El escolta de 23 años vive un gran presente en Deportivo Viedma. Promedia 21.6 puntos siendo uno de los jugadores más desequilibrantes de la Liga. Perder los miedos, su cabeza y un presente de MVP.
"Cuando perdí el miedo de llegar o no, fue cuando pude dar un salto mental", dice. Y se ve en su semblante, en este momento de disfrute absoluto en el que, más allá de arrastrar alguna molestia física que lo privó de los últimos partidos, lo hacen gozar de un nivel fuera de serie. Quizá lo que todos venían esperando, una versión súper versátil, con una capacidad anotadora increíble y un despliegue atlético que pocos tienen en la categoría. Si todo esto se combina con una mentalidad mucho más fuerte y sólida, sin dudas estamos ante uno de esos jugadores distintos.
Hablamos de Ayan Carvalho, uno de los rendimientos más sorprendentes pero esperados dentro de esta Liga Argentina. El escolta/alero de Depo Viedma le pone un toque extra de show a la competencia, teniendo escondida debajo de la manga alguna acción espectacular que siempre va al top de las mejores jugadas. Pero más allá de esto, a los 23 años atraviesa una temporada redescubridora, en la que promedia 21.6 puntos por partido (2° máximo anotador de esta 2021), 6.5 rebotes y 23.2 de valoración. Por registros, por momento y por ser uno de los factores más determinantes de la competición, se encamina a un año que de sostenerse puede ser premiado.
Viene de marcarle 33 a Atenas de Patagones en el clásico de La Comarca, y claramente sus registros previos le dan un plus a sus medias actuales (promedió 7,2 puntos en la 2018/19 y 12,1 puntos en la 2019/20). "Vengo buscando este momento desde hace varios años, y después de mucho hoy estoy viendo los frutos de todo el trabajo y lo disfruto", explica Carvalho, y en diálogo con Prensa AdC nos adentramos en este brillante momento que está gozando.
-¿Cómo te estás llevando con lo físico y esa molestia que venís arrastrando?
-De a poquito estamos tratando de recuperar el pie de esta molestia que tuve por la sobrecarga de partidos. Sinceramente no era tan fácil jugar este formato porque los partidos son seguidos y después, el hecho de que vuelvas y tengas dos o tres semanas sin partidos, pueden llevarte a una desconexión mental y entonces el cuerpo se tiene que volver a reacostumbrar. Por eso es importante hacer un trabajo bastante preciso con este calendario. Venía también haciendo una rutina desde la pandemia, que ahora con las burbujas no lo estoy pudiendo hacer, entonces mantener esa fuerte intensidad, y tener descargas grandes en el medio, son un desafío. Se complica a veces pero lo estamos haciendo lo mejor para llevarlo, estamos en el proceso de ir acostumbrándonos a todo.
-La Liga arrancó con todos en las mismas condiciones, por varios meses sin jugar por la pandemia y con cierta incertidumbre. Por eso, incluso con esto que podría ser una dificultad en cuanto a adaptación, hay un puñado de jugadores que están haciendo la diferencia y vos sos ese gran ejemplo. ¿Qué pasó con vos en todo este tiempo?
-Creo que son varias cosas que se dieron y que también vengo buscando hace tiempo. Desde Philadelphia que vengo buscando mejorar mi juego de alguna u otra manera, y poder volcar todo eso a la cancha. En su momento no se pudo dar por cosas más mentales y psicológicas que estaba atravesando por mi "adolescencia" digamos. Lo traté con psicólogos y todo, necesitaba tener una constancia en mi nivel. Me costaba un montón y tenía que ver con lo psicológico. Cuando llegué a Viedma pude empezar a laburarlo. El hecho de estar en una institución que me ha dado contención porque venía de una situación difícil y dura en Philadelphia, en la que tenía que encontrarme con mi juego, también tiene mucho que ver. En el equipo tenemos muchos jugadores que están tratando de "encontrarse" o buscando explotar su juego, caso Fermín (Thygesen) o Mati (Eidintas). El técnico, Guille (Bogliacino), Iván (Ludueña) y el Pata (Sebastián Falcón) los asistentes, me acompañan muchísimo y eso tiene mucho que ver con todo esto. Tampoco quiero olvidarme de Pablo García, que es una de las personas que me ayudó mucho en estos últimos tres años acá en Viedma.
