Recordamos el partido por el tercer puesto en Beijing, que significó la segunda medalla olímpica de nuestra Selección. Sin Ginóbili, y con Nocioni entre algodones, el Alma brilló y festejó. Lo cuenta el Chapu.
Cuatro años después de la medalla dorada lograda en Atenas, Argentina cayó en semis ante un combinado estadounidense repleto de estrellas, que fue a Beijing con el objetivo de redimirse tras caer ante la albiceleste en 2004. Sin la posibilidad de defender ese histórico oro, el conjunto comandado por Sergio Hernández iba en busca de su segunda medalla olímpica ante la poderosa Lituania, rival que los había vencido previamente, en la primera fecha del torneo, y que había quedado en el camino ante España por una leve diferencia.
A poco de comenzar el encuentro, se descartó la presencia de Manu Ginóbili, pieza estelar del equipo, quien se torció el tobillo en el juego ante los norteamericanos. La baja del 20 de los Spurs tocó de cerca al conjunto argentino, que también tenía entre algodones a Andrés Nocioni, producto de una tendinitis. Pese a todos los obstáculos, la Generación Dorada se impuso en la cancha por 87-75 y sumó un bronce olímpico que brilla en lo más alto de nuestras hazañas basquetbolísticas.
A continuación, el Chapu, uno de los protagonistas de aquella jornada, con 14 puntos, ocho rebotes y cuatro recuperos, rememora una de las victorias más importantes del básquet argentino.
-Primero contanos un poco cómo llegaste al partido con Lituania. Te habías lesionado contra Grecia en cuartos, y ya con Estados Unidos no se te veía bien.
-Llegué con un pequeño desgarro en el tendón cuadricipital de la rodilla. Me lo había hecho contra Grecia, como decís, y me trajo algunos problemas. Contra Estados Unidos jugué medio rengo, con bastante dolor. Ya con Lituania hicimos la rehabilitación y llegué un poquito mejor, con menos dolor. Tuve unos días para recuperarme, pero me molestaba. No llegué al 100%. Después, en el partido, hubo momentos en que me dolía y otros en los que me olvidaba. No era una lesión que me iba a impedir jugar. Lo que podría haber pasado es que se agrave un poco más, pero no pasó. La decisión que tomamos fue la correcta, se administraron los minutos hasta ese partido. Contra Estados Unidos no jugué tanto porque sabíamos que no estábamos para competir directamente, aunque no hicimos un mal partido.
-En el momento se decía que Lituania podía ser favorito, por lo que habían hecho contra España. ¿Cómo llegaban ambos equipos?
-Los dos llegábamos en diferentes situaciones. Lituania había jugado un partido increíble contra España y quedan afuera por nada. Se pensaba que los iban a pasar por arriba, pero hicieron un gran partido. Creo que el golpe anímico fue muy grande para Lituania. Nosotros, en cambio, sabíamos que con EEUU íbamos a perder, o teníamos la idea de que se podía perder. Eso hace que la mentalidad sobre cómo se llegó sea diferente, y hay que remarcarlo. Después se toma como que todo es épico, pero yo no sé si es tan épico porque Lituania estaba muy tocado anímicamente. Nosotros hicimos algunos ajustes defensivos y en el juego que nos ayudaron a que todo salga bien en ese partido. Lo afrontamos con mucha seriedad
- Bueno, pero ustedes tampoco lo tenían a Manu. Eso imagino que pesó bastante.
-También, obvio. Nosotros no estábamos en nuestra mejor situación porque Manu estaba afuera casi de forma definitiva. Hizo la entrada en calor, lo intentó a ver si podía, pero no hubo manera. Medio que ya sabíamos que no iba a jugar. Yo también llegué un poco tocado y eso afectaba mucho a la rotación. No éramos un equipo que rotaba mucho con los suplentes y por ahí por el tema físico no se nos tomaba como favoritos.
-Es cierto, se hablaba mucho de que los del banco no aportaban mucho. Pero justo en ese partido se da algo diferente, porque Paolo Quinteros y Leo Gutiérrez rindieron muy bien (11 puntos cada uno).
-Tal cual. El banco no tuvo muchos minutos durante el torneo y en ese partido cambia un poco. Leo y Paolo, que eran un poco la cabeza de ese banco, entraron y nos dieron un envión notable, en lo anímico pero también en lo físico. Entraron frescos, con mucho ímpetu. Eso hizo que la diferencia se alargara. Hasta principios del tercer cuarto íbamos un poco parejos, pero a partir de ahí sacamos una diferencia grande. Fue una racha de tres o cuatro minutos en la que les sacamos 20 puntos. Coincide también con la entrada de ellos, creo que primero de Paolo y después de Leo.
