La Selección Argentina va ganando cada vez más un mayor terreno, avanzando con el paso del tiempo, y eso quedó reflejado en las actuaciones de los últimos años. El bronce en el Preolímpico de Edmonton 2015, el subcampeonato en la AmeriCup 2017 que se jugó en Buenos Aires y el histórico oro en el Sudamericano 2018 de Tunja, conquistando el título luego de 70 años, son claras muestras del avance de nuestra Selección en el continente. Todo en pos del gran sueño: París 2024, aspirando a que la Selección dispute por primera vez un Juego Olímpico. Y en ese plan rumbo a lo que sería cumplir uno de los más grandes anhelos, aparece una jugadora importantísima en el presente y futuro de Argentina:
Victoria Llorente.
Su nombre es sinónimo de Selección y, si bien la presente es su séptima temporada en el extranjero, su ánimo está constantemente atravesado por los colores celeste y blanco. Desde pequeña convive con el privilegio, pero también con la presión, de ser una joya del básquet nacional. Talento, coraje, sacrificio y resiliencia, palabra que lleva tan impregnada en el corazón como en la piel.
Vicu, ala-pivote de 1m80 con una polivalencia que le permite aportar soluciones en cada rincón del parquet, comenzó su carrera en su Lanús natal. Pasó un año por Vélez Sarsfield, y al culminar la secundaria emprendió vuelo a Europa para defender la camiseta del Gernika en la Liga Femenina Endesa. Los clubes españoles Bembibre y Al-Qázeres, así como los italianos Alma Patti y Faenza, fueron la continuación de una extensa trayectoria que contradice a sus jóvenes 25 años.
Hace tan sólo días, la carrera de Llorente dio otro ilusionante giro al firmar con el Movistar Estudiantes, institución donde también milita su compatriota Melisa Gretter, capitana de nuestra Selección. Acompañando el entusiasmo de este nuevo paso, desde Prensa CAB nos comunicamos con la hermana del medio de un trío unido por la sangre y la pasión por la naranja. En una distendida entrevista, dialogamos acerca de todo: el permanente apoyo de su familia, los tan importantes estudios universitarios, lo más destacado de su brillante currículum a nivel clubes, las más grandes alegrías y los más fuertes golpes junto al seleccionado, y el ansiado sueño olímpico de París 2024.
-Contame sobre tus padres, los creadores de la trilogía Llorente. ¿Cuál es su influencia en tu carrera?
-Mi papá Gustavo es chofer de colectivo y mi mamá Sandra es psicóloga. Ellos nunca habían jugado al básquet, aunque a mi viejo siempre le gustó. Y desde que agarramos la pelota, nos apoyaron y siguieron a todos los lugares que pudieron. Me acuerdo del torneo en Bahía Blanca con la Selección, teniéndolos junto a mi abuela en la hinchada. Fue algo increíble. Cada vez que tienen la oportunidad de visitarnos en Europa, es hermoso.
-Y hablando específicamente de tus hermanas Florencia y Catalina, supongo que debe ser algo lindo compartir una pasión como la que sienten por el básquet, ¿no?
-Es espectacular. Flor hace dos temporadas que está en Mantova, Italia. Ella juega en la A2 desde hace cuatro años, cuando fue por primera vez. Retornó un tiempo a la Argentina por su trabajo como Profe de Educación Física, pero llegó la oferta de su club actual y decidió volver. Y Cati, la más chiquita, ya empezó con la Selección, haciendo entrenamientos por videollamada. La veo muy motivada y creo que va por nuestro mismo camino, entrenando todos los días en el club Lanús por el momento.
-¿Cómo es tu relación con Flor? Teniendo en cuenta su buen presente, ¿están ilusionadas con la idea de compartir la camiseta argentina?
-Cuando éramos chicas, nos la pasábamos jugando 1vs1 en el patio de casa, y la cosa siempre terminaba mal: ella llorando porque yo le pegaba, o yo a los gritos porque me había hecho trampa… ¡Ahí sí que había competencia! Desde hace mucho espero que Flor pueda estar en el grupo de la Selección. Viene de hacer una temporada increíble, así que estamos ilusionadas. Vestir juntas la camiseta argentina o tan sólo compartir concentraciones, sería único.
-¿Qué recuerdos tenés de tus años de básquet en Argentina?
-Empecé a jugar a los 6 en Lanús, ya que quedaba cerca de casa. Flor, de 10 años en ese momento, había comenzado así que me quise sumar. Y ya nunca paramos, se convirtió en nuestra pasión. En aquella época, se jugó un Pre-Mundial en el CeNARD y lo fui a ver. Recuerdo desear con locura poder ser parte de todo eso. En 2009, llegó la convocatoria a la Selección y la cabeza me hizo un click, me di cuenta de que ese sería mi camino. Así comenzó mi etapa profesional, siempre concentrando y sacrificando muchas cosas, pero lo hice sin dudarlo, porque el básquet era y sigue siendo mi vida.
