Rocío fue parte del equipo que logró el histórico tercer puesto en el U19 de Tailandia hace 12 años, y ahora volverá a vivir otra cita pero desde otro lado: será asistente de Sebastián Silva.
Tiene un perfil bajo que la caracterizó desde siempre y por eso se acerca a la charla con cierta timidez. No es autorreferente y tampoco cree ser más que nadie, sólo disfruta de esta experiencia, aprende en cada entrenamiento y aporta su cuota de sabiduría. Va más allá de lo que puede aportar desde su rol en el banco, sino que también engloba lo que puede dar a partir de sus años en el básquet, de su conocimiento de esta camada y hasta desde la camaradería, siendo un nexo entre las jugadoras y el resto del CT.
Es lo que hoy vive
Rocío Pérez, asistente de Sebastián Silva en la Selección U19 que se prepara para el Mundial de Hungría (del 7 al 15 de agosto). No es un dato menor que Rocío haya sido parte de aquel recordado equipo que ganó la medalla de bronce en el Mundial U19 de Tailandia en 2009. En aquella camada fue compañera de jugadoras reconocidas como Burani, Boquete, Maqui Rosset (no jugó el torneo por lesión en la gira previa, pero fue parte de todo el proceso), Nacha Pérez, Santana, Pepo González, Durso, entre otras. Aquel equipo logró trascender en el tiempo por logros y por capacidad, y se transformó en la base de la Selección desde entonces.
Hoy, 12 años después, Rocío volverá a un Mundial juvenil pero desde otro costado. No como jugadora, sino como entrenadora. Con mayor experiencia, pero con la misma ilusión y expectativa. Y también sabiendo que es otro eslabón más en su formación profesional.
"Hoy puedo estar desde este otro lado, pero hay cosas que no cambian y se mantienen: el sentimiento, lo que significa representar al país, la bandera argentina...", le cuenta Pérez a
Prensa CAB. No importa cómo ni la forma, pero las emociones trascienden independientemente del lugar que se ocupe y Rocío, que se crió y se enamoró del básquet en Casa de Padua, el patio de su casa, lo vuelca en palabras.
"Pasaron un montón de años desde Tailandia, pero ahora, viendo y sabiendo cómo se plantea un juego, cómo se hace toda la tarea de scouting y ver cómo son los otros equipos, es tomar mayor dimensión de lo que hicimos aquella vez en el Mundial. El valor que tiene lo que logró esa camada, estar del otro lado ahora y pensar ¡Mirá de lo que fuiste parte y lo que llegaste a hacer! Ahora, si bien es lo mismo, viajás para el mismo torneo, es una experiencia nueva porque ya tenés esa anterior experiencia y volvés a tomar dimensión, más que nunca, de esa medalla que se consiguió".
Hablamos de una de las gestas más importantes de la historia del básquet femenino de Argentina. Con el tiempo adquirió muchísimo más auge el logro, se reafirma con los años. Y si bien este contexto está enmarcado en la frialdad de los resultados, porque en definitiva es lo que reflejan las estadísticas, no hay que olvidar que ese equipo tenía una química especial como grupo. No por nada terminó siendo una camada que luego se volcó en su mayoría a la Selección Mayor.
Pérez recuerda que en la previa a ese Mundial 2009 no había grandes expectativas y que en la gira preparatoria era un tanto difícil confiar en tener buenos resultados en Bangkok. Luego todo se dio de forma ideal: en primera fase perdió contra Australia en el debut (75-51) pero después ganó duelos clave ante Corea (73-63) y Francia (60-58); en segunda ronda arrancó con derrota ante República Checa (72-60) y luego logró otros grandes triunfos ante Brasil (70-46) y Lituania (61-57), una enorme victoria ante Rusia en cuartos (67-65), un traspié ante España en semis (67-49) y el festejo final frente a Canadá en el partido por el bronce (58-51).
"En la gira previa que habíamos hecho, en la que estuvimos como un mes afuera de casa extrañando a nuestras familias, perdíamos por 40 contra rivales que íbamos a tener en el Mundial... y ese hecho de volver a jugar contra los mismos equipos ya en el torneo, nos hacía preguntar un poco el sentido que tenía ir. Después terminó pasando todo lo que pasó", recuerda Rochi, que sabe cómo volcar todas esas sensaciones a esta camada de juveniles que hoy acompaña.
"A las chicas les cuento que, como antes no había tantas redes, vos solamente ibas a jugar... no sabías ni contra qué jugadoras te ibas a enfrentar ni tampoco el potencial del otro equipo. Entonces no tomabas dimensión de lo que era jugar un Mundial, era más ir a la carga barracas y ver qué pasaba. Ahora sabés todo, hay mucha información, tenés un scouting jugadora por jugadora. En algún punto a nosotros nos favorecía ese desconocimiento, esa inconsciencia nos beneficiaba. Pero obvio que también es cierto que toda esa información la podés utilizar ahora a tu favor, y ahí está el trabajo que tenemos que hacer nosotros y cómo lo podemos trasladar".
Ese estudio es parte del propio avance, de la misma evolución del juego y uno de los engranajes de su mismo desarrollo. Por eso el trabajo que realiza tanto Rocío como Ignacio Navazo, ambos asistentes de Seba Silva en esta Selección, es determinante. Y abarca a todos, incluyendo al propio Silva y los demás entrenadores del seleccionado, con Sandra Pavón, Agustín Lucak, Lali González y todo el staff de Gregorio Martínez. Analizar el juego, el scouting de los rivales, buscar ventajas a partir de eso, planificar y proyectar.