-¿Esperabas tener este momento en cuanto a nivel?
-Lo vengo buscando desde mi época en Temple. Laburé bastante duro desde entonces y recién ahora estoy empezando a ver los frutos de todo eso. Estoy feliz por todo eso.
-¿Qué te afectó desde lo mental para no haberlo podido lograr antes? Porque a veces existe una especie de presión externa o expectativa sobre un talento como el tuyo que puede ser contraproducente. ¿Hubo algo de eso?
-Quizá pudo haber tenido que ver un poco la presión externa, pero más que nada era la presión interna, la propia, soy bastante autoexigente. Cuando me fui a Philadelphia tenía una idea de lo que podía llegar a ser mi carrera, y de a poco todo eso se iba desmoronando por el hecho de que no estaba jugando y me venía costando mucho entrar a jugar... La situación me fue adversa y creo que también pasó que yo tampoco supe cómo encontrarle la vuelta. Entonces, mientras más exigencias me ponía para dar vuelta esa situación, peor me ponía y me jugaba más en contra. Era un momento donde tenía que relajar, aceptar el proceso y hacer que las cosas de a poco se vayan dando... Pero cuando sos chico es como que querés que las cosas se vayan dando más rápido.
Ayan tiene doble nacionalidad argentina/brasileña y su infancia se repartió entre ambos países. Deportivamente se inició en un club de enorme historia en la Liga Nacional como Echagüe de Paraná, y ese talento casi innato y con una destreza física envidiable, terminó yéndose al proyecto de Bahía Basket, donde jugó y fue campeón en la Liga de Desarrollo. Como previamente contaba, de muy joven y en 2015 dio el salto al baloncesto universitario de Estados Unidos, donde jugó la NCAA para los Owls de Temple, el mítico equipo de Pepe Sánchez. Su experiencia tal vez no fue la mejor desde lo deportivo, no tuvo mucho lugar en cuanto a minutos de juego y esto fue un choque abrupto en su carrera, la cual tuvo que reinventarla de alguna forma.
-Te fuiste de muy chico y el cambio fue drástico sin dudas. Mentalmente hasta eso te puede hacer viajar más rápido de lo que va la realidad.
-Exacto, y fue duro todo eso. El hecho de irme de acá a Estados Unidos también tenía mucho que ver con un cambio de haberme ido de Brasil a Argentina. Como que en mi cuerpo y mi cabeza se reflejaban esas cosas que fueron duras de atravesar. Todo eso se reflejó en Philadelphia y tuvo miles de impactos en mí, tuve que hacer todo un laburo para pasar eso, atravesarlo y empezar a encaminarme hacia este momento que venía buscando.
-A nivel cultural tenés una multiplicidad enorme, por tus vivencias y todo lo que recorriste. Eso en cierto punto te permitió tener una maduración importante ahí.
-No sólo con la parte cultural. Tuve mis mambos también con el color de piel. Fue difícil irse de chiquito de Brasil y venirme acá a Argentina donde el único que fuese mi color tanto en la escuela o en el club era yo. Ahora que crecí y estoy más maduro entiendo que me sirvió muchísimo, me abrió muchísimo la cabeza, pero en su momento no fue sencillo.
-¿Situaciones feas?
-No, no fue fea pero sí difícil. Las cosas que surgieron cuando me vine de Brasil a Argentina, también surgieron cuando me fui de Argentina a Estados Unidos, y culturalmente también. Es un momento donde te sentís diferente a todos, cuesta relacionarse con los demás porque los otros no ven las cosas con los mismos ojos que los ves vos. Y todo eso me permite ver todo con distintas visiones, desde diferentes perspectivas. De una manera más "negra", de una manera más "blanca", de una manera más "latina". Me abrió mucho la cabeza desde muy chico.
