Tras vivir unas horas durísimas esperando la decisión de FIBA, finalmente el caso de la juninense tuvo un desenlace feliz y pudo jugar con la Selección. Su emocionante relato desde Puerto Rico.
El clima de los últimos días no venía siendo muy alentador. La situación vivida con los positivos de tres referentes como Meli Gretter, Agostina Burani y Andrea Boquete tejía un panorama que en la previa era cruel. No estaba en tela de discusión que el equipo iba a dar batalla, que iba a pelear contra viento y marea sin importar el rival que tuviese enfrente, sin embargo el golpe que acusó el grupo hacía tambalear toda en la antesala. Y en el medio, la expectativa e incertidumbre por saber qué podía suceder con la decisión de FIBA para el caso de
Macarena Rosset.
El desenlace terminó escribiéndose como un cuento. Después de las dudas y la ansiedad por develar el misterio, finalmente Rosset recibió el ok del organismo mundial para decir que estaba en condiciones de jugar en el debut. Y en ese estreno, ante la dura Dominicana, la rompió y fue una de las máximas figuras que tuvo la victoria de nuestra Selección. Pasó de estar casi descartada a no sólo jugar sino también vestirse como heroína del triunfo.
Su semblante cambió con el correr del tiempo. Del llanto y el sentir que todo por lo que había trabajado junto a sus hermanas de la vida (Gretter, Burani y Boquete) se derrumbaba a esa luz de esperanza aguardando la decisión de FIBA, de la angustia por la espera a enterarse apenas un par de horas antes de jugar que estaba habilitada en una comunicación que la hizo explotar de alegría, en otro llanto, pero con lágrimas de felicidad. Y todo ese proceso interno se lo transmitió a todos y todas, con esa transparencia que tanto la caracteriza.
Desgastada física pero sobre todo mentalmente después de tantas horas de estrés e incertidumbre, la gran protagonista del primer día de la AmeriCup dialogó con Prensa CAB para conocer en detalle cómo fue sobrellevar todo este exhaustivo proceso. Tomándose un té para bajar la adrenalina de un día muy movido y ya en su cuarto tras finalizar una jornada repleta de emociones y sensaciones encontradas, Rosset abrió su corazón.
- Arranco por el final para empezar a ir hacia atrás. ¿Pensaste un poco todo lo que pasó en estos últimos días pero particularmente lo que sucedió durante este viernes, si tenemos en cuenta cómo te levantaste de la cama a cómo lo estás terminando?
- No, la verdad que no. Porque tampoco sé cómo explicarlo ni transmitirlo en palabras. Como que mi cuerpo fue el que empezó a asimilarlo cuando iba terminando el partido y ya teníamos asegurado que lo ganábamos, en esos últimos segundos. Arrancó a darse un proceso de relajación total, me cayó ese cansancio de la situación de estrés que había vivido pero no había podido descomprimir aún. Uno de los mayores problemas de mi vida fue siempre mirar para atrás. El "y si hubiese pasado esto o lo otro" lo tengo muy a flor de piel, y es algo que lo tendré que sacar. Estos tres días fueron así. Mismo en estos días me preguntaba qué había hecho de mal, como que no le buscaba explicación. Hace dos meses ya venía con una carga por todo lo del virus, y cuando llegué a la Selección lo pude volver a disfrutar, lo venía disfrutando mucho. Entonces pasó esto, primero con las chicas que estaban con 99,9% de posibilidades de no poder jugar, y yo también estando a un paso de que me digan que no.
- ¿Qué te pasó cuando te notificaron de los positivos y los casos estrechos?
- Pensé que era todo una pesadilla. Pensá que vengo de dos meses en los que, los primeros 15 días fui contacto estrecho y después seguir encerrada porque fui positiva. Llegar a Argentina, ver sólo tres días a mi familia y venir a la Selección, y hacer el esfuerzo por estar en el equipo porque yo quería venir acá. Y llegar acá y vivir otra vez una situación así parecía una pesadilla. De no creer, porque a las chicas les pasó lo mismo, porque no podés creer cómo, cuándo ni dónde... empezás a buscar explicaciones de por qué pasó, imaginás que es el destino, que era algo que no tenía que ser...
- Está claro que todo lo que se fue tejiendo a nivel psicológico fue muy fuerte. Desde afuera sin dudas, pero vos como epicentro de todo eso tiene una connotación totalmente potenciada. ¿Qué pensabas?
- En mi cabeza lo quería creer, pero la ansiedad es una cosa fea, lo mismo que la incertidumbre. Era un laberinto, y una vez que entrás ahí no podés salir. San (Pavón) misma te lo puede decir, hoy soy otra jugadora, más madura con el paso de los años y los torneos... pero afuera de la cancha sigo siendo la misma ansiosa en todos los aspectos de la vida, y lo que se tardó esa respuesta me mató, me estaba comiendo por dentro. Miraba el video del rival y me costaba enfocarme, porque estaba controlada por esa ansiedad de querer tener una respuesta lo antes posible. Intenté hacer lo mejor posible y también que no me vean mal las otras chicas. Por suerte todo esto tuvo un desenlace lindo para mí.
- En tu semblante durante gran parte del tiempo estabas pensando más en ese "no" que en el "sí", más allá de la esperanza que todo el equipo intentó trasladarte.
