El tirador subcampeón mundial cuenta lo mal que la pasó por las lesiones, cómo lo ayudó la Selección y lo que siente hoy, tras su gran regreso a las canchas en Monferrato. Su actualidad y el sueño de Tokio.
“Ahora estoy feliz, tranquilo, soy optimista… Pero en los últimos tiempos la pasé mal, realmente. Por las lesiones pensé en largo todo. Hace un año y medio fue el peor momento, pero también hace unos meses cuando llegué a Italia y me partí el cuádriceps en dos, literalmente. Hasta el médico de la Juventus me dijo que tenía para seis meses de recuperación. Otra vez, pensé… Por suerte un especialista argentino me dijo que podía lograrlo de otra forma, en un mes, le hicimos caso y acá estoy, ya de regreso, haciendo lo que más me gusta”. Lucio Redivo, siempre de perfil bajo, sorprende con una alocución que resume por qué, en los últimos dos años, ha estado un tanto fuera del gran radar, pese a haber integrado la Selección subcampeona mundial en China.
“Para mí el básquet siempre fue una pasión. Pero lo dejé de disfrutar y seriamente analicé dejarlo…”, le cuenta a
Prensa CABB. Sorprende escuchar decir eso a un chico tan esforzado y pasional. El escolta era capaz de ir en enero a entrenarse durante tres horas a la cancha de su amado Pacífico, solo, con una pelota y bajo un techo que multiplicaba los 40 grados de calor. Pero, de repente, en 2019 la pasó tan mal que debatió con sus seres queridos si no era mejor retirarse.
“Quería jugar y el físico no me dejaba. Me levantaba de madrugada por el dolor, no podía dormir… Mi familia me apoyó y decidí seguir, luego la Selección me ayudó mucho y aquí estoy, volviendo, una vez más”, explica este excelso tirador que dio el salto a Europa en 2017 (primero fichó con el Bilbao y luego en Breogán) tras un rutilante surgimiento en Bahía Basket de nuestra Liga Nacional.
-Vayamos a aquel mal momento en Breogán.
-La pasé mal ahí, por una lesión en la ingle, peor que una pubialgia. El dolor me levantaba de noche y me pinchaban para jugar, con o sin calor. No podía entrenar y menos jugar como quería. Yo sabía que podía dar más pero el físico no me dejaba. Ahí fue cuando dejé de disfrutar el básquet. Ahí fue cuando hablé con mi familia y ellos me apoyaron. Luego llegó la Selección, los Panamericanos, el Mundial, y eso me ayudó mucho.
-Justamente hace poco Pato Garino nos contaba lo mismo, cómo la Selección llegó a su rescate, en el peor momento.
-Sí, hablé mucho con Pato y Nico (Laprovittola), ellos me escucharon y ayudaron mucho. En realidad, agradezco a todos, el haber estado, haber podido ser parte de algo inolvidable que me va a quedar para toda la vida, que voy a poder contarles a mis hijos. Jugar el Mundial, vivir lo que viví, aunque haya jugado poco, fue cumplir el sueño del pibe. Me quedará para siempre, porque las medallas están ahí... Además, la experiencia fue especial, un equipo increíble, un grupo impresionante que te hacía parte, aunque no jugaras. Yo venía de aquellas sensaciones feas de las lesiones y estar con ellos era un alivio, me hacía olvidar de todo lo malo. Pude disfrutarlo, realmente. Me sirvió como un volver a empezar.
-Después te fuiste a México, a Aguacateros de Michoacán, con Nico Casalánguida.
-Sí, fue un volver a comenzar y Nico, con su equipo, me ayudó mucho. Fue una experiencia corta que pude disfrutar. Me sirvió para recuperar mi cabeza más allá de lo físico. Trabajé con un psicólogo y pude volver a sentir placer. Un alivio y felicidad increíble el poder regresar así.
-Ahí decidiste tomar la oferta de esta Monferrato de la segunda división de Italia. ¿Por qué?
-Porque me ofreció lo que buscaba, sobre todo la chance de reinsertarme en Europa. Me pareció una buena idea, la mejor que se me presentó.