Volvió a Argentina para 2018, mientras jugaba el Sudamericano U21 con la Selección argentina confirmó su llegada a Depo Viedma, una institución que lo recibió con los brazos abiertos desde el primer día y le ha brindado una contención vital para su desarrollo. Cumple su tercer año en el elenco de la capital rionegrina, se siente cómodo en la ciudad, en el club y eso hace que el protagonismo tan elevado que adquirió esta temporada lejos esté de convertirse en una carga, sino que lo asimila, se calza ese traje cuando le corresponde y es feliz dentro de la cancha. Con el plus de disfrutar cada minuto y cada vivencia con este equipo, indudablemente el resultado es excelente.
-Hoy estás en un momento de disfrute absolute, porque se nota que en Viedma tomaste una responsabilidad, la entendés, la cumplís, pero lo más importante parece ser que la disfrutas.
-Sí, sin dudas que se disfruta. En otros momentos, y precisamente en esa etapa, no podía disfrutarlo. Hoy pude cambiar mi cabeza, sigo teniendo los mismos objetivos pero entendí que es todo parte de un proceso y aprendí a disfrutarlo. Personalmente la pandemia me vino bárbaro porque me dio ese tiempo para detenerme a analizar y trabajar en cosas que necesitaba. Hoy me siento mucho mejor conmigo mismo. También tuve muchísima suerte de encontrarme con un par de personas que me ayudaron mucho en esta pandemia, estoy re mil agradecido con ellos porque íbamos a entrenar juntos. En ese momento no estaba cobrando entonces no podía pagarles por las cosas que estábamos haciendo, pero me ayudaron un montón y no les importó eso, disfrutaron el laburo y me hicieron disfrutarlo mucho a mí también. Uno es un amigo, el preparador físico Federico Diez; después Mercedes García Carbone, kinesióloga que me ayudó en la recuperación de la rodilla; Leandro Watchmeister, el osteópata que me dio el tratamiento; Andrés Horst, con quien trabajé toda la parte de movimientos con la pelota de básquet; y después estuvimos entrenándonos con Mati Solanas, Lucas Goldenberg y otros chicos de Paraná con quienes le metimos duro.
-¿Estás en tu mejor momento?
-Creo que hay bastante más. Entiendo que voy a seguir avanzando mucho más en la medida que siga trabajando todo mi físico, que sé que no está en su mejor momento. Creo que cuando logre ese piso voy a poder empezar a desarrollar más y más mi juego. Tengo que dar ese paso en lo físico y después a mi juego seguir laburándolo tranquilo. Estoy convencido que hay mucho más para mí.
-Se viene demostrando que sos de los más desequilibrantes de la categoría, siempre tuviste un punto de explosión pero esto de ahora, por constancia, sos uno de los jugadores más importantes de la temporada.
-No sé si me siento un jugador importante. Realmente hoy me siento como alguien más que le puede dar herramientas al equipo y eso es lo que quiero, encontrar una manera de mantenerme lo más que pueda haciendo un laburo. Y eso sin dudas es lo más difícil, tener esa constancia con este rendimiento. Voy a dar todo lo posible para que a Viedma le vaya bien, eso es lo que me interesa. Capaz si me sientiera importante de esa forma que decís podría explotar más mis cualidades, pero siento hoy que debo llevarlo así. Entiendo que también es parte de todo este proceso, entenderlo, no saltearme pasos y seguir creciendo. Es algo que estoy trabajándolo mentalmente también. Lo único que sé es que voy a darlo todo siempre, después lo demás será toda una consecuencia de ese trabajo y todo lo que busco y quiero, tanto para como el equipo como para mí.
-¿Hasta dónde puede llegar este Depo Viedma?
