Rubén Magnano y una charla a fondo en "La entrevista de la semana". El entrenador de la medalla de oro olímpica habló de muchísimos temas.
Un lujo en una nueva edición de "La entrevista de la semana". Rubén Magnano se metió en una charla profunda en la que, entre otras cosas, repasa su presente, analiza la actualidad de la Selección y del básquet argentino, da su mirada del momento de la Liga Nacional, recuerda sensaciones de la gesta en Atenas 2004 y elogia a Luis Scola y Manu Ginóbili.
-¿Cómo es su día a día actual?
-Me está sucediendo una cosa muy agradable y curiosa. Son cuestiones que me gustan hacer, que es tener un poco de contacto con las instituciones. A donde voy a dar charlas son clubes y escuelas de entrenadores, que son un poco el motor de nuestro básquet. Una de las dos variables se trata del entrenador, una figura excluyente en la formación; y la otra es el club, vital para el crecimiento de nuestra disciplina. El no estar con el compromiso de la dirección técnica me puso en la visita de este tipo de instituciones, escuelas de ENEBA, clubes, algunos municipios. La idea es pasar una experiencia y transmitir un poco los cómo. Cómo se logró y se hizo un camino. Todos quieren saber sobre el tema olímpico, que no pude manifestar mucho por estar bastante afuera del país. Ahora que estoy más establecido en Córdoba, se abre esa posibilidad. Y yo estoy contento por poder transmitir esa experiencia.
-¿Qué se encontró en estas charlas, sobre todo en cuanto al ambiente de los entrenadores, que siempre fue valorado y reconocido mundialmente?
-Hoy, infelizmente, creo que se ha deteriorado mucho la imagen del entrenador argentino, aunque creo que estamos en camino de la recuperación de esa imagen. Yo emití un concepto en una charla ENEBA, diciendo que había notado que estaba un poco bastardeado el estamento. Algo tiene que ver con errores propios, pero creo que hemos sido atacados. Y hay un movimiento interesante para recuperar un poco nuestra propia credibilidad para transmitir lo que alguna vez fue. El entrenador era un elemento muy importante dentro de una estructura, donde se le atribuía toma de decisiones muy importantes. Pero tampoco puedo ahondar tanto por esto de estar mucho tiempo afuera y no haber seguido. Pero por el poco tiempo que he estado acá me he dado cuenta con algunos hechos de esto que digo. Afortunadamente, hay un movimiento que está intentando recuperar la credibilidad, primero entre nosotros para después poder transmitirla hasta afuera.
-En esto de estar un poco bastardeados, ¿cuánto afecta el hecho de ser parte de un contexto exitista como el de Argentina en el deporte?
-Esto ha sido así históricamente, no es de ahora. Pero lo que he visualizado en este último tiempo, analizando nuestra historia como organización, es que no siempre ha sido así. Está claro que el fusible que salta en primera medida son los entrenadores, pero eso es hablar de resultados, algo de lo que dependemos muchísimo, en tanto y en cuánto no se entiendan los cómo y los dónde desde el que te contrata. Pero de lo que hablo es más profundo que un resultado deportivo. Hablo de la imagen del entrenador, que ahora está un poco desvirtuada. Te repito, también por decisiones nuestras.
-¿Usted ahora no está trabajando por decisión propia o por falta de ofertas?
-Una cosa te puede seducir cuando existe un ofrecimiento. No hay seducción si no existe la oferta. Yo no he tenido ofertas de trabajo, así que por eso mismo no he podido ni siquiera evaluar.
-Sinceramente, sorprende que no tenga ofertas sobre la mesa. ¿Por qué piensa que no están?
-No tengo idea, honestamente. No lo sé. Yo ni siquiera tuve la chance de sentarme a negociar. También sé que el ofrecimiento, no desde lo contractual, tiene que ser una cosa interesante desde lo deportivo. Son dos elementos que son fundamentales, pero priorizaría más lo deportivo antes de seguir la parte contractual. Pero estaríamos hablando de supuestos, porque no ha existido absolutamente nada.
-¿Le gustaría trabajar en el ámbito de la Liga Nacional?
-Lógico que me gustaría, estoy dispuesto a trabajar en la Liga. En la medida que la propuesta sea interesante y coherente. Las puertas están abiertas.
-¿Siente que es una Liga Nacional diferente a la última en que le tocó trabajar? Porque pasaron años y cambiaron muchas cosas, sobre todo en cuanto al formato.
-Totalmente, sin lugar a dudas. Es una Liga bien dura la nuestra. Pero yo me siento con la fuerza para poder encararla, sino directamente no me estaría manifestando de esta manera.
