Con la reaparición de Emanuel Ginóbili después de cuatro años fuera del equipo, Argentina se presentó en los Juegos Olímpicos de Río con un grupo que combinaba -más que nunca- juventud y experiencia. Porque al retorno del bahiense, se le sumó el de Carlos Delfino, quien también llevaba cuatro años de inactividad en el seleccionado. A la vez, como en cada cita olímpica, el nivel de los rivales era de máxima jerarquía mundial, con lo que el margen de error quedaba demasiado reducido. Pero la Selección bancó la parada y logró dos muy buenos triunfos en el inicio frente a Nigeria y Croacia. Luego cayó por detalles ante Lituania y debió jugarse la clasificación mano a mano con Brasil en uno de los partidos con mayor tensión de todo el torneo. En ese juego, Argentina terminó triunfando en doble suplementario con una actuación histórica de Andrés Nocioni y consagratoria de Facundo Campazzo. No obstante, hasta allí llegarían las energías del plantel, golpeado por el desgaste y la mala fortuna de los otros resultados. En el siguiente encuentro, el conjunto de Hernández cerró el grupo con clara derrota ante España y no pudo presentar equivalencias ante Estados Unidos en el cruce de cuartos.
Aquel juego con los norteamericanos concretaría el retiro de Ginóbili y Nocioni de la Selección.