-Tenemos la ambición de llegar a lo máximo. Nos pasó contra Ciclista en esa burbuja que se sumó Roquez (Johnson), y faltaban algo de tres minutos y estábamos abajo por diez. En ese momento hablo con Fermín y le digo "este partido no lo vamos perder...", y lo pudimos dar vuelta. Contra Estudiantes de Concordia igual, fue un día que jugamos muy mal y faltando dos minutos estábamos ocho abajo también pudimos ganarlo. Y con lo de la experiencia que me decís, es muy probable que en ese mismo partido si Pedro (Franco) no hace ese segundo cuarto que hizo, hubiésemos terminado más abajo el primer tiempo y después tal vez esa remontada en el final no hubiese existido. Fermín, Mati y yo tomamos muchas decisiones y somos los que aceleran, pero Pedro, Jamaal (Levy), Palo (Lucas González) nos organizan para que funcionamos bien. Entonces son cosas que las hacemos entre todos. Es imposible decirte qué es lo que va a pasar, pero sí te puedo decir que tenemos muchas ambiciones y ganas, y eso nos está llevando a sacar adelante partidos muy difíciles y jugar. Se disfruta. Eso para mí dice mucho del equipo.
-A nivel grupo también hay una fuerte identificación con la ciudad y el equipo. Exceptuando a Jamaal que llegó este año, el resto ya tiene un sentido de pertenencia.
-Sin dudas. Eso también es una motivación, lo que genera esta ciudad y este club. Va más allá de lo individual. El club me ha dado bastante y a la hora de salir a la cancha termina siendo un incentivo, porque quiero devolverle a Viedma toda la contención y el cariño que dio desde el primer día. Ojalá sea coronándolo con algo lindo.
Por supuesto que todo este gran nivel será, en consecuencia, una tentación para varios. Desde siempre, el talento de Carvalho y su explosión física ha sido un llamador de varias miradas, y encontrándolo en este punto justo de maduración, el horizonte se muestra por demás alentador para este joven de 1,93 metros. Más allá de su participación en la Selección U21, además estuvo en la selección universitaria en dos oportunidades, y para finalizar también se refirió a esa proyección a futuro, entendiendo y manteniendo los pies sobre la tierra.
-¿De qué forma pensás en tu futuro, en lo personal?
-Mi sueño es mi motor, es el motivo por el cuál estoy haciendo todo este laburo y por el cual también he tenido estas "caídas" en Temple, Philadelphia y Bahía. Por el hecho de haberme exigido tan así, me llevó a lo que me llevó. Mi sueño es jugar en algún momento en algún buen equipo de Euroliga, te diría que es mi objetivo y hacia donde trabajo. Pero entendí que es todo parte de un proceso, que no tengo que desesperarme y que disfrutar cada momento de ese proceso. Aprendí a disfrutarlo. Y si no pasa en algún momento, saber y quedarme con eso de haberlo dado todo.
-¿Volver a la Liga Nacional o tener alguna chance en la Selección te gustaría?
-Para mí uno de esos objetivos muy grandes que tengo es la Selección. Tengo una anécdota con Pepe cuando estaba en Philadelphia, que él había ido a Temple por un reconocimiento donde iban a ponerle su nombre en el estadio. Habíamos salido a cenar una de esas noches y le digo a Pepe que uno de mis objetivos era jugar en la selección mayor... realmente lo quiero, anhelo y ansío poder estar en la selección. Un sueño máximo sería poder jugar unos Juegos Olímpicos con la selección, esas cosas que desde chico veía y veo en la tele y digo "Wow, me encantaría poder estar ahí jugando". Eso siempre. En un momento era sí, pero ahora es como que, más allá de que naturalmente quisiera que suceda, lo tomo más como un sueño que un objetivo. Si pasa sería espectacular e increíble, y yo laburo todos los días para estar en mi mejor nivel para que si en algún momento exista una posibilidad se dé, que si se llega a dar sea una consecuencia de mi trabajo.
Autor: Lucas Leiva
Fotografías: Marcos Aramburu (Prensa Depo Viedma).