-¿Te costó tomar la decisión de emigrar a tan temprana edad? ¿Cómo fue esa adaptación?
-Después de un Mundial con mi categoría en Rusia, llegó la oferta del Gernika español. No lo podía creer, era lo que siempre había soñado. Dudaba entre ir a Europa o jugar en alguna universidad norteamericana, pero cuando apareció este club no lo pensé dos veces, y mis padres me apoyaron desde el primer momento. Así que, a mis 18, comencé esta aventura en el exterior. Fue difícil porque era chica y extrañaba mucho, pero con el tiempo una se va integrando al lugar. Aunque también, al crecer, me cuesta cada vez más separarme de mi familia.
-A pesar de dedicarte profesionalmente al básquet, también seguiste estudiando, ¿verdad?
-Sí, antes de irme a Europa había comenzado Turismo. Cuando viajé, abandoné los estudios, pero luego encontré una universidad española donde podía hacer la carrera a distancia. Hoy llevo dos años aprobados, y me quedan todavía otros dos, pero me voy acercando al título, que considero algo importantísimo. La jugadora de básquet debe tener algo extra, porque en algún momento la carrera deportiva se termina.
-A tus 25, tenés ya una larguísima trayectoria. ¿Qué tal han sido todos estos años en el extranjero? ¿Cuál fue tu mejor experiencia hasta ahora a nivel clubes?
-Por suerte, me trataron muy bien en cada lugar en el que estuve. Pero si tengo que elegir una experiencia, me quedo con Gernika: era un ambiente donde la gente se involucraba mucho con el club y las jugadoras. En uno de esos tres años, clasificamos a la Copa de la Reina, que se jugaba en Girona. Viajó toda la hinchada a alentarnos y hasta pudo estar presente mi familia, fue un momento inolvidable.
-Ahora llegaste al Movistar Estudiantes donde compartís plantel con Meli Gretter. ¿Qué significa compartir club con una compañera prácticamente de vida? ¿Qué expectativas tenés en este nuevo desafío?
-Cuando llegó la oferta, lo primero que pensé fue: ¡Voy a jugar con Meli! No sólo es una amiga, es una referente dentro y fuera de la cancha, por su forma de ser y de llevar su carrera. Jugar en un mismo club es como trasladar al extranjero la vida que llevamos en el seleccionado, lo cual me hace sentir más cómoda y arropada. Y para esta experiencia en Estudiantes, vengo a dar mi 100% y sumar en todo lo que el equipo necesite. Vienen haciendo una buena temporada, metiéndose en Copa de la Reina, y quiero aportar mi granito de arena. De a poco me voy insertando y conociendo el sistema de juego. Lucas Faggiano también está en el club, aunque todavía no tuvimos la oportunidad de hablar. Y con quien sí dialogué es con Pancho Jasen, que es Director Deportivo del masculino y femenino, lo cual suma a sentirme como en casa.
-Con sólo 17 años, te sumaste a la Selección para los Juegos ODESUR 2014. ¿Qué sensaciones te quedan de esa enorme experiencia siendo todavía una adolescente?
-Realmente era muy chica, pero en ese momento no lo sentía así, no me daba cuenta de mi edad. Lo disfruté muchísimo, intenté aprender de las tremendas compañeras que tenía, como Gisela Vega o Carolina Sánchez, dos referentes del básquet argentino a quien les tengo un enorme respeto. Tengo recuerdos hermosos, siempre intentando ayudar al equipo, y con los brazos abiertos de las chicas que me integraron e hicieron sentir parte.
-En 2018, disputaste el Mundial 3x3 de Filipinas y de España con la Mayor. Pero, en medio, se dio el histórico título de Tunja ganándole la final a Brasil. ¿Qué me podés contar de aquel tremendo año?
-El 3x3 se dio luego de una lesión grave de rodilla. Durante toda mi recuperación, pensé en volver a vestir la camiseta argentina y sentir esas lindas sensaciones. Fue una experiencia nueva porque nunca antes había probado la disciplina, pero me encantó. Después, lo de Tunja fue increíble... Disfruté muchísimo cada partido, vivirlo con mis compañeras de tantos años y por supuesto cumplir el sueño de obtener una medalla de Oro con la Mayor. Luego, el Mundial de Tenerife fue un choque de realidad, un torneo y una zona muy complicada. Empezamos mal con Turquía y ya no pudimos remontar el grupo, pero fue algo distinto que sirvió para aprender.
-Al año siguiente, Plata en el 3x3 y los Panamericanos de Lima 2019, donde sucedió el accidente de las camisetas. Imagino sensaciones encontradas de aquella época…
-Primero tengo recuerdos muy lindos de jugar con Meli (Gretter), Nacha (Pérez) y Andre (Boquete) en el 3x3. La pasamos muy bien, los resultados acompañaron y también tuvimos a nuestras compañeras del seleccionado apoyándonos, fue perfecto. Después vivimos ese duro momento que nos tomó de sorpresa y dejó un trago muy amargo. Perder con Colombia sin poder siquiera jugar dolió muchísimo, pero debimos reponernos para seguir adelante.
