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El corpachón que le dio la popularidad en el baloncesto y la lucha libre lleva jugándole malas pasadas desde 1996. Tras rozar la fama volvió al más absoluto de los olvidos en su natal El Colorado (Formosa, Argentina). Recientes episocios parecen aportar un poco de luz a su difícil existencia.
Manu Ginobili, Fabricio Oberto, Luis Scola…son nombres que asociamos ya directamente a la NBA y a la exitosa producción de talentos de la escuela argentina en los últimos años. Sin embargo no fueron los primeros en “sonar” para la NBA. En 1988 un gigantón argentino era seleccionado por los Atlanta Hawks para jugar en la mejor liga del mundo. Se convertía así en el primer jugador argentino que tenía la posibilidad de jugar junto a las estrellas del baloncesto. Por aquel entonces Héctor “Pichi” Campana, Marcelo Milanesio y Hernán Montenegro eran las grandes estrellas del baloncesto albiceleste, que se encontraba en fase de progreso… aunque lejos del nivel de la gran dominadora sudamericana, la Brasil de Oscar Schmidt, Israel Machado o Gerson Victalino.
Un gigante con pies de barro. Nunca mejor dicho. Este argentino de 2.31 fue la gran esperanza del baloncesto de su país -al menos en cuanto a promoción- a finales de los 80 hasta que se cruzó la NBA por medio. Curiosa paradoja. Jorge González nunca había jugado al baloncesto pese a que a los 16 años ya medía 2.17 m. y padecía gigantismo -aunque no lo sabía-, que era la culpable de tan exagerado crecimiento. Había nacido y vivía en El Colorado (1966), población de la región de Formosa que básicamente vivía del algodón y del trabajo de la administración pública. Como tantos y tantos casos, González pertenecía a un núcleo familiar muy humilde y sus primeros trabajos -ya con nueve años- estuvieron relacionados con el cultivo del algodón o la venta de periódicos.
Un día, paseando por el pueblo, fue avistado por Oscar Razonovich, un comerciante vinculado al club baloncesto argentino Hindú Club de Resistencia. ¿Recuerdan a qué jugador español recientemente retirado le sucedió algo similar? Jugó en categoría juvenil, luego en el primer equipo, donde promedió cerca de 20 puntos por partido y de ahí a equipos importantes como el Gimnasia y Esgrima de La Plata y el Sport Cañadense. Su buena estrella inicial hicieron que el seleccionador nacional argentino, León Najnudel, le incluyera en el combinado nacional, en el que estuvo siete años.
Su hada madrina le siguió acompañando y el Real Madrid invitó en 1987 a la selección argentina -de la que formaba parte- para disputar el tradicional Torneo de Navidad. El principal reclamo del cuadro sudamericano no eran ni Campana ni Montenegro sino aquel gigante de 2.31, desconocido no sólo a nivel internacional sino en su propio país ya que el baloncesto no gozaba de la popularidad actual. Argentina acabó en cuarto lugar siendo ampliamente superada por el R.Madrid (campeón aquel año), la URSS y Argentina, pero Jorge González ya estaba dentro del círculo. “Fue la mejor Navidad de mi vida. La pasé solo, en el hotel, comida, champán. Por la ventana se veía el paseo de la Castellana, nieve, luces en los árboles…”, respondía González en una entrevista 20 años después…
Entonces llegó la NBA…
Richard Kane, scouter europeo de los Atlanta Hawks, , vio las actuaciones del argentino en el Trofeo de Navidad y la maquinaria USA lanzó la red sobre este cachalote. Coincidió también el que hiciera buenos números en el preolímpico de Montevideo del 88 para que los Hawks se decidieran a dar el primer paso. Atlanta era uno de los equipos que más miraban al mercado no estadounidense junto a Blazers o Mavericks y en drafts anteriores ya se quedaron con los derechos de Sabonis, Volkov, Tikhonenko, Belinelli, Christodoulou, Arapovic, Song Tao, Morandotti y Montero. Esta atracción por el mercado exterior fue iniciada por el equipo sureño en 1970, cuando seleccionó al mexicano Manuel Raga y al italiano Dino Meneghin -compañeros en Varese- que se convertían en los primeros jugadores extranjeros en ser elegidos en el draft. Marty Blake, entonces gerente general de los Hawks, fue el culpable.
Era el draft de Danny Manning, el primero en versión reducida -pasó de 7 a 3 rondas- lo que todavía daba más valor a su selección. Fue elegido en la posición 54, la cuarta de la tercera ronda del draft. Justo un lugar antes los Blazers se habían fijado en Anthony Mason, y su compañero de selección, Hernán Montenegro, fue adquirido por los Sixers tres posiciones por detrás. Aquel draft siguió fijándose en los pívots foráneos de gran altura como Rik Smits (número dos por Indiana), Ronny Seikaly (9, Heat), el brasileño Rolando Ferreira (22, Brasil) y José Vargas, un dominicano elegido por los Mavericks –expertos en pívots extranjeros- en el puesto 49. Sólo el holandés Smits y el ex barcelonista Seikaly rindieron a buen nivel. Ferreira –con formación en la universidad de Houston- sólo estuvo un año en Portland y Vargas no llegó a jugar. ¿Pero qué pasó con Jorge?
Su exceso de peso –llegó a pesar 180 kg- iba a ser su principal obstáculo en la NBA. Su lentitud, a priori, podía corregirse porque era, digamos, ágil, para aquella estructura tan pesada. El equipo médico y físico de los Hawks se puso a trabajar porque necesitaba perder, al menos, 20 kilos. Un año después, González no pudo vivir sin sus kilos de más y su todavía lentitud le impidió entrar en la NBA.
