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A lo largo del año, muchísimos personajes del mundo del básquet pasaron por La entrevista de la semana, donde tratamos de profundizar y conocer a fondo a los protagonistas. Les dejamos un resumen de lo mejor de cada charla en el 2016, con el enlace a cada una para poder revivirla.
Mi sueño de chico era ser un recolector de basura. Cuando tenía cinco años me había hecho un dibujo y todos se me reían.
Jugué un montón de veces con LeBron James, porque somos de la misma edad y crecimos en el mismo barrio. Teníamos entre 14 y 18 años y en los veranos jugábamos dos o tres veces. Eran batallas. Ahí es donde aprendí varias cosas de las que digo y hago ahora, porque LeBron es el trabajador más fuerte que he conocido.
Cuando me ves adorando a la gente o los chicos, sé cuán positivo puede ser decirles algo bueno, porque puede cambiarte la vida. Cuando veo a los chicos, siento que es mi responsabilidad mostrarles que la vida es buena. Quiero ser un ejemplo para ellos.
Perderme el proceso de la Selección fue muy duro porque era muy grande lo que estaba en juego. Es algo que tuve que pensar mucho y una parte de mi todavía se arrepiente de la decisión.
Con no lesionarme en el 2017 ya soy feliz.
Ganar es una adicción y no entiendo al básquet de otra forma.
La parte más difícil de estar parado por lesión es el día a día, el no poder compartir con un equipo. En el básquet, y en todo deporte, no hay nada más lindo que la competencia. No tenerla te liquida la cabeza.
Siempre me gustó liderar desde los hechos, adentro de la cancha, nunca sentí el liderazgo desde el habla.
Siento que el tiempo corre y cada vez queda menos para disfrutar. Y justamente estoy empezando a disfrutar porque no sé cuánto más tiempo me va a quedar.
La Selección fue todo. Pero me quedó un sabor amargo por la forma en que tuve que dejar al equipo. Duele que en el mejor momento de tu carrera no te den la oportunidad de continuar. Y va a seguir doliendo. Me hubiese gustado salir de otra forma.
Cuando era más pibe, las presiones eran un alimento a la hora de jugar, no me hacía problema por nada. Pero ahora soy más grande, tengo cuatro hijos y algunos ya leen o escuchan lo que se dice… Las presiones son distintas y no me da seguir renegando o pasando por eso.
Tuve tres años en mi carrera en los que el básquet no fue prioridad como lo había sido siempre en mi vida. Me desenfoqué y es algo de lo que me arrepiento.
Mi NBA era la Liga Argentina
No tener al básquet es un tema a tratarlo, hasta a nivel de psicólogos. No llegué a eso todavía, pero extraño mucho. No podría ser tan hipócrita de decir lo contrario.
Trataron de ser xenófobo conmigo, pero nunca llegó a lastimarme nada. Me han puteado 6.000 personas al unísono en un estadio, y yo sentía que eso me motivaba aún más.
Tener una medalla de campeón es euforia por unos días que después se va. Lo que realmente queda es todo lo que trabajaste para lograr ese objetivo.
En los últimos años disfruto mucho el básquet, más que en otras épocas.
Cuando tenés muchas actividades fuera del básquet y rellenás el día, no es tan complicado el tema del retiro. Lo que pasa es que cuando sos deportista, el 90% de ellos está toda su carrera pensando en el deporte y de repente se encuentran con que les falta algo cuando se van.
Siempre seré un agradecido del básquet y me va a encantar. Pero cuando se llega a un nivel tan profesional, realmente se convierte en un trabajo y no se disfruta como la gente cree. Es mucho más el esfuerzo que se hace que el momento de festejo.
En la Selección Argentina, todos los que llegan son iguales, desde el primero hasta el último. Ese es el valor que tuvo y tiene este equipo.
Es muy especial estar rodeados en el equipo por gente de la Generación Dorada. Es especial escuchar, ver y aprender cómo hicieron ellos para triunfar y llegar hasta donde llegaron, cómo trabajaron. Aprender de ellos nos alegra.
Quiero dejar un legado en Argentina y que la gente sepa que pasé por acá. Hice cosas que otros extranjeros no lograron y quiero ganar otro título más. Si lo consigo, creo que ya nadie podrá negar que soy el mejor extranjero de la historia de la Liga.
Acá muchos extranjeros se equivocan porque no quieren aprender el idioma. Con los que hablo les digo que lo hagan o que al menos demuestren que están intentando, porque la gente respeta eso y te da más bola. Hay algunos a los que le gusta y otros a los que no les importa.
