Argentina concurrió a un nuevo Mundial con un plantel que mezclaba jugadores experimentados con otros bastante jóvenes, en los que marcaría el inicio de una época de cambios. El plantel contó con los valiosos regresos de Nicola, Sconochini y Oberto y los debuts de Ginóbili y Sánchez. Se realizó una extensa preparación que incluyó varios partidos, entre ellos la participación en los Juegos de la Buena Voluntad.
El inicio del Mundial trajo una fantástica victoria ante un poderoso como Australia, que despejaba el camino hacia la segunda fase. Ante la fragilidad de Nigeria se extendió el invicto y en el cierre del grupo ante España, se perdió en suplementario y de forma increíble un partido casi sentenciado en el tiempo regular.
Argentina pareció sentir el impacto, porque su rendimiento decayó, lo que le provocó derrotas claras ante Estados Unidos, integrado por profesionales que actuaban en Europa o en la CBA, y Lituania. Contra Brasil se jugó la clasificación y con una buena segunda parte, se quedó con el triunfo.
En cuartos de final, ya sin el lesionado Osella, se mantuvo en juego ante Yugoslavia, favorito al título y posterior campeón, pero las individualidades de los balcánicos marcaron diferencias.
En la reclasificación el equipo mostró que todavía estaba lejos de los mejores, cayendo ante España y luego, por el séptimo puesto, ante Lituania. Más allá de eso, la participación de los más jóvenes en el tramo final dio indicios del cierre de una etapa (fue el último torneo de Milanesio y De la Fuente) y el comienzo de otra nueva. La mayor demostración fue que Oberto resultó elegido en el Quinteto Ideal del torneo.