- Es que, lamentablemente, siempre me pasó que cuando tuve que esperar una decisión hasta el final no terminó siendo bueno. Se me vino a la cabeza hasta ese momento en el que me perdí un torneo importante por una lesión, me sentí igual, me tuve que volver y ni siquiera pude estar con el grupo (NdR: No jugó el Mundial U19 de Tailandia en 2009, luego de lesionarse en la gira previa). Es difícil que en momentos así tu cerebro encuentre cosas positivas como para aferrarse y salir, pero las chicas y todos acá adentro me salvaron... con Buri, Meli y Andre hablándonos todo el tiempo por videollamada. Sino no sé cómo lo hubiese encarado. Seguramente con alegría, claro, pero sin todo ese respaldo y esa contención que tuve por parte de todos no hubiese salido de la forma en la que se terminó dando.
- ¿Cómo fue el momento de la confirmación?
- Dos horas antes del partido. Estaba en la cama, arrodillada, hablando con las chicas por videollamada, y de pronto escucho que Karina empieza a gritar por los pasillos. Y vinieron todas las pibas y me saltaron a la cama (se ríe). Fue hermoso, todas gritando 'Vamos Argentina'. Lloré mucho. Se me vino todo junto a la cabeza, estaba en shock, temblando. Pero no estaba temblando de miedo, sino de la emoción... tenía las palpitaciones a mil, me cayó todo el mundo encima (se ríe). Ahí después de llorarme todo, tuve que bajar, calmarme un poco, me puse un poco de música y en el viaje con las pibas ya nos pusimos a cantar. Yo desde hace años tengo una especie de ritual donde antes de los partidos me aislo un poco, descubrí que eso me hace bien y lo necesito para concentrarme. Pero ahora dije no, quería ser parte y vivir el viaje con las chicas. Entonces me saqué la música y me puse a cantar con todas. Desde ahí pasé a focalizarme más, siempre estoy concentrada pero ahora fue más 'intencionalmente' por así decirlo, porque venía de ese desenfoque. Llegué, agarré la pelota, me puse a tirar y me metí en el partido.
- ¿Qué te pasó cuando volviste a tocar una pelota, de nuevo en una cancha y siendo otra vez feliz?
- Desde el Mundial que no sentía esta unión increíble, esta conexión. Fue hermoso. En cada pelota y acción. Muchas veces estando dentro de la cancha me repetía que no tenía que cansarme, pensar en todo lo que entrené y estar siempre focalizada. Gasté mucha energía en eso, no se nota porque eso no es algo que se pueda ver desde afuera, pero a nivel mental fue muy fuerte. En cada pelota afuera trataba de mentalizarme en qué es lo que tenía que hacer, porque había estado desenfocada tres días. Inconscientemente, no era algo que quería, pero yo no veía hoy jugando dentro de la cancha. No teníamos una respuesta, las horas pasaban... me sentía en el aire y nadie me garantizaba nada. Media hora antes de salir estaba en videollamada con Buri, no sabía nada... Fueron muchas emociones, y lo más importante de esto es poder haberlo podido coronar con una victoria. No me gusta ni quiero ponerme en el rol de víctima, eso no me va. Si bien las chicas pudieron entrenar juntas y todo, en sus cabezas seguramente estuvo eso de pensar que teníamos 3-4 menos. Fue muy difícil, para todas y cada una de nosotras, para todo el cuerpo técnico. Fue traumático. A mí me tocó vivirlo en carne propia pero acá a todos se nos hizo difícil. Era una prueba de fuego, independientemente del rival, era demostrar que podíamos unirnos a pesar de las adversidades. Y eso fue importante porque creo que empezamos demostrando que somos un grupo, y eso es lo que ojalá, paso a paso y si seguimos haciendo las cosas así, nos va a llevar a lo que vinimos a buscar.
- De alguna forma, toda esta situación te puso en un rol de líder. No por elección, pero sí por cómo se fue dando todo, por la fuerza que te dio la situación y hacia dónde te posicionó eso.
- No me quiero poner en ningún rol, pero sí, es verdad que de las que estamos ahora soy la más experimentada y la más grande. Trato de hacer lo mismo que hicieron conmigo, como fue Sandra lo fue conmigo de chica, por ejemplo. No me podía caer, independientemente de lo que pudiera suceder en el partido, no podía permitirme caer porque tenía la posibilidad de jugar. Capaz es un rol que me vas a ver hacerlo más silenciosamente, porque es mi perfil, pero siempre una palmada, una palabra de aliento. Eso no significa que no se me pueda trabar la cabeza (se ríe). Fue increíble. Se dio así natural. La primera vez en mi vida que me sentí así porque no estoy acostumbrada.
- Gregorio habló en más de una oportunidad de la importancia de la unión del grupo, y por todo lo que se está viendo y lo que contaste queda en mayor evidencia. ¿Qué me podés decir de ese vínculo que se generó con este grupo?
- Quieras o no esto también es muy difícil porque no podemos estar todas juntas como hubiese sido en otro momento. Falta quizá esa complicidad inmeditata que podías tener antes. Pero todo el contexto ayuda a hablar mucho mejor de lo que somos todas, de lo que se formó, de los entrenamientos. Creo que este grupo formó toda esa química y unión en los entrenamientos y lo trasladó al afuera. Es algo hermoso. Inexplicable. Increíble y hermoso, no tiene mucha explicación.