Respeto mucho la importancia que la gente de Argentina le da a la familia. Es algo que se necesita en Estados Unidos, porque nosotros allá estamos tan consumidos por el dinero y por ganar más que trabajamos todo el tiempo y es muy fácil olvidarse de la familia.
El hecho de que en Bahía Basket todavía no haya exigencias de resultados sino sólamente una forma de trabajar, jugar y pensar en el desarrollo de los jugadores jóvenes hace que todo vaya por carriles normales. Acá tenemos objetivos paralelos. Uno es competir día a día en la Liga Nacional y otro es entender que estamos en un lugar donde los jóvenes pueden desarrollarse.
Es mi cuarta temporada como entrenador y obviamente me siento mucho más establecido, con más experiencia y más objetivo. Pero estoy en crecimiento y tengo muchas cosas por mejorar. El entrenador se hace mejor con los años y las cosas que va viviendo.
Verlo a Manu a los casi 40 años en la manera en que jugó y en una competencia tan exigente como los Juegos Olímpicos me llena de orgullo. Todo lo que le demostraron fue increíble, te mueve la estantería. Ver lo que genera en la gente hace que se me afloje todo.
Mi idea como entrenador, innegablemente, es tener ese sello de la Generación Dorada. Quiero que todos mis equipos jueguen así, solidarios, con entrega, sabiendo cómo se trabaja.
La Liga Nacional es física porque los jugadores se agarran, hay roce excesivo, contactos. Es una liga complicada de jugar y en la que vamos coartando el talento desde la táctica, desde la media falta. Hay que hacer autocrítica y tratar de tener un juego más limpio.
Veo muy buenos proyectos de jugadores, con un techo muy arriba. Se dice que no puede salir otra Generación Dorada pero tengo mis dudas. Hay mucho jugadores que están muy preparados. No estamos de luto sino para trabajar y seguir porque hay material.
Ginóbili y Nocioni fueron dos bastiones fundamentales de la Generación Dorada y dos jugadores que hicieron mucho por el básquet dentro y fuera de la cancha. En la Selección abrieron puertas al mundo entero, y su comportamiento y enseñanza a los demás fue clave. Chapu fue el alma de una manera de jugar, y Manu el conocimiento y el hacer mejor a los demás de una manera superlativa.
En el proceso de los Juegos Olímpicos han pasado muchísimas cosas únicas, muy deseadas y con mucho sacrificio en el medio. Pude lograr el sueño de volver a jugar y estar adentro de una cancha con gente que admiro, con la que compartí muchas cosas y con la que logramos un montón de cosas en el pasado. Fue bárbaro haber jugado los últimos minutos con ellos.
Ojalá pueda seguir estando en la Selección para acompañar y, si no, estoy para apoyar.
Manu es nuestro estandarte, el mejor de nuestra historia, nuestro Maradona. Sale un Messi para Maradona pero Maradona siempre va a ser nuestro número 1. Y Manu será nuestro Maradona por siempre. En todo este proceso fue una de las personas que más estaba pendiente de cómo estaba yo, si necesitaba algo. Con la grandeza que tiene podría haber estado tocándose los huevos y mirando para otro lado, pero nunca lo hizo. Estuvo siempre presente y eso lo hace líder antes que cualquier otro.
Miro al recambio de la Selección con buenos ojos. Hay jugadores que van a ir teniendo su participación y todos van a poder aportar lo suyo. Argentina tiene la característica de no depender de un jugador, sino que el equipo es la estrella. Eso es lo que hay que seguir ponderando para tener un equipo competitivo.
La verdad es que de a poco quiero seguir con el tema de ser analista de TV. Es algo que me gusta. Me siento cómodo. Uno tiene que prepararse y saber, no es simplemente ir a hablar de básquet. Hay que informarse, estar atento de lo que va pasando. Y tener el conocimiento y cercanía de los protagonistas también hace muy bien.
Después de estar en Río trato de estar tranquilo y no cambiar en nada. Esto te da más fuerzas para seguir trabajando porque sos ejemplo para muchos chicos y otras personas. Hay que tomarlo con mucha tranquilidad y trabajar aún más duro. Quiero seguir demostrando que estoy para más. Lo importante es que no se te suban los humos a la cabeza, no hay que perder la humildad sino seguir siendo el de siempre.
