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Leonardo Gutiérrez es el nuevo protagonista de La entrevista de la semana. Referente de la Generación Dorada y máximo ganador de la Liga Nacional, el cordobés repasa su camino por la Selección, se ilusiona con el futuro de la nueva camada, habla de su presente en Peñarol, toca el tema del retiro y se define: Me considero un jugador temperamental pero buena leche. Nunca he lastimado a un colega y nunca lo voy a hacer.
Hablar de Leonardo Gutiérrez es hablar de un pedazo de la historia del básquet argentino. Enumerar sus títulos demandaría un buen tiempo, por lo que decir que es el más ganador de la Liga Nacional y el segundo con más presencias en la Selección Argentina (133 partidos y 958 puntos) puede ser en buen resumen. A los 37 años, su ambición por seguir consiguiendo cosas (y su físico, claro) lo mantienen en actividad con Peñarol, buscando una nueva corona para engordar su vitrina.
Compromiso, liderazgo, hambre de gloria, capacidad de superación y trabajo. La lista de valores del cordobés es bastante larga. Referente absoluto de la Generación Dorada, el ala pivote es el nuevo protagonista de La entrevista de la semana.
-¿Cómo estás viendo el presente de este Peñarol en la Liga Nacional?
-Todavía no estamos encontrando nuestra forma de juego o lo que pretende Sergio (Hernández), somos bastante irregulares. Pero al mismo tiempo tenemos potencial y jugadores para poder pelear bien arriba. Creo que esta recta final de la fase regular es muy importante que nos agarre en buena forma y jugando bien para ponernos esa chapa de candidato que nos gustaría llevar. Queda en nosotros dar un paso adelante, tanto defensiva como ofensivamente, para ser un candidato firme para pelear el título.
-¿Cómo estás viendo esta Liga? De a ratos parece muy rara, porque se ganan entre todos y no hay un candidato firme y claro como en otros años.
-Es una Liga irregular, está todo muy parejo. Al comienzo parecía que San Lorenzo iba con todo; después Olímpico y Libertad parecían que no los agarraba nadie; en un momento empezó a levantar La Unión y daba la impresión de que iba a ser muy difícil ganarle por su forma de juego; Gimnasia, con su juego dinámico y de pases, parecía invencible. Y después se fueron acomodando todos a algo más parejo y todos tuvieron su mala racha. Es una Liga extraña pero está buena, porque todos los partidos son difíciles y tenés que estar siempre preparado para jugar finales. Está buena por lo parejo, y realmente en esta recta final puede llegar a salir un candidato para el título pero que al mismo tiempo no le va a asegurar nada, porque después en los playoffs cualquiera puede ganar.
-¿Individualmente cómo te estás sintiendo en esta temporada?
-Bien, con fuerzas y las ganas de siempre de pelear arriba y ayudar al equipo. La voy llevando bien.
-Después de tanto camino recorrido, ¿se te va haciendo más difícil encarar una nueva temporada?
-No, siempre encaro todo de la misma forma. Yo estoy con las mismas ganas y hambre de jugar y ayudar a Peñarol a ir bien arriba. Por supuesto que es más pesado recuperarse después de cada partido, pero físicamente estoy bien, me preparé muy bien durante la pretemporada y llegué bien al torneo. Es una temporada en la que estoy ayudando al equipo a hacer otras cosas y tomando otras decisiones.
-Te cambio de tema por completo. ¿Qué es la Selección Argentina, y qué fue para vos?
-La Selección es todo para cualquier jugador. Tener la posibilidad de estar en la Selección es una placer enorme, saber que el esfuerzo que hacés a diario en tu equipo rinde frutos es buenísimo. Siempre fue un placer estar en la Selección y ahora mismo es un placer verla desde afuera, apoyar y ver a los chicos en su crecimiento. Es algo extraordinario. Saber que hace poco estuve junto a ellos me da un poco de melancolía, pero al mismo tiempo me pone contento por saber que el legado que dejó una generación de la que fui parte sigue estando bien cuidado con chicos jóvenes que tienen el mismo sentimiento que teníamos nosotros cuando llegamos a la Selección, y que quieren hacer historia igual que la hizo nuestra generación.
