Sergio Hernández pasó por "La entrevista de la semana" y analizó todo: el momento de la Selección, la próxima ventana, los jóvenes y más.
-¿Qué fue lo mejor que te dejó la última ventana de Eliminatorias, más allá de los dos triunfos y de quedar a un paso de la clasificación al Mundial?
-En la última ventana mostramos juego y carácter. En México, en el juego estuvimos un poco en deuda en cuanto a lo que pretendemos de nosotros mismos. Hay que tener en cuenta que el rival juega, es bueno y muchas veces no te deja hacer lo que tenés planeado o entrenado. Pero sin desmerecer a México, quedamos un poco disconformes, pero fue una nueva muestra de carácter de este grupo, que sacó al frente un partido muy duro y ante un rival y cancha siempre difícil. Después, con Puerto Rico demostramos también carácter, porque era un día en el que estábamos obligados a ganar, pero también mostramos un altísimo nivel de juego. Tuvimos momentos de juego colectivo muy bueno, individualidades jugando al límite de sus posibilidades. Y una cosa tiene que ver con la otra. Es difícil separar el juego de conjunto de lo individual. Y salvo excepciones, cuando las individualidades se destacan es porque el equipo jugó bien. Estamos contentos, porque además nos puso en la puerta de la clasificación.
-¿Pensabas que a esta altura ibas a estar con uno de los objetivos casi cumplidos? Porque faltan dos ventanas todavía.
-Nunca pienso nada antes (risas). Ahora podría empezar a hacer cuentas y pensar que para que no se clasifique Argentina se tendrían que dar no se cuántos resultados bastante raros. Yo a veces le pido las cuentas a mi cuerpo técnico sobre posibles desempates o diferencias. Pero sé que el equipo siempre se va a presentar al próximo partido con un objetivo, que es jugar bien para ganar. Entonces nunca me imagino lo que va a venir. Hoy queremos clasificarnos, obviamente. Si perdemos el próximo partido y de todas maneras se da un resultado en los otros juegos que nos clasifique, vamos a estar contentos, porque el premio es muy grande, es un Mundial. Pero automáticamente vamos a estar un poquito enojados, porque un partido perdido te aleja de la posibilidad de ser primeros, y eso te puede acercar a ser cabeza de grupo en un Mundial... Siempre hay objetivos para cumplir y cada partido en sí es un mundo. ¿Y qué pasa si supieras que jugás sin chance de clasificar? Igual tendrías que tener una motivación para jugar. Para el competidor, la hora de competir es una motivación en sí misma, más allá del premio que tenga ganar o el castigo que tenga perder. Cuando uno lo asume de esa manera es cuando tu rendimiento no dependerá de una motivación extra, no caerá o subirá si se trata de un juego más o menos importante. Debería ser así. Tenemos que estar preparados para jugar nuestro mejor partido cada vez que entramos a la cancha.
-¿Qué sensación te deja el hecho de ver el nivel del equipo cuando están los jugadores de Euroliga? Está claro que el techo se eleva cuando están.
-Sí, es lógico, y le pasa a todos los equipos, para nadie es lo mismo. El que tiene un nombre a nivel internacional es porque se lo ganó y se lo sigue ganando día a día. Y el deporte se hace con buenos jugadores y atletas. Cuando más posibilidades tengas de contar con los más destacados, con los que mejor momento están pasando, más posibilidades tendrás de jugar bien. Con todo el respeto por todos los jugadores. Pasa en cualquier orden. Mientras más recursos humanos tengas, mejor vas a funcionar. Sino entraríamos en la falacia o utopía de creer que porque nos entrenamos 20 horas por día podemos ganarle a Golden State Warriors porque ellos se entrenan 4 horas por día. No es así. Es lógico que mientras más completo tengamos el equipo en relación a los jugadores que mejor están en este momento del básquet argentino, mejor vamos a jugar.
-Con este nuevo formato de ventanas, ¿se puede marcar una evolución del equipo de una a la otra o cuesta por las diferencias en los planteles?
-No sólo se puede, sino que se debe marcar. Nosotros tenemos que evaluar, algo va quedando en tu ADN cada vez que sumás horas de vuelo. Cada vez que nos concentramos son siete u ocho días todos juntos donde nos preparamos, evaluamos, jugamos, nos conocemos... Cada vez que nos juntamos tiene que ser un paso adelante. Deseamos que cada vez que nos juntemos juguemos un poco mejor, vamos elevando los objetivos de juego, porque ahí están más nuestros objetivos, y no tanto en los resultados en sí. Estamos por ese camino de querer ser mejores cada vez, y entendemos que eso al final nos va a acercar a un resultado mejor. Tenemos que pensar primero en nosotros, en cómo podemos mejorar un montón de situaciones. Gracias a Dios lo hemos visto. Quizás quedó en la memoria de muchos un mal partido con Uruguay, pero todos lo tienen. Y si hacemos una línea, va bastante ascendente desde aquel primer partido contra Paraguay en La Rioja al último contra Puerto Rico en Formosa. La línea fue bastante para arriba.