Hay mucha gente que me dijo “ahora sos de Selección” y yo le decía “mirá, estuve en los Juegos pero yo no me creo nada”. Quiero seguir trabajando y demostrando que estoy para el equipo, que puedo representar a Argentina tranquilamente. Sé que hay muchos chicos que vienen trabajando muy bien, pero quiero marcar que Acuña está para la Selección y que puede ser una fija.
Hay que empezar de nuevo, luchar, trabajar duro y sacrificarse para lo que viene.
En Río no me sentí con presión pese a que la había para los bases. Me sentí bien, cómodo. Los jugadores con experiencia me quitaron la presión para que yo jugara tranquilo. En mi cabeza estaba que no tenía nada que perder, debía hacer mi juego, no el de Pablo, Pepe (Sánchez) o los bases de antes. Tenía que imponer mi juego, siempre y cuando ayudara al equipo. Tuve partidos buenos o malos, pero me sentí bien.
Me gusta el desafío de ser el nuevo líder, me siento cómodo, me pone contento y me motiva. De todas maneras, para que sea líder faltan torneos y tiempo. Pero me siento cómodo.
La NBA es algo que me genera mucha ansiedad. A veces me pongo un poco loco y me contaminan esas cosas. Me genera nervios y ansiedad por saber si realmente me dará para estar allá. Trato de que no me afecten esas cosas, pero un poco lo hacen (risas). Si mi techo me da para jugar allá, bienvenido sea. Y si no trataré de ser el mejor Campazzo posible.
Cuando llegás a la Selección, lo primordial es dejar el ego de lado y trasladar todo en pos del equipo. No importa si jugás un minuto, 40 o no jugás. Ser parte de esos 12 jugadores que van a integrar la lista para un torneo es algo tan lindo que hay que disfrutarlo y apoyarse en conjunto.
En la CABB hay una idea clara de los caminos a recorrer, tanto en lo que son las distintas competencias, el área de selecciones y el área formativa.
En la selecciones formativas se está empezando a mostrar un camino de proyección, con estándares internacionales, donde se intenta mostrar hacia el país basquetbolístico que no estamos en búsqueda del resultado inmediato, sino de entender que el éxito verdadero está en poder nutrir a las futuras selecciones mayores de una cantidad más grande de jugadores con proyección internacional.
Después de siete años con Argentina, volver por tercera vez a estar a cargo de un Sudamericano es algo excelente y estoy con mucho deseo de que empiece la preparación. Estar en la Selección es lo máximo que te puede pasar como jugador y entrenador. Sostenerte en un lugar de tanto privilegio es algo que me genera satisfacción y agradecimiento.
Siento que hay talento, mentalidad y que tenemos material y recursos como para que Argentina vuelva a tener equipos competitivos a nivel internacional. Estoy convencido de que tenemos las herramientas para hacerlo. Hay jóvenes con mentalidad que están empezando a demostrar su capacidad para desenvolverse en las mejores ligas del mundo.
Lo que mejor tengo es el uno contra uno, me gusta y me divierto jugándolo. Me parece que lo hago bien y es una virtud que tengo. Para mejorar, siempre digo que es el tiro. Llegué a Libertad sin un tiro formado y acá me ayudaron mucho a cambiarlo, me explicaron que era un proceso bastante largo y que no iba a ser de un día para el otro. Lo entendí y trato de entrenarlo al máximo.
Estar en una lista para la Selección significa muchísimo. Cada uno sabe el esfuerzo que hace día a día, y que te lo recompensen de esta manera es tremendo.
Tengo el respeto ganado por los valores que llevé adelante con mis equipos. Me siento orgulloso por llevar adelante una carrera con estos valores que pude sostener a través del tiempo, que me llevaron a lugares impresionantes y con personas que uno quiere.
Los entrenadores argentinos tenemos un respeto ganado a nivel mundial, y la Generación Dorada nos puso en una situación de privilegio en América. No hay dudas que viene de la mano de lo que ellos consiguieron.
Ser parte de la Selección durante 12 años me hace sentir un orgullo grandísimo. La verdad es que nunca pensé perdurar tanto tiempo en el equipo. La primera vez que me llamó (Rubén) Magnano para participar, jamás se me pasó por la cabeza que iba a estar tanto tiempo. Pero es una satisfacción y un profundo agradecimiento a la gente que hizo posible esto. Sería muy soberbio pensar que es por el trabajo que uno realiza.
Estar en la Selección es una puñalada al ego, porque todos se despojan de eso y trabajan por el bien común.