-¿Te acordás qué pensaste la primera vez que te pusiste la camiseta de la Selección?
-No, pero te puede decir que siempre tuve el mismo pensamiento de orgullo, de saber que iba a dejar la vida en la cancha porque estaba defendiendo los colores de mi país, que estaba defendiendo al básquet argentino. Siempre fue un placer.
-En ese primer momento, ¿imaginabas que ibas a tener el recorrido que tuviste con la Selección?
-La verdad es que no. Nunca pensé en poder llegar hasta este momento de haber jugado tanto tiempo en el equipo. Yo debuté a los 15 años con las selecciones menores. Desde ahí hasta todo lo que conseguí, nunca lo imaginé. Pero también es verdad que lo trabajé, siempre quise estar en la Selección y siempre luché para tener un lugarcito.
-¿Qué pensás que te llevó a mantenerte durante tantos años en el equipo?
-Creo que fue el saber dónde estaba parado y saber lo que tenía que hacer para el equipo. Siempre supe bien cuando me tocaba ser el jugador 12 del equipo. Yo trabajaba para ir subiendo pero nunca me salí de mi rol en la Selección. Y creo que ese es el mayor mérito que tuve para quedarme tantos años en una generación muy competitiva y muy difícil de poder estar. Después se fueron dando situaciones que me ayudaron a subir posiciones y tener más tiempo de juego siendo una ficha más importante. Cuando tuve la chance de jugar más tiempo lo aproveché, lo fui a buscar.
-¿Qué significa ser parte de la Generación Dorada?
-Es difícil de describirlo… Es un orgullo para cualquier jugador que formó parte de esa generación, por todo lo que generó en el básquet argentino. E incluso a nivel mundial. Esta generación logró que el mundo viera al básquet argentino de otra forma, y ser parte de ella es un placer.
-¿Cuándo te diste cuenta que ese grupo era especial?
-El grupo empezó a trabajar hace muchos años atrás siendo juveniles, y ahí éramos un grupo distinto a otros equipos, no sólamente de Argentina sino también a nivel continental. Y cuando fuimos creciendo y llegando a un nivel superior, ahí nos dimos cuenta que esta generación era distinta a las demás por todo lo que estaba haciendo. No sólo en la Selección, sino cada uno en sus equipos, ya sea yendo a Europa, saliendo campeones de la NBA, haciendo diferencia en nuestra Liga Nacional… Ahí esta generación demostró que era distinta a todos.
-¿Y qué era lo distinto, lo que la hacía trascender por encima del resto?
-El hambre que teníamos de conseguir cosas, de pelear por dejar siempre al básquet argentino en lo más alto. Además, la hermandad que hubo en la Selección fue increíble, y esas son las cosas que fuimos armando con mucho trabajo y sacrificio hasta lograr construir un grupo de muy buenas personas que nos permitió disfrutar durante mucho tiempo.
-Con tantas cosas que consiguieron debe ser difícil elegir mejores momentos, pero te pido que hagas el intento. ¿El momento del podio en Atenas está entre esos?
-Creo que ese es el momento máximo, pero otra cosa que a nosotros nos dejó marcado fue cuando pasamos a la final del Mundial de Indianápolis 2002. Ese fue el momento que nos consagra y nos demuestra que podíamos llegar a ser tan buenos después, a ser un equipo tan grande. Llegar a jugar una final del mundo nos demostró que podíamos y nos ayudó a llegar más arriba.
-¿Y a nivel frustraciones, te quedó algo?
-(Piensa). Si fuera en otro momento diría que jugar un poco más en el 2004, pero después tuve mi revancha en los Juegos Olímpicos del 2008. Así que creo que no hay nada. Quizás ganar el Mundial. O perderme el Preolímpico del 2011, que fue fuerte. Pero después tuve la revancha jugando el Sudamericano de Chaco 2012, que no es lo mismo pero para mi lo fue, y lo disfruté como hubiese disfrutado jugar aquel torneo en Mar del Plata.
