Con mucho trabajo y esfuerzo, el pivote de 29 años se convirtió en uno de los pilares de la Selección. Entrevista al dueño de la zona pintada nacional.
No era tarea sencilla para la Argentina sostener los éxitos obtenidos a principios de este siglo, en especial teniendo en cuenta el recambio natural de la mejor camada de jugadores en la historia de nuestro básquet. Pero en la última década, cada proceso hizo lo necesario para mantener a la albiceleste en los primeros planos, a la vez que edificaba una identidad propia. Y en esa nueva construcción, hay un nombre que se repite en cada convocatoria: es el de Marcos Delia, un verdadero obrero que continúa añadiendo fundamentos y destrezas a su juego.
El oriundo de Saladillo ingresó al profesionalismo vistiendo la camiseta de Boca y rápidamente llamó la atención de los seleccionadores. La Liga Nacional le fue quedando chica mientras se desempeñaba en Obras, así que tras dos temporadas en el Tachero dio el salto a la ACB. Desde 2016, jugó para el Murcia y, posteriormente, se mudó a La Lega para defender los colores del Joventut, la Virtus Bologna y finalmente el Pallacanestro Trieste, su actual equipo. Además de mencionar un fugaz paso por México luego de su tremenda performance en el Mundial 2019, son para resaltar sus actuaciones en Tokio 2021 a pesar de un deslucido rendimiento colectivo.
El conjunto del noreste italiano donde Marcos milita hoy en día, se ubica en la cuarta ubicación del torneo doméstico, con un récord de 7 victorias y 5 derrotas. En esta institución, el pivote de 2m06 atraviesa uno de los mejores momentos de su vida tanto en lo personal como en lo deportivo, y en los 12 juegos que van de temporada registra 10.7 puntos, 6 rebotes y 2.3 asistencias en 22.1 minutos, estadísticas muy similares a las que demostraba en el Templo del Rock. Cabe destacar el papel preponderante que el lungo cumple entre los dirigidos por Franco Ciani, siendo el segundo máximo goleador y también el segundo mayor rebotero de la escuadra tana.
A sus 29 años, y acostumbrándose a su nuevo rol como padre, el dueño de la pintura argentina se tomó un tiempo para conversar con
Prensa CAB sobre su fantástico presente, su futuro en el básquet italiano, la satisfacción por lo conseguido en China y el trago amargo de los últimos Juegos Olímpicos. Aprovechamos también para revivir sus primeros contactos con el deporte que le permitió soñar en grande, la irrupción en la LNB, cada experiencia en el Viejo Continente, su costado más íntimo y una larga trayectoria representando a su país.
Quisiera comenzar hablando sobre tus raíces. Contame un poco sobre tu familia y tu llegada al mundo del básquet…
Tengo a mis padres, tres hermanas y un hermano, yo soy el mayor de los cinco. Mi papá lleva adelante un negocio familiar en Saladillo, mamá es ama de casa, mis hermanas están en la universidad y el menor todavía en el colegio. Y, en realidad, yo hacía otros deportes, como tenis y fútbol, pero agarré la anaranjada y no la solté nunca más. Comencé a mis 13 años, porque un amigo al que le gustaba mucho el básquet se cansó de insistirme con que vaya al club. Yo era más alto que el promedio, pero no había una diferencia tan drástica con mis compañeros. Recuerdo que empecé con las infantiles, donde jugábamos todos los sábados en el torneo de la Asociación de Chivilcoy. Después participé en provinciales de cadetes, y ya en juveniles me empezaron a llevar como refuerzo a diferentes equipos y eso me permitió ser tenido en cuenta por las selecciones juveniles nacionales.
¿Cómo es tu relación con el ámbito académico?
Terminé el secundario al día, nunca me llevé una materia y siempre fue algo importante para mí y para mi familia el hecho de terminar el colegio, lo cual hice antes de irme a Boca. Después, la posibilidad de seguir estudiando era bastante difícil porque demandaba más tiempo y presencia, y desde hace un tiempo estoy averiguando para estudiar a distancia. Tal vez, en un futuro me lance a empezar una carrera universitaria.