Entiendo que el deporte es muy lindo, todo lo que hice hasta acá lo hice con total honestidad y amor al deporte. Esto es lo que más me gusta hacer y lo que más disfruto. Pero también entiendo que es una parte pequeña de tu vida. Si me tengo que retirar mañana, tengo 32 años y me quedan dos tercios de vida. No quiero ser toda mi vida un ex jugador de básquet, quiero hacer otras cosas, explorar.
De chiquito, mi vieja me enseñó el significado e importancia de la palabra resiliencia. Si bien está aplicada a las perdidas personales, a rearmarse después de sufrir una grave pérdida, yo no tuve una pérdida personal de seres queridos, así que lo aplico al básquet. ¿Viene una lesión? Recuperate, pasala y seguí jugando. ¿Se termina el básquet? Recuperate, rearmate y hacé otra cosa.
La Selección está entre las cosas que más alegrías me dio a nivel personal y profesional. Más allá de los premios, los logros y las cosas que terminan saliendo en el diario, hay cosas que me las voy a llevar para siempre y disfruté muchísimo.
No tengo problemas es reconocer que hay jugadores más jóvenes en mejor nivel que yo, pero no me apuro para nada. Sé que estuve tres veces parado durante cinco meses, y si te ponés a sacar la cuenta es un montón de tiempo perdido.
La gente quizás espera que de un día para el otro uno sea el nuevo Oberto.
A veces hay críticas que duelen. Estamos en un país donde se critica a Messi, así que después de eso y para abajo puede pasar de todo, ¿qué nos queda a los terrenales? Yo trato de escuchar a la gente que realmente sabe y aconseja, no a la que critica.
Cuando tenía 18 ó 19 años y me hablaban de eso, yo decía que no pasaba nada y no me afectaba. Hoy, más grande, me doy cuenta de que afecta. Si el día de mañana aparece un jugador alto como yo y todos empiezan a decir “miralo, es la nueva promesa, el futuro tal”, por él me gustaría que no se lo hagan. Uno se forma como el jugador que quiere o puede ser y quizás no cumple con las expectativas de cierta gente, y esa gente después critica de más y termina perjudicando al jugador.
Cuando me llamaron de Argentina también me llamaron de España, pero les dije que ya me había comprometido. Yo estoy a full con la Selección Argentina y quería esta oportunidad y ser parte. Además me encontré con un muy buen ambiente, hay compañeros muy buenos. Y eso es lo que más me llevo.
La camiseta de Argentina te hace sentir parte de algo grande
Soy bastante histérico. Si en los partidos algo me sale mal, me molesta. Necesito cambiar eso para poder obviamente ser un mejor jugador y ganarme un lugar. Sé que soy joven y todavía me falta madurar, pero cuanto más rápido lo mejore será mejor para mi carrera y mi futuro.
El más sorprendente es Scola. Todos saben cómo se cuida, la manera en que come, se entrena. Vos llegás a la cancha y él está hace dos horas en el gimnasio transpirando a lo loco. Y vos decís ‘yo con 20 años debería estar una hora antes que él’. Es sorprendente la manera en que afronta su carrera.
Me pone contento saber que nuestro legado está bien cuidado.
Es difícil describir lo que significa la Generación Dorada. Es un orgullo para cualquier jugador que formó parte de esa generación, por todo lo que generó en el básquet argentino. E incluso a nivel mundial. Esta generación logró que el mundo viera al básquet argentino de otra forma, y ser parte de ella es un placer.
Me gustaría que me recuerden por lo que fui adentro de la cancha. Me considero un jugador temperamental, pero buena gente. Y creo que sería muy lindo que me recuerden de esa forma.
Ponerse la camiseta de la Selección es algo único, lo querés vivir todos los días. Si ya ponérsela de chiquito cuando te la regalan tus papás es algo lindo, hacerlo en un torneo por mérito propio, por lo que vas haciendo todos los días, es una de las cosas más lindas que hay en el mundo.
No se puede explicar lo que transmitía ese equipo estando los 12 juntos.
Mi carrera fue increíble. Me siento orgulloso de lo que me pasó. Mi señora tuvo la valentía de hacerme toda mi carrera en recortes de diarios y revistas desde el día en que me conoció hasta el que me retiré. Y no hace mucho me puse a mirarlos. Mi hijo me preguntó y nos pusimos a mirar y hablar, y esos recortes me llevaron a cosas que, cuando te ponés a mirar, te ponés muy contento por las cosas que viviste.
El futuro tiene que ser consecuencia de un plan y ahora lo tenemos.
Vivir jugando en la Selección es lo mejor que me podría pasar.
Lo que me pasó en la Selección me cambió la cabeza
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