo desde el otro lado.