-Y el año pasado, sufrieron otro desafortunado hecho en la AmeriCup de Puerto Rico a raíz del COVID, el cual les impidió continuar compitiendo. ¿Es una espina que sigue pinchando?
-Fue otro palo grande en la rueda, porque nos dejó fuera de la clasificación al Mundial y del Panamericano después de habernos preparado tanto. Pero la carrera del deportista es así: aunque algunos objetivos se esfumen, hay que levantar la cabeza y seguir trabajando. Así que nos enfocamos en volver a entrenar mentalizadas en lo que viene.
-¿Cómo está el grupo actualmente con la conducción de Gregorio Martínez? Este 2022 tendrá lugar el Sudamericano, pero todos los cañones del proyecto apuntan a París 2024, ¿no?
-Estamos muy bien, habíamos llegado unidas y en muy buena forma a la AmeriCup. Continúan sumándose compañeras a la preselección, lo cual ayuda a ser cada vez más competitivas. Cuando finalicemos nuestras respectivas temporadas, nos juntaremos y buscaremos nuestra mejor versión para el Sudamericano, y así empezar este camino rumbo a París. Ojalá se nos dé, participar de un Juego Olímpico es uno de los mayores sueños de mi vida, haremos todo lo posible para cumplirlo.
-Desde hace tiempo, sos considerada entre las mejores jugadoras del seleccionado, con la posibilidad de aportar en diferentes posiciones y aspectos del juego. Aun así, ¿creés que podés crecer todavía más en cuanto a liderazgo y rendimiento?
-Creo que tengo una cuenta pendiente conmigo misma en ese sentido. No desde la capitanía, porque Meli Gretter es nuestra verdadera líder y lleva muy bien el rol, pero sí siento que puedo dar un paso adelante en cuanto a mi rendimiento con la Mayor. No sé si es lo que el equipo necesita de mí, pero es lo que quiero, poder aportar algo más desde lo deportivo.
-¿En algún momento sentiste presión por las grandes expectativas que generó y continúa generando tu potencial?
-La presión siempre está, y muchas veces nos juega una mala pasada a los deportistas, pero hay que saber lidiar con ella. Por eso trabajo con un coach y una psicóloga deportiva durante gran parte de la temporada, para luchar con todos esos pensamientos negativos. Por suerte, poco a poco, esos fantasmas van desapareciendo.
-¿Qué fundamentos técnico-tácticos sentís que mejoraste en el último tiempo? ¿Y en cuáles te gustaría avanzar en el futuro?
-He ido consolidando mi juego, ganando seguridad respecto a mis habilidades y transmitiendo más confianza a mis entrenadores y compañeras, haciéndoles saber que puedo aportar en defensa, puedo jugar de espaldas, puedo jugar de frente… Me gustaría seguir afianzando mi lanzamiento para poder ocupar también la posición de alera, trabajo cada año para eso y lo haré durante toda mi carrera.
-¿Cómo es Vicu fuera de la cancha, en el día a día?
-Soy divertida y muy cercana a mi familia. Si estoy lejos, hablo mucho con ellos por videollamada. Me gusta escuchar música, sobre todo reggaeton, y leer algún libro en mis ratos libres. Cuando convivo con compañeras, suelo pasar tiempo con ellas. Y me encanta realizar actividades en equipo, como ir a cenar o al cine. Soy mucho de ayudar a quienes me rodean, y siempre intento hacerlos sentir como en casa.
-Uno de tus tatuajes dice “Resiliencia”. ¿Será que, después de duras lesiones y complicados momentos, se convirtió en una de tus mayores virtudes?
-Creo que sí, en lo deportivo y en lo personal. Es una palabra que me caracteriza porque malos momentos y golpes duros siempre habrán, pero todo depende de la fuerza con la que los afrontes. También es una palabra que identifica a nuestra Selección, porque siempre logramos superar cada problema como grupo.
-¿Qué aconsejarías a una chica que, tal vez por esta cuestión, duda en dedicarse a este hermoso deporte?
-Le aconsejaría perseguir sus sueños, seguir adelante. No hay nada más lindo que luchar por lo que uno quiere y sobre todo por este deporte que tanto amamos. También, le recomendaría terminar la escuela, y en lo posible continuar estudiando o hacer algo extra, ambas facetas pueden y deben convivir.
-Por último, ¿qué significa para vos la Selección Argentina?
-Siempre que pienso en básquet, pienso en la Argentina, en cómo comencé mi proceso desde chiquita vistiendo los colores de mi país. Mi mayor pasión es este deporte, pero aún más grande es jugarlo con la celeste y blanca. Cada torneo en que el que integro la Selección, me siento como en un sueño del que no quiero despertar…