-¿Qué te enseñó la Selección?
-Me enseñó a trabajar en equipo, a trabajar a la par de otros jugadores. Me enseñó mucha hermandad, algo que tenemos hace tiempo con este grupo hermoso.
-¿Te costó decirle basta o estás conforme por dejarla en el momento justo?
-Me costó muchísimo y me cuesta hoy en día, pero creo que fue la decisión más correcta que podía tomar. Había llegado el momento de no jugar más, creía que era el momento de dar un paso al costado para poder terminar mi carrera en la Liga Argentina de la mejor manera, y también creía que había jugadores atrás mío que podían hacer un trabajo como el mío o incluso mejor.
-¿Aquella despedida en Mar del Plata te queda dentro de las tantas cosas lindas que te tocó vivir?
-Fue algo increíble. Por todo lo que significa la Selección para mi y por lo que significa Mar del Plata y el Polideportivo para mi carrera. Fue el momento justo y en el lugar indicado.
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-En ese darle lugar a los más chicos que vienen, ¿cómo ves el recambio de la Selección?
-Muy bien. La Selección está bien parada, tiene muchos jugadores con juventud y experiencia a la vez, tanto en la Selección como en equipos europeos o nacionales. Tienen un nivel muy alto y quedó demostrado en el Preolímpico. Tienen equipo e ímpetu para pelear, y los valores que tuvo la Selección durante mucho tiempo también los tienen.
-¿Sos de dar consejos a los más chicos, te gusta darlos?
-Me encanta. Yo les doy mis consejos y vivencias, lo bueno y lo malo que te puede pasar en una carrera. Después ellos lo toman o lo dejan, pero es lindo pasar lo vivido en tu carrera a chicos jóvenes, que te escuchen y lo tomen. Después, el trabajo que hacen es pura y exclusivamente de su talento.
-Si hacés un paralelismo con lo que fue tu etapa de joven, ¿qué notás ahora, hay otra filosofía?
-Y, es distinto… Cuando yo era chico no tenía las cosas que tienen los pibes ahora, no había celulares, tablet, internet como hay ahora… Estos chicos están más pendientes de lo que pasa en el teléfono por la NBA o distintas ligas de Europa, lo cual está bueno porque van conociendo jugadores sin estar en competencia contra ellos, saben cómo juegan. Eso les da una ayuda, pero también creo que hoy en día los chicos crecen más lento. Nosotros fuimos más hombres de jóvenes, maduramos más jóvenes. Ahora tardan un poco más. Todo lo que hay hoy en día en materia de internet y tecnología les ayuda un poco a los chicos, pero no tienen el campo o la canchita que teníamos nosotros, ese ir a la calle. Y eso los deja un poco más en el tiempo… Yo veo chicos de 16 años que todavía siguen siendo nenes, y nosotros a edad edad ya estábamos viviendo solos afuera y lejos de nuestra familia, compitiendo con jugadores más grandes por un lugar en el equipo.
-Claro, y además de ese curtirse, por llamarlo de alguna manera, todo eso que mencionás no dejan de ser distracciones en cierto punto…
-Sí, para algunos sí y para otros no. A algunos les puede servir, pero a la mayoría de los chicos les impide crecer tan rápido como era antes, que teníamos tanta calle… No sé, nosotros salíamos del club y nos íbamos al campito a jugar con nuestros amigos, y ahora eso no pasa. Hoy salen del club y se internan en la casa a jugar con la computadora o boludear con internet.
-¿Y es muy difícil ir contra eso? Porque cada vez hay y habrá más distracciones.