-En la próxima ventana en La Rioja se presentan dos rivales muy diferentes en cuanto a juego e incluso nombres, ¿cómo la imaginás?
-Como todas las ventanas anteriores. Estamos en la recta final y todos estamos en el mismo camino, buscando un mismo objetivo. Cada uno hace su negocio. Los dos rivales que tenemos son directos y están buscando lo mismo, por lo tanto no hay manera de que no sean partidos duros. Hay medio una incógnita por ver qué equipo presentará Estados Unidos, o por cómo soportará México la ausencia de Gustavo Ayón. Pero la verdad estará esos días. Lo que sí, nadie tiene que esperar que no sean partidos competitivos o que los equipos jueguen como una exhibición. Esta es una ventana clave, y siempre vamos a pensar que la ventana clave es la que viene. Nosotros queremos clasificar y, a su vez, pelearle el Nº1 al que sea. Sí, no tendremos a los jugadores de Euroliga y es una complicación, como decía antes. Pero las ausencias ya están confirmadas, por lo que hay que explotar las presencias, y esperar que tengan el mejor nivel posible en función del juego que queremos hacer.
-¿Por dónde pasarán esas presencias?
-En principio hay que dejar algo en claro. Siempre que hay un torneo se piden listas previas largas, por una cuestión de organización, porque hay un montón de cosas a tener en cuenta a la hora de prepararse. Desde que empezamos las ventanas, desde aquel partido con Paraguay, presentamos cerca de un mes antes y en FIBA una lista de 24 posibles jugadores, de entre los cuales puedo elegir 12 para las ventanas. Es más, pueden ser 12 en un partido y otros 12 en otro. Esa lista de 24 se utiliza para que la CABB le informe al club de cada jugador que ése jugador está en una lista de buena fe, y que en caso de ser definitivamente convocado, solicita su presencia. Si uno lee bien la carta, está más que claro que la CABB lo que hace es notificar ante el club que ese jugador está en la lista, y que en caso de ser convocado se lo necesita para ser liberado y demás. Es una formalidad que está desde el primer día. En esta ventana, por algún nombre propio que llamó la atención, los clubes comenzaron a hacerla pública, posiblemente no leyendo bien la nota, o posiblemente informándole mal al jugador, diciéndole en algún caso que estaba convocado para el equipo que jugará la ventana. Entonces se creó esta situación. Obviamente, cualquiera de esos 24 jugadores puede ser elegido. Pero todavía no están los 12 para Estados Unidos o México. No es una preselección ni todavía hay jugadores convocados. Sí hay clubes notificados de que determinados jugadores pueden ser convocados. Citación para la Selección todavía no hay.
-¿Tenés una idea de cuándo habrá?
-Creo que antes de la segunda semana de noviembre, cerca del 10 ó 12 de noviembre, puede llegar a estar. Yo no me puedo apurar mucho tampoco, porque esto de las ventanas hace que yo tenga que estar expectante de lo que hacen los jugadores, no por su nivel, sino de su salud y físico. Entonces trato de llevarlo hasta lo más cerca posible de la fecha esto de la lista definitiva.
-Creo que algo que se pudo ver, nombres al margen, es el impacto que la Selección genera en la gente. Lugar del país al que fue, lugar del país que se llenó y quedó impactado. ¿Por qué pensás que se da así?
-Yo creo que la historia de la Selección en los últimos 20 años ha creado un vínculo muy afectivo con la gente, donde los resultados tienen mucho que ver. Pero las formas con las que los distintos equipos han respetado el espectáculo, se ha brindado a la gente, se ha comportado adentro y afuera de la cancha, de la manera en que han declarado después de una derrota o triunfo, los líderes que tuvieron los grupos... Muchas cosas tienen que ver con eso. Esta camada en particular ha despertado una simpatía que creo que viene un poquito antes del Preolímpico de México. Y después estuvo la Americup, donde era un equipo renovado y joven con la presencia de Scola que ya generaba eso de que había que apoyarlos como fuera, sin importar el resultado. Y cuando se lesionó Scola, lo de la gente se aumentó para con nosotros. Y ese equipo llegó a la final del torneo jugando a un nivel altísimo. Pero bueno, todo tiene que ver más con el costado humano y empático que tiene el equipo, esa relación de afecto que tiene con el público. Y pesa mucho más que los resultados.
-El fenómeno de la gente también se pudo ver en Buenos Aires 2018 en muchos deportes, pero pudiste ver de cerca lo que generó el básquet 3x3. ¿Qué sentiste en ese momento?