¿Cómo se da tu arribo a Boca? ¿Qué recuerdos tenés del primer roce con el profesionalismo?
Hice todas las formativas en Saladillo, hasta que terminé el secundario y ya para enero del siguiente año fui reclutado. Fue una etapa muy linda, y estoy muy agradecido a Boca por ser el primer club profesional en abrirme las puertas. Tanto con Sebastián Saborido en mi ciudad como con Ronaldo Córdoba en el Xeneize, viví pasajes de continuo aprendizaje, ellos trabajaron muchísimo conmigo. Boca fue un mundo nuevo, llegué a una institución de una importancia que todos conocen bien. Y más allá de algunos momentos duros y de necesitar una adaptación que al principio se hizo difícil, me costó menos de lo que pensaba. Además, ayudó mucho que Buenos Aires esté sólo a dos horas de casa, mis padres iban con frecuencia y tenía amigos que estudiaban ahí.
Luego de tres años, pasaste a Obras por otras dos temporadas. Ahí te consolidaste en La Liga, pero ya habías llegado a la Selección Mayor siendo muy joven…
En ese momento no era demasiado consciente, sólo disfrutaba del juego. Pero viéndolo en retrospectiva, es verdad que era muy joven, y creo que tuve dos muy buenos años en Obras, otro lugar al que le estoy muy agradecido, donde me trataron de primera y siempre estuvieron a disposición. Fue otra etapa linda, con más protagonismo y en la que supe aprovechar la oportunidad para crecer como profesional.
Y llegó el salto a un Murcia donde se encontraba Campazzo. ¿Cómo fue esa primera experiencia europea y qué tan importante fue Facu en tu adaptación?
Fue importantísimo, sobre todo porque estuvo en mi primer año, que es el más complejo: clubes, jugadores y cultura nueva. Facu me ayudó mucho fuera de la cancha para hallarme y estar cómodo en la ciudad, pero en especial dentro de ella, enseñándome sobre la ACB y buscándome siempre en partidos y entrenamientos. En lo deportivo, crecí un montón, con momentos de mucho juego, otros de menos participación y una última etapa donde las diferencias de visión entre lo que yo quería para mi carrera y lo que el club me ofrecía me llevaron a cambiar de equipo a mitad de mi tercera temporada.
Curiosamente, de ahí te fuiste a jugar junto a Lapro en el Joventut. ¿Qué sensaciones te quedan de tu estadía en la Penya?
También otra institución de primera, con una historia tremenda en el básquet español e internacional, formadora de grandes estrellas y con una gente increíble. Haber compartido con Nico (Laprovittola) fue un privilegio, sobre todo porque fue el año en el que ganó el MVP y fue el completo líder tanto de la Penya como de la Liga Endesa. Fueron meses espectaculares.
Tras el Mundial de China, pasaste por México y te sumaste a la Virtus Bologna comandada por Djordjevic fuera de la cancha y por un animal como Teodosic dentro, ¿no?
Fue un paso que tuvo mucho valor para mí, por haber compartido con esos dos monstruos y por haberme sumado a un equipo que apostaba a todo, tanto a ganar la Lega como la Eurocopa. Lamentablemente, la temporada se suspendió por la pandemia, pero estábamos primeros en ambas competencias. También fue el club que me abrió las puertas a Italia, que es un país y una liga que me encantaron, así que la considero una experiencia clave en mi carrera. Personalmente, a pesar de la diferencia de idioma, veo a los italianos muy diferentes a los españoles, pero más parecidos a nosotros los argentinos. Acá me siento más como en casa.
Actualmente, defendés los colores del Trieste. ¿Qué me podés contar de esta última temporada en Italia y cómo ves tu futuro en el club?