-También se notó una diferencia en tu juego dentro del partido. Intentaste mucho tiro a pie firme en el primer tiempo, y en el segundo se te vio con otra energía. Corriéndolos a todos en defensa, sobre todo. Hubo una que le robas a (Ramunas) Siskauskas en primera línea que es una locura, y encima la terminas volcando.
-Sí, se da porque el equipo necesitaba eso también. Que uno le de energía, que se agrande desde lo anímico, porque esos partidos se juegan con la cabeza también. A medida que pasó el tiempo se sintió la motivación de llegar a una medalla. Habíamos hecho un buen torneo y estábamos muy cerca del bronce. Por más que veníamos de una dorada, la magnitud de una medalla, aunque sea de bronce, es gigantesca. Si te ponés a pensar, es la segunda medalla olímpica que tenemos en el básquet. No hay tantas oportunidades de jugar un partido así. Por eso digo que lo anímico jugó un papel fundamental.
-Sin dudas. Pero en lo individual, diste un salto muy grande en el tercer cuarto y eso se notó en el equipo.
-Sí, puede ser. Es como un contagio. La dinámica del equipo cambia cuando se van contagiando esas actitudes y nos vamos acercando a algo tan importante como la medalla. Habíamos entrado con nuestras dudas y nuestros miedos, y sabiendo que Manu no estaba dentro de la cancha. Cuando nos dimos cuenta de que el rival no estaba en su mejor momento es como que fuimos a dar el golpe y pudimos marcar esa diferencia importante hasta cerrar el juego de la mejor manera. Creo que en ese partido nos fue mejor de lo que pensábamos, porque nosotros veíamos un partido muy parejo. No creíamos que íbamos a sacar una diferencia tan grande y que la íbamos a poder administrar. Ahí fue cuando apretamos los dientes. Yo ayudé, quizás fui de los que me di cuenta que los podíamos golpear y lo intenté transmitir. Los demás ayudaron a que la energía prevalezca y creo que Lituania se sintió un poco impotente. Los hicimos sentir incómodos con su juego, pero fue mérito nuestro. Con garra y empuje le demostramos al rival que queríamos esa medalla y tuvimos muchas más ganas de llevárnosla.
-Recuerdo mucho la frase “no pudieron defender el oro, pero trajeron el bronce”. Se repetía mucho en la tele. Y la verdad es que ustedes y los argentinos que estaban en la cancha festejaron mucho esa medalla. Y hoy la valoramos mucho más.
-A ver, por cómo se dio el torneo y la situación del momento, España y Estados Unidos eran mucho más que el resto. Nosotros habíamos perdido varios jugadores, se habían retirado algunos. El equipo había disminuido respecto a lo que fue Atenas. No es por desmerecer a los nuevos jugadores que fueron a Beijing, pero no teníamos un Hugo Sconochini, un Puma Montecchia o un Colo Wolkowyski. Sin desmerecer a los que vinieron después de ellos, como ya dije. Pero bueno, teníamos la ilusión. Yo creo que fuimos a ese Juego Olímpico con la meta de llevarnos la medalla de bronce. La de oro y la de plata eran un sueño, porque cruzarse con Estados Unidos o España en ese momento era muy difícil. La idea nuestra, el objetivo, era la de bronce. Si podíamos subir más arriba, mejor, pero cuando terminó el partido y festejamos, lo hicimos porque estábamos cumpliendo un objetivo. Además, como ya dije, hay dos medallas en toda la historia. ¿Cómo no lo vas a festejar?
- Más allá de la alegría por el bronce, y lo que marca en nuestra historia, ¿creés que si la semi era contra España habrían podido llegar más lejos?
-Nunca lo vamos a saber. Los dos equipos tenían muchas estrellas y jugadores que marcaron una época. Fijate que después España y Estados Unidos jugaron una de las mejores finales olímpicas de la historia. Estados Unidos fue con todo y España estuvo muy cerca todo el partido. Creo que la diferencia final fue de siete puntos, pero durante el partido fue palo a palo. Nosotros éramos uno de los países que estaba un escalón debajo de esas grandes selecciones. Habían varios que tenían chances de llegar a la de bronce. Que me acuerde, Lituania, Grecia, Rusia, quizás Croacia. Después se da que no todos hacen un gran torneo, de hecho Rusia queda afuera en grupos si bien me acuerdo. Nosotros lo festejamos como tal porque era el objetivo que habíamos pactado y lo cumplimos.