-¿Qué vio de los últimos años de la Liga Nacional? ¿Le gusta, le atrae?
-Me parece que los equipos juegan una cantidad exorbitante de juegos con una cantidad de fichas que no se condice con esa cantidad de partidos. Yo tengo la idea de que para poder mejorar un producto, en este caso un equipo, tenés que trabajar sobre tus errores. La Liga, en la forma en que fue estructurada, es imposible trabajar sobre eso. Me refiero a que se juega muchísimo y se entrena poco. No me gusta cómo está estructurada, no sé si lo mío es muy romántico o qué. Yo no tengo los números, no soy un especialista en marketing, pero me cierra mucho más cómo se jugaba la Liga antes, donde había una coherencia de calendario y de apuesta, que eran los viernes y domingos. Todo el mundo podía diagramar sin tener compromisos inmediatos al otro día. Es un análisis profundo, pero con variables bien claras. Los días de semana se termina de jugar muy tarde, jugás tres o cinco partidos seguidos y después descansás muchos días, jugás cinco partidos afuera... Es una cosa media loca me parece.
-De hecho, hasta a la persona propia del básquet se le complica seguirla. Andrés Nocioni hace unos días opinó al respecto y decía que a él se le hacía complicado seguirla por su formato.
-Te repito, no soy especialista en marketing, pero no veo las canchas con una población interesante como para no permitirme emitir el juicio que estoy emitiendo. La verdad es que no lo veo, estoy mucho más inclinado a cómo se jugaba anteriormente en cuanto a la estructura de calendario.
-¿Lo que más afecta este formato es al nivel de juego?
-Yo siempre pongo un ejemplo. La gente quizás te dice "mirá qué grande que está tu hijo", y vos lo ves siempre igual, no lo ves crecer. Nosotros nos metemos en este tipo de competencia, y no nos damos cuenta de que el techo lo tenemos muy bajo, y seguimos compitiendo de esa manera, sin poder mejorar el producto. No creo que el producto lo puedas mejorar simplemente jugando, sino que la mejora viene de la mano de un trabajo concienzudo, coherente y planificado, de los atletas y los equipos en busca de un resultado, pero con una cantidad equilibrada de juegos y entrenamientos. Para mí eso es fundamental. También lo es la cantidad de fichas. Yo no sé cómo se puede soportar una cantidad de juegos a este nivel. Lo que te marca la diferencia es la intensidad con la que se juega. Exponer y querer que un jugador juegue a esa intensidad, dinámica y nivel día por medio, te diría que es imposible. Hasta por un instinto de conservación lo es. Yo creo muchísimo en la intensidad de juego. Si no tenemos los elementos que nos ayuden a jugar de esa manera, como el calendario o la cantidad de jugadores, es realmente complicado y se me hace difícil pensar en un crecimiento.
-El después de la Generación Dorada siempre fue un tema complejo, y sin embargo hoy ese recambio lleva unos años con buen paso. ¿Cómo ve esta nueva camada que se va formando?
-No es de ahora este juicio que te voy a emitir. Mi idea siempre fue esperanzadora con respecto a la Selección Argentina, siempre tuve una óptica muy positiva. Es lógico que se cae en una situación odiosa de la comparación, por el tipo de persona que somos como pueblo, por cómo nos comportamos, con la inmediatez como bandera, el exitismo y comparación como escoltas... Eso es complicado. Pero desde mi punto de vista, creo que estamos por el buen camino. Está claro que una evaluación importante para ver cómo estamos parados y en qué nivel de maduración estamos será el próximo Mundial, será un parámetro muy importante. Pero veo bien al equipo, con gente joven comprometida, gente joven talentosa. Sirve para afianzar cosas, y hay una estructura interesante dentro del país. Tenemos problemas, pero son lindos problemas. ¿Hay que resolverlos, mejorar? Sí, seguro, siempre. Pero el problema es no tener problemas, porque significaría que la disciplina no existe. La estructura es sólida, interesante, donde se ven que surgen jugadores. Pero en cuanto a la Selección tenemos que ser crédulos, tenemos que tener esperanza. Y como entrenador que me ha tocado estar muchos años en la Selección, tengo la esperanza de que nuestro grado de competitividad estará a la altura de las circunstancias, que en definitiva es lo que interesa, más allá del resultado.
-Mencionaba la existencia de una estructura sólida. ¿Lo deja satisfecho ese cambio de paradigma que se percibe en cuanto a la formación en el país, con la búsqueda de talento y altura por encima de los resultados inmediatos?
