A horas de iniciar el Mundial en Hungría, el entrenador de la U19 profundizó sobre realizado en un año para potenciar a esta camada. El primer rival es Rusia, desde las 15. Se verá por el Youtube de FIBA.
Es un conocedor de la materia y no es para menos: son más de 20 años ligados al femenino, como asistente y entrenador, formando, desarrollando y dirigiendo, y en las próximas horas el Mundial U19 de Hungría se sumará a su larga lista de experiencias como otro de esos capítulos en los que podrá dejar su sello. Es el nuevo desafío que tiene por delante Sebastián Silva, el capitán del barco de la Selección que este sábado, desde las 15 horas de nuestro país y ante Rusia, debutará en la ciudad de Debrecen (transmite FIBA, a través de su canal de YouTube).
Pasaron casi 10 meses de la primera reunión que tuvieron allá por octubre del año pasado con esta misma camada y 12 meses desde aquellos encuentros virtuales. Primero el objetivo era el Premundial U18, pero luego, con la restructuración del calendario internacional, la postergación de varios torneos y el método de clasificación tomado, la mira comenzó a situarse en esta cita mundialista juvenil. Y llegó la hora de la verdad, el momento de volcar todo ese arduo trabajo y esa evolución lograda adentro de una cancha.
No oculta su felicidad y se siente un privilegiado por todo lo que está pronto a vivir el equipo. Entiende que el nivel de un torneo de estas características es altísimo, pero a su vez confía y sabe que hay mucho tiempo invertido en el desarrollo de este grupo de jugadoras. No tiene la bola de cristal para saber de resultados, aunque una de las cosas de las que está seguro es que conformó un verdadero equipo y que combatirá como tal, unido y buscando vaciarse hasta la última gota.
Esa transparencia que tiene a la hora de hablar es algo que siempre ha caracterizado a Sebastián. Lo hace con franqueza, sin máscara alguna ni buscando vestir nada, planteando realidades, situaciones que la experiencia de tantos años dedicados y comprometidos con el básquet de forma incansable le permitieron leer un sinfín de situaciones. Tras la cena del viernes en Hungría, reunido con su equipo de trabajo y definiendo detalles finales para el estreno ante las rusas, atiende el llamado de
Prensa CAB para hablar de sensaciones.
-Finalmente, y después de muchos meses de trabajo y planificación, llegó el día de volver a salir a una cancha para esta camada. ¿Qué es lo primero que te pasa hoy?
-En lo personal me siento muy feliz. Estar en un lugar como este es para privilegiados, y yo soy un agradecido por estar acá. Después, con el haber ya llegado acá, el poder poner al equipo en cancha, que estemos todos en condiciones de jugar y que las chicas estén sanas, realmente me genera una sensación de alivio. La verdad es que después de lo que nos pasó en Puerto Rico el temor está, y que nos encontremos todos bien genera esa sensación. Hicimos muy bien las cosas y llegamos al torneo con la condición de poder elegir a las 12, sin necesidad de reestructurarlo por enfermedad o alguna situación de esas. Eso es importante.
-En definitiva, están las 12 que sentiste y sentís que deben estar…
-Sí, y es un poco lo que uno imagina también, como lo hablamos alguna vez. Porque al no tener amistosos, porque al ser una categoría que no compite desde el Sudamericano del 2019 y demás, son muchas cuestiones que hacen que uno se imagine cosas a partir del conocimiento que tiene. Entonces el equipo también está armado un poco desde ahí.
-Independientemente del sello y el estilo de juego, y yendo más a la energía y la postura del equipo. ¿Qué esperás o te gustaría ver de las chicas?
-Hay una parte importante en esa primera intención que siempre tuve con el equipo de que se preste el balón, y empezar a encontrar opciones a partir del volumen de juego y la velocidad. A mí me pondría tremendamente feliz ver a estas chicas desafiar a equipos como Rusia, en la parte ofensiva sobre todo. Juegan bien, leen bien, lo hacen bien ante las variantes que les planteás... Son buenas, son potencia mundial y tienen otro nivel de desarrollo. Si logran desafiar a su rival, sentirse cómodas en la ofensiva y son capaces de creer que le pueden hacer daño, no tengo dudas de que darán grandes pasos. El equipo generó una confianza extra también a partir de que aprendió a compartirse más el balón. Nadie se cree la salvadora de nada, y todas buscan la mejor opción pudiendo equivocarse o no. También tiene que ver con lo filosófico del grupo. Esto lo hacemos entre todos, desde lo bueno como desde lo que no pueda salir bien. Y eso es algo que también me gusta que se genere en el cuerpo técnico. Yo aprendí que cuando uno transmite confianza hacia la gente que lo rodea, es más fácil que todo el equipo tenga confianza.
-Intensidad, transiciones rápidas, juego de pases, defensa, rebote... Hay una serie de ítems que se disparan desde la propuesta en cancha.
-Sí, creo que todo va a nacer desde ahí: desde que podamos dominar nuestro tablero y empezar a generar juego a partir de nuestra carrera. Eso es lo que seremos. Si podemos dominar nuestro tablero seremos un equipo, y si no podemos seguramente seremos otro. Las pérdidas en ataque fijo también van a tener que ver, porque debemos ser obedientes con los espacios y los tiempos. Son situaciones que imaginamos, como te decía, porque la realidad es que todavía no hemos podido jugar ni hemos podido hacer esos amistosos ante España y Estados Unidos que nos hubiese permitido tener un poco de camino recorrido antes.