Tanto en la temporada anterior como en esta, siento que encontré un lugar en el que me dan mucho protagonismo, responsabilidades y espacio dentro del equipo, lo cual buscaba después de no haber tenido tantos minutos en la Virtus. Estoy muy contento por esta oportunidad, creo que la estoy aprovechando al máximo. Ahora estamos enfocados en terminar de la mejor manera esta liga, el club se lo merece por el gran trabajo que hace. Y respecto al futuro, ya veremos cómo sigue todo, por lo pronto estoy de maravillas en Trieste, en una ciudad hermosa y una institución que trabaja de manera seria y ordenada.
Hablemos de la camiseta que más querés. Sos parte de la Selección Mayor desde hace una década. ¿Algún torneo de todos los que disputaste te marcó de manera diferente?
Todos tienen un valor especial, pero se me viene a la cabeza el FIBA Américas 2015 en DF, donde conseguimos una clasificación a un Juego Olímpico que muchos veían difícil, guiados fundamentalmente por Chapu (Nocioni) y Luis (Scola). En lo personal, no venía haciendo un buen torneo pero, como siempre lo hizo, Sergio (Hernández) confió en mí para la Semifinal, respondí bien y logramos el objetivo. Ese partido tenía todos los condimentos para ser memorable, como los 20.000 fanáticos que dieron todo gritando en la cancha y México con un gran equipo y un súper Ayón, pero hicimos todo para llevarnos el pasaje a Río.
Imagino que lo conseguido en el Mundial 2019 debe estar muy presente, sobre todo luego de unos complicados JJ.OO. de Tokio donde se vio lo duro que es el plano internacional.
Seguro que sí. Ese subcampeonato nos permitió posicionarnos de otra manera en el mapa mundial. Logramos que ya no nos subestimen, y le mostramos al mundo que si te descuidas con Argentina podés perder tranquilamente. Es algo sabido que, en la elite, te levantás mal un día y no importa a quién tengas en frente, te puede ganar con facilidad. En China nos aprovechamos de eso, fuimos muy inteligentes, y pudimos jugar la Final del Mundo, a la que hacía mucho tiempo no se llegaba. Estoy muy contento de que hayamos sido protagonistas.
Vencer a potencias como Serbia y Francia, en tu caso midiéndote con pivotes de primera talla mundial como Jokic o Gobert, ¿produjo algún cambio en tu mentalidad?
Siempre confié en mí y en el grupo. Antes de cada partido entré pensado que podíamos ganar y que yo lo podía hacer bien frente al rival que se presente. Pero uno sabe que hay equipos más difíciles que otros, y creo que ese Mundial fue un click para todos, porque competimos de igual a igual con figuras de la NBA. Siento que lo que logramos tiene un gran mérito y nos ayudó a cada integrante del plantel en nuestras carreras.
¿Qué sabor te quedó respecto de los últimos Juegos Olímpicos?
Por supuesto que me quedó un sabor amargo, incluso sin tener en cuenta la instancia en la cual fuimos eliminados. El sinsabor es por no habernos sentido cómodos jugando y no haber encontrado esa química que tanto resultado nos dio en China. Pero el deporte es así: hay momentos, hay grupos, la gente va cambiando, todo se va adaptando, y Tokio no nos tocó en un buen momento. Pero el básquet siempre da revancha, las ganas y el compromiso permanecen intactos, entonces partiendo de ahí se puede construir muy bien a futuro.
Hablando de construir a futuro, ¿qué opinás de la llegada del Che García a la Selección? ¿Compartieron alguna charla?
Sí, me llamó luego de que se hiciera oficial su llegada. Me alegra que tenga esta oportunidad, creo que se la merece. Va a ser positivo para el grupo, seguramente aportará energías y visiones renovadas. En esa charla, me preguntó cómo me sentía en la Selección y me dijo que contaba conmigo. Lamentablemente, debí explicarle que por cuestiones familiares se me iba a hacer muy complicado asistir a estas últimas Ventanas, pero le afirmé que estoy a su disposición. Fue una especie de bienvenida al inicio de un nuevo ciclo y a la relación que deberemos formar con él todos los jugadores del seleccionado.
¿Pudiste ver los partidos de las Ventanas? ¿Qué te pareció el equipo y la re-aparición de Carlos Delfino?