Carnaza para el circo…y el declive
Richard Kane le ofreció entonces la oportunidad de hacer lucha libre. Ted Turner, magnate de la CNN y propietario de los Hawks había invertido mucho dinero y decidió enfocar su carrera hacia la lucha libre. Había que rentabilizar el producto fallido. Turner había creado en el 88 la TNT (Turner Networking Televisión) y para captar a la audiencia se volcó con la World Championship Wrestling (WWC), con sede en Atlanta y constituida ese mismo año. Jorge formó parte de la WWC. Le ofrecieron un contrato de 150.000 dólares durante el primer año y de 225.000 y 350.000 para los dos siguientes años. En aquella época desconocía el valor de la moneda extraña por lo que dejó de ganar mucho dinero. Su ilusión era construir una casa para su familia en El Colorado y abandonó por completo el baloncesto. Era un trabajo por el que le iban a pagar un buen dinero. “¿A alguien le gusta su trabajo?”, sentenciaría en una entrevista posterior. En 1990 debutaría con el sobrenombre de “El Gigante”, codeándose con la élite de aquella federación como Ric Flair o Sid Vicious, “El Tanque”.
En el 93 se pasa a la World Wrestling Federation y pasa a llamarse “Giant” González, menos exótico pero más internacional. En España se pudieron ver sus evoluciones gracias al programa Pressing Cath que emitía Tele5, locutado por Héctor del Mar y José Luís Ibáñez. Era la época dorada del wrestling y González se movía entre las grandes estrellas de la lucha libre americana: Hulk Hogan, The Undertaker, el pesado Yokozuna, Ted DiBiase o The Ultimate Warrior. Fueron sus mejores años.
Así caracterizaban en la WWF a Jorge González.Era un personaje conocido en USA. Disponía de American Express, vestía trajes carísimos, ligaba muchísimo -tuvo novia rubia- e intervino con papeles secundarios en series como “Thunder in Paradise” (villano y rival de Hogan), “Los Vigilantes de la Playa” (en el capítulo Blindside, como Manny) o “Los viajes de Hércules”.
Todo esto se acabó en 1996 cuando sufrió una lipotimia en un espectáculo en Japón. El Gigante sintió miedo y arrojaba la toalla.
Había viajado por más de una treintena de países viviendo en un mundo artificial. “Este mundo no está hecho para un hombre de 2 metros y 32 centímetros. Yo tengo que armar mi propio mundo, mi propia cama, mi inodoro; todo el techo tiene que ser alto. Yo tengo que armar mi mundo”. Qué alejado este mundo –la realidad- de aquel que le rodeaba cuando era famoso. “El arco iris le llegaba a la cintura y las nubes le despeinaban”…se solía leer por entonces.
Quería vivir en a caballo entre New York y El Colorado pero el dinero desapareció muy rápido y tuvo que volver a sus humildes orígenes. Su único sueño sería ya el poder disponer de insulina para vivir. La diabetes -que afirmaba desconocer que padecía- fue en aumento y en Buenos Aires se le diagnosticó gigantoacromegalia, una enfermedad que además del crecimiento exagerado del cuerpo aceleraba la diabetes pero también la pérdida de la visión, el agrandamiento de órganos como el corazón y las vísceras abdominales o la impotencia sexual. La diabetes le dejó sin caminar y tuvieron que construirle una silla de ruedas especial de la que ya no se despega. El colmo de la mala suerte quiso también que se rompiera una rodilla cuando participaba en un partido benéfico para recaudar dinero para su enfermedad. Empezaron los primeros movimientos desde la Asociación de Jugadores para recaudar fondos para costearle las medicinas pero cualquier iniciativa resultó estéril. El declive se agudizaba.
En el 2006 una carta escrita por Lorena Ruíz al periódico Clarín alertaba sobre su empeoramiento: “Jorge está abandonado en la localidad del Colorado y muy necesitado de medicamentos, trabajo, ingresos…González respondía: “Ya golpeé 10 mil puertas y 15 mil ventanas, pero nunca logré que alguien con poder de decisión escuche lo que tengo que decir, que yo no quiero limosnas, sino un trabajo, alguna actividad en la que pueda ser útil”.
Dos años después saltaba la alarma cuando Jorge González –con el físico más deteriorado- fue ingresado en un hospital. El propio ex jugador saltó a la luz pública para desmentir que estuviera en una situación límite.
Brisa de esperanza
En este 2009 la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) dentro del marco CABB Solidaria ha tenido un detalle con González y el pasado mes de octubre recibió medicamentos, electrodomésticos y ropa deportiva. “Es bueno que se acuerden de uno en estos momentos de la vida”, afirmaba el Gigante. Esta iniciativa de la federación argentina nació hace un año con el firme propósito de ayudar y poner en práctica la solidaridad desde el deporte. Esta mano tendida hacia el gigante González tuvo su iniciativa en su compañero Esteban Gallo Pérez, quien resaltó que el fin de poder ayudar y paliar a aquellos jugadores que hoy ya no están en actividad. Venimos hasta esta ciudad, donde tengo un amigo con quien compartimos mucho en la vida del basquet, como es Jorge González. Junto a él estuvieron otros ex jugdores como Mario Romay o el vicepresidente primero, Ricardo Siri, y como madrina, la modelo Alejandra Maglietti, originaria de la región de Formosa.
Por último, si la salud lo permite, González aparecerá en la convención “Legends of the Ring”, organizada por la WWE y que tendrá lugar en Monroe, New Jersey, el próximo mes de mayo.
Fuente: solobasket.com
http://www.solobasket.com/contenidos/fue/gigante/gonzalez/c-23484.html
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