En cuanto a proyección, no hay que olvidar que esta camada está en su último escalón de formativas antes de dar el salto a la Mayor, y con todo lo que eso implica, desarrollar y buscar potenciar a estas jugadoras pensando a futuro también es parte de la estrategia. Ya sea para la Selección como para todo el básquet femenino en general, en los lineamientos que vienen marcando la evolución de la disciplina. Rocío sabe el esfuerzo que conlleva y que en lo personal tuvo que hacer en sus inicios.
"El básquet femenino en Argentina avanzó un montón y eso ayuda a que se pueda seguir de otra forma el crecimiento de las chicas. Está la Liga Femenina, el Federal, la Liga de Desarrollo... hay una planificación para que todo eso tenga una continuidad y se pueda profundizar el trabajo, para que las jugadoras puedan seguir desarrollándose, y desde la CAB se apoya mucho esa idea. Siempre estuvo ese corte duro de U19 a Primera, en el que pasabas de jugar 35-40 minutos en la U19 de tu club a jugar 5 en Primera, y existía un quiebre en el avance. Hoy eso cambió, gracias la planificación que se está haciendo con la Selección y los avances que está teniendo el femenino en el último tiempo", resalta Pérez, recordando que como jugadora tuvo paso por Unión Florida, club al que llegó a través de Seba Silva, y su actualidad con Los Indios de Moreno, donde jugó la última Liga Femenina y también es entrenadora.
Más allá de su rol como asistente, desde el conocimiento del juego, el estudio y su formación como entrenadora, Rocío tiene también un aporta crucial en base a su experiencia. No es algo que tenga que ver directamente con el currículum o la trayectoria que se posea, sino con las vivencias, con saber el sentir que tienen las jugadoras en la previa y el durante del torneo, con entender situaciones que sólo una jugadora puede conocer.
"Con Sandra (Pavón, una histórica de la Selección, hoy parte del staff también como asistente de la Mayor y entrenadora de la U16) siempre hablamos de inculcar esa parte de jugadora, independientemente del lado que toque estar hoy. Sandra obviamente tiene mucho más recorrido que yo, pero siempre tratamos de sumar desde la experiencia, desde las vivencias y de cómo pasar o entender cada momento. Siento que una parte importante para que hoy esté acá es por y para eso, por esa parte que puedo aportarles a las chicas, desde cómo manejarse, desde haber vivenciado el torneo y para acompañarlas en esto que es tan importante para ellas".
Expectativas, ansiedad, nervios, exceso de energía... Rocío entiende de todo eso. Lo vivió, y hoy también puede dar testimonio de ello, por lo que será un bálsamo para todas estas jóvenes U19 que emprenden su sueño mundialista en Hungría.
Y agrega:
"Vieron la foto del equipo y hay muchas jugadoras que no conocen. Creo que más de una no tenía ni idea que jugué un Mundial (se ríe), y te empiezan a preguntar por el viaje, por el torneo, por cómo es la previa, por los partidos... Nosotras ganamos partidos impensados, y eso me da un pie a pensar ¿por qué ellas no pueden hacerlo también?. Acá se está viviendo un ambiente muy lindo y con muchas expectativas. Es una experiencia hermosa, esperemos que ellas lo disfruten tanto como nosotras lo hicimos en aquel entonces. Las chicas me preguntaron y aún me preguntan mucho sobre cómo es el día a día en un Mundial".
Ya en clima de torneo y a horas de que Argentina salga a la cancha para afrontar un nuevo sueño mundialista, Pérez también dejó su visión sobre lo que mejoró este grupo de jugadoras que desde octubre del año pasado viene trabajando a través de diversas concentraciones en el CeNARD y que tiene tantas semanas de trabajo encima.
"Esta es una camada que viene trabajando desde hace mucho tiempo juntas. La verdad es que desde octubre del año pasado a hoy las chicas tuvieron un avance muy marcado, tanto física como técnicamente. Me parece que ellas también se fueron metiendo de a poco en ese clima del Mundial, se fueron poniendo más a punto, entonces la cabeza reacciona de otra forma y eso las ayuda a enfocarse en todo lo que se viene".
Con la simpleza que la caracteriza y el perfil bajo que tiene desde siempre, la entrenadora no deja de sentirse bendecida por la oportunidad que le ha llegado en esta Selección. La ilusión se hace más grande, las ganas de que el equipo salga a la cancha y que se vuelque todo ese trabajo aumentan, pero sin olvidar el disfrute que genera la prestigiosa experiencia de ser partícipes de un Mundial.
"Yo estoy feliz, muy contenta, me llena de alegría que me hayan elegido para este momento que también lo viví y sentí de forma muy especial. Ahora quiero acompañarlas a todas las chicas y hacer que ellas lo disfruten. Entrenamos mucho para esto y espero que nos vaya bien, en todo lo que pueda ayudar desde la experiencia estaré y con todo el cuerpo técnico estamos esperanzados", cierra Rocío, con la expectativa y la emoción a flor de piel de volver a vivir otro Mundial.
Fotografías: Marcelo Endelli / CAB