En la designación de sedes a Argentina le tocó la organización de la tercera edición del Sudamericano, la que se convirtió en su primera vez como local en un torneo internacional. Para costear los gastos se recurrió a los aportes del Estado, ya que el entonces presidente, el General Agustín P. Justo, era un amante del básquetbol. La ayuda vino acompañada por la recomendación de que la dirección técnica le fuera confiada a Víctor Caamaño, entrenador del Colegio Militar.
El plantel se armó con dos consagrados, como Olindo Onetto y Orri, más varios jugadores destacados de la Federación Argentina. Otra particularidad histórica fue que por primera vez integraron la selección en un torneo internacional dos jugadores del interior, no pertenecientes a clubes de la Federación Argentina, los cordobeses José Gianuzzo y Verzini.
Del torneo, que se disputó en el estadio Luna Park, por entonces descubierto, participaron cuatro equipos, en un calendario de todos contra todos a dos rondas, por suma de puntos.
Argentina arrancó con una agónica victoria ante Brasil, pero dejando muchas dudas. En la segunda presentación le dio una paliza a Chile, demostrando su poderío. En la tercera noche el torneo sufrió un giro inesperado. El choque entre argentinos y uruguayos fue muy duro y tuvo varios incidentes y tras uno de ellos, cerca del primer tiempo, los jugadores uruguayos se retiraron de la cancha, disconformes con la labor arbitral. El Congreso Técnico le dio por perdido el partido a Uruguay y desestimó las exigencias de los dirigentes charrúas, que en señal de protesta retiraron a su selección del torneo.
En la segunda ronda todos ganaron los puntos ante Uruguay, mientras que Argentina volvió a derrotar a Brasil, para consagrarse antes de tiempo campeón sudamericano, el primer logro en un torneo internacional de su historia. Los argentinos cerraron su presentación invictos, a vencer a Chile en la última jornada. Onetto, nuevamente, se consagró máximo anotador del Campeonato Sudamericano.