-Me parece muy coherente la idea, me estoy interiorizando en cuanto a la idea de la Confederación y me parece muy interesante, en tanto y en cuanto el control de gestión de esa apuesta, que es lo más importante. O sea, si a un chico lo convocamos por su altura pese a su talento, hay que tener en cuenta al que luego controla esa gestión durante 10 meses de manera objetiva. De nada nos sirve que un chico como una apuesta de Selección juegue en una posición y que después, donde realmente se va a desarrollar, juegue en otra, ya sea por necesidad propias de la institución o del entrenador, por esa inmediatez que hablábamos. El entrenador necesita que su equipo gane. Ese control de gestión con respecto a la idea es tan importante como el propósito mismo de poner gente alta a jugar. Y hay otra cosa, que se está haciendo de cierta forma. Desde la U15 a U19, un chico que empieza un proceso de Selección tiene que terminar en U19 con 40 ó 50 partidos internacionales para que le eleve el techo de crecimiento y realmente esté a la altura de la circunstancia cuando le toque llegar a ser convocado por la Selección adulta. Hay muchas variables que hacen al desarrollo mismo de esa idea que hablábamos, que me parece muy interesante.
-Usted adquirió una gran dimensión siendo la cabeza de un grupo que consiguió uno de los logros más grandes de la historia del deporte argentino. ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza cuando recuerda a la Generación Dorada y a aquellos Juegos Olímpicos de Atenas?
-Yo tengo una imagen que se me vino siempre a la cabeza, que me pegó muchísimo. Cuando se izan las banderas en los Juegos Olímpicos, donde yo estaba en la platea. Fue una imagen muy fuerte que me pegó mucho. Es el día de hoy que la tengo muy grabada.
-¿Con el paso del tiempo le dio otra sensación esa Generación Dorada, le hizo ver las cosas de otra manera o buscarle otra perspectiva?
-Fuiste muy diplomático en no decirme "cuando uno va envejeciendo" (risas). Es indudable que todo el marco práctico que a uno le tocó vivir en ese camino hoy le encuentra la parte conceptual. Algunas cosas, curiosamente, yo las hacía naturalmente como conductor. Hoy me encuentro leyendo bastante sobre conducción y coaching, y encuentro el contenido conceptual de todo, y yo lo hacía casi de manera natural. Pero volviendo a la pregunta, lo que me ha quedado básicamente, la primera sensación que tengo, es que todavía no me doy cuenta. Este último tiempo en Argentina me está haciendo caer un poco de la situación. ¿Por qué? Porque hay dos cosas que me están marcando en cada paso en el club, en estar con mis pares. Me ha tocado vivir situaciones muy fuertes, el reconocimiento y la gratitud. Son dos elementos que quedan, de los que me siento sumamente orgulloso. Son elementos que me obligan en cada situación a asumir un desafío. Uno lleva una carga interesante en el buen sentido, y se ve obligado a estar siempre a la altura de las circunstancias. Pero bueno, la gratitud y el reconocimiento son dos cosas que me llevo y me causan mucho orgullo.
-Uniendo un poco lo que dijo de la conducción natural, y considerando también el grupo que manejó. ¿Qué es el liderazgo?
-Básicamente, liderar es tratar de que esa materia prima que ponen a tu disposición, en este caso un equipo, tenga un crecimiento diario, el crecimiento de esas personas que te toca conducir. Los líderes existen para eso, para acompañar, conducir, para desarrollar algo muy complicado que hay hoy por hoy, que son los valores de las personas. Eso para mí es fundamental, no veo otra forma de conducir que no sea así. Está claro que hay una cantidad de elementos que hacen al líder y lo dejan en una posición muy interesante. En un momento hay que saber escuchar, en otro aceptar el error, en otro trabajar con equidad, hay que ser una persona coherente con lo que se dice y hace. Pero en líneas generales, se trata de acompañar el crecimiento de las personas que te toca dirigir.
-Quizás dos de los más grandes líderes que le tocó conducir y los dos más grandes referentes del básquet argentino son Luis Scola y Manu Ginóbili. ¿Le sorprende que sigan en actividad después de tantos años?
-No me sorprende para nada. Son grandísimos referentes del básquet, la máxima expresión en cuanto a referencia del básquet nacional. No sólo por el hecho de jugar, sino por cómo ellos siguen jugando, y tal vez lo interesante para analizar es por qué siguen jugando de esta manera.
-¿Por qué sería?
-Por una conducta. Todo el mundo habla del éxito, y mira una medalla olímpica, un anillo de la NBA, o un torneo. Y de pronto no nos paramos a analizar el camino que recorrieron esos muchachos para llegar. Los dos son coherentes con lo que dicen y hacen, tienen una condición de vida notable desde todo punto de vista, intentando mejorar a diario. Son verdaderos ejemplos.
Foto: Villa María Deportes
Leandro Fernández
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