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En una nueva edición de La entrevista de la semana charlamos a fondo con Robert Battle, referente extranjero de la Liga Nacional. Sus inicios en el básquet, la llegada a nuestro país, su mirada de la cultura, el papel de los foráneos en nuestra competencia, su búsqueda de grandeza y hasta una definición política: Si Trump gana como presidente de Estados Unidos, elegiría a Argentina para mi futuro.
La Liga Nacional recibió a lo largo de su historia un gran número de jugadores extranjeros, pero pocos con el compromiso, éxito y constancia de Robert Battle. El pivote de 35 años, nacido en Philadelphia (Estados Unidos), acaba de empezar su décima temporada en la competencia, tercera seguida en Quimsa. El currículum marca 438 partidos jugados, 5.962 puntos, dos títulos de Liga (2008 con Libertad y 2014 con la Fusión) y muchas cosas que no salen en los números pero reflejan su búsqueda de dejar una marca de grandeza en el país. Robert se prendió a una charla a fondo con La entrevista de la semana, pasando desde sus inicios hasta la actualidad.
-¿Cómo estás viendo este comienzo de temporada con Quimsa?
-Me quedo con buenas sensaciones, empezamos jugando un muy buen básquet. La última gira fue larga y exigente y no la terminamos como queríamos. En esta Liga si no defendemos y compartimos la pelota todos los días, no vamos a tener el éxito que queremos. Hay que buscar la manera de mejorar.
-¿Imagino que el objetivo es volver a pelear arriba después de un año en donde, quizás, quedaron afuera antes de tiempo?
-Obviamente que la gran meta es terminar como el número 1. En todas las temporadas yo quiero salir campeón y siempre estuve en equipos que tienen la capacidad de hacerlo. Poco a poco hay que construir ese camino. Venimos de dos derrotas y no podemos perder tres. Hay que cortar la mala racha.
-¿Qué encontraste en Quimsa para elegir quedarte por tercer año consecutivo? Pocas veces en tu carrera estuviste tanto tiempo seguido en un equipo.
-En Libertad de Sunchales me había pasado, pero yendo y viniendo. Acá estoy muy tranquilo. Estuve con Silvio (Santander) en Lanús y ya conocía su forma de trabajar, lo hago bien con él. En nuestro primero año en Quimsa tuvimos una temporada muy especial, creo que ese fue uno de los mejores equipos de la historia de la Liga. Eso fue algo que no pasa siempre. Y después no tenía ganas de ir a otro lado. Me trataron bien, tuvimos éxito, salimos campeones, estaba contento en la ciudad, en el club y con el equipo, así que no tenía ganas ni motivos para irme a otro lado. La verdad es que siempre busco un lugar donde pueda quedarme, crecer y tener éxito. Si me quieren, no tengo problemas en quedarme.
-¿Influye lo económico?
-Si salimos campeones es obvio que aumentan los contratos de todos, pero el año pasado para mi fue un fracaso y soy honesto, no merezco un aumento de sueldo. La realidad es que en el club se portan muy bien conmigo, y yo dejo todo por el club en la cancha. Además, los hinchas me caen muy bien, así que estoy muy cómodo acá. Tengo mucho amor por Quimsa.
-Te llevo un poco hacia atrás en el tiempo. ¿Cómo empezó el básquet en tu vida?
-Vino de segunda, porque al inicio me incliné por el fútbol americano. Empecé a jugar básquet organizado recién a los 14 años, un poquito tarde. Pero en mi cabeza estaba jugar al fútbol americano. Durante la secundaria hacía los dos deportes hasta que tuve que tomar la decisión y elegí al básquet. Había universidades que me dejaban hacer los dos, pero no me gustaba mucho el frío ni jugar afuera. Así que elegí las canchas de básquet y me dediqué a esto. Salió bien (risas).
-Imagino que todo chico de Estados Unidos piensa en llegar a la NBA cuando arranca a jugar. ¿Era tu sueño?
-Obvio, como todos. Pero eso no fue para mi. Tuve algunos entrenamientos cuando terminé la universidad, con los Nets y los Sixers, pero no pasó nada. Y en 2009 fui a jugar la Liga de Verano con Sacramento y pensaba que algo iba a pasar, pero no entré. A partir de ahí me enfoqué en ser el mejor donde estaba. Volví un año a España, después a Libertad y así siguió. Ahora estoy dedicado y enfocado en ser uno de los mejores de la historia de la Liga Nacional. Ya no pienso más en la NBA, hace rato. Y además estoy medio viejo (risas).
-¿Cómo fue la primera vez que saliste de tu país siendo un chico que se iba a jugar al básquet al exterior?