No pude ver los partidos porque acá era muy tarde, de madrugada. Por supuesto, vi resúmenes, estadísticas y videos. Estoy muy contento por Carlos (Delfino) porque es un súper talento y un enorme jugador que se merecía esta chance. Seguramente, el Che (García) juzgará a futuro si continuará o no en el proceso, pero el hecho de que esté ahí ya es algo muy lindo de ver y sentir. Y respecto al equipo en general, los vi muy bien, sabiendo que Paraguay no es el rival más fuerte del grupo. Pero mostraron una idea de juego e intensidad muy buenas, y teniendo esa base será mucho más fácil desarrollar el resto de aspectos técnicos y tácticos.
Sos fiel testigo de que nunca se deja de aprender y mejorar. ¿En qué sentís que progresaste últimamente? ¿Y en qué deberías trabajar específicamente en el corto plazo?
Creo que mejoré en la visión y entendimiento del juego, lo cual lógicamente viene de la mano de la experiencia. Con el paso de los años, uno se va sintiendo más cómodo en la cancha y encuentra más formas de anotar, moverse y sacarle rédito a la lectura de situaciones. Y un aspecto que actualmente estoy trabajando fuertemente con el asistente de Trieste es el lanzamiento, tratando de conseguir una nueva variante de anotación, lo cual puede ser muy productivo para mí y para el equipo. Hoy estamos enfocados en mi técnica desde rango medio, y la idea a futuro es extenderme a la línea de tres puntos.
¿Hay algún entrenador que consideres trascendental en tu exitosa carrera?
Es una pregunta difícil, porque todos me dejaron algo y fueron importantes. Te puedo decir que Córdoba y Saborido fueron claves en mis comienzos porque fueron los que más me desarrollaron, mientras que en la Selección fue Julio (Lamas) quien me convocó por primera vez y Sergio (Hernández) me dio una confianza tremenda. Pero a nivel profesional, tuve excelentes entrenadores en Argentina y en Europa, entonces no podría encontrar la respuesta.
Dentro de ese grupo de maestros, supongo que Scola debe ocupar un lugar especial…
Sí, sin dudas. Él nos dijo y nos mostró cómo había que llevar esta vida de deportista profesional y de jugador de Selección. Nos enseñó el camino y la disciplina necesaria para recorrerlo. Y lo mejor es que no sólo nos lo comunicó, sino que fue realmente un ejemplo de cómo había que hacer las cosas. Le estoy completamente agradecido a Luis (Scola) por todos estos años compartidos.
¿Cómo es Marcos fuera de la cancha? ¿Tenés algún pasatiempo?
Soy muy tranquilo, cuando no estoy entrenando o jugando me gusta relajarme con algún libro o viendo alguna serie. Me gusta leer sobre historia, pero en cuanto a series no soy nada especial. Y mi hijo nació hace sólo cuatro meses, así que queda menos tiempo para todas esas distracciones, pero pasó a ser un nuevo hobby que disfruto muchísimo.
Indiscutido en Selección, vasta trayectoria en LNB y Europa, casado y recientemente padre, pero ni siquiera llegaste todavía a tus 30 años… ¿En qué momento de tu vida te encontrás?
En mi mejor momento, sinceramente. En el aspecto emocional y conceptual del juego me noto maduro, y físicamente me siento rápido y en muy buena forma. Estoy mejor aún que en la temporada pasada, así que espero estar en una curva ascendente de aquí a los próximos años, ja. Y en lo personal, revolucionado con la llegada de Simón a mi vida. Por suerte, logrando compaginar la vida de deportista con la de padre, ya que se necesita bastante más energía. No me preguntes de dónde, pero de algún lado aparece ese extra para volver de entrenar, estar con él y acompañar a mi mujer, a quien le estoy sumamente agradecido por siempre bancar.La verdad es que no es sencillo estar afuera, distante de tus afectos, pero ellos me lo hacen muy fácil. Estoy disfrutando muchísimo, y soy muy feliz de poder compartir mi vida con la familia que formamos.