-Llegaste y te lesionaste. ¿Cómo fue y cómo lo tomaste?
-Yo había estado entrenando en Bahía y a Italia llegué bien en lo físico. Pero el equipo ya estaba adelantado y yo tal vez me haya apresurado un poco para ponerme a tono. Tuve un aviso en el cuádriceps y no le di importancia. Tuvo una segunda alerta y tampoco. Luego recibí un fuerte golpe fuerte en la zona y sentí que algo había pasado. Seguí entrenando, aunque notaba que no podía saltar ni cambiar de ritmo. Luego de casi una semana pedí ir a ver a un especialista y fue cuando el especialista de Juventus me dijo que el cuádriceps se había partido en dos y que era una lesión de seis meses de inactividad. Ahí, otra vez, se me vino el mundo abajo.
-¿Y cómo te terminaste recuperando en un mes?
-Decidimos hacer otras consultas, un traumatólogo nos habló de cuatro meses y medio y un argentino nos dijo “un mes y medio”. Yo no lo podía creer porque era una diferencia muy grande entre diagnósticos. Hablamos con el club y nos arriesgamos. Por suerte, la pierna reaccionó muy bien, la lesión empezó a cerrar y al mes ya estaba listo. Demoré un poco mi regreso para estar seguro y, sobre todo, porque no jugaba desde hacía 10 meses. Ahora debo ir despacio, agarrando ritmo de juego.
-Volviste, jugaste mucho en el debut y la rompiste, con 31 puntos. Contame tus sensaciones de algo tan distinto a lo que uno espera en un regreso así.
-Sí, hasta yo me sorprendí lo que hice ese día, tanto lo que jugué como lo que hice en cancha. Yo no sabía cómo reaccionaría mi cuerpo, porque era una lesión difícil y tras una inactividad importante, pero me sentí demasiado bien. Todo lo que hice, el entrenamiento extra durante semanas, rindió sus frutos. No esperaba tan buena reacción del físico.
-¿Y cómo te tratan en el club y en la ciudad, teniendo en cuenta que tienen a un subcampeón mundial en el plantel?
-La verdad es que muy bien. La gente increíble. No salgo mucho, por el Covid-19, pero cada vez que voy al supermercado me hacen sentir su cariño y agradecimiento por estar acá. Está claro la repercusión que ha tenido el Mundial y lo que hicimos con la Selección.
-Termina un 2020 muy complejo en todo sentido, aunque de forma más esperanzadora para vos. ¿Qué esperás para el 2021?
-Sí, ahora tengo otra ilusión, otra perspectiva. Ojalá que el equipo tenga un buen año y que yo pueda seguir así como estos días, en una cancha. Volví a disfrutar, a ir contento a entrenar y motivado a los partidos. Y tener este pensamiento, luego de tocar fondo, es importante. Ahí es cuando valorás más las cosas. El deseo más grande es seguir positivo y ser yo, el chico de Bahía que hacía esto por pasión, más allá de ser un trabajo.
-Imagino que Tokio será un gran objetivo. ¿Cómo ves lo de los Juegos? ¿Te ves con chances de quedarte en el equipo?
-Tokio siempre está en mi cabeza, lo mismo que la Selección. Es seguir representando a tu país en el torneo más importante. Si bien falta mucho, uno siempre piensa y sueña. Yo trato de hacer lo mejor posible, seguir trabajando, mejorando y aprendiendo. Si se da, bienvenido sea.
-Hasta hace poco se hablaba que no había recambio y ahora parece que sobran las opciones para Tokio, sobre todo con el crecimiento de Bolmaro, el resurgimiento de Delfino, lo de Juampi Vaulet en Manresa y siguen las firmas...
-Nunca fue fácil ganarse un lugar. Y nunca lo será. Todos queremos estar ahí, pero la verdad que es lindo ver el nivel de todos, habla bien de nuestro básquet, de estas nuevas camadas y, en lo personal, estoy contento de estar ahí, en esa pelea. Ojalá vaya la mejor Selección posible. Obviamente que la ambición está, pero no siento que compita contra nadie en particular. Creo que debo dar lo mejor y esperar la decisión del cuerpo técnico.