-Me tocó ir a Francia, me cortaron tras un mes y medio y después tocó Turquía. La verdad es que pensaba que iba a extrañar más, pero estaba cómodo, siempre en contacto con mi familia. Era la primera vez que salía de mi país y se dio bastante natural. Si me enfocaba en el básquet estaba bien. Encima en Francia conocía el idioma porque tomaba clases en la secundaria y la universidad, así que podía hablar. Después en Turquía fue un poquito más difícil, estaba algo más solo porque era el único extranjero. Al tiempo conocí a un turco en la liga que hablaba inglés y vivía cerca mío, así que a partir de ahí fue un poco más tranquilo y hasta aprendí algo de turco.
-Se nota que tenés facilidad con los idiomas, porque el español lo manejás bárbaro también. ¿Cómo llegó la primera chance en Argentina, allá por 2004 en Conarpesa?
-Estaba jugando en México, salimos campeones y mi representante en Estados Unidos estaba trabajando con gente de acá. Llegué a fines del 2004, entré al país el 28 de diciembre. A partir de ahí empecé a trabajar con mi agente de Argentina. Me vino bien porque Conarpesa fue una experiencia muy buena, en donde conocí al Huevo Sánchez, a quien le tengo mucho amor porque es un muy buen técnico e hicimos una buena campaña. Me gustó mucho aquella experiencia. Y después de esos primeros años ya casi siempre estuve por Latinoamérica, así que el español lo tenía que aprender sí o sí.
-¿Por qué elegís constantemente a la Argentina en los últimos años?
-Porque estoy muy cómodo acá, conozco la Liga y la Liga me conoce. No me gusta cambiar mucho o seguir la plata por encima de todo. Si gano bien y estoy contento en un sitio, me quedo. No quiero andar moviéndome, me gusta la estabilidad. Encima ahora tengo familia, no quiero moverme de país en país, prefiero construir algo en un lugar. Como te dije antes, después de tantos años acá quiero convertirme en uno de los mejores de la competencia, y si me estoy moviendo no puedo construir nada.
-Y al margen de que todavía te queda recorrido, ¿sentís que ya estás entre los mejores extranjeros de la Liga?
-Creo que sí. Hice cosas que otros extranjeros no lograron. Fui a Libertad y cuando llegué salimos campeones de la Liga Sudamericana, después del Súper 8 y la Liga. Más adelante, fui a Lanús y llevamos al equipo a dos finales, en la Liga de las Américas y la Liga Nacional. Podríamos haber ganado una, pero Regatas fue mejor que nosotros. En Boca también me tocó pelear. Es más, el año pasado fue la primera vez en mi carrera en Argentina que no me tocó estar en semifinales, algo que me cayó muy mal, así que quiero cambiar esa historia. Pero pude estar en la primera Liga de Libertad, la primera de Quimsa, la primera final de Lanús, tengo varios Súper 8, MVP de finales, varias veces mejor extranjero… No sé si hay otro extranjero con estas cosas. Y todavía quiero ganar otro título más. Si lo consigo, creo que ya nadie podrá negarme.
-¿Cómo es para un extranjero el hecho de jugar en Argentina? Lo pregunto más allá del juego, también apunto al trato en el país.
-Conmigo es fácil porque me gusta mucho aprender idiomas y meterme en las diferentes culturas. Cuando me toca ir a algún lado me gusta interiorizarme en la cultura y las formas del lugar. Cuando fui a Turquía, empecé a aprender turco y traté de ser uno más. Acá muchos americanos se equivocan porque no quieren aprender el idioma. Con los que hablo siempre les digo aprendé el idioma o demostrá que estás intentando al menos, porque la gente respeta eso, te da más bola. Hay algunos a los que le gusta y otros a los que no les importa. Pero creo que eso es clave para cualquier lugar, intentar aprender cómo hacer las cosas como argentino, español o cualquier lado, intentar ser uno más pero teniendo siempre en cuenta que sos extranjero. Nunca hay que olvidar eso. Acá la gente me trata muy bien, pero la verdad es que sigo siendo extranjero. Siempre voy a ser diferente para los argentinos y entiendo la línea que hay, me van a tratar diferente que a un argentino.
Acá muchos extranjeros se equivocan porque no quieren aprender el idioma. Con los que hablo les digo que lo hagan o que al menos demuestren que están intentando, porque la gente respeta eso y te da más bola. Hay algunos a los que le gusta y otros a los que no les importa.
-¿Alguna vez te trataron mal acá?
-Fuera de la cancha o del deporte creo que no. A veces es difícil conseguir un taxi (risas), sobre todo en Buenos Aires, pero fuera de eso no, en la cancha no. Y eso que cuando llegué no podía creer cómo escupían a los jugadores. Eso es algo asqueroso que no se hace en Estados Unidos. Si lo hacés allá es una falta de respeto máxima y podés terminar en una buena pelea. Acá lo hacen como si fuera decir una mala palabra. La primera vez que vine en Regatas me lo hicieron, en Quilmes también. Pero después me gané el respeto y ya no me putean mucho. Si lo hacen, entiendo que es parte del juego y no personal. A veces alguna gente lo hace, pero no por ser extranjero, negro o americano, sino por ser rival o parte de otro equipo. En líneas generales nunca sentí que había algo en contra por ser extranjero.