-Fue definitivamente algo que superó todas las expectativas. Fue en todos los Juegos, y el básquet no fue la excepción. Fue algo realmente emocionante. Yo no soy de emocionarme mucho adentro de las canchas, pero estos chicos, los equipos de hombres y mujeres, me hicieron emocionar en algún momento. Porque vos veías esa alegría, pureza, esa pasión por lo que hacen y la unión, con tanta gente vinculada y deseándole lo mejor, con un montón llegando a esa cancha hermosa que había quedado desbordada... No me lo esperaba y me pareció espectacular. Debo reconocer que los Juegos Olímpicos de la Juventud fueron increíbles, y no podemos tomarlos como una cosa más. Debemos hacer un estudio de ese fenómeno y ver qué nos pasa. El deporte en Argentina no tiene esa convocatoria. Yo creo que el deporte en sí ocupa un lugar muy chiquito en la Argentina, por lo tanto daría la impresión que ocupa ese lugar porque a la sociedad no la interesa tanto, salvo -como dicen algunos- el fútbol, un Boca-River o lo que fuere. Pero los Juegos de la Juventud demostraron lo contrario, demostraron que importa cuando mostrás el deporte en estado puro. Y va más allá de la gratuidad, porque hay muchos espectáculos gratuitos y la gente no va. Hay clubes de Liga Nacional que tienen su entada gratis y la gente no va. Entonces no me vengan con que fue gratuito. Entendamos que algo bien organizado, que muestra el deporte en estado puro, tiene importancia. Además, estaba fortificado por la camiseta argentina. Los argentinos cuando vemos algo con esa camiseta, ahí estamos, somos muy patriotas con el deporte.
-Lo de Buenos Aires 2018 vino acompañado de resultados incluso. ¿Cómo viste a los chicos, y cómo se hace para tener mesura en este tipo de cosas? Pongo un ejemplo: Se pudo ver que Marco Giordano la rompió, y a la vuelta a la Liga Nacional metió más de 20 puntos por partido. La gente podrá decir y esperar lo que quiere pensar de un chico con potencial...
-No se hace nada, hay que tomarlo con mesura. No hay una fórmula. La única realidad es que hay que tomarlo como lo que es. Cuando hay un buen resultado, en cualquier contexto, hay que tomarlo con naturalidad. Todo lo que eso genere hacia afuera y después vuelva hacia nosotros, hay que tomarlo como parte del juego. Lo que hay que hacer es acompañar a esos jóvenes en un proceso global. Giordano es un chico exageradamente inteligente para la vida, y no le va a pasar nada. Todos los que estemos cerca de un joven o adolescente tenemos que darles herramientas todos los días para que pueda superar frustraciones y éxitos, y no que cuando llegue el momento tengamos que salir a decirle "no, esto no es así, no te la creas". Si tenemos que salir a decirle eso es porque obramos mal, porque fuimos poco docentes en un momento. Hay que tomarlo con calma, y entender que, por ejemplo, si Giordano ahora juega un partido mal, es normal. Va a jugar 200 partidos mal, hay que dejarlo tranquilo y que él y el resto hagan su carrera. Los jóvenes tienen que entender que para este tipo de cosas deben sumar herramientas que los adultos podemos ponerle en sus manos, pero después serán ellos quienes las tomen o no para que nada los modifique demasiado. Cuando una persona es culta, se prepara, tiene otros intereses y pone a la persona por arriba del deportista, sin creerse lo que hace, esa persona está preparada para el éxito, para el fracaso... Pero bueno, contener a todo lo que viene desde afuera, más en este época de redes sociales, es una utopía. La gente va a pensar y decir lo que quiera, y va a exigir lo que quiera exigir. No hay nada para hacer contra eso.
-Hablaste de estar preparado, de pensar más en la persona que en el deportista. Y justamente hace poco se retiró alguien que hizo un culto de esas cuestiones, que es Manu Ginóbili. ¿Te sorprendió el nivel de repercusión que tuvo el anuncio de su decisión?
-Todos los que estamos en el ambiente del básquet sabíamos que iba a venir una repercusión impresionante el día que se retire, porque además veníamos de varias temporadas de vigilia. Sabíamos que era algo que iba a generar una ola muy fuerte. Pero quizás la imaginábamos más en Argentina, y sucedió en el mundo entero. Que los más grandes jugadores que ha tenido la historia del básquet mundial, en el pasado y actualidad, le dediquen espontáneamente tiempo a Manu; que Del Potro lo haga en el medio de la cancha después de un partido importante, que se sumen deportistas de todo tipo y lugar del mundo, que Adam Silver automáticamente haga mención a su retiro... Creo que ni él, ni nosotros ni el más fanático de Manu estaba preparado para eso. Ahí superó definitivamente todo lo que uno imaginaba.
Leandro Fernández
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