-Creo que no hay que luchar contra eso porque es útil para muchas cosas. Lo que hay que hacer es intentar que los chicos tengan esa posibilidad de tener esas salidas con sus amigos. Pero al mismo tiempo es difícil por el presente de nuestra seguridad personal, son otros tiempos. Antes si salías a jugar a la vereda no pasaba nada, ahora si lo hacés, pasa un motochorro y te afana. Así que el chico tiene que estar adentro, y la mejor forma es quizás con esos recursos de ahora.
-En un aspecto global, ¿cómo ves al básquet argentino hoy por hoy?
-Yo creo que está bien nuestro básquet, hay jugadores que te pueden dar muchas cosas y pueden crecer. Pero a nivel continental de clubes está demostrado que perdimos terreno en los últimos años, hemos ido para atrás en competencias internacionales. Y tenemos que intentar que el básquet argentino vuelva a los primeros planos, tenemos que conseguir títulos para nuestro básquet para que vuelva a estar en los primeros planos.
-¿Eso es por una cuestión de dinero o por algo más profundo?
-La plata tiene que ver, seguro. Pero si jugás contra equipos de Brasil, por ejemplo, ellos son 12 profesionales y acá somos ocho más los juveniles, que como te dije están tardando en evolucionar y llegar a un nivel alto para competir a nivel nacional e internacional. Entonces se nos hace muy cuesta arriba pelear con ocho jugadores contra equipos de 10 o 12 profesionales. Si es que interesa pelear y ganar nuevamente torneos internacionales con equipos, estaría muy bueno tener más fichas profesionales en los equipos para competir de igual a igual contra Brasil, Venezuela, Puerto Rico, México…
-¿Venís madurando el retiro?
-Tengo una idea de cuándo me voy a retirar, pero todo depende de cómo me trate el físico.
-¿Entonces lo que más cuesta trabajar en este tiempo es contra el físico o contra la cabeza?
-(Piensa). De la cabeza estoy bárbaro, a mi me gustaría seguir jugando. Pero lo que te tiene que acompañar es el cuerpo. Muchas veces pensás que estás bien, pero la realidad es que el cuerpo no te ayuda. Yo creo que lo que te tiene que dar el OK siempre es tu cuerpo. Yo voy a ir viendo cómo termino esta temporada para ver qué hago la siguiente, y así sucesivamente.
-Entonces está claro que si seguís quemando cartuchos o no, no es por falta de ambición o ganas sino porque el cuerpo te da.
-Totalmente. Si sigo jugando es porque siento que puedo jugar. Cuando lo deje es porque sentiré realmente que el cuerpo no da más. Sería tirar de algo que se va a romper, y realmente no quiero que suceda.
-Cuando llegue el día del retiro, ¿cómo te gustaría que te recuerden?
-(Piensa). Me gustaría que me recuerden por lo que fui adentro de la cancha. Me considero un jugador temperamental, pero buena gente. Y creo que sería muy lindo que me recuerden de esa forma.
-Remarcás que sos buena gente… ¿Te molesta que algunos piensen que sos mala leche?
-No, la gente puede pensar lo que quiera y es libre de hacerlo. Todos los hinchas de los distintos equipos te quieren ganar y van a decir cosas de vos para sacarte de lo que sea, pero yo estoy muy tranquilo con lo que hago adentro de la cancha. A lo largo de mi carrera no he tenido grandes problemas con otros jugadores por ser mala leche, nunca he lastimado a nadie. Es difícil que un compañero o colega me tilde de mala leche. Intento ser lo más correcto posible adentro del campo de juego. Con el temperamento que tengo, a veces es difícil ver la forma en que lo hago, pero la verdad es que de todos los años que tengo adentro de la cancha, nunca he lastimado a un colega y nunca lo voy a hacer. Y en definitiva, lo principal es que mis colegas me reconozcan como tal. Salvo lo que pasó hace poco con San Lorenzo, nunca tuve una agarrada con otro jugador. Jugar fuerte o poner una cortina dura siempre estará, porque es mi forma de jugar. Pero agarrarme a las manos con otro jugador, fue la primera vez en mi carrera.
Leandro Fernández
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