-¿Qué es lo que más te gusta de la cultura argentina, de la sociedad, de sus costumbres?
-Me gusta mucho la importancia que le dan a la familia, que es algo que pasa mucho en la cultura latina. Por ejemplo, los domingos son para la familia, comen todos juntos. Es algo que me gusta mucho y que se necesita en Estados Unidos, porque nosotros allá estamos tan consumidos por el dinero y por ganar más que trabajamos todo el tiempo y es muy fácil olvidarse de la familia, pasa mucho allá. Es una cosa que respeto mucho de la gente argentina y la cultura, la familia es lo más importante de la vida y hay que tratarla como tal. Cuando vuelvo a casa estoy siempre con mi nena y mi mujer. Estoy afuera trabajando todo el año, así que ese tiempo en casa hay que valorarlo. Y si me toca trabajar en Estados Unidos haré lo mismo. El tiempo no se puede recuperar, así que hay que aprovecharlo.
Respeto mucho la importancia que la gente de Argentina le da a la familia. Es algo que se necesita en Estados Unidos, porque nosotros allá estamos tan consumidos por el dinero y por ganar más que trabajamos todo el tiempo y es muy fácil olvidarse de la familia.
-¿Y lo que menos te gusta?
-Los aumentos. Es increíble cómo hacen las cosas acá, cómo suben los precios. Y estoy seguro de que no soy el único que lo piensa. Hay que gente que gana un sueldo y no aguanta porque las cosas son más caras de lo que ganan. Y el otro tema son los micros, no quiero andar más en ellos (risas). Necesitamos un buen sistema de trenes acá. Creo que es lo más difícil de la Liga, estar tantas horas en la ruta viajando en micro. Por eso creo que hubo jugadores buenos que pasaron por acá, no lo aguantaron y terminaron siendo cortados o se fueron.
-Más allá de ese valor por la familia, ¿sentís que incorporaste algo más de las costumbres o del día a día de Argentina?
-Me gusta mucho el asado. Comerlo eh, no lo sé cocinar. Como todo el que viene acá me gusta la siesta. No tomo mate, es algo que nunca lo pude agarrar. Tomo mucho te y café a veces, y las medialunas me encantan. Las empanadas también. Pero bueno, con todo eso tengo que ser más disciplinado.
-¿Qué sentiste en su momento cuando se te nombró para nacionalizarte para la Selección Argentina?
-Lo tomé como un gran honor. Pero la verdad es que nunca me llamaron para ser parte de eso. Creo que quizá fue algo más de la prensa, una compaña para que se haga. Pero nunca pasó nada.
-¿Te hubiese gustado?
-¡Sí! Nunca pude ser parte de la de mi país, así que era algo que me cerraba.
-¿Qué viste y ves de la Selección Argentina?
-Es un equipo que juega bien duro y practica un buen básquet. Ahora tienen trabajo para construir el equipo de nuevo, porque se están yendo Manu (Ginóbili) y el resto de los más grandes. Hay talento para afrontar el recambio, pero hay que trabajarlo.
-¿Qué te queda por hacer en el básquet?
-Yo quiero seguir ganando. Este año en Quimsa tenemos otra buena chance de ser campeones, tenemos las herramientas y el plantel para hacerlo, así que depende de nosotros. Pero la verdad es que quiero ganar un par de títulos más si puede. Quiero terminar así mi carrera y no por una lesión o porque me dejan de llamar. Quiero elegir yo el retiro y no que el básquet me retire.
-¿Pensás en el retiro?
-Y sí... Ya he jugado muchos años, tengo la familia allá en Estados Unidos. Depende del cuerpo y las ganas. Si el cuerpo está bien y sigo amando la preparación, voy a seguir jugando. Porque los juegos son fáciles. La gente no se retira por los partidos, sino por lo que viene antes de eso: la pretemporada, los viajes y esas cosas.
-Pensando en tu vida después del básquet, ¿elegirías a Argentina como un destino para alguna cuestión de tu futuro o para venir acá?
-(Piensa). Creo que no, pero si gana Trump en Estados Unidos me parece que sí (risas). Igualmente pensaba hacer algunas cosas acá. Yo quiero dejar algo en Argentina, no quiero que digan Robert vino, jugó al básquet, ganó dinero y se fue. Si puedo construir algo que quede acá, me gustaría hacerlo. No sé, un campus por ejemplo, algo que pueda hacer una vez al año donde pueda dejar mi legado. Quiero que la gente sepa que pasé por acá.
Leandro Fernández
@FernandezLea
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