-En ese ADN batallador que siempre se pide, hablamos de cierta cuota de rebeldía. ¿Ves un terreno ganado ahí también respecto a cómo se arrancó?
-Somos mucho agresivos sí, mucho más intensos. No somos pasivos. Estoy seguro que este equipo es muchísimo mejor que cuando empezamos y que será muchísimo mejor dentro de un año si siguen entrenando, compartiendo y compitiendo. Este equipo todavía no ha tocado su techo en lo más mínimo, estoy seguro. Está lejos de su techo y el rango de mejora es muchísimo más alto. Y esto va para las 12 de este equipo como así también para todas las que participaron del proceso... yo no me olvido de ninguna. Así como entrenamos el físico, lo técnico y lo táctico, también es importante entrenar la cabeza, y eso también es parte de nuestro trabajo, ayudarlas a formarse en esa parte.
-Y en ese bache de dos años quizá sin tanta información de los rivales por la pausa que obligó la pandemia... ¿Hay algún beneficio no poder haber visto tanto a la otra vereda en todo este último tiempo?
-Seguro que sí, y es que por eso también era tan importante enfocarse y mejorar lo de uno. Porque si no hacés eso y sólo te enfocas en el rival, terminás siendo muy acotado y limitado. Por eso, cuando te digo que estas chicas todavía no tocaron su techo y tienen un rango de mejora enorme si están dispuestas a seguir trabajando, es porque para eso primero que nada estamos enfocados en lo nuestro, en ser mejores en lo nuestro.
-¿Qué es lo que tienen de Rusia más allá de conocerlo como una potencia? ¿Por dónde se le puede ir?
-Sabemos que el entrenador del U20 es el mismo de esta U19, y tanto Nacho (Navazo) como Rocío (Pérez) fueron rastreando e investigando. A partir de ahí sacamos algunas cosas de su filosofía y en este tiempo trabajamos sobre lo que ellos dominan. Tienen mucho dominio de lectura, entonces de acuerdo a lo que vos ajustes ellos van a ejecutar. Pero acá se trata de saber qué pueden hacer ellos, para nosotros darles tranquilidad a las jugadoras, para brindarles soluciones... "si ellos hacen esto, nosotros vamos a hacer esto otro", y así. Y se tienen que quedar tranquilas, porque si no sale esa opción ejecutaremos otra alternativa, porque tiene que ver con todo lo que entrenamos. No le vamos a pedir nada de lo que no entrenamos. Entonces lo que queremos es trasmitirles eso, y darles herramientas para que estén confiadas dentro de la cancha. Eso es clave, que tengan confianza.
-Tenés tantísimos años de trabajo en el básquet, con las chicas y siempre como un nexo fuerte de los grupos. ¿Varía hoy en algo estar al frente del equipo o lo sentís igual a otros torneos en los que te tocó estar? Porque si hay algo que no cambia debe ser el sentimiento.
-No, a mí no me cambia nada estar hoy a cargo del equipo, porque la emoción de representar al país la tengo siempre. Yo soy uno de los que llora con el himno... y eso tiene que ver también con lo que somos como país y lo que nos creemos. Los argentinos siempre tenemos un plus. No me pasa nada diferente a lo que me pasó en otras ocasiones, pero lo que sí tengo es tranquilidad de cómo llevé el proceso adelante y de cómo involucré a todos. No creo que acá nadie se haya sentido que estaba demás, y esa es una de las cosas que aprendí con Cristian (Santander), porque era un hombre generoso que te iba a dar responsabilidades y te dejaba equivocarte.
-En eso que ya hasta parece haberse convertido en un lema de que son diez veces mejores jugadoras que cuando empezaron, en algún punto más allá de la ansiedad previa y la expectativa las chicas lo asimilaron. ¿Es también otro paso ganado el que ellas hayan asimilado eso?
-Sí, y es que para mí ellas también reconocen que son mejores que cuando empezaron, es así y lo saben. Eso también les genera mayor confianza, y confían en las formas en la que crecieron y llegaron a ser mejores. Acá lo importante es cómo lo hagamos. ¿Nosotros podemos perder contra Rusia? Sí, el tema es cómo perdamos. Y en eso es lo que yo estoy enfocado, en ayudarlas, en estar constantemente con ellas y acompañarlas. Sé que estamos con diferencias, entonces no voy a estar como un técnico pasivo. Yo necesito vaciarme, es lo único que quiero, nada más. Pero no vacío de conocimientos, sino vacío de dar todo de mí para poder ayudar a las chicas. Siento la necesidad de ayudarlas. Hemos entrenado y mejorado mucho, sí, pero si no alcanza quiero que ellas sepan que yo estoy ahí. Quiero que sientan eso, que si nos va bien nos va a ir bien a todos, si nos va mal todos vamos a hacerle frente, y si luchamos lo hacemos todos, no abandonamos a nadie. Porque lo más importante acá es que somos un equipo.
Fotografías: FIBA / Marcelo Endelli (CAB)